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Justa Chuchón Gamboa nació en Accomarca (Vilcashuamán/Ayacucho) en 1973. Es sobreviviente testigo de la masacre de su comunidad, perpetrada por el Ejército Peruano el 14 de agosto de 1985, y sobreviviente también de una violación sexual cometida por un soldado del ejército cuando tenía doce años. Ella da a conocer su trayectoria de vida porque quiere ayudar con ella a otras mujeres que han pasado por sucesos de violencia sexual.
Al narrar su vida, encuentra conexiones entre las experiencias que le tocó vivir de niña, sus relaciones de pareja, su maternidad, y la construcción de su identidad como mujer peruana andina. Justa nos cuenta también sobre el desplazamiento forzado de toda su familia, la servidumbre doméstica infantil, la discriminación en Lima y la violencia intrafamiliar. A partir de la reflexión sobre las múltiples violencias por las que pasó, se ha dedicado al activismo, es parte de la Asociación de Familiares de Víctimas de Violencia Política de Accomarca, y es integrante de «Las Tamboras», un grupo de activistas que, a través de la música, visibiliza la necesidad enfrentar la violencia de género. Es madre de dos jóvenes mujeres y abuela de una pequeña nieta.
Acá muestro mi evolución
Mi origen imborrable
Acá narro mostrando en video cuando fui torturada antes de la masacre 14 de agosto, a mediados de julio de 1985, y sobre la masacre misma.
El Carnicero de Los Andes, informe periodístico de María Luisa Martínez sobre la masacre de Accomarca. En ese informe mi padre, mi madre y yo dimos nuestras declaraciones-Parte I
El Carnicero de Los Andes, informe periodístico de María Luisa Martínez sobre la masacre de Accomarca. En ese informe mi padre, mi madre y yo dimos nuestras declaraciones-Parte II
Base militar de Accomarca antes de construir el Lugar de la Memoria. En la foto están: mi mamá, Sandra, mi papá y Silvia (y el perrito de mi mamá).
Ese fue la celda donde fue torturado mi papá. Esa celda le hicieron construir a mi papá, y después de medio año lo llevaron ahí. Esa celda les sirvió para torturar a muchas personas que traían de otros pueblos.
Vista panorámica al pueblo desde la antigua base militar, desde una de sus torres. Antes había 4, ahora quedan dos, las otras dos se han tumbado para construir el Lugar de la Memoria de Accomarca.
19 de febrero 2017 santuario ecológico de Llocllapampa, Accomarca este es el lugar donde mataron a nuestro familiares.
El santuario fue hecho con el apoyo de Marisol Pérez Tello cuando era congresista, la CMAN y la Cruz Roja.
Entrega de restos. El día que nos entregaron los restos de mi tío Walter Gamboa Pulido. Ahí estoy con mi mamá.
«A 37 años de la masacre de Accomarca: restitución de cuerpos un paso más contra la impunidad», video de la Coordinadora Nacional de DDHH
3 de diciembre 2016 viaje de comisión para recibir la donación de cemento de cruz roja para la construcción de nichos
Viaje de comisión con Teófila Ochoa, y representante del CMAN, el ingeniero Eder y el Doctor Yuber Alarcón
Maritza Huamaní Baldeón, parte de la comisión para recibir cemento para la construcción de los nichos en la base militar.
Torre de control de los militares, que también fue tumbada. Tenía 4 torres, desde ahí observaban todo nuestro pueblo.
Lugar de la Memoria de Accomarca, donde descansan los restos óseos de nuestros familiares. Algunos restos, no son la totalidad. Aun falta reconocer 20 personas desaparecidas. Fue realizado con el apoyo de Marisol Pérez Tello cuando era ministra de justicia.
Vista panorámica de Accomarca, en donde se aprecia al fondo el actual Lugar de la Memoria de Accomarca, ex base militar.
Segunda entrega de restos, a los que le falta identificar el ADN, por eso los pusimos en ese lugar. Los restos que tienen ADN identificado están en los nichos, y a los que le faltan están en esas cajas, esperando avance de la ciencia para poder hacer la identificación.
Imágenes de lo que ha sido ser parte de la Asociación de Familiares Víctimas de la Violencia Política de Accomarca (AFAVPDA)
Con Dra. Gloria Cano y mi tío Celestino Baldeón Chuchón, presidente de Caso Accomarca, cuando hemos traído de Accomarca 7 testigos para que den su testimonio en la audiencia de Huamanga.
Cuando viajamos con María Luisa Martínez y Belisa Murillo, de Univisión, al volver de Accomarca a Huamanga.
Vigilia con los familiares en la plaza mayor de Huamanga antes de la la audiencia. Estamos con el Dr. Jorge Abregú de Aprodeh.
Con la Srta. Belissa Murillo, de Univisión, también está mi papá, mi tío Celestino y algunos familiares más.
«Caso Accomarca: 37 años en búsqueda de justicia», video de la Asociación con el apoyo de la Coordinadora Nacional de DDHH sobre el Caso Accomarca, donde doy mis declaraciones
Mandé a hacer esa pancarta porque los militares estaban negociando con los jueces para que les dejen libres. Esa pancarta la hemos usado en las marchas (2016)
La Directiva del Caso Accomarca, con representantes de Naciones Unidas y el Dr. Juan José Quispe (IDL). Nos reunimos con ellos para hacerles saber cómo se estaba llevando el caso Accomarca. Presentamos nuestras quejas. Esa reunión se llevó a cabo en IDL.
Esta foto fue tomada el 3 de agosto del 2025, hemos dado nuestro testimonio sobre el caso Accomarcca, en un coloquio internacional, aquí estoy con la organizadora, la Doctora Anouk Guiné.
En la universidad de San Marcos, en la presentación del libro Violencia del estado en el Perú, donde sale mi testimonio
Esta foto fue tomada el 4 de diciembre 2024, con los directivos de diferentes organizaciones, señor Luis Arcones, de caso Raccoya; Señora Doris Caqui, Marly Anzualdo, caso sótano del SIN, y las señoras de caso Parcco y Pomatambo.
Con la Doctora Katerine Valenzuela Jiménez, de la CMAN, junto con el Doctor José Luis esposo de la Doctora Marisol Pérez Tello, ex ministra de justicia.
Celebración de aniversario del Caso Accomarca en el LUM, ahí estoy con Katherine Valenzuela, de la CMAN y mi tío Florian, que ya ha fallecido.
Foto tomada en conmemoriación del Caso Accomarca en el LUM, estoy con la psicóloga-psiquiatra del Centro de Asesoría Psicosocial, y con Luyeva Yangali
En el Ojo que Llora con Carmela Soto Martínez, Teófila y Gisela Ortíz en conmemoración del caso Accomarca en el Ojo que Llora.
En un taller psicólogo,con los familiares antes de ir de viaje a Accomarca, para la entrega de restos
Con Carmela Soto, Teófila, Gisela Ortíz y Marly Anzualdo, en aniversario de Accomarca en El Ojo que Llora.
26 de junio 2017, en un taller junto a los familiares de diferentes organizaciones, policiales militares y víctimas, en LUM
28 de octubre de 2016 reunión con el ministro de justicia, con los familiares de diferentes organizaciones
Mi papá tocando mandolina junto con mi mamá y mis sobrinos. Mi papá toca mandolina, arpa y violín.
Mi padre ha sido un músico reconocido, esos son los videos que logré filmar para no olvidar el arte de mi padre, para tener de recuerdo.
Mirar a mi sobrina me trae recuerdos de cuando era niña, mi madre me vestía así también, con esas polleras.
Cuando Sandrita tenía 5 añitos, cuando aún no hablaba del juicio ni nada, cuando trataba de sobrevivir con mi hija.
A mi hija le he inculcado inconscientemente en el activismo. Mediante el arte y la danza hemos impulsado dar a conocer el caso de Accomarca. Ella cumple un rol muy importante, ya que con sus ideas hemos realizado la danza de las matanzas y la danza del juicio del Caso Accomarca. Hemos dado a conocer la masacre del Caso Accomarca y como se llevaron las audiencias durante el juicio, a partir de las ideas de una niña, mediante el arte, la danza.
Mi hijita Silvita apoyando para que salga la Ley de búsqueda de personas desaparecidas, en el congreso
Soy parte de Las Tamboras desde el 2017
Tarjetas de conmemoriación de la Matanza, primero con la auyuda de Juana Huancahuari, después con Walter Hacha Huamaní, así sucecivamente cada conmemoriación realizabamos en el cngreso de la república y hacíamos conferencia de prensa de lo que ocurrió en Accomarca.
Nacimiento
Asesinatos de profesor y su madre por militares en Accomarca
Violencia sexual por parte de un militar.
Militares asesinan a 69 personas de mi comunidad. Fui testigo de ello, junto con mi abuela.
Migramos forzosamente a Lima, para salvaguardar nuestras vidas. Martes (día de feria)
Trabajo en la casa de una señora, soy maltratada y explotada laboralmente por ella, en las calles me discriminan por ser de la sierra.
Me escapo de la casa de la señora. Quedo embarazada y doy a luz a mi hija Sandra, con problemas en el parto.
Estudio cosmetología.
Gano un premio, un carro y artefactos, y eso creó tensiones con mi pareja, él malentendió que yo me quería quedar con todo y se derrumbó todo. Terminé quedándome con todo porque se alejó por su desconfianza.
El papá de Sandra se la lleva, bajo dictamen de un juez que era su familiar, no me dejan estar con ella, se la llevan a Ancash (San Marcos). Casi enloquecí, quería borrarme del mapa, y viajo a Argentina a trabajar, casi quise que se caiga el avión al mar y desaparecer. En Perú todo estaba perdido.
Trabajo en Argentina. Primero en la casa de una señora con tres hijos, luego en un restaurante y con una señora mayor.
Regreso a Lima, recupero a mi hija. Intento viajar con ella, pero aunque ella quiere ir conmigo, su padre no firma el permiso. Voy sola, pero apenas llego a Argentina, decido volver con mi hija para estar con ella.
Nace Silvia. Luego de trabajar con muy bajo salario en una fábrica de escobas, y de no tener éxito vendiendo herramientas con mi hermano, con Sandra decidimos poner un puesto de desayunos, y ahí aunque era bastante trabajo, nos empieza a ir mejor.
Ayudo a mi madre a inscribir en el RUV a su tío, en ese momento hablo por primera vez sobre la violencia sexual de la que fui víctima de niña cuando la señorita que tomaba los datos me pregunta dónde estaba yo, qué me pasó a mí, cómo he escapado, cuando fui por tercera vez a corregir el documento de mi tío.
Mi madre me deja una carta poder para poder representarla en la Asociación, para hacer el juicio y buscar los restos y el ADN. También era para seguir a los responsables porque yo también fui víctima y porque los fallecidos ya no podían hablar, también aquellas que fueron ultrajadas ese día. La indignación me impulsaba para hacer justicia, y hasta hoy todavía sigo.
Cuando mi Silvia tenía 3 años, la pongo en inicial, ella no quería ir, tal vez porque quería escaparme del problema, de mis traumas. Ella escuchó que yo quería escaparme de los problemas, y ella pensaba al escucharme que la iba a abandonar. La llevé y las psicológas me dijeron: tu hija está bien, tú estás mal. Entonces estuvimos en el Centro de Asesoría Psicosocial ellas y yo. Empiezo a analizar en qué momento se arruinó todo: antes del 83-85, la vida era diferente, un proyecto de vida, y lo que me pasó era grave, todo lo que me ha pasado. Cuento esto para que otras mujeres que han sufrido se animen a hacer su terapia, si han pasado por violaciones sexuales, para que puedan sanar sus heridas. Antes de la terapia mi vida era un desorden, que contagió a mi familia y que tuvo implicancias en mis parejas.
Me nombran tesorera de la directiva, la asociación me manda como representante. Viajo a Putis, ahí me encuenro con directivas de varias organizaciones, de Cusco, Apurímac, Ayacucho, de la Selva, incluso de diferentes países, como las madres de la plaza de mayo, con la señora Estela, otros representantes de colombia, chile, como parte de la comitiva de la asociación de víctimas de mi comunidad.
(fecha aproximada) Para extraditar a Telmo Hurtado, faltaba la firma de Hilary Clinton para extraditarlo y que rinda cuentas de sus actos. Por eso viajamos con las periodistas para que se pueda saber sobre los crímenes de Telmo Hurtado, también era testigo clave. Él es el único que ha hablado de la matanza, por eso era importante que vuelva. Soy parte de la comitiva para llevar periodistas de Univisión a Accomarca para que den a conocer los hechos de violencia que allí ocurrieron.
Puse un negocio de cevichería, pero como el cocinero no iba, decidí estudiar gastronomía. Quería abrir una juguería.
Se logra la sentencia a los acusados de la masacre de mi comunidad: Hurtado y Mori. VERIFICAR
BUSCAR Y PONER LA ESCENIFICACIÓN DE LA MASACRE Y DEL JUICIO PARA EVITAR LA CORRUPCIÓN Y LO PUBLICA JAQUELINE FOLKS, VS BRUSSET, QUE SE ESTABA ALIANDO CON LOS MILITARES, LOS FAMILAIRES DEJARON DE ENTRAR, ENTRAMOS CON TANIA PARIONA (BUSCAR EN INTERNET)
Hago las entrevistas de mi historia de vida con La Oruga. Confirmar
Se entregan los restos de las víctimas identificadas de la masacre en mi comunidad.
Soy abuela, por Sandra. Con problemas nuevamente con el parto. Su abuelo estaba entre la vida y la muerte, por el COVID y la nieta le dio las fuerzas para sobrevivir.
Viajo a Panamá a trabajar cocinando en un hotel, me quedo ahí durante toda la pandemia.
Regreso a Lima
Las Tamboras
Esta transcripción se ha generando automáticamente y su precisión puede variar.
– La vida de Justa antes del conflicto armado
– La vida familiar en la comunidad – Presencia senderista en Accomarca – Presencia militar en Accomarca: asesinato profesor y su familia por militares – Violencia sexual – La masacre del 14 de agosto – Migración a Lima – Infancia con su prima – Desplazamiento forzado a Lima – Viaje a Accomarca – Servidumbre y explotación infantil – Racismo y secuelas de la violación – Retorno de su familia a Accomarca – Encarcelamiento de su padre – La primera vez que logra hablar sobre el abuso sexual |
Justa
Desde el inicio que tuve uso de razón. Algo que me acuerdo desde el inicio… Pues, nosotros éramos una familia muy feliz. Vivíamos en el campo. A la vez también mi papá me acuerdo que nos mandaba al colegio. Somos tres hermanos que estábamos estudiando, y los otros, chiquitos, todavía no iban al colegio porque eran menores.
Así es que… en ese tiempo nosotros vivíamos en diferentes chacras, porque teníamos ganados; teníamos vaca, oveja, cabra, y entonces en el pueblo casi no vivíamos. Al pueblo íbamos al colegio y regresábamos a la chacra. Porque mi papá hacía casas en cada chacra, porque teníamos que hacer abonar la chacra con nuestros ganados. Entonces, cuando ya había en época de siembras pasábamos a otras chacras que no habíamos sembrado, para seguir viviendo ahí en las alturas, así. Pero a lo largo de eso éramos una familia feliz. Mi papá era músico; mi mamá, ama de casa; y mi abuelita Marina, que era una abuelita muy buena, nos quería a todos los nietos [risa]. Nosotros creo que la queríamos más que a mi mamá, porque como mi papá era músico, mi mamá siempre se iba con mi papá, le acompañaba cuando tenía eventos: fiesta, cumpleaños, le contrataban, entonces él se iba a otros pueblos a tocar.
Tamia
¿Y qué tocaba tu papá?
Justa
Él tocaba arpa y violín. A veces le contrataban para que tocara arpa, o violín.
Tamia
Ah, qué bonito. Violín ayacuchano, arpa también…
Justa
Sí, entonces él iba, así…
Tamia
¿Y te puedo preguntar una cosita? ¿Él cómo aprendió?
Justa
No sé, creo que… mi abuelito era músico.
Tamia
También.
Justa
Entonces su hermano mayor también era músico, y para entonces mi papá, tengo entendido de que él también, seguro, mediante eso aprendió; a la edad de 10 años, dice él ya tocaba arpa. En los colegios dice que él hacía fiesta [risa] cuando había aniversario o había algún evento que hacían en el colegio, y él tocaba.
Tamia
Él tocaba.
Justa
Él tocaba.
Tamia
Desde chiquito.
Justa
Desde chiquito. Entonces él se ha dedicado a eso, y era un artista reconocido en el pueblo; en el pueblo, entre otros pueblos.
Tamia
Lo llamaban para irse a otros pueblos.
Justa
Sí. Le llamaban, les contrataba; ya cuando había alguna fiesta en un pueblo, para el siguiente año ya les contrataba ya: les daban un adelanto y ya tenía para esa fecha, ya está disponible para el siguiente fiesta. Entonces él viajaba, así, entonces… casi no paraba mucho en casa, pero sí siempre se preocupó por nosotros, por la educación, por nuestro vestimentas. Veía por el bienestar de nosotros, pero, o sea, también trabajó en las chacras para darnos alimentación, y la música ya le valía para nuestras vestimentas. Y así hemos vivido con ellos.
Tamia
Y eran… tres hermanos…
Justa
Sí, éramos cinco, en sí, pero, o sea, yo más pienso en los tres porque creo que más junto andábamos. Los menores estaban en casa; o el otro estaba todavía en época de lactancia; el otro chiquito…
Tamia
¿Tú eras la mayor?
Justa
No, tengo una hermana… dos hermanos mayores. Yo soy la tercera.
Tamia
Tú eres la tercera.
Justa
Ajá.
Tamia
Entonces, tú parabas más con los mayores, dices.
Justa
Claro, yo estaba entre los mayores [risa]. Era la tercera de los mayores.
Tamia
Ya, pero esos con los que tenías como más relación, ¿son los tres mayores?, ¿o con los menores?
Justa
Con los menores no mucho. Creo que como que también les llevaba un poco de cólera, qué se yo, porque como que ya eran menores, el que tenían mayor atención; y también, creo, como mi papá… Bueno, mis hermanos menores estaban más pegados a mamá, ¿no?, y yo ya estaba con la abuelita, como que… También, ¿no?, también cómo es uno, como que siente rechazo hacia la madre, ¿no? Como que ya está ocupado en los menores más, y mayor… como excluido, algo así.
Tamia
Y tú eres justo la del medio, ¿no?
Justa
Sí [risa].
Tamia
Dos mayores y dos menores.
Justa
Sí [risas]. Y así, pues…
Tamia
¿Y tú eras la única mujer?
Justa
No. Somos tres mujeres y tres varones. Se aumentó otro varón después, sí. En el transcurso de esas andanzas era… éramos feliz. Luego aparecieron habladurías, que decían que al pueblo habían llegado gentes desconocidas, que supuestamente eran terroristas, y nosotros, pues, no sabíamos qué era «terroristas», pues. Yo, como niña, escuchaba lo que hablaba la gente; y mi papá también dice, este, dice que gentes desconocidas vienen al pueblo… y así.
Tamia
¿Y qué sentías, qué pensabas tú cuando escuchabas eso, qué…?
Justa
Algunas veces pensaba «¿por qué dirán eso?», ¿no? Porque, mhh, como todo niño, no entiendes por qué vienen desconocidos o por qué tienen que estar los conocidos nada más…
Tamia
Claro.
Justa
Nada, porque eran unas conversaciones que uno escuchaba, así que a raíz de que andábamos, así, diferentes pueblitos… Aparte, mi papá tenía su chacra de fruta. Era lindo eso, porque… él, cuando nació mi hermana, dice habían hecho chacra al borde del río, ha hecho chacra de fruta, a la cual nosotros íbamos ya casi grandecitos que íbamos a la chacra, ya daba pacae, había higo, naranja…
Tamia
Ustedes iban desde lo más alto hasta lo más bajo.
Justa
Desde la chacra que tengo al fondo. Ahí íbamos con mis hermanos, mi papá, hasta como al borde del río. Ahí nos divertíamos, porque toooodos nos metíamos al río, de ahí, saliendo del río, en la chacra de frutal también teníamos casa. Mi papá siempre ha hecho casa en cada chacra.
Tamia
Ya…
Justa
Entonces ahí nos quedábamos.
Tamia
Se quedaban por temporadas…
Justa
Sí, a veces nos quedábamos una semana, a veces dos días o tres días.
Tamia
Ya.
Justa
Íbamos con nuestros burros, llevando víveres, o a la pasada, también. Teníamos en la casa de la chacra dejábamos maíz, trigo, para cuando queramos ir, porque no, no había robo ni nada. Se respetaba.
Tamia
Tranquilo.
Justa
Tranquilo, había. Entonces así íbamos con mis hermanos. Y cuando íbamos, pues hacíamos fiesta en la chacra [risa]. Era bien gracioso, cada uno estaba trepado en cada árbol de fruta, comiendo: «yo te estoy comiendo tal cosa», «yo tal cosa», tirando fruta [risa]. Ahí, bien gracioso, ¿no? Así andábamos.
Tamia
Era como una vida de vacaciones, en ese rato.
Justa
Sí, todo era una diversión. De ahí, bueno, de ahí así otra vez volvíamos a la otra casa que teníamos, donde están los ganados. Y a veces nos tocaba pasear al ganado un día yo, otro día mi hermano, así; también eso. Y cuando teníamos que ir al colegio, ya pues nos mandaba a las tres, a los tres que íbamos: mi hermano, mi hermana. Íbamos al colegio…
Tamia
Y ahí el colegio era en Accomarca.
Justa
En Accomarca es.
Tamia
Tenían ustedes su casa principal, digamos, en Accomarca.
Justa
En la quebrada. También casa principal en Accomarca teníamos, la casa grande, donde que teníamos… perdón, ahí teníamos víveres. De cada chacra que recogía trigo, maíz, haba, todo eso, mi papá hacía almacén de… nosotros le llamamos pirwa, pirwa le llamamos. Tenía un almacén de trigo, de maíz; entonces cuando nos faltaba ya el víveres en la casa de la chacra, de ahí íbamos a recoger, sacar, pues, lo que estaba guardado. Así nos manteníamos.
Tamia
Y ahí, cuando ya empezaba el colegio entonces tú ya estabas más con tu abuelita, contabas.
Justa
Sí, cuando empezaba el colegio, mi papá nos mandaba a veces con mi abuelita o a veces ya… como también en el pueblo también teníamos víveres, mi papá decía, pues, «saliendo del colegio van a almorzar, se van a preparar su comida y van a almorzar y volver al colegio».
Tamia
Ustedes solitos.
Justa
Nosotros con mi hermana, mi hermano. Me acuerdo que mi hermana era la más desobedienta [risas], no obedecía, porque siempre ella nos mandaba a nosotros, a los menores, ¿no?: «vayan preparar mote, vayan preparar sopa» [risa].
Tamia
Ah, ella era mayor y era desobediente.
Justa
Sí [risa], y nos mandaba, todavía. Ella era la rebelde, la más chismosa [risas]. Yo le contaba a mi papá, a mi mamá: «ella no hace nada, nos pega, nos manda a hacer esto, lo otro». Pero sí mi papá nos ordenaba qué es lo que tenemos que hacer. Yo sí, siempre he estado puntual, cumpliendo. Y medio que mi papá siempre me felicitaba: «ay, esa mi hija, es puntual», en eso, ¿no? Siempre hermanos tenemos defectos [risa].
Tamia
Claro, entre hermanos hay conflictos.
Justa
Ah, sí. Así, pues. Mediante toda esa habladuría que había un tiempo…
Tamia
Solo una pregunta, discúlpame: ¿tu abuelita era por parte de parte o de madre?
Justa
De madre; porque de padre no la he conocido; tengo entendido que se había fallecido cuando mi hermana mayor estaba bebita. Entonces de padre no la conozco, pero a mi abuelito sí lo llegue a conocer, a su papá de mi papá. Entonces su mamá de mi mamá, sí, pues, han vivido, ha vivido con nosotros y nos han cuidado, nos han criado, ha estado ahí como la segunda madre [risa]. Estaba con nosotros.
Tamia
Y todo era quechua.
Justa
Quechua, sí. Alguno que otro mi papá hablaba castellano. Pero él sí habla castellano, porque también ha estado acá en Lima un tiempo, cuando era joven. Venía también a trabajar.
Tamia
Antes de que ustedes nazcan.
Justa
Antes, y después también venía. Porque también la plata que ganaba también no era suficiente, entonces venía así tres meses, cuatro meses, y regresaba.
Tamia
¿Y acá en qué trabajaba? ¿Tú sabes?
Justa
Tengo entendido que él trabajaba en obras.
Tamia
Ya. Construyendo.
Justa
Como ayudante de construcción, esas cosas. Y aparte también sabe algo de carpintería.
Tamia
Tantas cosas hacía tu papá [risas].
Justa
¡De mil oficios! [risas]
Tamia
Sí… La chacra (además, la chacra en distintos lugares), la chacra, el ganado (bueno, ustedes también, ¿no?), la música, hacer obras…
Justa
Sí, la música. La casa del pueblo estaba lleno de arpa, violín. No sé, tenía costumbre de comprar sus arpas, violín, tenía…
Tamia
Tenía más de uno.
Justa
Sí, tenía más de una. Y nosotros, cuando salíamos del colegio hacíamos una fiesta, cada uno como el Chavo del Ocho: uno arpa, otro violín, tocábamos [risas].
Tamia
¡También!
Justa
Hacíamos un caos. Me acuerdo que mi papá ponía a su violín este… como… no sé qué se llama eso, no me acuerdo, pero parecía como… manteca, grasa, no sé, me he olvidado su nombre, pero veía que él siempre pasaba, y también mi hermano. como todo niño, todo travieso, yo, cuando había manteca, «será eso», pasé eso, su violín [risa]. ¡Violín nunca más volvió a tocar, porque había…! [risas].
Tamia
¡Ah, era manteca de otro tipo, de comida! [risas].
Justa
De comida, ya había arruinado su violín.
Tamia
¡Pobre violín! [risas]. Y tú, entonces, ¿aprendiste a tocar, o no?
Justa
No, no he aprendido, ¡todo era juego, para nosotros! [risas]. Era juego. Así, pues.
Tamia
Pero era vivir con música, igual.
Justa
Mmmh, sí, vivir con música. Así parábamos, viviendo feliz. Una que otra veces, claro, como todo padre, a veces discutía mi papá… Como era músico, también, había mujeres que le buscaban, le seguían. También ha habido esas cosas. Y, y – no sé por qué yo siempre… ¡no me gusta la injusticia! [risa]-. … Una vez me acuerdo que mi papá ha ido a tocar a una fiesta de cumpleaños, y de ahí teníamos que ir, pues, del pueblo… En el pueblo ha habido eso, entonces teníamos que ir a la casa del campo. Ya tarde estábamos yendo. Mi mamá iba a cruzar un charquito de agua, cargado a mi hermanito menor que ya había nacido ya, entonces mi papá le dice «¡cruza rápido!, ¡qué haces, carajo, cruza rápido!». Mi mamá no sé cómo no cruzaba, era en plena luna llena, entonces era visible, ¿no? Estaba…
Tamia
Ya. Era de noche…
Justa
De noche, y mi mamá demoró en cruzar y no sé también cómo comenzaron a discutir. Como muchas veces veía que también discutían delante de uno, y no sé… en ese momento yo tendría pues unos nueve años, ocho años, me acuerdo que a mi papá le empujé y le dije «tú no eres mi padre», ¡porque me dio cólera! [risa].
Tamia
Claro.
Justa
Y mi papá se empeoró [risas], porque dijo que ¡cómo, que yo también dice que no era mi padre!, ¡el otro está celoso! [risas] y creo que a mi mamá le empujó, y le saqué a mi hermanito. porque estaba en su espalda, le saqué a mi hermanito de ahí, «de repente va a aplastarlo», diciendo, porque empezaron pelear.
Y así. Después, bueno, se calmaron y llegamos a la casa, ya de comer, a altas horas de la noche, y ahí estaba mis otros hermanos, mi abuelita. Ahí ya dormimos, todos, pero yo siempre tenía un resentimiento a mi papá por lo que había hecho, por lo que… Siempre a uno marca, ¿no?, esas cosas de vivencia. También hay el lado bueno, el lado malo de un padre, de los padres, ¿no?
Entonces era medio raro, ¿no? Pero bueno, de ahí no pesaba tanto, pues, tanto esa pelea, ¿no? Otras cosas eran cosas buenas que… Mi papá nunca nos ha pegado, ¿no? Era… bueno, de repente ha sido muy autoritario, pero para el bien de nosotros, porque de alguna manera, de acuerdo a su conocimiento, nos han educado, nos han enseñado. Entonces ahí, valores que rescatar, más que los defectos que ha tenido [risa]. Que después se ven en la vida, ¿no?
Tamia
Sí, después uno se da cuenta a lo largo de la vida, ¿no?
Justa
Así, pues. Entonces, en esos tiempos, cuando había todo eso, una vez mi papá fue a la… Tenía una fiesta de cumpleaños, creo, en el pueblo, en Accomarca, y mi papá se fue, pues, ahí, a tocar. Pero mi mamá, como él venía solo ya, no podía regresar al campo, lejos es, entonces mi mamá le dice, a mi papá le dice «Ya no vengas ya, pues. Te quedas a dormir en la casa. Termina la fiesta y vienes… ¡te quedas en la casa». En eso no sé qué habrá sido, como… habrá sido dos de la mañana o tres de la mañana, mi papá llegó mareado, llamándole a mi mamá. Entonces mi mamá le dijo «¡Cómo se te ocurre venir a estas horas, te puede haber pasado también algo! Por qué has venido, te he dicho que te quedes a dormir en la casa ya», le dice mi mamá. Entonces mi papá dijo «No…», llorando, le dijo, yo estaba escuchando, me he despertado, llorando le decía: «No, lo que pasa es que yo me iba a quedar en la casa, sino que cuando estaba viniendo después de la fiesta, casi para llegar a la casa…». En una esquina, casi a una cuadra, había una tienda, entonces él dice venía por esa tienda, y dice que justo se había encontrado con un grupo de gente en esa tienda, pero esa gente estaban encapuchado, y estaban con arma, entonces mi papá dice les ha reclamado, les ha dicho «¡Qué hacen ustedes, gente desconocida, acá en este pueblo! Vienen a delinquir, qué cosa». Y al dueño de la tienda, al dueño de la tienda mi papá también le había amenazado, diciéndole «¿Cómo es posible que recibas gentes extrañas?».
Entonces a mi papá dice que le había dicho «Tú y toda tu familia no van a pasar esta no… «, no, «de aquí de quince días a toda tu familia les vamos a desaparecer».
Tamia
Asu.
Justa
Así le ha dicho. Entonces mi papá así llorando le cuenta a mi mamá, y yo estoy escuchando…
Tamia
Tú, calladita escuchabas.
Justa
No le decía nada. Entonces mi papá…
Tamia
¿Y quiénes eran esas personas?
Justa
Eran gente desconocido y el dueño del negocio estaría ahí, pues, ¿no? Cómo así le habrá dicho eso a mi papá, pues. Lo que le habrá reclamado, seguro, pues, que nos iba a desaparecer. Para entonces decía que algunos profes… Había un profesor, me parece que era del pueblo un poco más allá, un pueblito chico nomás era, que se llama Aguaccpampa. Y tengo entendido que había un profesor que era de otro sitio, me parece que era [apellido del profesor], algo así, entonces ese profesor tengo entendido que a los demás profesores del pueblo les estaba incentivando a andar en eso. Algo así comentaron. Entonces mi papá, cuando dijo que íbamos a pasar quince días nomás y que después de quince días nos iban a eliminar a toda la familia, lo único que mi papá al día siguiente nos dijo, para ir a Accomarca, para ir al colegio, «Ustedes van a salir del colegio, no se queden a dormir en el pueblo». Nos dijo eso, pero nos dijo el porqué. Pero yo sabía por qué [risa]. Yo sabía porque estaba escuchándoles.
Tamia
¿Tú no les contaste a tus hermanos?
Justa
No, no le conté. Sola sabía de eso.
Tamia
Tú solita.
Justa
Entonces como siempre nosotros, mi hermana la mayor, la desobedienta, saliendo del colegio se olvidó de que teníamos que ir a la chacra, se juntaron con sus amigas y yo atrás de ellas, pues, ¿no? Como era menor de edad, «Uhhh, ya no hay que ir ya», dice. Mi hermana trajo a sus amigas, estábamos ahí jugando con sus instrumentos de mi papá y de ahí mi hermana dice «Ahora tenemos hambre», y su amiga, también de su edad, la chica le dice «No, mejor vamos a mi casa, vamos a cocinar». Todos nos fuimos en grupo ahí, atrás, a la casa e la amiga. Fuimos ahí, ya nos olvidamos lo que dijo papá de que vayamos, nada; hemos hecho mote, caldo de mote, cocinamos hasta las doce, la una, creo habrá sido que hemos cocinado, hemos hecho en esas latas de aceite, tenía como tres latas, creo, en una de esas latas hemos hecho hervir mote, hemos hecho caldo de mote. Y ya de noche, luego…
Tamia
Ella también vivía… o sea, no estaban sus papás.
Justa
No estaban sus papás, porque también casi la mayoría viven en el campo con los ganados, así… Entonces… y una de sus amigas también sus papás vivían en Huamanga, porque eran comerciantes, vivían ahí. Con ellos nos hemos juntado, estábamos ahí. Y entre nosotros, entre lo que estaba nosotros, había un joven mayor, que era hermano menor del profesor.
Pero ese estaba atrás de nosotros; no sé por qué se habrá juntado, porque él era mayor que todos.
Tamia
Pero atrás de ustedes, ¿en qué sentido? ¿Porque quería jugar con ustedes?
Justa
Sí, en ese juego de las señoritas y todo, estaba así. Entonces de ahí ya nos dormimos, pues. Como allá como tenía ese pellejo de oveja, todo lo hemos tendido así en el suelo, todos nos hemos dormido ahí, en fila, juntos, riendo, hablando tontería y media. De ahí ya nos quedamos dormidos. Entonces sentimos que algo reventaba en el pueblo, entonces nos despertamos: «¿Oy, qué pasa?». De ahí más, una de ellas, que estaba dormida, dice «No, ese debe ser… alguien ha pateado la lata que está…. ahí al pie, nomás, algunas latas que tenía, creo que alguien ha pateado». Y mi hermana en broma dice «No, creo que alguien ha tirado un gas» [risas]. En eso, empezó la balacera…
En ese tiempo no sabía qué era ni balacera, pues, pero era como cohetes, reventaba como cancha, así. «No, ese es bala», decía algunos mayores, el joven ese que estaba durmiendo al rincón, el último, y empezó a reventar ya por todo lado, alrededor del pueblo. Entonces ese joven pasó por encima de nosotros, todo pisándonos, todo: «A dónde vas», dicen, y una chica le dice «A dónde te vas», «¿Quién ha salido?». Tenía su apodo, como era moreno, todos le decían «[apodo del joven]» [risa], le habían puesto; también se ponían apodo de sobrenombre. «No, ese [apodo del joven] ha salido, a qué sale». Y así, pues, salió, salió corriendo…
Tamia
Él era el hermano del…
Justa
Del profesor… Ahí nosotros, pues, «qué será». Y luego, cuando amaneció, mi hermana nos dice [pasa alguien] y cuando amaneció seguía reventando balacera, pero antes de que amanezca, a eso de las cuatro, por ahí, creo, justo había un cerrito que era visible, en ese cerro reventó dos veces. Al reventar, todo el pueblito se alumbró; parecía como que hubiera prendido un foco, así. En ese tiempo no había ni luz, nada.
Tamia
Claro.
Justa
Se alumbró y pasó, y todos estábamos asombrados, las que estábamos ahí. Luego cuando amaneció, mi hermana estaba con cargo de conciencia de no haber regresado a la casa, así como dijo mi papá, y dice «Vayan ver a la casa, de repente han robado, han saqueado», nos manda a los dos, a mí y a mi hermano, el que era mi mayor.
Tamia
La casa donde guardaban todas las cosas.
Justa
Sí, nuestra casa; porque no hemos dormido en nuestra casa, pues, sino en la casa de la amiga. […] De ahí hemos ido con mi hermano, con miedo, cuando vimos que había militares, estaban andando, armados, gritando, decían «¡Terroristas!», mentando la madre. Así llegamos, caminando, como casi una cuadra era la caminata, subida no más…
Tamia
Eso ya era de día.
Justa
Eso era como seis de la mañana, sería; cinco y media, seis de la mañana ya.
Tamia
¿Y adónde gritaban, a quién le gritaban?
Justa
En arriba, cerca a mi casa, el murito donde se prendó luces, ahí. Y también seguía reventando bala en otras calles, en las esquinas de la casa. Sí, entonces igual íbamos nosotros, con el miedo de que… Uno, porque no hemos obedecido a papá; y otro porque también de repente robó la casa, y más cargo de conciencia por haber dormido en otra casa. Y mi hermana, más con eso también nos ha mandado a nosotros. Cuando yo llegué a la casa, entramos a mi casa, estábamos ahí, y el que estaba gritando, del esto había bajado corriendo ya; bajó, seguro, ¿no?, porque cuando entramos a la casa cerramos la casa y empezó a patear la puerta, plajjj. Nada; y no sé qué, mandó una patada que toda la ventana se cayó. ¡Entró con el arma apuntándonos! Y yo estaba en la cocina tratando de prender…
Tamia
Asu, qué nervios. ¿Y qué edad tenías?
Justa
Habré tenido ocho años, así. Era el 83.
Tamia
Chiquitita…
Justa
En ese tiempo llegó con el arma, me apuntó en la cabeza, «¿Dónde estás tu papás?», «Está en la chacra», le digo, ¡y con un miedo!, que no sabía ni gritar ni llorar, pero todo el miedo me lo tragaba, me mordía todo, tratando de demostrar que no tenía miedo. Así empezó. A mi hermano también le pateó, «¿Dónde están sus papás?», «Están en la chacra», empezó pegarnos, y de ahí había… nosotros le decimos puyñu, donde juntábamos agua, entonces, también, «¿Qué hay en eso, adentro?», «No hay nada», entonces ha reventado una bala y fuum, todo se disparó.
Tamia
¿Por qué? ¿Qué pensaba, que ahí escondían cosas?
Justa
¡Qué pensaría en su mente! Habrá sido para asustarnos, no sé para qué.
Tamia
¿Era grande? De repente pensaba que podía haber alguien escondido.
Justa
Pero su cuello chiquito es, pedacito [risas]. ¡Tremendo cuerpazo, su cuello parece tubo! [risas].
Tamia
De repente no sabía.
Justa
¡Qué pensaría! No sé. Y así, nosotros está temblando: «Ay, sí, ojalá que se vaya». ¡Qué pensaría mi hermano, también, en ese rato!; yo, mordiéndome la lengua, todo miedo. Luego salió, dijo «Vayan a enterrar a esos terroristas. Hay una asamblea en la plaza», dice, y salió. Salió, salió para el otro lado. Al rato mi hermana llega a la casa, también trayendo mote, esa sopa de mote que hemos preparado. Un plato hemos traído, ella otro plato ha traído, seguro para mí. Entonces llega y dice «Toma, coman. Hay un militar, ahí, me está llamando… había habido más militares en la punta, en ese cerrito que le digo; para bajar de ahí todavía hay cercos, hay espinas, tiene que darse vuelta, me está llamando». Ella qué habrá pensado, que… como era una señorita, ya andaba con su faldita, así, todo coqueta, ¿no? Cuando llegó, «Me está llamando ese militar, diciendo. Si viene a buscarme díganle que no me has visto». Y qué sería, el instinto de escapar, ¿no?: mi hermana se puso su sombrero de mi abuelita, su manta, su falda hasta el suelo, creo, y salió de la casa y se fue para abajo [risa].
Tamia
Como si fuera abuelita, ella, para que no la…
Justa
Ajá, sí; y ese del arriba que venía también llegó a la casa igual, gritando «¿Dónde está esa señorita…?». Seguro mientras que él dé vuelta, hasta ahí mi hermana ha pasado para abajo, pero seguro él ha visto que ha entrado a la casa, «¿Dónde está esa señorita, dónde está?», gritándonos. Y mi hermano ya era un poco mayorcito, él: «No, no hay ninguna señorita, solo mi abuelita se ha ido a la asamblea», dice, porque el otro ya nos había dicho que había asamblea.
Tamia
Todo lo que tenían que pensar en ese ratito, ¿no?
Justa
Sí. Entonces también así gritándonos salió: «¡Vayan a la asamblea!», decía. Cuando salió el otro, salimos atrás nomás. Como salió, salimos atrás a buscar una ayuda o estar al lado de algún familiar, alguna persona mayor, adulto, que nos proteja. No estábamos entendiendo lo que estaba pasando…
Tamia
Sí, pues. ¿Y qué edad tenía tu hermana?
Justa
¿Mi hermana? Habrá tenido sus quince, por ahí. Entonces yo en ese rato con mi hermano salimos. Venía un señor con su poncho, también cerca de la tienda venía, también le noté como un extraño. Nosotros llamamos «tío, tío», nada. Ni siquiera nos habló. Ahí vemos que una total desprotección con nosotros, como que tampoco le interesábamos a esa gente, por más que le saludábamos. Entonces pienso que él estaría pasando la misma situación, pues, ¿no?
Tamia
Porque entre todos se conocían, allá en el pueblo.
Justa
Claro. Nos conocíamos.
Tamia
A ese no lo conocían.
Justa
Le conocía a ese señor también, pero no nos habló. No nos dijo ni siquiera «hola» ni «qué pasa, no tengan miedo», ¡nada!
Tamia
¡En dónde estaría su cabeza!
Justa
No sé qué estaría pasando; también la misma violencia estaba pasando en todo el pueblo. Entonces salimos, de ahí caminamos casi una cuadra, justo a la esquina de la tienda, y ahí venían otro grupo de gente y venían militares con sus armamentos, parecían rambos, todos bien armados. Todo el cinturón lleno de balas, balas, balas; su mochila, todo. Y la gente venían todos agachados. Les decían «¡Carajo, terroristas de mierda! ¡Van a ir a enterrar inmediatamente a esos terroristas! Si no, vamos a volver y les vamos a aniquilar a todos». Entonces fuimos, nosotros, ya como niños, pues, no sabíamos, y juntarnos a esa gente, pues, ¿no? A la gente que está en ahí…
Tamia
A todos los del pueblo.
Justa
Ajá, estar entre ellos, pues, porque… no había protección, pero igual estábamos entre ellos. De ahí, cuando fuimos a la casa de uno de los profesores, su mamá estaba tirada en la puerta y he visto que parece que le disparado por acá, porque por acá salía… había una herida que se había pasado hasta por acá, creo, y no sé qué más le habrán hecho, que estaba tirada la señora, muerta.
Tamia
¿Muerta?
Justa
Muerta. Y no sabía si llorar, nada. Nosotros estamos ahí como que fuera normal. Un miedo: si lloramos, de repente nos mata diciendo que somos familiares.
Tamia
Ella era la mamá de uno de los profesores…
Justa
De uno de los profesores. Y luego fuimos, entramos a su casa, porque ya nos obligaban los militares que entremos a cada… a supuestos terroristas, diciendo. Cuando entramos a esa casa, a su casa del segundo piso, estaba chorreando sangre. Al profesor le habían matado ahí, en el segundo piso. Y dijo también que uno se había escapado: «Un terrorista se nos ha escapado. Eso tienen que agarrar ustedes y entregarlo». Era el otro hermano del profesor, era un profesor también, eso había escapado por la ventana.
Tamia
Entonces, ¿era el profesor [apellido del profesor]?
Justa
No, otros profesores que no tenían nada que ver en eso.
Tamia
¿Esos profesores eran del pueblo?
Justa
Del pueblo; y el tal [apellido del profesor] era del otro pueblito, un poco más allá de Accomarca; en ahí dictaba clase. Entonces, de ahí dice, también, tenemos que ir a su casa del otro profesor, del que ha escapado, ¿no? Y también fuimos ahí. Ahí lo habían matado a su esposa, lo habían matado a su hijo, la casa estaba total tirado, desordenado todo, todo. Ahí creo que tenían tienda, algo; todo estaba tirado: velas, el señor estaba tirado sangrando…
Tamia
¿Y eso lo hacían con los militares…? O sea, ¿los militares iban donde… con ustedes?
Justa
No, no: a la hora de entrar, a esa hora que había balacera, ahí lo habrían matado a ellos.
Tamia
Sí, pero lo que no he entendido bien es… Ya, a ustedes los reúnen en la plaza y les dicen «Ustedes tienen que enterar a esos terroristas», ¿no? Y después ustedes van de casa en casa donde ha pasado esto…
Justa
Militares nos han dicho «es tal, tal, tal».
Tamia
Los mismos militares. Ah, ya, ya, ya.
Justa
Porque el momento en que ingresaron, que ha habido balacera, habrán entrado a cada casa, pues, a matar a toda esa gente.
Tamia
Claro, en la madrugada.
Justa
Cuando llegamos, ahí la gente obligadamente tenían que agarrar un poncho, buscar pico, lampa y llevar al cementerio a enterrarlos. De ahí ya a mi hermana le digo «Vamos, vamos donde papá, mamá, qué vamos a hacer acá, vamos ya». Nos fuimos. Uuuuh, mi papá estaba asustando, llorando; pensaban que nos habían matado ya. Porque como se habrá escuchado toda la balacera… Y ya, pues, no nos advirtió tampoco lo que había recibido amenazas, ni nada.
Tamia
Y cómo ha sido así todo tan seguidito, ¿no?
Justa
Ajá.
Tamia
Y entonces esos que llegaron a esa tienda, ¿eran militares o eran gente que no…?
Justa
No sé qué habrá sido.
Tamia
No se sabe.
Justa
A veces yo pienso «tal vez han sido terroristas», porque ¿qué hacían esa gente? O habrán sido militares, no sé.
Tamia
No se sabe.
Justa
No se sabe. Pero a veces pienso y digo «a esos profesores les mataron…», a veces pienso «de repente ellos estaban implicado en eso», porque decían que «los vamos a desaparecer a toda la familia también», como a mi papá lo conocían…
Tamia
Ah, lo conocían.
Justa
Entonces, ¿duda, no? Como digo, de repente eran ellos, estarían metido en eso, o mataron primero a ellos, antes que nos mataran a nosotros, no sé [risa].
Tamia
Sí…
Justa
Es algo complejo de…
Tamia
De no saber, ¿no?
Justa
Ajá. Así hemos pasado ahí. De ahí mi papá, cuando paso todo eso, a mi hermana mayor le mandó acá a Lima, porque corría peligro, ya estaba señorita, algo iba a pasar, ¿no? De ahí me cambió del colegio a mí y a mi hermano el otro, para irnos a estudiar más allá del pueblo, a otro pueblo chiquito que se llamaba Arapacancha. Ya nos fuimos ahí, estábamos ahí…
Tamia
Y tu hermana, en Lima, ¿con quién…?
Justa
Ella se vino acá con mis tíos, porque mis tíos vivían acá, entonces ella se vino acá.
Tamia
Y ustedes se fueron a Tapacancha…
Justa
Ajá, nos fuimos cerca ya a Arapacancha.
Tamia
Arapacancha.
Justa
Por ahí también teníamos chacra. Está al frente, no más. Mi papá, su familia, mayoría son de Arapacancha, y mi mamá es de Accomarca. Tenían chacra por los dos lados, terreno, y nos fuimos a vivir ahí. Cuando fuimos a vivir ahí, ya cerca a Pitqa vivíamos. Entonces ahí constantemente venían los militares; a robar ganados, se llevaban ganados, saqueaban… Como que no me afectó mucho, ¿no? Porque creo, como que no chocaban tanto con nosotros, ¿no? Hacían del lugar, pero de otras gentes se llevaban, no era de nosotros; no sé, por suerte escaparíamos, qué sería. Entonces en ese tiempo, me acuerdo, una vez, de gente del pueblo decían «Como vienen seguido, hay que escaparnos, porque no podemos quedarnos ahí. Hay que escaparnos cuando vienen; nos pueden matar como han hecho en Accomarca. Entonces, este, yo digo… Bueno, como toda niña, no tanto interés tomaba, ya me he olvidado lo que había pasado, o no he estado pensando en eso, ¿no? Pasó y pasó, ya está. Entonces, me acuerdo una fecha: como mi papá se fue a la chacra de fruta, trajo… bastante fruta, trajo pacae, trajo naranja, y en Pitqa hacían feria todos los martes. Y un martes mi papá dice «Voy a preparar caldo de gallina». Temprano preparó caldo de gallina, y me dice a mí… En ese tiempo, como venían constantemente los militares, ya no podíamos ni estudiar porque los profesores, desde que han matado a los profesores ya no querían venir, ya no querían enseñar. Si venía nos enseñaba cualquier cosa y se iban, o ya nosotros ni siquiera podíamos hacer nuestra clase normal, o por compasión ya nos decían «pasas a tal grado», y así. Tal vez para cobrar su sueldo nomás, no sé cómo sería, ¿no? También vivían con miedo, pues, al ver que habían matado a esos profesores. Entonces ese martes mi papá dice, después de que hemos tomado como desayuno nuestro caldo de gallina, «Voy a vender la fruta a la feria, luego regreso». Y por entonces mi prima vivía con nosotros, una de mis primas de mi edad vivía con nosotros, también con sus cabras. Mis tíos se habían venido a Lima porque mi tío estaba enfermo y estaba haciéndose tratar acá en Lima, y mi prima estaba con nosotros. Entonces nosotros, con mi prima, fuimos a pastar el ganado ahí a la altura de Piteq. Yo le digo, mi prima me dice «¡Vamos a ir a ver lo que hay en la feria, que venden», «No, mi papá dice, ¡Vayan a pastear el ganado, a qué van a ir a la feria! Yo, terminando vender voy a regresar a la casa, ya», con mi mamá más ha ido.
Tamia
Tu prima era de tu edad.
Justa
De mi edad también. Y nosotras jugando, como toda niña… Me acuerdo que teníamos un chivo que habíamos criado con biberón y era grandooote y era bien manso [risas]. Era bien manso el chivo.
Tamia
¿Cómo qué? Como una mascota…
Justa
Ajá, como una mascota. Y nosotras cada vez que íbamos a pastear llevábamos pasto aparte para el chivo, porque el chivo nos servía de caballo [risas].
Tamia
Las cargaba…
Justa
Sí, nos cargaba. Una… cambiando, cambiando, y cada vez que descansaba le dábamos pasto al chivo [risas].
Tamia
Era como su caballo.
Justa
Era nuestro caballo. Así jugando íbamos. Y me acuerdo que una vez, así, llevamos su pasto para el chivo aparte, y nuestro juguete, y teníamos muñecas que nos había mandado mi tía de acá de Lima, y con mi prima nos hemos subido a un árbol, ¡ahí qué veríamos, como toda niña, jugando, hasta orinando del árbol! [risas], entonces dijimos, a mi prima, «Nuestro fiambre, nuestra muñeca, le hemos cargado al chivo, su comida también al chivo…».
Tamia
Sus muñecas… Era como que tenían ya su caballo, su hijito…
Justa
Así hacíamos andar. Entonces, me acuerdo que… en esos de pastear chivos, un día vemos al chivo con su carga llorando, y todas las cabras atrás [risas].
Tamia
¿Qué había pasado? [risas].
Justa
¡El chivo ha sufrido robo! [risas].
Tamia
¿Qué pasó? [risas].
Justa
Es que la manta habíamos… ¡el pasto no habíamos envuelto bien, era visible! Y todas las cabras habían visto, se van atrás, corriendo, en nuestras narices le saqueó toda su comida al pobre chivo.
Tamia
Y lloró, el chivo [risas].
Justa
Lloró, el chivo [risas]. Gracioso fue. ¡Todas las travesuras que hacíamos! Y así, pues. Ese día que fuimos a la feria, a la altura que donde estábamos, vimos que llegó dos camiones. ¡Camiones normales antes llegaba, también, pero eso de los comerciantes, pues! Traía víveres… y de frente al pueblito venían con su burro toda la gente, compraban ahí y después se iban, llevando. Pero ese día ya estaban camiones, pero ya… camiones venían un día anterior todavía, pues, ¿no?, que venden sus productos. Pero ese día, a las ocho de la mañana llegó dos camiones, cuando estábamos en la altura, ahí, viendo, y de ahí bajaron de los camiones militares, todo blindado, bajaron corriendo, reventando bala, con su armamentos… Y desde arriba, cuando miramos, para nosotros parecía un juego, porque le correteaba a la gente, le pateaba, le tiraba, un caos era. La gente nada, gritaba. En de ahí nosotros estábamos viendo y vemos que un grupo de… dos militares venían hacia nosotros, disparando, apuntándonos. Seguro por la distancia digo que no nos llegaba la bala. Pero de pronto yo veía que se ponía de rodilla y nos apuntaba, reventaba bala.
Tamia
Las veían, a ustedes…
Justa
Sí, porque nosotros… la ladera, visible era, pues, de esa alturita. De ahí no sé cómo me recuerdo lo que vi en Accomarca, lo que pasó el 83, que ha muerto profesores, le digo a mi prima «¡Vaaamos a escaparmos!, nos va a matar esos». Empezamos correr hacia Arapacancha, Arapacancha está un poco más allá, por arriba, por el cerro. Corrimos, corrimos para llegar al pueblo para encontrar refugio, porque en Pitqa, en la feria, estaba haciendo toda esa violencia.
Tamia
¿Y allá estaba tu papá?
Justa
Mi papá estaba en Pitqa. Entonces corrimos… por un momento pensaba, yo quería volar por el aire o que me tragara la tierra. O dormida decía «quisiera convertirme en piedra, o algo», porque era desesperante, todo lo que vi en Accomarca, lo que pasó el 83, pasó por mi cabeza como película, y de lo que ya me habían apuntado con armamento también en la cabeza… entonces, «aquí nos va a matar», corrí. Tanto corrí, que tanto correr que nuestras ojotas se había roto también así. Creo que hasta con la ojota toda ya rota llegamos. Para llegar a Arapacancha era una bajada, y de ahí más arriba, un poquito, un poquito más arriba vivía una señora. Cuando nosotros llegamos ahí, en Arapacancha ya se estaban andando los militares, con sus armamentos, reventando.
Tamia
O sea que también estaban en Arapacancha.
Justa
Porque ellos habrán ido por abajo, pues; nosotros en el cerrito, así, todavía, como era medio lomita, bajar, y por arriba, pero ellos por abajo directo ha llegado a Arapacancha.
Tamia
Ustedes, que estaban escapando, al final se encontraron igual.
Justa
Mmmh, llegamos en manos de militares. Entonces cuando estamos ahí a punto de llegar, así a una cuadra de la tía esa, había otros dos militares ahí apuntándonos: «Ey, terroristas, levanten la mano, levanten la mano», diciendo.
Tamia
A ustedes. Ustedes eran chiquitas.
Justa
Chiquitas éramos, pues. Teníamos doce años, pues. Entonces de ahí bajamos, levantando la mano. Qué podíamos hacer. No podíamos correr, a dónde ir. Ya estábamos en sus manos ya. No había escapatoria. Cuando llegamos a la casa de la tía que estaba, había otros dos militares: uno a su hijito menor le pateaba como pelota cuando lloraba, pla, al rincón; el otro a la señora le estaba abusando. Era que nosotros… ya no había escapatoria. «Y dónde están sus padres, ¡ustedes son terroristas!». «No, mi papá está en la feria». «¿Dónde viven? ¿Ustedes son de este pueblo?». «Sí somos de este pueblo». En el pueblo de mi prima tenía su llave de su casa de ellos, que vivían antes con mi tío, pues, que ellos estaban en acá en Lima. Tenía su llave: «Sí, yo vivo ahí». Así que a la señora ve que la estaban violando, golpeando… Estábamos… no podíamos gritar ni pedir auxilio, estábamos como atontada total, ahí, como robot. Nos llevó a punta de patada: «¿Dónde es su casa, dónde es su casa?». Antes de llegar a la casa de mi tío había una tienda, que también era esa tienda de mi tío, de un tío aparte, que es de… su prima de mi papá.
Ellos no han abierto la tienda ese día porque se han ido a la feria a vender, donde había más venta. Estaba cerrado. Y los militares que nos llevaban a patadas vio que había afiches de gaseosas, no sé qué… «¿Quién vive aquí?» [con voz de mando]. Le dijimos «Mi tío». «Y dónde está, ese es un terrorista, por qué está cerrado la casa». «Está en la feria». Entonces empezó patear, la puerta no se abría, con la bala lo reventó el candado. Total, abrió la casa. La casa estaba llena de víveres, había ojotas, y agarró dos ojotas y nos dijo «¡Póntelos, póntelos!». Y nosotras, como siempre mi papá nos ha dicho que no debemos tocar cosas ajenas, lo que no es de nosotros no debemos tocar, no quería recibir. Me apuntaba con bala para recibir, no le quería recibir, no le quería recibir. Y así nos tiró a golpes: «Pónganse», y no le entendía nada, cómo ese hombre estaba tan malo y a la vez también parecía bueno. Quería que nos pongamos…
Tamia
Quería que ustedes se queden con eso.
Justa
Con la ojota, que pongamos, porque habrá visto cómo estaba nuestro ojota de tanto correr, se había roto también, y todo. Y así, ¿no? Entonces, sin querer queriendo, recibimos. Yo decía, entre mí, no quería recibir, porque no me permitían mis principios agarrar algo que no es mío. Y siempre me quedó grabado en mi mente. Me acuerdo que una vez con mis hermanos… Con mi hermano menor, estábamos en la chacra, en la chacra de tuna, en el camino que veníamos nos encontramos un cuchillo, y era bonito el cuchillo. Nosotros recogimos y felices de la vida, pues, como todo niño: «¡Nos encontramos, vamos a mostrar a papá!», venimos feliz a la casa. «¡Papá, nos hemos encontrado!». Lo primero que mi papá nos llama, «No quiero ver nada lo que no es de nosotros. ¿Dónde han entrado, a dónde? ¿De dónde han sacado?». ¡La alegría se acabó en ese momento! [risas]. Pensando que papá iba a ponerse contento: «¡Devuélvalo inmediatamente!».
Tamia
Donde lo encontraron, ahí lo tuvieron que…
Justa
Fuimos, y hemos vuelto y hemos puesto tal como estaba [risas].
Tamia
De repente ahí sigue el cuchillo.
Justa
No sé qué habrá pasado con el cuchillo [risas]. Nos hemos dejado ahí. Entonces, creo, ¿no? A uno lo deja marcado también eso, ¿no? Como que… de ser uno… de no agarrar cosa ajena, ¿no? Entonces esa conciencia, también, en el medio de ese peligro, no nos permitía recibir, a pesar de que ya estábamos a punto de la muerte. Y así, pues. Pero ya tanto que nos tiraron la ojota, fuimos, seguimos caminando. Dijo uno de ellos «Esto vamos a llevar», dijo. Entonces, cuando dijo eso, yo por supuesto «Van a saquear». Nos llevó seguidamente otra vez a patadas, de ahí vio que una paloma volaba, también le disparó y la paloma se cayó en nuestras narices…
Tamia
¿Y por qué hacía esas cosas?
Justa
Yo creo que todo eso hacía para asustarnos, para… No sé por qué hacía todo eso. O quería que nos rebelemos contra ellos, no sé.
Tamia
Siendo ustedes niñitas, ¿no?
Justa
¡Niñas!
Tamia
Tan fácil asustar a un niño, ¿no?
Justa
Patear, golpear, así levantándonos, así vamos adelante hasta llegar a la casa de mi tío. A mí me subió al segundo piso a patadas. «Quién está acá», «No, no hay nada, señor». Y empezó tirarme ahí al suelo, a patadas, a patada, empezó a… en el momento, a cada rato, a manipular en mi cabeza, me empezó a ultrajarme, pero asqueroso, humillante, y yo le rogaba que no me matara, le decía que no me tapara, pero igual siguió, al momento de golpearme, así, cada vez que gritaba, reclamaba algo, me empezaba a golpear en la cabeza.
Tamia
Después de todo lo que habías visto…
Justa
Sí, y como que en ese momento me quería morir, «Prefiero morir, no quiero vivir esto». O también decía «Ojalá que… quisiera desaparecer de esto, no soy yo lo que me está pasando», tantos pensamientos pasó por mi cabeza, y le rogué, le dije que no me matara, no sé qué cosas más, tantas cosas que le dije. Y luego le dije, le dije… Lo único que me acuerdo, que nosotros teníamos un burro que siempre hacíamos carga, el que llevaba bastante carga en cada cosecha, le dije «Si quieren llevarse la tienda, todo lo que hay llévense, no nos maten. Voy a traer, yo tengo un burro allá abajo, en la quebrada, ahí». Y no sé, después de todo ese acto humillante, asqueroso, me bajó a patadas del segundo piso, me dijo «¿dónde está el burro?», me dice. «Está abajo», le digo, pero el burro no sé ni dónde estaría, porque era mi instinto de escaparme. Entonces, «Me traes de inmediatamente» (porque también era una bajadita, atrás de la casa era una bajada para abaaajo), entonces me dice «Me traes inmediatamente». Yo dije «De acá me escapo». Caminé, caminé casi una cuadra y empecé a correr para abajo y otra vez la bala me empezó a disparar por todos lados. Habrá sido tan fuerte mi impresión, que la bala pasaba por acá, por acá, ¡no logró llegarme, por suerte!
Tamia
O sea que él estaba dispuesto a…
Justa
¡A matarme, claro! Entonces, en una de esas caminatas, corría, corría, encima de espinas, todo corrí tanto, que me había desmayado, habrá sido la impresión, que me he desmayado; y cuando recupero la conciencia, pues… Yo pienso tal vez que él ha pensado que me ha matado, ¿no? La cosa que cuando yo recobro conciencia, me despierto como dopada, total mi… sangre, sangre por acá, sangre, todo mi rodilla lleno de sangre… Total estaba mi cuerpo como que me hubieran puesto anestesia. No sabía si estaba…, qué es lo que… No, no, no, es algo inexplicable. Y seguía reventando bala en Piteq, también seguían reventando bala en Arapacancha, yo estaba por más abajo, ya por abajo, me despierto, empiezo caminar hacia la casa, digo «Mi papá cómo estará, habrán matado a mi mamá, a mi abuelita», todo eso que pasó por mi mente, como que yo me olvidé lo que me ha pasado a mí, ya mi mente estaba en su vida de ellos ya. Y me acuerdo que seguía caminando, todo mi pie ensangrentado, mi rodilla, todo rasmillado todo, veía que salía bastante sangre. No sé cómo, pero pasé por un lado, por un sitio donde había tierra bastante, me eché esa tierra para secar esa herida, me empolvé todo, pasé por un charco de agua, me lavé, seguía saliendo, me volví a echar tierra, veía que todo mi pie estaba lleno de espina, todas las espinas que había… Así continué…
Tamia
¿Y te puedo hacer una pregunta? Es un poco privada. Si no quieres responderme, no… ¿Tú sabías algo de lo que eso significaba? ¿De lo que significaba…? No un ultraje, sino una relación sexual…
Justa
No.
Tamia
Eras chiquita, no sabías.
Justa
No, yo no sabía nada. No entendía qué, por qué me habían hecho todo eso.
Tamia
Pero lo sentías como algo…
Justa
Claro, uno se siente sucio porque tú no has permitido que te toquen. Aparte en provincia te vistes diferente, de otra manera, y no estás pensando, pues, en el sexo, aparte era una niña…
Tamia
Claro…
Justa
Qué podía saber. Era demasiado feo. No quería ni hablar ese tema. Cuando llegué a la casa, antes de llegar a la casa pasé por un charco de agua, me lavé, todo, y yo veía que seguía sangrando mi rodilla igual. Llegué a mi casa, mi abuelita estaba en la casa. Me dice «¿Qué te ha pasado, por qué has venido por abajo?», me dice. «No, me he escapado del militar», le digo. Nada más le dije. No le dije lo que me pasó. Le dije: «¿Mi papá?». «Tu papá se ha ido a buscarte, porque hay mucha balacera». Y cuando me dijo eso fue más fuerte y todo, me sentí como culpable. Porque mi papá había regresado a la casa y en este momento está reventando bala. «Sabe dios si le habrán matado por mi culpa, por irme a buscar. Si él estaba en casa es que estaba vivo, y ahora qué…».
Tamia
Demasiado para una niña…
Justa
Eso nada más le dije a mi mamá y a mi abuelita, de lo que me pasó. Y así… Y de pronto, mi papá como siete de la noche llegó. Por suerte él había sobrevivido, porque… ahí les habían saqueado todo sus víveres, todo sus… mejor dicho sus frutas, la plata, todo, y él había regresado igual a la casa, pero al ver que yo no regresaba, no regresaba mi prima, había ido a Arapacancha, porque ahí, como la casa de mi prima, ¿no?, y al ir, en el huayco se había encontrado con los militares, mi papá.
Tamia
¿Con los mismos?
Justa
Habrá sido ellos o no, porque había varios también en Arapacancha, andando casa en casa. Entonces mi papá dice uno de ellos le iba a disparar, «Terrorista, qué haces acá», diciendo. Mi papá le había dicho «No, estoy buscando a mis hijas». Y por suerte, dice, en eso había pasado en sí una manada de chanchos, entonces uno de ellos dijo «Alto», y ha matado un chancho y ese chancho le ha hecho cargar hasta Piteq, donde estaban sus camiones, pero a golpes. Y entonces, como dice mi papá, que el chancho le ha salvado la vida; si no fuera eso, le hubiera matado ahí en ese huayco. Y luego les había soltado. Y así pasó. Entonces… y bueno, lo que me pasó yo no le conté, primero porque si le cuento tal vez se va a ir a reclamar. ¿Y qué diciendo podía contar, si eso era algo íntimo, algo que… ¡es algo inaceptable!, no es que uno haya…, o sea, tú por tu propia voluntad te hayas sometido a eso, no? Entonces, no le conté. Solo quedó en mí, con esa rabia, dolor o asqueamiento hacia mi persona. Y por suerte mi prima también no sé cómo habrá escapado, pero ella también estaba viva, ¿no? O la habrán dejado, no sé cómo habrá sido.
Tamia
¿Nunca conversaron?
Justa
Nunca. Nunca hemos hablado de ese tema, hasta…
Tamia
¿Ella dónde vive?
Justa
Ella vive en Ayacucho. Ahí vive.
Tamia
¿Siguieron viviendo juntas un tiempo?
Justa
No, eso después que pasó ahí, estábamos ahí pero no lo hemos hablado… me acuerdo que de ahí… eso fue en mes de julio, antes del 14 de agosto, entonces… Habrá sido un mes antes, porque mes de julio… sí, un mes antes habrá sido; justo yo había cumplido en junio mis 12 años.
Tamia
12 años.
Justa
Mmmh, entonces julio ha sido.
Tamia
¿Y el 14 de agosto por qué lo tienes en tu cabeza?
Justa
El de 14 agosto ha sido el día más terror, más fuerte, ¿no?, el de agosto. Nosotros aún seguíamos viviendo en ese de… en un lugar cerca de Arapacancha. Para entonces mi papá era un… Un día, habrá sido… Un día martes, mi papá se va para… con mi mamá y mi hermanito menor bebe todavía, se va mi papá a Vischongo, porque a él le habían invitado para una fiesta que iba a tocar arpa. Entonces mi papá se va a Piteq, porque de ahí se embarcan para ir de viaje, ¿no? (está lejos de Accomarca). Entonces se va mi papá. Esa tarde… Ahí vivía mi tío… Mi tío vivía en la quebrada, Huancaqpampa le llamamos, porque tenían su casa también ahí ellos, el hermano mayor de mi mamá; pero él tenía su negocio de cuadernos, libros, hacía su negocio en la feria, entonces él se ha ido a la feria, pues. Mi papá también de la feria nomás se iba a ir, de ahí va camiones, pues, para ir a Vischongo, a tocar arpa. Entonces martes en la tarde ya reventaba bala, otra vez, entonces ya estábamos asustados ya, mi abuelita decía «Qué estará pasando en Piteq, de repente a tu papá lo han matado ya, algo está pasando».
Tamia
¿Y tu mami?
Justa
Mi mamá también se va con mi papá, con mi hermanito menor, que era bebe todavía. Entonces yo me quedo con mi abuelita. Para entonces mi hermano ya estaba acá en Lima, mi otro hermano también (mi hermana, al venirse, se trajo a mi otro hermanito también).
Tamia
Se lo trajo acá a Lima.
Justa
Ajá, ya estaban ya los tres. Entonces allá estábamos tres nomás ya.
Tamia
Tu abuelita, tú y el otro hermano.
Justa
Ajá, no, no, estábamos allá los tres hermanos menores, que éramos yo y mis otros… mi hermanita y mi hermanito.
Tamia
Ah, ya, ya.
Justa
Mi abuelita, mi papá, mi mamá. Pero ese día martes mi papá se vino a tocar a esa fiesta que tenía, entonces ese día, cuando vinieron los militares empezó balacera en Piteq. Mi abuelita decía «Uy, ahora nos van a decir que somos terrorista, algo. Vamos ahí donde ellos». Yo le decía a mi abuelita «No, mamá, no hay que ir». Ahí nomás mi tío, el que tenía negocio en Piteq, se había venido también. Por suerte a él no le han hecho nada, pero se había venido, pasó por la casa de nosotros que estamos…
Tamia
¿Ese era el papá de tu prima?
Justa
No.
Tamia
Otro tío.
Justa
El hermano mayor de mi mamá. Porque el papá de mi prima vivía acá en Lima por lo que estaba mal. Entonces yo le dije a mi abuelita, pues, cuando dice «Vamos a ir donde ellos», yo le dije «No, mamá, no podemos ir, no». Uno, porque yo había sufrido todo eso; otro, porque también el 2003… ¡2003, qué digo!, el 83, lo que pasó, todo eso. Ya ahí en mi mente todo eso estaba. Y era un día miércoles que nos levantamos a las 7 de la mañana y empezó otra vez balacera y vimos que militares empezó a ir hacia Arapacancha, otro hacia Accomarca, todos así en fila, parecían hormigas todos, se notaba desde lejos. Pero todo sus armas brillando, gritando iban. De ahí en esa balacera nomás también en Accomarca empezó balacera. Al rato nomás ya allá en la pampa vemos que un grupo pasó así casi una cuadra de nuestra casa, bajó así también a Huancayqpampa, bajó, y gritando, con armas, y mi abuelita al ver dice «Vamos donde ellos, va a decir que somos terrorista», yo le rogué a mi abuelita, le rogué, le supliqué que no y no, me agarré de su pollera y nos escondimos atrás de un árbol. Pero de ahí veíamos que casi una cuadra de nosotros nomás pasaban, gritando. Era como que…
Tamia
Como que estuviera acá abajo…
Justa
Ajá, ajá. Nosotros, como era montecitos, había árboles chiquitos, atrás de un árbol habíamos. Entonces de ahí bajaron abajo, las chocitas que había en cada chacra empezó a incendiarse. Una de las casas de mi tío, que era César Gamboa, era una casa grande, porque ellos tenían así bastante granado, y aparte él tenía una casa grande en la chacra misma; era con adobe, teja, todo, la casa. Grande, pues, ¿no? Dos casas eran: una que donde dejaban sus víveres, almacén, como ellos… parece que tenía gente de tener, tenían varias cosas, varios ganados, más víveres, todo, entonces tenía su almacén ahí, otro almacén también tenían en Accomarca, en el pueblo. Entonces a esa casa, a toda la gente, de cada choza en choza la habían juntado y la han llevado; y a mi tía, la hermana mayor de mi mamá también le había llevado ahí, ahí balacera empezó, parecía como segunda guerra mundial, creo, total un caos, las chozas se quemaban, la casa de mi tío reventó dos veces como bomba, granada, y tengo entendido que habían botado eso. Antes de matar a la gente, primero en la pampa a las mujeres le habían ultrajado sexualmente delante de sus esposos. A mi tía embarazada también; con su hijito cargado y lo que estaba embarazada, igual. Primero les han torturado a todos y le han juntado en esa casa y les han quemado. Y nosotros, pues, nos salvamos porque no hemos ido ahí; si no, nos hubieran matado. Ahí en esa casa mató a mi tío, a mis tres primos, a mi tía embarazada, toda desapareció familia.
Tamia
Entonces el 14 de agosto fue esa matanza.
Justa
Sí.
Tamia
Esa es por la que ahora están en juicio.
Justa
Sí, eso es por lo que estamos haciendo juicio.
Tamia
¿Y tu papá?
Justa
Mi papá estaba en la fiesta, en… Entonces él después llega, después ya él vino, después de siguiente martes llegó ya. Porque al siguiente martes recién venía el carro. Llega y se encuentra con todo eso. Algunas personas habían matado así en los caminos, que se estaban comiendo perros los restos, ya nosotros no podíamos ni recoger. Porque ya… estamos en una confusión total. Uno, porque de repente estaban por ahí también esos militares escondido, ya todo…
Tamia
Daba miedo.
Justa
Daba miedo ya.
Tamia
Pero y esos que tú dices que son de afuera, los terroristas, ¿había o no había?
Justa
Eso es lo que no entiendo, pero si dijeron que pasaban por el pueblo, pero antes tengo entendido que… ¿En qué año habrá sido? Habrá sido el 80, 82, qué sé yo, dice habían ido un grupo de así, de esas gentes, y habían matado autoridades en el pueblo. Hablaban que habían matado, inclusive habían colgado perro en la plaza ahí. Entonces, yo pienso, de repente esos habrán ido a matar las autoridades porque ellos no aceptarían, no querían dialogar, qué habrá sido, que les habían matado. Pero no eran del pueblo.
Tamia
Pero eso era en el . Lo que me estás contando es que ya eran más grandes, ¿no? Porque en el 82 tú tenías 7 años. Y esto ya ha sido después que tú has tenido 12.
Justa
Mmmj. Claro. El 83 es que ha habido matanza en el pueblo, de los profesores; después, el 85 la gente de la comunidad ya juntando les han matado a todos.
Tamia
Y ustedes han visto todo.
Justa
Claro, eso lo hemos visto.
Tamia
O sea, si ustedes hubieran bajado, también…
Justa
Ya no estaría acá.
Tamia
Por suerte tu abuelita al final te hizo caso.
Justa
Mmmh.
Tamia
Con tu hermanito.
Justa
Con mi hermanito. Porque mi otro hermanito estaba con mi mamá, porque era el último, el que había nacido. Quedamos ahí. Mi papá luego regresó. Pero ahí algo también no entiendo, porque una vez antes de eso, de aquella vez que le había amenazado a mi papá en el pueblo, una vez dice había venido una de mis tías diciendo que le estaba buscando a mi papá.
Tamia
¿Quién le buscaba?
Justa
Me parece que ha sido esa gente que le amenazaba. Que le estaba buscando porque querían matarle. Entonces mi mamá le había dicho a mi papá «Mejor vamos a dormir a la chacra», se habían ido a la chacra, al campo, donde no hay ni casa, nada, entones esa noche, dice, había venido un gente desconocido, uno había llegado a la casa y había preguntado a mi abuelita: «¿Y dónde está señor Clemente?», diciendo. Y mi abuelita le había dicho «No sé, debe estar en Arapacancha, porque había fiesta, cumpleaños ahí, tocará, y no ha llegado de ahí». Entonces se han ido. Pero antes de eso, de eso lo que pasó, tengo entendido que a mi papá, ese día que hubo matanza, martes que mi papá iba hacia Vischongo, había gentes encapuchados con arma, estaban en Piteq, en la feria, y a mi papá dice que le había dicho «Te estamos buscando, ahora sí no te vas a escapar de nosotros. Pero antes vas a tocar tu arpa para nosotros», le había dicho. Y mi papá justo él ya había subido, dice, al carro. Para irse para… ya había subido al carro que había, un carro o camión que venía de Vilcas, que era su padrino de mi papá. tenía su camión, eran comerciantes… Entonces él ya había subido ahí con su arpa, todo, y esa gente encapuchado dice que a mi papá… como él era conocido, era músico, iba a varios pueblos, tocar, entonces… era conocido, pues. A él le contrataban, como un músico que conocen acá, entonces yo pienso que tal vez le conocerían, qué sería, pero dice a mi papá le había dicho «Ahora sí no vas a escapar». Y mi mamá no sabía qué hacer, porque estaba ahí, esa gente le bajaron del carro, bajaron su arpa… y cuando mi papá dice que estaba tocando arpa, ahí es lo que llegaron los militares. Y empezaron disparar y todo eso y todo esa gente encapuchado se habían corrido para acá, para allá, y mi papá se salvó en eso. Evidentemente que a mi papá le mataba, pues. Si no le mataba terrorista, le mataba militares, no sé.
Tamia
Qué bárbaro, ¿no? Como que en cualquier momento algo les podía pasar a las personas que uno quería tanto, y a uno mismo.
Justa
Sí. Y mi papá dice cuando pasó eso volvió a subir al camión. Y de ahí dice que todavía les había tocado arpa también para los militares. ¡No sé cómo habrá sido eso, digo! Pobre mi papá, estaría entre a dónde… Quién le salva ¡y si todos están por matarle, todo un caos!
Tamia
Y él ha vuelto a la casa después y ahí ha sido que tu abuela le dice que no sabía dónde estabas y te ha ido a buscar.
Justa
No.
Tamia
¿Eso fue ese mismo día?
Justa
No, no, eso fue el 14 de agosto.
Tamia
Ah, el 14. Ya. Ah, ha sido ahí nomás…
Justa
Claro, en esos siguientes meses nada más. Porque él ya se estaba yendo a tocar arpa, nada más. De la venta que hizo, se escapó, pues, ¿no? Era ese el otro, y el otro era cuando él estaba yendo ya a tocar arpa a Vischongo. Pero sí logró ir a tocar su arpa, todo, a pesar de todo eso. Cuando regresa ya se encuentra con todo eso lo que han matado a la gente y con nosotros que hemos sobrevivido, hemos escapado. Al siguiente semana, al siguiente martes, nos hemos venido. Con la ropa encima nada más. Sin nada, sin nada. Porque era nuestra vida, dejamos casa, ganado, perro, gato
Tamia
Todas las casitas que tenían, todas las chacritas, todas sus…
Justa
Todo, todo se quedó, dejamos todo. Mi papá dijo, lo único que dijo, «Nos vamos de acá». Porque corría peligro nuestra vida, que allá tuvo amenaza de la otra parte, hay amenaza de este lado. Venimos… ¡con ropa encima! En el camino que venimos, en Vilcas nos quedamos ahí una semana. Como tenía un conocido también ahí, igual… tenía varios conocidos (como era músico). Entonces a mi papá le había dicho para que toque en cumpleaños. También tenía amistades. Entonces cuando llegamos a Vilcas nos quedamos en Vilcas en su casa de su padrino, el que tenía su camión, que llevaba su negocio, entonces él tenía que tocar en una casa. Y cuando nos quedamos ahí… qué habrá pasado, que mi papá tendría sus ahorros, y como gente confiada también, ha dejado en su kipe, y nos había robado toda la plata ahí. Y nos quedamos una semana todavía, porque el carro venía… de Vilcas venía de una semana para Huamanga, para Ayacucho, a la ciudad. Y de ahí para tomar para acá, otro. Y nos venimos después de una semana y de ahí yo veía que había militares en las plazas andaba, había base militar ahí [nse] andaba así todo armado, con miedo le miraba, no quería ni siquiera que me vean, asustada. Yo decía «Mi papá por qué se queda acá todavía, por qué no nos vamos, por qué tiene que tocar todavía». A la vista me quería volver todavía a mi pueblo, veía que pasaba un carro en esa dirección, «Mejor me subo, me voy a regresarme a mi casa», porque también estaba incómoda en casa ajena, no era mi casa, no era mi pueblo, mis hermanos lloraban de hambre.
Tamia
Y tu papá, ahí, entonces, él decidía tocar también porque había perdido sus ahorros…
Justa
No, no sabía.
Tamia
En ese rato todavía no había perdido.
Justa
No, no sabía eso. Él tocaba más porque seguro necesitaba tener más plata, porque estábamos viniendo a la ciudad, donde no tenemos nada, y los chicos… todo. Entonces cuando de ahí de una semana venimos hacia Ayacucho ya, para venirnos a Lima, llegamos y mi papá se da cuenta (temblor, se movió todo… Y sigue… Pasó, sí. Nadie más se ha dado cuenta).
Tamia
Y te puedo preguntar antes… Estábamos hablando justo de tu prima, y de ahí me hiciste eso de las fechas ¿y entonces a tu prima…? Tu prima ya no siguió viviendo contigo.
Justa
Me acuerdo que de ahí mi prima creo que se quedó con una tía de ella, de parte de su mamá. Esa parte lo que no me acuerdo, no me acuerdo que pasó.
Tamia
Pero ya no conversaron.
Justa
Ya no conversamos.
Tamia
¿Hasta ahorita?
Justa
Yo tuve la oportunidad de hablar con ella… en cuánto tiempo habrá sido… hace seis años atrás. Porque después que pasó eso yo volví, ya después de tantas cosas yo volví a Accomarca cuando tenía mi hijita 5 años, mi hija mayor. Y como cuando vuelvo encuentro esa infancia que he tenido, ¿no? Bonito, de lo que pasé, encontrarme con mis amigas, con mi prima, hablar, jugar como antes hacíamos, como todo niño… Me acuerdo que había un grupo de niños del colegio que estudiábamos, con ellos jugábamos a la chapada, ay, nos hacíamos tantas cosas, como todo niño. Y esa sensación yo siempre he tenido, como que ha sido interrumpido eso, ¿no? Entonces yo dije… quería volverme a encontrar con mi prima con ese mismo deseo de volver a hablar, volver a hablar de lo que habíamos jugado, tantas cosas que hemos hecho. No solo era, pues, pastear el cabra, sino íbamos a la chacra a coger tuna, íbamos con el burro traer pasto, todo…
Tamia
Aprendían un montón de cosas también, entre que jugaban…
Justa
Ajá, íbamos a trabajar a la chacra…
Tamia
Se acompañaban en todo eso.
Justa
Sí, y las dos éramos, pues, como hermanas, o más que hermanas y amigas, porque éramos de la misma edad y nos entendíamos bien.
Tamia
Claro. Iban con sus «muñecos» y su burro, ¡su caballo! [risas].
Justa
Nuestro caballo de chivo [risas]. Ha habido una vez, perdimos también a… una última vez que ahí perdimos nuestra muñeca, nuestra pushka, ese era el día más… [risas]. Cómo ese caballo que nos hemos criado nosotros mismos, hemos criado con biberón…
Tamia
Ha sido su bebito, su caballo, también.
Justa
También. Nuestro chivo, así como siempre nos distraíamos, me acuerdo una vez: mi mamá nos dijo «Vayan a pastear». Como siempre íbamos a la chacra de un tío, que era al costado de nuestra chacra, ¡tenía pasto! Entonces sacábamos pasto primero y hacíamos nuestro quipi de pasto, porque todo el día teníamos que jugar con el chivo [risas].
Tamia
El chivo era parte de la pandilla.
Justa
Nuestro juguete. Entonces también pensábamos en su alimentación, ¿no? y me acuerdo que una vez, ¡ay, nos distraímos haciendo casitas con piedrita, con barro, eso era más interesante!, entonces dijimos «ay, quién va a hacer pushka». Mi papá […] nos mandaba hacer hilar, hilamos pushka nosotros, todo eso. Entonces a mí no me gustaba hacer todo eso, yo destestaba hacer, yo siempre he sido muy rebelde, creo, de niña: «Para qué voy a hacer pushka, qué me interesa». Mi mamá decía «Tienes que hacer poncho, tienes que hacer manta». «¡Qué me importa poncho!». También cómo le habrán criado a ellos, porque dice que ellos así tenían que hacer poncho para el esposo, y mi mamá decía «¡Algún día, cuando tengan esposo, no sé cómo harán poncho si no saben hacer pushka!». Yo decía «¡¿Quién será esposo?!», no nos interesaba, [risas], ¡una niña!, pensando en tonterías, más me hacía enojar que otra cosa, con ese pushka. Entonces un día, me acuerdo, con mi prima recogemos bastante pasto, «Ya, vamos a jugar con el caballo» (nuestro caballo-chivo) y mi prima dice «Ya». Llevamos pasto, llevamos nuestro mote, queso y también llevamos pacae, naranja, que traíamos del huerto, mi papá traía así cargas de pacae, cargas de naranja, todo para comer, fruta, solamente en feria, martes no más se venía, y transcurso de la semana era para comer nosotros, si no se vendía.
Tamia
Si no, se malogra.
Justa
Ajá, entonces íbamos con eso, pues. Entonces me acuerdo que ese día mi mamá dice «Van a hacer pushka» y nos compró también para… ese… lana de oveja para enrollar, bonito era eso, hecho de madera. Le llamamos callapa. Ese callapa tenía sus llamitas, su… con todo eso sus adornitos.
Tamia
Que ella misma había…
Justa
No, hacían artesanos, pues, especialmente para eso.
Tamia
¿Qué es la callapa?
Justa
Callapa es donde que envuelve…
Tamia
¿El huso, la pushka, o no?
Justa
No, esa pushka es un palito, pero antes de eso, lana de oveja en esa callapa la tienes que enrollar. De ahí vas…
Tamia
Como una tablita.
Justa
Ajá.
Tamia
Y eso tenía dibujadito todo.
Justa
Ajá, bien gracioso era. Eso mi mamá nos compró en la feria, qué sé yo, y nos compró para…
Tamia
Para que aprendan, ustedes. Para sus esposos…
Justa
[risas] ¡Dónde está nuestro esposo! Ella siempre decía así, pues. Ella hacía ponchos, con su pushka, pero bien finito hacía. Entonces quería que hiciéramos igual, seguro, pues. Entonces ahí me acuerdo de ese día, que era el último día de pushka, ¡porque se acabó todo! [risas].
Tamia
Qué pasó, ¿se perdió?
Justa
Sí. ¿Qué hicimos? Que con mi prima le cargamos al chivo… [risas]. Nuestro juego era interesante, porque estábamos haciendo unas casitas de barro con piedras, bonito, pues, jugando en las alturas. Entonces mi prima me dice «Oye, pesa nuestra carga, quién va a llevar: pasto quién va a llevar, nuestro fiambre quién va a llevar, ¡hay que cargar al chivo!». Le cargamos con soga, con todo, y el chivo se fue con toda la manada de cabras, todo ovejas se fue, a la vuelta, en el cerro y nosotros nos olvidamos del ganado, del… interesante, haciendo esas casitas. No nos hemos dado cuenta ni la hora. Entonces ya era tarde, cabra ni oveja no está con nosotros, después de haber jugado tanto. Regresamos a la casa, mi mamá nos grita «¡Dónde está la cabra, dónde está la oveja!». «¡Estaba viniendo adelante», le decimos [risas]. Ni siquiera venía… «¡Y qué hacían! Dónde está su manta, dónde está su pushka», nada. Aparecieron los cabras, ya tarde.
Tamia
Aparecieron solitas.
Justa
Solas, habían venido, por suerte, pero habían perdido todo, pushka… Yo digo, pues, que oveja, cabra por ahí le habrán desvalijado todo al pobre chivo, con el pasto. Como ya sabían que llevaba pasto… Y así, pues, perdimos todo. Hasta la muñeca perdimos. Y así fue, ahí terminó.
Tamia
Eran como hermanitas, cuando se fue tu hermana más grande, ¿no?
Justa
Sí, con ella andábamos y… Me acuerdo una vez también bajamos otra vez así pastear, a la quebrada, y mi mamá nos dice «Van a venir temprano», «Ya». Llevamos al campo la cabra y otra vez nos hemos entrado en el juego [risas], nos hemos olvidado de cabras, todo, ya tarde nos hemos dado cuenta, no está; en ese quebrada había unos… Siempre en esa quebrada anteriormente era casa de los incas, no sé qué, entonces ahí había varias cosas rotas, había imperdibles también, había así tipo tejas, pero ellos hacían puini, así le llamamos nosotros, tipo jarritas, así, pero rotas, rotas. Entonces ahí nos hemos concentrado, haciendo nuestra casa con eso, y perdimos otra vez la oveja, cabras, todo [risas]. Como ya era un juego, no más, de toda la responsabilidad nos habíamos olvidado. Igual, cuando regreso, mi mamá me dice «¡Dónde está la cabra!», me […] regresando yo con mi prima. Para engañarle, todavía, nos habíamos conseguido bastante leña para ir llevando: «Estaba viniendo adelante, nos hemos quedado cogiendo leña» [risas].
Tamia
Para que no se moleste tanto.
Justa
Sí.
Tamia
Cómo es diferente la infancia, ¿no? En el campo.
Justa
Sí. Cuando ya está viniendo casi una cuadra, mi mamá me tiró una piedra: «¡Dónde está la cabra!», molesta. «Pero ¿no ha llegado, no ha llegado todavía?» [risas]. Con ese problema del cabra [risas]. Al final, que al segundo día hemos encontrado la cabra, se había llevado el zorro, algunas había perdido su cría, ¡se habrá comido el zorro! [risas].
Tamia
Ay, qué pena.
Justa
¡Ay, todo lo que uno hace!
Tamia
Es diferente ser niño en el campo, ¿no? Acá en la ciudad es… ¡ustedes han conocido tanto!
Justa
Sí, así era… O a veces con mi prima íbamos a coger tuna, era… Con ella nos íbamos y teníamos como seis burros…
Tamia
¡Seis burros!
Justa
Sí, entonces hasta al burro chiquito, el bebé, le cargábamos, yo tenía esa costumbre de cargar a todos los animales [risas], y uno sobraba para montar yo [risas]. Ese era libre, entonces ese siempre yo dejaba atrás de todos los burros con carga. ¡Hasta al bebé le hacía su carga! [risas]. Yo me acuerdo que una vez, con mi prima hemos ido, pues, hemos hecho cargas, cargas de tuna, y no podíamos cargar, ¡pesaba!
Tamia
O sea, agarraban las cargas y las ponían en los burros.
Justa
Ajá, para poner, ¡pesaba! Entonces yo dije «¿Cómo vamos a cargar?», y había así un… tipo baranda, pirca, más o menos a la altura del burro, entonces yo dije «No, vamos a subir ahí la carga». Hemos subido ahí, pues, poco a poco hemos llenado la carga, ahí más o menos está a una altura para que se ladeen para cada lado, ya casi llegaba al medio, entonces en el medio lo amarré con un tipo soguilla, lo amarré y lo seguía llenando para ese lado, para el otro lado [risas], y ya estaba así.
Tamia
¿Tanto te gustaban las tunas, Justa ?
Justa
¡Hasta ahora! Era bien gracioso, porque hacía todas esas cargas y después al burro le hacíamos poner en fila: al primer burro le hacíamos parar ahí, la carga empujábamos ahí, encima no más, ya, pero era fácil de cargar, no ves que ya estaba a la altura del burro.
Tamia
Ya no había que cargar.
Justa
Ajá. Y así. Hasta el burro más chiquito le cargábamos. Entonces el último burro, que era el que cargaba a nosotros, yo le digo a mi prima, pues, «¿Ahora quién va a montar primero?», porque tenía que montar así una cuadra, una cuadra [risas], pero jugando, pues, ¿no? Entonces mi prima me dice «No, yo voy a montar primero», yo digo «¡No, yo!», estamos en esa pelea, y entonces «Ya, está bien, tú vas a montar», me dice. «Ya». Ya estaba montada atrás del burro, pues, yo, de todos los burros que estaban adelante con carga, que me había conseguido un palo grande, con eso les guiaba al burro del costado – a veces se quedaban comiendo- tirando. Y el burro que yo había montado se había dado la vuelta para una bajada, al darse la vuelta, pues se agachó en el medio de la espina, y como era subida, yo me había puesto justo a la altura del lomo, cuando al agacharse me caigo encima de toooda esa [risas]. ¡Todo pegoteado espinas! Ay, mi prima me dice «¡Ya ves! ¡Tú querías montar primero! ¡Por qué no me has dejado montar a mí! ¡No sabes manejar al burro!».
Tamia
Y de eso han conversado cuando se han encontrado otra vez.
Justa
No, no hemos conversado.
Tamia
¿Nada?
Justa
No. Creo que… Ha habido un cambio total. Como que mi prima había… después de ese maltrato que ha habido, como que ella no quería hablar conmigo más o también ha habido un alejamiento. Ya en ese tiempo ya habían reclamado, creo que habían hecho base militar, entonces supuestamente los militares habían dicho que ya no va a haber matanzas, que ha habido cambios, no… ya no… «Vamos a respetar a la gente, vamos a cuidar de los terroristas», que el otro. Entonces, en ese tiempo seguro también ya profesores iban. Porque yo de esa fecha que me he venido no he vuelto, pues, a la sierra, ¿no?
Tamia
O sea, has vuelto recién cuando tu hija mayor tenía como 5 años.
Justa
Ajá, ahí recién voy.
Tamia
Que eso habrá sido en los noventa, ¿o no?
Justa
Habrá sido 91, 90 por ahí, no me acuerdo bien, 92, 93, no sé. Cuando volví… Yo tuve a mi hijita a los 18 años.
Tamia
Jovencita.
Justa
Muy joven. Entonces cuando yo volví ahí estaba mi prima. Me enteré que tenía un esposo malo, pegalón, celoso… Cuando fui a visitar a su casa, me recibió, pero ya no con esa confianza de la niña que éramos, que jugábamos, tantas cosas que ahí hacíamos, recogíamos flores, nos cargábamos flores, también había en el pueblo unas hierbas, paccpa, le decimos, con espinas al borde, de eso hacíamos así como un platillo volador y le hacíamos volar por el aire, todo eso [risas], y todo eso había quedado ahí, en la edad de12 años. Pero yo quería recordar, recordar, conversar con ella.
Tamia
Y ella no tenía…
Justa
Pero nada. No quería ni hablar. Le noté tan diferente que ya… hasta dije… Cuando voy acá a Lima fue un sufrimiento, ¿no?, porque yo extrañaba a mi prima, extrañaba lo que andaba, lo que hacía, todo un cambio total. Entonces cuando ha habido ese cambio siempre uno queda ese vacío. «Quisiera volver con ella, hablar», no, no podía.
Tamia
Llenar…
Justa
Llenar. Mi prima había salido bailarina. Porque mi tío era también es músico, su hermano mayor de mi papá, entonces a ella le habían enseñado bailar. Entonces era bailarina. Esa vez cuando fui era para una fiesta, mi papá había hecho fiesta para… En el pueblo como que era obligatorio uno tiene que pasar una fiesta, un cargo, eso.
Tamia
Sí.
Justa
Para eso yo volví con mis hermanos, volví.
Tamia
¿Tu papá estaba pasando cargo?
Justa
Sí, entonces para eso volví. También fui con mi pareja, entonces… qué habrá sido, que ella no tenía confianza, tenía miedo, qué pasaría con ella.
Tamia
Cada uno estaba viviendo lo suyo.
Justa
Mmmh. Yo quería hablar; pero luego no, pues. Porque había extrañado tanto, que era en vano. Por las puras extrañaba [risa].
Tamia
Eso sentiste en ese momento.
Justa
Sí.
Tamia
Bueno, tal vez se vuelvan a encontrar, ¿no?
Justa
Sí, luego me volví a encontrar acá en Lima, cuando vino ya… cuando se había separado de su esposo. Porque me enteré que vivía con un hombre; era profesor, pero era un maltratador, golpeador, celoso. Entonces yo veía pues, por qué
Tamia
Qué les pasa a los hombres, por qué son así.
Justa
Eso, pues, ¿no?… Y cómo es que uno tiene que aguantar, porque a mí también me tocó ese tipo de hombre. Eso. Entonces decía cómo, por qué uno aguanta, ¿no? Pero todo eso tiene un porqué.
Tamia
Sí, pues.
Justa
Tiene un principio.
Tamia
Por qué uno aguanta y por qué el otro es así, ¿no?
Justa
Es algo que…
Tamia
Sí, seguro vamos a conversar más de eso. Y cuando se han encontrado en Lima…
Justa
La encontré en Lima cuando vino a trabajar en su negocio de mi hermana. Nosotros teníamos un pequeño negocito acá por Carretera Central y mi hermana también tenía al costado su negocio…
Tamia
¿Tu hermana mayor?
Justa
Mi hermana mayor. Entonces ella vino ahí con sus dos hijos, que ya se había separado de su esposo. Para entonces yo ya había recibido mi terapia, estaba con psicólogo, psiquiatra, y había empezado ya a analizar mi vida, en qué momento se fracturó todo eso, ¿no? En qué fallé, qué pasó.
Tamia
¿Tú sientes que tú has fallado?
Justa
Yo ahora no siento que he fallado; pero de que sí me han dañado, sí; y me han arruinado la vida.
Tamia
Eso sientes después de haber tenido tu terapia…
Justa
Mi terapia. Sí, después de la terapia yo me doy cuenta todo lo que me pasó y que… Mi terapia también ha sido larga: tres años; estaba en psiquiatra, psicólogo; a lo largo de esto, cómo me afectó esto en todo sentido.
Tamia
Claro.
Justa
Por eso yo digo que eso de elegir una pareja golpeador es un sentimiento equivocado, porque como todo una niña, tienes otro tipo de crianza, pero también a la vez hayas sido separado de tu familia, que hayas sufrido todo lo que sufrí, es algo que te quita todo, todo, porque no eres la misma, no… En primer lugar es que me… cuando llegué a Lima todos estábamos… no estábamos en el pueblo, que en tu casa, que tus comodidades… De alguna manera ese rústico, pero es algo acogedor, donde que tienes toda la comodidad.
Tamia
Tienes de todo.
Justa
Tienes hambre, te vas a la chacra; tienes, quieres leche, tienes tu ganado; quieres carne, está ahí. Todo, no te falta nada. Es que, todo… a base de esfuerzo.
Tamia
Ustedes llegaron, entonces, de Accomarca a Vilcas; ahí se quedaron un ratito, en casa…
Justa
Ahí nos quedamos casi una semana.
Tamia
Una semana, «en casa ajena», como decías.
Justa
En casa ajena.
Tamia
Y después se han ido a Huamanga.
Justa
A Huamanga. En Huamanga, cuando llegamos, pedimos… Mi papá fue a sacar pasaje, al ir a sacar pasaje él se da cuenta que la plata que traían del pueblo, sus ahorros…
Tamia
¡Ahí se dio cuenta!
Justa
¡No tenía! Todo lo que tenía: el único centavo que tenía es lo que les había pagado, de la fiesta. Todo lo que él tenía, su ahorro, en la casa que hemos quedado alojado nos había robado. ¡Imagínese!
Tamia
Descubrieron de un momento a otro que no tenían nada.
Justa
Estábamos en nada. Ya una pérdida más.
Tamia
Tu papá se habrá vuelto casi loco de…
Justa
Mi papá no sabía qué hacer, porque estaban mi abuelita, mi hermano menores, yo, mi mamá, en una ciudad que no tienes ni siquiera un familiar que te diga «Ven, duerme acá», o «Vamos a hacer algo», pues. No sé cómo pudo cubrir nuestro pasaje, pero no nos ha podido alcanzar para nuestra alimentación del viaje. Me acuerdo que venimos todos de… teníamos una bolsita de canchita, compartiendo eso. Pero antes me acuerdo que estábamos esperando en una esquina (¿dónde habrá sido eso?), estaba esperando en una esquina mi papá para que vaya a sacar pasaje y ahí había una señora que vendía coca en el suelo. Estaba ahí, y ya para entonces nosotros estábamos, ya sabíamos que no teníamos plata, no sé cómo estaría mi papá arreglando nuestro pasajes, y ahí había… un señor se acercó, compró coca, se le cayó de la billetera cincuenta soles, creo que era, un billete, y el señor se fue. Y yo digo, pues, veo eso, y como hablaba quechua tenía miedo, a la vez, de decir «Tu plata», ¿no?, algo. Tampoco yo no podía recogerlo, porque no era mío.
Tamia
Pero tú viste que a él se le cayó.
Justa
Se le cayó, pero el señor se estaba yeeendo…, de pronto una señora veo, bajó su manta, puso encima de la plata, se hacía pasar como que estaría comprando coca, creo que compró coca, y la plata que estaba abajo recogió, se guardó.
Tamia
Y tú viste todo.
Justa
Vi todo, y el señor, veo que el señor se habrá dado cuenta él, más allá, y estaba regresando. Y digo: «Señor, esa señora se lo ha recogido su plata» [risas]. Le tuvo que devolver sus cincuenta soles. Y digo, pues, si yo estaba en extrema pobreza, ni siquiera tenía… ¡me hubiera agarrado!, ¿no?
Tamia
Aunque sea mitad mitad [risas].
Justa
Pero cómo es, ¿no?, los principios que a uno se les ha dado los padres, ¿no? Por eso yo digo «Mi papá nos ha instruido bien, creo», porque todo lo que yo he pasado…
Tamia
Desde el cuchillito ese.
Justa
Ajá, ese fue [risas]. Ese fue que nos marcó de por vida, creo. Y a todos nos han inculcado a ser honrados. Y digo, en el momento más difícil, siquiera hubiera dicho… pero es que no, no, no podía. Mis principios no permitían, ¿no? Así. Y luego digo, pues, «todo lo que hemos pasado».
Tamia
Porque a pesar de todo lo que hemos pasado, a uno le hace sentir bien hacer algo correcto, ¿no? A pesar de las dificultades.
Justa
Claro. Y así pues. Mi abuelita tenía una gallina negra, estaba trayendo para regalar a mi tía.
Tamia
La traía, a su gallina…
Justa
Ajá, la traía, y la pobre tuvo que vender para que… ¿para qué habrá vendido? Seguro para lo que faltaba, ¿no? No sé, creo que le habrán dado diez soles, no sé cuánto en ese tiempo le dieron, una miseria. Y mi abuela decía «Esa gallina ponedora, eso no es su precio», pero le tuvo que dar, por la necesidad.
Tamia
La desesperación. ¿Y su ganado de ustedes? ¿Sus tierras?
Justa
Dejamos todo ahí y tengo entendido que todos los ganados se fueron por acá, por allá… Algunas gentes del pueblo se han comido, dice. También quedó nuestro perro, anduvo llorando un año entero, y luego se había ido a la casa de… Mi tía habrá regresado, qué habrá sido, pero en la calle lo encontró eso… Mi mamá dice lo ha encontrado en la casa de mi tía.
Tamia
Al perro.
Justa
Al perro, y al ver que mi mamá regresó, el perro se regresó con mi mamá, ¿no? pero tengo entendido que el perro anduvo llorando, llorando, casa en casa, iba a la otra casa, iba a la otra casa, buscándonos. En todos los lugares que hemos andado, ahí llorando andaba el perro.
Tamia
Cómo se habrá vuelto loco cuando vio a tu mamá.
Justa
Sí, dice. El perro contento, dice, ha vuelto a la casa con mi mamá.
Tamia
Debe haber movido la cola [risas], como ventilador.
Justa
De tanto tiempo, cómo el animal, ¿no? De un de repente pudiendo quedarse con mi tía, pero volvió.
Tamia
¿Y el chivo?
Justa
El chivo tuvo una historia muy mala [risas].
Tamia
¡Pobre chivo! Bueno, lo pasó bien con ustedes [risas].
Justa
Pasó bien con nosotros, pero eso también fue bien trágico. El chivo se había enamorado [risas], el chivo se había enamorado, se escapaba a otras manadas de ganados, de otras cabras de otras señoras, y mi abuelita, por miedo de que el chivo desaparezca, lo cortó el cuello. Yo lloraba por el chivo: «Noooo, nooo», no hemos podido salvar nuestro chivo [risas].
Tamia
¡Ay, pobre chivito!
Justa
Mi mamá, todo, creo que ha hecho comida, ni siquiera he comido, porque yo tenía odio a mi abuela por haberle matado a nuestro chivo, por el miedo de perder, nada más.
Tamia
Disfrutó de la vida con ustedes [risas].
Justa
No, ¡más bien nosotros! Pobre chivo, haciendo tortura [risas]. Qué iba a ser, él no era de carga, no hemos dejado vivir su vida normal [risas]. Y su delito fue enamorarse, no más [risas].
Tamia
Entonces allá en Huamanga pasó eso, que tú has devuelto la… que le avisaste al señor.
Justa
Sí, le avisé, el señor le pidió su plata, le devolvió, se fue.
Tamia
Le devolvió, sin pelear…
Justa
Sí, la señora vio que yo también estaba viendo, qué le iba a decir. Nada, ¿no? Pero también de repente era su suerte de la señora y yo he malogrado [risas].
Tamia
Pero es lo correcto.
Justa
Lo que es legal, ¿no? Lo que es de él será de él, ¿no?
Tamia
Y de ahí nomás se embarcaron, ¿o se quedaron en Huamanga?
Justa
Sí, de ahí subimos al carro, venimos…
Tamia
¿Y cómo estaba Huamanga? ¿De ahí era que me decías que estaba llena de militares, o en Vilcas?
Justa
En Vilcas. En Huamanga se veía pasar también camiones, así, pero ahora nuestra preocupación estaba en nuestro pasaje, en nuestra plata, ya no estaba pensando en la… Únicamente en nuestra mente estaba escapar del lugar. Como que ya estábamos a otro sitio y nuestra escapatoria era por acá. Así llegamos acá a Lima, mis hermanos andaban de hambre, lloraban. Llegamos a la casa de mi tía, la hermana mayor de mi tía, y nosotros estamos acostumbrados a comer, allá, pues, cualquier rato lo que hay, fruta, mote, cancha, queso, a la mano, ¿no?, pero acá llegamos y no era lo mismo. Tenías que comer medido… Aparte, lo que no es tuyo no puedes tocar, no es… con las mismas ya te vas a servir algo, nada. Esperar que te den, y… Siempre tuve la idea de trabajar. En Vilcas cuando estaba, así con mis hermanitos menores, «quiero trabajar», decía, «quiero trabajar». Porque ya veía que no estábamos en nuestro… tenía que buscar otra opción, ¿no? Justo en Vilcas estando fui todavía a ayudar a una señora que iba a sembrar papa en su chacra, en la altura.
Tamia
¿Esa semanita?
Justa
Esa semanita fue… La señora me dijo «Te voy a regalar papa, ayúdame sembrar». Entonces fui y dije «Me dará papa, pues, ¿no?». Fui a ayudarle, en la chacra trabajamos. Ahí vi que pasó carro hacia mi pueblo y yo quería subirme a ese carro para regresarme a mi pueblo [risas].
Tamia
Te dio la tentación.
Justa
Sí. Y no, pues: volví donde mi mamá, que estaban ahí en Vilcas. Y la señora, también, no me dio la papa, no sé en qué momento pensaría darme papa, después de la cosecha, qué sé yo [risa].
Tamia
No te dio nada.
Justa
No [risas]. Solamente hora de almuerzo me dio mote, no sé, nada más. Eso. Y de ahí de… Cuando llegué acá a Lima, pues, yo estaba en la casa de mi tía. Vivía uno de mis tíos cerca nomás – a unas dos cuadras de la casa de mi tía- el hermano menor de mi mamá. Y estábamos yendo ahí, entonces ahí, pues, con mi hermanito el otro, menor que yo, que había estado acá antes, que había venido con mi hermana acá en Lima…
Tamia
Y tu hermanito vivía con ese tío.
Justa
Ajá.
Tamia
¿Y tu hermana?
Justa
Mi hermana estaba trabajando. Se había puesto a trabajar en casa.
Tamia
En casa.
Justa
Ajá, entonces cuando voy a la casa de mi tío con mi hermanito menor, porque él ya hablaba castellano ya, estaba… Entonces una señora me dice «Ay, niñita, ¿quieres trabajar'», me dice. «Sí, señora, sí», y como me habló en quechua, también (era de provincia), «Sí, señora», le digo, «si quiero trabajar», le digo. Porque veía que mis hermanos estaban de hambre, estábamos así, no teníamos plata, a mi papá no le recibían en ningún trabajo porque todos los de Ayacucho eran «terroristas», de todos dudaban, era un caos. Era al segundo día de mi llegada.
Tamia
¿A dónde llegaron ustedes?
Justa
A la casa de mi tía, acá por La Molina. En La Molina. Está… Matasango se llama el barrio, cerca, atrás de clínica Montefiori está. Eran, eran… No era un lugar nuevo. Eran ya casas construidas… Algunas casas que estaban nuevo. Es como… su barriada de La Molina, era.
Tamia
Ya.
Justa
Entonces ahí estaba. Y en esa cuadra nomás vivía esa señora, la que me dijo «¿quieres trabajar?», entonces yo le digo «Sí, señora, quiero trabajar». Me voy ese día mismo. Entonces le dije a mi mamá y mi mamá tuvo que aceptar, pues, porque… qué podía hacer. Y me fui…
Tamia
Pero ¿era para que vivas con ella?
Justa
Para vivir con ella y trabajar con ella.
Tamia
Mmhhh. Tú tenías doce todavía.
Justa
Doce. El trato y… Me dijo «Te voy a poner a estudiar». Yo digo «Ah, está bien, me va a poner a estudiar». Entonces dije «voy…».
Tamia
¿No te iba a pagar?
Justa
Me iba a pagar, supuestamente, pero ¡qué me habrá dado! Me habrá dado propinas, que a mí no me alcanzó para nada. Entonces cuando fui, empecé trabajar ahí… Me enseñó un poco lavar platos, trapear el piso… De ahí me llevó a Jirón de la Unión, allá vendía caramelos, vendía maní; entonces me enseñó a preparar maní. De ahí así empecé a trabajar.
Tamia
A trabajar con ella también vendiendo dulces.
Justa
Ajá. Era que yo me levantaba a las seis de la mañana a lavar platos, a limpiar la casa, después a las nueve me estaba yendo a Jirón de la Unión a vender ese su maní, su caramelos… Tenía un puesto ella en esta callecita. me he olvidado su nombre… en Jirón de la Unión cuadra diez [risa]. En esa esquina. Siempre, a veces paso, todavía. La vez pasada pasé por ahí, «uh, toda mi infancia quedó por acá también», digo [risa].
Tamia
Y ya no está ese puestito ya.
Justa
Ahí tenía. Ya no ya, porque era en la calle.
Tamia
Ah, era ambulante.
Justa
Ajá. Entonces cuando me levantaba a esa hora… y yo me moría de hambre, y también eso era una tortura, porque…
Tamia
¿No te daba de comer?
Justa
No. Ella… Tomaba desayuno en la mañana, uno que otro que me daba desayuno, pero como uno tiene hambre, como todo niño, se antojaba todo. Ella llegaba a las tres de la tarde trayendo almuerzo; pero eso no era almuerzo, pues. Ya de hambre todo el día… Todas las mercaderías que mandaba, mandaba contadito nomás; si faltaba algo me decía «Ya te voy a descontar, oye…». Qué me iba a dar. Creo que también aprovechaba, porque yo era una niña que qué podía reclamar, ¿no? Así transcurrió ahí todo ese tiempo.
Tamia
¿Y no pensabas en volver?
Justa
¿A mi pueblo?
Tamia
No, donde tu mamá, donde tu tío.
Justa
¿Qué haría volviendo? Porque mis hermanos estaban de hambre, no tenía ni dónde dormir, era un caos.
Tamia
Sentías que iba a ser difícil también.
Justa
Era difícil. Uno es que… también quería estar con mi mamá [llanto], no quería separarme.
Tamia
Claro, claro.
Justa
Pero también la necesidad [llanto].
Tamia
Qué bárbaro para ser tan niña y tener tanto sentido de la responsabilidad.
Justa
Sí (llanto/risa), pero… [llanto]. Así es.
Tamia
Sí, eso es algo… A pesar de todas las dificultades, como uno puede tener ese sentido, esa sensibilidad, ¿no?
Justa
Sí, era duro. Y me acuerdo que mi papá estaba trabajando, de la casa donde estaba yo, al costado, en una casa estaba ayudando a construir, creo del familiar de mi trabajo, y veía que me… como mis hermanos lloraban de hambre, me acuerdo que la señora una vez me dio dos panes, y un pan le llevé a mi papá… [llanto]. Porque nosotros no vivíamos eso en mi pueblo; teníamos todo. Qué iba a estar andando… ¡como mendigo, estábamos!
Tamia
Demasiado, demasiado difícil, demasiado.
Justa
Y luego… en ese trabajo estaba un tiempo, y la señora me puso al colegio pero no podía ni estudiar, ¿no?, porque todo lo que me tocó vivir pasaba como película en mi mente. Empecé tener otro tipo de sentimientos, que me sentía sucia, me sentía que no valía para nada, porque «¿por qué me tocó vivir eso?», uno pregunta, ¿no? Ve otros niños ir al colegio con su lonchera, con su papá, feliz, y de pronto mi vida era otra cosa, ¿no? Yo era feliz en mi sitio, mis padres me podían mandar a estudiar, no nos faltaba comida, no teníamos que preocuparnos de esas… Siempre estaba dispuesto, mi papá siempre fue bueno, porque a pesar que éramos varios, él trabajó en la chacra, se dedicó a la música, hacía puertas para solventar la economía que nos faltaba, estaba en eso.
Tamia
Todas las posibilidades, ¿no? Todo lo que él pudo hacer lo hizo, ¿no? Solo que acá ya era demasiado difícil.
Justa
Demasiado difícil. Porque no teníamos ni casa donde vivir todos juntos, como una familia. Pero mi padre no sufre, decía «Algún día se va a mejorar» y a pesar de que hemos perdido en el pueblo todo, en ese tiempo de todo dejamos, ha habido un momento que… parece que han denunciado la matanza que hubo, al Congreso de la República, algunas personas mayores que estaban acá en Lima, los familiares, entonces él ha estado… Como también la mayoría habían escapado, estaban en el local de Accomarca. acá por Ate-Vitarte, toda esa gente, para mantener, para alimentar a los niños…, era difícil. Porque había los paisanos que apoyaban, pero no era suficiente, ¿no? Entonces habían pedido al Estado, ayuda. Creo que después de un año, creo, para volver todos a su pueblo y hacer un base militar, que todos van a vivir vigilado, que ya no van a haber matanza, no va a haber… con todas esas promesas.
Tamia
Pero qué bárbaro, ¿no? Porque querer regresar a pesar de lo que se vivió, ¿no? Tan difícil era acá también.
Justa
Acá era difícil porque no teníamos ni casa, entonces mi mamá se había inscrito para volver ahí. Mi mamá me dice «Vamos a volver» [llanto], no quería volver…
Tamia
¿Tú no querías? No querías.
Justa
[Llorando] Quería volver con ellos, pero a la vez no quería, por lo que había vivido. Porque otra vez volver a que me pase lo que me pasó… Mi mamá, mis hermanas… Dije «No quiero», ¡pero tampoco quería dejar que se vaya mi mamá!
Tamia
Mmmh, ¡es que eras una niñita!
Justa
[Llorando] Sí.
Tamia
Sí. No te correspondía todo eso, ¿no?
Justa
Sí. Y todavía dije… luego, no sé… Estaba entre la espada y la pared, ay. [Llorando] Quería irme con mi mamá, con mis hermanos, pero no quería ir, de lo que me había pasado.
Tamia
Y tampoco les…
Justa
Yo le dije a mi mamá «No hay que volver», pero ella dijo «No, tus hermanos están de hambre, qué vamos a hacer acá, tu papá no consigue trabajo, no alcanza». Y le dije «Me voy a quedar». [Llorando] Me quedé, con el dolor de mi corazón. Mi papá todavía se quedó acá en Lima y creo que de medio año que volvieron, volvió mi mamá. Mi papá trabajó acá en Lima como sea, y después me dijo «Voy a volver al pueblo». Habrá juntado su plata, ¿no?, y dijo «Voy a volver al pueblo, dice que ha cambiado ya, se ha modificado, no hay ya mucha matanza, nada, hay militares que supuestamente están cuidando». Y me dice «Estoy llevando algo de plata, allá voy a abrir un negocio y tu mamá va a trabajar ahí, y yo normal voy a trabajar en la chacra, y ustedes van a volver otra vez a estudiar». Entonces dijo «Voy a hacer todo eso y voy a mandar carta para que vuelvan ustedes, pero voy a ver cómo está». Mi papá vuelve. Y yo dije, pues, ¿no?… con esa esperanza de volver, porque ya se supone que algo se va a arreglar y vamos toda la familia otra vez a vivir juntas, como siempre, con mis hermanos… La cosa es que eso no pasó. Mi papá había abierto el negocio en el pueblo, en nuestra casa y a la vez de la base militar a mi papá le había… como era carpintero también, del base militar que habían hecho le habían mandado hacer puertas, ventanas, también había algunas… le habían mandado hacer sus tejas, techado, todo eso. Y mi papá había estado apoyando, pues, ¿no? Después de un tiempo, yo, con la esperanza de volver con mis hermanos ahí, tratando de sobrevivir con la señora, estoy ahí; pero luego me entero que a mi papá le había llevado preso [llanto], y eso otra vez no podía vivir. Todo lo que habían hecho a la gente en el pueblo por mi mente pasaba: «Mi papá no vive, ya estará muerto, por qué llevan preso». Y mi papá estaba preso un año. Pasó un año, esperando. Y no teníamos esperanza que mi papá hubiera sobrevivido a eso, ¿no? A mi papá supuestamente le habían… Después de haber hecho, ayudado, todo ese base militar, una vez dice le habían llamado los militares a la base, entonces mi papá fue, porque dijo «de repente para hacer otras cosas ahí, el trabajo», pero le había dicho «Te hemos llamado porque estás buscado por la justicia», que supuestamente, dice, mi papá en un pueblo pero desconocido, que él había bombardeado un puesto policial. ¡Y cómo, mi papá, en qué momento, si mi papá estaba acá y…!
Tamia
…y siempre trabajando, siempre haciendo sus cosas para ustedes.
Justa
Ajá, entonces, «mi papá», decía, «en qué momento», si nada, ¿no? Y nosotros, pues otra vez. Y toda esa esperanza se fue, como se dice, al diablo. De aquí no, porque ya esta vez sí es una pérdida, porque papá no está. Y quién sabe lo han matado. Mi mamá dejando a mis otros hermanos en el pueblo se ha venido hasta Huamanga.
Tamia
A ver dónde estaba tu papá.
Justa
A buscar a mi papá. Me dice ahí le han traído, en base militar de Vilcas lo han torturado, después han traído a Cangallo, ahí lo han torturado, no les han dado de comer y algunos… Había en ese tiempo algunas monjitas que habían, habían… le llevaba comida y le daban una sola vez al día o a veces ni comían, estaban de hambre. Las personas que habían llevado dice les pegaba, les torturaba. A mi papá le habían colgado de los pies, le ha pisoteado, le han hecho de todo, diciendo «¡Habla terrorista, habla! ¡Cuántos has matado!». Mi papá decía «¡Pero yo no he matado a nadie, no he matado a nadie!». «¡Pero ahí está en la lista tu nombre, está en la lista tu nombre, en la lista de los terroristas!». Entonces, y mi papá ¡cómo, pues, va a estar en la lista! Y me acuerdo que una vez dijeron que los terroristas se cambiaban nombre, entonces yo digo, pues, y mi papá si nunca ha ido ni siquiera, ni sabemos quiénes son… Entonces yo pienso, como él siempre ha ido varios pueblos, como músico, sabrían su nombre, ¿no?, de él. Entonces alguien habrá dicho, se habrá puesto el nombre de él, qué se yo. Aparte en ese tiempo no figuraba en la Reniec, tenía su DNI, había otros nombres iguales.
Tamia
O tal vez alguien bajo tortura, como le hicieron a tu papá, también pudo haber dicho su nombre, ¿no?
Justa
Qué será… Entonces eso, todo ese tiempo (suspiro), perdimos la esperanza en volver con mi papá. Mi papá ha estado un año preso, y mi mamá con mis dos hermanitos menores iba a Huamanga, así lavar la ropas, así, para poder llevar comida a mi papá. Lavaba ropa, con mis hermanos menores, uno cargado, y el… otros dos se habían quedado en el pueblo. También ahí lo que se quedó en el pueblo, la tienda, todo eso, los militares de base militar habían entrado cada vez que querían, entraban, saqueaban lo que había, todo se había llevado.
Tamia
Estando chiquitos tus dos hermanos.
Justa
Mis hermanos menores, sí. Igual, qué podían decir ellos, si con arma, bajo amenaza han saqueado la tienda. Y quedamos sin nada. Mi papá estaba un año. Y por suerte lo soltaron, porque mi mamá tanto ir, dice, había entrado a Corte Superior a hablar con el jefe máximo, contar lo que había pasado… Había estado pagando un abogado mi mamá, pero ese abogado también lo único que hizo es engañar y robar la platita que ella juntaba, porque el abogado ni siquiera había movilizado ni un documento. En ese tiempo los abogados dice que también eran amenazados, que no podían defender a las personas que eran acusadas de terrorista. Entonces ese abogado también aprovechó la situación, lo único que… pedía plata por las puras, y mi madre… nada, pues…
Tamia
No tenía otra opción.
Justa
No, pensando que iba a sacar, pero nada. Pero cuando entró a la Corte Superior le ha contado todo, dice mi mamá «Mis hijos están abandonados por acá por allá, mi esposo es inocente, quiero saber cuándo va a haber audiencia», así. Y cuando ve, mi papá, cuando el juez… quién será… , el encargado del esto había revisado su documento de mi papá, ¡todo estaba archivado! ¡Nada había movilizado nada! Y tampoco no le habían investigado. Nada. Cero. De ahí lo han soltado, porque no había pruebas, que él ha sido terrorista.
Tamia
O sea que un año ahí…
Justa
Un año torturado, y los hijos abandonado, mi madre sufriendo, trabajando, manteniendo un abogado ratero. De ahí mi padre sale, se dedicó al alcohol…
Tamia
¿Y tú estabas en Lima?
Justa
Yo seguía en Lima.
Tamia
Te enteraste de todo eso estando acá.
Justa
Sí, me enteré después de tiempo ya, porque también cuando mi papá salió de la prisión, «¡Uy, mi papá está vivo, vamos a volver!», siempre esa esperanza de volver a vivir como… Mi papá salió, se dedicó al alcoholismo, tomaba, andaba borracho, cambió total. Y eso para nosotros fue otra depresión total. Cómo si nosotros teníamos esperanza de volver con papá, pero papá ahora está libre pero no nos quiere. No… ¿dónde está esa promesa que íbamos a volver con él?
Tamia
¿Y ahora qué piensas?
Justa
Después de terapia me doy cuenta de todo, porque pienso que mi papá se habrá sentido… le habrán dañado psicológicamente, porque él perdió primero… dejó el pueblo, perdió sus ganados, sus hijos están por acá por allá, y también para llevarnos de vuelta donde hay militares que están reprimiendo a la gente… ha habido chicas que han tenido hijos de militares. ¿Ya para qué ya nos iba a llevar?
Tamia
Demasiada, demasiada presión. ¿Y tú crees…? Es una pregunta un poco difícil hacértela. ¿Pero tú crees que tu papá, tu mamá, sin haber conversado sobre o que a ti te pasó… piensen que algo te puede haber pasado, o no has pensado en eso?
Justa
No, ellos no sabían, pero después que tuve terapia, después de años, años de lo que me pasó, yo pude habar. Eso hablé cuando, esté… cuando en Registro único de Víctimas fuimos a registrar a mi tío, de lo que habían matado a mi tío. Yo siempre he estado pendiente de mis papás, ¿no?, le digo a mi mamá le acompaño, pues, ¿no?, en eso mi mamá cuenta cómo fue y donde murió. A mi mamá le puso mal contar todo eso porque el tío de mi mamá era como su padre, mi mamá también perdió a su padre siendo una niña, su hermano mayor le apoyaba, también era bueno con nosotros, porque cuando venía acá a Lima también nos traía cuadernos.
Tamia
Un abuelo.
Justa
Ajá. Pero el día que fuimos a registrar, mi mamá se puso mal, llorando, se deprimió no quería comer, y al registrar, en qué habrá fallado la señorita del registro único de víctimas, me llamó, me dijo que mi mamá que vuelva a declarar, que ha habido un error, creo que de numeración de documento, no sé. Que vaya. Y a mi mamá le dije que vuelta vamos, que ha fallado la señorita en algún documento. Y mi mamá ya no quería ir. Y le dije a la señorita llamando: señorita, ¿yo puedo ir a declarar?, porque mi mamá ya no se siente… se siente mal, le digo. Entonces ahí le vuelvo a declarar cómo fueron las cosas, todo. Entonces creo que ahí fue la primera vez que hablo del tema, porque le cuento todo lo que pasó, pero menos lo que me pasó a mí. Entonces me dice: ¿y tú dónde estabas ahí, cómo escapaste?
En ese momento creo que… no tanto para inscribirme tanto, mnnn, es que en ese momento era la persona indicada yo escapé por ese motivo. Yo tenía miedo de ir porque yo había sufrido esto. Era la persona indicada. Me abrazó, me dijo, tú no tienes ninguna culpa, tienes que ir al psicólogo, por la gravedad de los hechos, porque yo estaba llorando como una niña, un mar de lágrimas. Hasta ahora es chocante, a pesar de haber estado en terapia. Pero ahora sí puedo contar, no me siento culpable, porque sé que me dañaron, no soy yo, son ellos, ¿no? De ahí me dice la señorita: si quieres te inscribo en el Registro único de víctimas. Bueno, me ha inscrito, de ahí voy a terapia. Tampoco no quería ir todavía.
Pero había un problema, que a raíz de ese trauma he tenido todo tipo de anomalías, porque yo era muy insistente de que quería ser limpia, me sentía sucia. En la casa de la señora donde trabajaba, me bañaba constantemente, me bañaba hasta que me había conseguido una piedra para rascarme los pies, era como si yo sentía sucia, que no valía para nada, que yo era negra, que no sé qué, todo tipo de sentimiento, ¿no? Aparte también había… un simple hecho de algo te duele, ¿no? Uno era porque yo estaba dañada, y otro era porque cuando yo estaba trabajando con la señora había un joven que vendía periódico en la esquina, y yo siempre: joven buenos días, joven buenas tardes. Pero ese joven siempre me decía: “hola chola, hola Túpac Amaru, hola Manco Cápac”. Y yo le pasaba en alto, pero a la vez me sentía mal, porque yo no soy Manco Cápac. Y yo le decía a la señora “tía, me dice que soy chola, soy negra y que soy Manco Cápac”, y mi tía decía, mi supuesta tía, decía: “no, ¿pero por qué?, si es nombre de héroes”, me decía. No me decía: “qué le pasa, por qué”, nada. Y todo eso decía. Y yo decía: ¿no valdré tanto, soy diferente? ¿Soy sucia, soy negra?, y más aun lo que he sido ultrajada. Y la señora me decía: “por qué tienes que bañarte constante?, ¿por qué tienes que lavar tu ropa a cada rato?!”. Era… no era una niña normal. Porque yo lavaba mi ropa, me ponía y vuelta lo lavaba, mojada, me ponía la ropa mojada con tal de estar limpia. Y no era que estaba sucio, era que yo me sentía sucia por el daño que me han ocasionado.
Tamia
Mnnn.
Justa
Así era. Y recuerdo que siempre me lavaba la mano, la señora de mi trabajo renegaba, renegaba de cualquier cosa. Y yo era una niña que me sentía mal. Recuerdo que una vez me sentí violenta, creo [risa], algunos táperes que había llevado comida, había sobrado comida, quería comer… traía pollo con pellejo, grasa y me exigía comer todo: “come todo, come todo”, y no me gustaba comer grasa, asco me daba, a pesar de que tenía hambre, grasa no me gusta. Entonces todo esas sobras de sopa había… había una bolsa, en esos tiempos había bolsa de pan creo, y había vaciado toda esa comida: “¡no has comido nada!, ¡anda a botar a la basura todo eso!”. Y para ir a botar la basura me tenía que pasar por dónde estaba ese joven, porque había un tacho de basura en la siguiente cuadra. Ese día estaba pasando en la mañana, no sé… estaba pasando ahí estaba el joven vendiendo periódico, había señores bien al terno, con sus abrigos, algunos con sus maletines, leyendo periódico. Entonces era tanta mi ira que mi supuesta tía me dice: “¡bota eso!, ¡rápido!”. Y como siempre, nosotros en la sierra estamos criados para saludar a quién sea, porque todos nos conocemos, buenos días tío, buenas días tía, le digo al joven: “buenos días”, y el joven renegando me dice: “Ay, hola Túpac Amaru”, no me responde bien pues, entonces con esa bolsa que llevaba a mi espalda, que la señora me había estado regañando, no sé cómo le agarré y le tiré al joven: “¡no me llames Túpac Amaru!”
[risas]
Tamia
Bien hecho… [risa]
Justa
La bolsa se había mojado y toda la comida se había pegoteado en su cara, se había pegado al periódicos [risas]. Y los señores que estaban viendo el periódico la basura se ha quedado ahí en su lado.
Tamia
Todos aprendieron que no se debe molestar a una chica en la calle.
Justa
Entonces recogí esa basura, la bolsa rota, y le dije: “Disculpa joven, no fue mi intención” y me fui.
Tamia
Fue sin querer queriendo…
Justa
Supongo que habrá sido el hazme reír ahí también, porque supongo que esos señores le habrán dicho también: ¿por qué le ofendes? Te está saludando. Desde ese día nunca más me ha vuelto a decir Túpac Amaru [risas].
Tamia
Necesitaba su “estate quieto”. [risas]
Justa
Me respondía con respeto [risueña].
– Encarcelamiento y liberación de su padre
– La muerte de uno de sus hermanos menores – Secuelas de la violencia en su familia en Accomarca – Violencia sexual en Accomarca por los militares – Explotación infantil – Adolescencia y juventud – Fuga del lugar de explotación laboral infantil – Matanza de Barrios Altos – Primera experiencia como trabajadora doméstica – Primera pareja – Primera pareja: psicológica – Primer embarazo, complicaciones en el parto e inicio de su maternidad – Maternidad, paternidad – Trabajo informal ambulante – Primera pareja: violencia física – Terreno propio – Segunda pareja – Estudios de cosmetología – Separación de la primera pareja – Volver a Accomarca (90’s) – Violencia sexual por base militar en Accomarca – Reencuentro con su prima – Segunda pareja: Violencia psicológica y física – Robo de su negocio – Golpe de suerte: ganar un sorteo – Primera pareja: le quita a su hija |
Tamia
Mira, justo la vez pasada nos habíamos quedado en que estabas en Lima, en que tu papá había sido detenido hace como un año y que había salido, pero que había salido como con depresión, ¿no?
Justa
Sí. Él ha salido después de un año, mi mamá lo sacó de la prisión por suerte, así como también dar con la persona indicada que era responsable, creo que era el juez o el superior. Ella se ha acercado y ha hecho presente que mi papá estaba preso injustamente, ¿no? Bueno, mi papá ha salido de la prisión, pero no, ya no nos buscó, fue a vivir a nuestra casa, la casa todo abandonado quedó, porque mi mamá cuando se vino a Ayacucho desde Accomarca, dejaron a otros mis hermanos en la casa, y en esa casa, una casa. Mi papá cuando volvió había armado negocio eso, de una tiendita, pero la casa también estaba cerca a la base militar, y de la base militar venían a saquear la casa, la tienda
Justa
Entonces cuando vuelve mi mamá en la casa no había nada de víveres, nada. Otra pelea más. Mis hermanos ya se habían venido acá a Lima porque también habían amenazas de la base militar. Como ellos vivían en la casa, venían a violentar la casa, a llevarse los víveres, entonces ellos se habían venido. Mi mamá cuando regresa no encuentra nada. Mi hermano mayor que era, todos de hambre, mi mamá decía que tenía que pastear ganados para otras personas con tal de que le den un poco de cereales para sobrevivir en el mismo pueblo. De la casa ya no había nada. Y mi papá también después de salir de la prisión, saber dios qué tipo de torturas habrá recibido. Ahora yo pienso también, los hijos por todo lado, y todo el lugar fraccionado, ahí.
Tamia
¿Y tú papá todavía vive?
Justa
Sí vive en…
Tamia
¿Tu mami también?
Justa
Mi mamá también vive…
Tamia
¿Ellos están allá?
Justa
Ellos están allá. Entonces mi papá ahí se dedica al alcoholismo, y ya no nos buscó nada. Y ya no nos dijo «vuelvan», las promesas que nos ha hecho, ya no. Y a parte había base militar, y todo eso. Seguro con el mismo atropello que había ahí, no… [sonido externo] Ya no se animaba ya a rejuntar a los hijos no. Porque estábamos lejos, pero al menos estábamos a salvo de esa tortura, de repente si volvía nos mataba, el miedo a que nos matara, qué no sé. En la base militar de Accomarca hay un montón de personas que les han traído desde los otros pueblitos también, habían matado, habían torturado. Entonces, y del base militar mismo también los que venían a los jóvenes, a las señoritas que eran del pueblo, los llevaba y los violaba, hay muchos
Tamia
¿O sea siguió todo eso?
Justa
Siguió eso, eso no ha habido, no llegó una pacificación, ni protección nada. Entonces al ver mi papá ya no nos buscó pues
Tamia
¿Y tú papá, y la música de tú papá?
Justa
Él aún seguía con la música, normal iba a algunos lados tocaba, pero ya prácticamente a los hijos no nos ha buscado
Tamia
¿Se quedó tu hermano menor allá?
Justa
Mi hermano, mis 2 hermanos se vinieron acá. Mi papá se quedó con mi hermana menor y mi otro, eran mis hermanos, mi hermano. Eran 2 menores, uno que era bebito y el otro ya caminaba. Y en el transcurso de ese sufrimiento mi hermanito había comido veneno
Tamia
¿Cuál, el bebé?
Justa
No…
Tamia
¿El más grandecito el que caminaba?
Justa
Tendría 3 años o 4 años creo. Mi mamá no se había dado cuenta tampoco porque se había ido a pastear cabra, cuando regresa ya le había encontrado convulsionado botando espuma por la boca
Tamia
¿Y ha fallecido tu hermanito?
Justa
Ha fallecido mi hermano. Entonces, todo eso, a mi papá pues que, prácticamente se enloqueció, se dedicó al alcoholismo, ya no nos buscó a los hijos, nada ya. Sabíamos que mi papá estaba libre pero no nos buscaba, y otro recién…que piense en nosotros, como mi otro hermano, mi hermana decían «¿pero papá por qué, nos ha prometido y ahora no nos recoge, no nos lleva de vuelta a casa, cómo es que ahora se dedicó al alcohol?»
Tamia
¿Y ustedes como estaban en Lima, se veían ustedes entre hermanos?
Justa
Mi hermano mayor venía de vez en cuando. La mayor donde trabajaba donde la señora y tampoco no podíamos estar mucho tiempo pues, porque era un domingo, igual yo tenía que hacer el trabajo
Tamia
¿De la señora?
Justa
De la señora, domingo a veces me mandaba a llevar almuerzo a su esposo. Trabajaba también en el jirón de la Unión su esposo en una cochera. Yo le llevaba el almuerzo señor, me mandaban con hora, me decían «tal hora estás saliendo, tal hora vas a llegar y tal hora vas a estar acá», me cuidaba.
Tamia
¿O sea no tenías entre que cuidar, era como controlar, ¿no?
Justa
Controlar porque, una vez me acuerdo que me había pasado como toda niña, me habré quedado, justo esa vez me dijo «vamos a ir a una fiesta», tenía que, tenía creo algunas propinitas que me había guardado y me dice «vamos a ir a una fiesta»
Tamia
¿Quién te dice, la señora o tu hermano?
Justa
La señora y su hija. Tenía su hija ya señorita, años
Tamia
¿Más o menos de tu edad, tú eras más chica?
Justa
Yo tenía 13… por allá
Tamia
13… Menor que ella
Justa
Entonces, «vamos a ir a una fiesta», me parece que venía grupo G, hombres G, no sé qué, algo de eso. Entonces yo digo como toda niña «uy sí, por qué no voy yo» también me estaba empezando a gustar las músicas rock y todo eso, ya me estaba olvidando lo que es huaynito y todo. Como que también un rechazo total de lo que he vivido, como que ya no quieres recordar más. Entonces yo dije «bueno, voy a ir.» «Pero sí, primero vas a llevar almuerzo, luego vas a regresar, ya tengo las entradas», ni siquiera me han hecho ver las entradas. No sé, justo ese día me había quedado dormida, fue llevando el almuerzo, fue por, para la carretera central se tomaba el carro, la línea 92… Y como no venía tomé otro carro, que también pasaba por Plaza San Martín, aquella vez el carro este 35, que era Covida, Condevilla. Tomé ese carro y me había quedado dormida, me había pasado porque tenía que bajarme en Plaza San Martín, no sé dónde me despierto ese Condevilla, Condevilla me despierto con el taper con la bolsa en la mano, digo «¿Plaza San Martín?», «no, niña, ya hemos pasado ya», y tenía mi pasaje de regreso, con eso regreso, tomo otro carro, regreso y llego tarde llevando almuerzo. Y nada, fue, llegué fuera de la hora, regresé fuera de la hora, y me dijo «¿por qué no has venido a la hora? ya hemos perdido la entrada», no hemos huido a la fiesta. «Perdiste tu plata», me dijo.
Tamia
¿Pero que fue, como un castigo, por qué era tan tarde?
Justa
Dijo que ya era tarde, que no podíamos ir porque ya. Creo que fue mentira porque ni siquiera he visto boleto
Tamia
¿Y tú misma habías pagado tu entrada?
Justa
No, yo le había dado plata a ella que tenía
Tamia
Claro, ¿pero era tu dinero?
Justa
Claro era mi dinero porque
Tamia
No te estaba invitando
Justa
No. Porque yo los domingos a veces, a veces los domingos iba también a ayudar a su hermano a este…tenía su negocio en este Tacora, donde hay un montón de delincuentes. Entonces ahí iba yo con su prima de la señora, porque también era una chica como mayor había sido, años creo, con ella más iba a ayudar a su hermano. Su hermano vendía bicicletas viejas, pintaba, lijaba. Entonces como no tenía plata, decía «yo no necesito a alguien que me ayude a lijar las bicicletas», me dice», «tío, yo puedo ir», ya después del almuerzo me iba a ayudar, a veces. Pero eso bajo acuerdo con su hermano.
Tamia
¿O sea era como tú día libre?
Justa
Ajá, pero no era libre
Tamia
O sea todos los días trabajando
Justa
Sí, ajá claro. Entonces me iba ahí y entonces, bueno, iba con su prima, se llama Sara. Con ella íbamos. Como Sara ya era un poquito mayor, también estaba en eso de adolescencia y todo, queríamos vestirnos bonito, viendo a las señoritas, queriendo crecer rápido. Entonces ahí lo ayudaba a su hermano, a veces me daba propina. Bueno sí me daba algo de propina, con eso me compraba algunas cositas, algunas ropitas. Me acuerdo que una vez quedamos para ir con su prima, con Sara, para ir al cine. «Vamos al cine, pero no nos deja porque somos menor de edad», entonces como vendían ropas, ahí traían ropas robadas y su tío nos compró algunas ropas, el tío que digo, yo le decía tío, su hermano. Entonces había unos zapatos, tacones también nos hemos puesto, nos hemos hecho un moño hasta por acá creo, para ir al cine.
Tamia
A sus 13 años
Justa
Sí. Pero teníamos que lijar las bicicletas primero. Nosotras hemos dejado de lijar, hemos lijado unas cuántas no más apuradas porque teníamos que ir al cine
Tamia
Tenían ganas de ir al cine
Justa
[risas] teníamos ganas de ir al cine. [sonido externo] Al final su hermano no sé a dónde se habrá ido, pero la cosa que hemos hecho todo eso, luego ya estamos esperando que regrese y tenía un cajón, y en ese cajón abrimos y había un montón de cosméticos, había esmaltes, nosotras nos hemos pintado las uñas. Cuando viene el tío, dice «¿ya han pintado, han limpiado todo, han lijado?», «sí tío», todos, las 2 estábamos así. «¿bien han lijado?», «sí, hemos lijado hasta abajo», como sería de sospechoso que estábamos en ese plan que «¿quién ha hecho? a ver sus manos», nos revisó, nos lijó las uñas. [risas]. Pero igual nos pagó nuestra propina y fuimos al cine. Del cine también hemos sido botadas porque no hemos logrado ingresar
Tamia
¿Por qué?
Justa
Porque éramos menor de edad
Tamia
Ah, era para mayores
Justa
Era para mayores
Tamia
¿Qué habrán ido a ver estas chicas?
Justa
Y así a lo largo de esos tiempos estaba en ese… [nse] Luego cuando fui al colegio, me mandó al colegio, pero no tenía tiempo para estudiar, porque me levantaba a las de la mañana a hacer todo lo que tengo que hace, ahí en la casa a limpiar todo, luego ir a vender, de ahí todo el día de hambre todo. Y me acuerdo que en el lugar donde trabajaba su esposo de la señora había un señor viejito, el señor Manuel, y siempre iba ahí a pedirle agua, necesitábamos agua para lavarnos las manos así, del negocio que estaba a una cuadra, en la cuadra 10 del jirón de la Unión estábamos
Tamia
Te acuerdas clarito
Justa
Cerca de plaza San Martín, frente a los bomberos era la cochera [risas]
Tamia
¿Has pasado por ahí?
Justa
Ahí toda la vida he vivido [risas]
Tamia
[risas]
Justa
Entonces yo me iba a la cochera siempre a pedir agua, diario iba a pedir agua. El señor Manuel era un viejito bueno, cuando iba, como tenía servicios higiénicos, o sea alquilaban, por ejemplo, a la gente que vendía golosinas le decía «préstame su baño» y le regalaban caramelos, galletas. El señor Manuel tenía un tazón grande y ahí recolectaba sus golosinas [risas]
Tamia
Que le iban donando, por el baño
Justa
Sí. Y yo cuando le he ido le decía «señor Manuel, buenas tardes, por favor, ¿me puede regalar un botellón de agua?» y al saludar yo justo miraba su tazoncito de golosinas [risas]
Tamia
[risas]
Justa
Entonces de pena creo que el señor Manuel agarraba un puñado y ya “toma hijita, ya anda recoge», y así. Tenía también 2 sobrinas del señor Manuel que venían siempre, le daba propinas a su sobrina. Su hija mayor, señorita se vestían todo metaleras, con los aretes, pero ella tenía más privilegio de entrar ahí. Porque había un cuarto aparte, entraban, se cambiaban, creo que también iban a la fiesta, no sé a qué iban, entonces así.
Tamia
Ya
Justa
Entonces así. Entonces el señor Manuel también de vez en cuando me daba propina, creo que era de pena, con al verme, seguro diciendo, «gracias señor Manuel, qué amable, todo». Y así. Para ir al colegio también hacía mis tareas.
Tamia
¿A qué hora ibas al colegio, en la noche?
Justa
De noche. Entraba a las 7, pero ya llegaba a las 7 y media, a las 8, porque la señora cuando llegaba, venía trayendo almuerzo a las 4, todavía me mandaba a sacar la otra carretilla para ir a vender en la otra cuadra.
Tamia
¿Y la señora qué hacía?
Justa
Ella en su casa.
Tamia
¿No hacía nada?
Justa
Me parece que se pasaba durmiendo, no sé qué le pasaba, pero, qué haría porque hasta me enseñaba a mentir, a veces me mandaba tarde ya su desayuno a la pasada que yo iba a ver el puestito, y me decía «llévate desayuno a tu tío», me decía, y yo llevaba, «le dices: que mi tía está lavando ropa», decía. ¿Lavando ropa? ella no lavaba [risas].
Tamia
¿Tú lavabas?
Justa
Yo lavaba
Tamia
Asu madre
Justa
Entonces yo a veces llegaba con esa mentira, decía «pero ella no está lavando», entre mi decía, pero yo tenía que decir eso porque ella me mandaba a decir eso. Entonces creo que ellos también tenían discusiones porque el señor, su esposo le dice «seguro que…», ellos tendrían un acuerdo que tenía que traer almuerzo, pero siempre llegaba tarde trayendo almuerzo. Ella ya no llegaba a su, a la cochera, sino llegaba directo al puesto y me decía «llévale esto a tu tío», y yo iba llevando almuerzo ahí del puesto a las de la tarde. A esa hora imagínese que almorzaba. El almuerzo también creo, a mí y a su esposo nos torturaba de hambre [risas]
Tamia
Sí pues
Justa
Y así pues
Tamia
¿Y tú almorzabas en qué momento?
Justa
Ya después de llevar su almuerzo, después de sacar la carreta, a las 5 o a las 6 ya creo almorzaba
Tamia
Asu
Justa
Tarde. Entonces. Y todo, todo, ella quería que coma todo, todo, que no deje nada. Me acuerdo que me había traído creo que pierna de pollo y yo le había sacado el pellejo, «come todo, come todo», me insistía, yo tenía asco de comer, porque ya no quería, ni el apetito ya tenía esa hora, porque ya se me pasaría también, así. Y de ahí ya me iba a estudiar, a pesar de eso me daba tiempito para repasar mis cuadernos. A veces yo llegaba cuando estaban dando examen y aparte me hacía sentar la profesora porque ya los alumnos están dando examen. Y así que me sentaba aparte, rendía más o menos el examen, porque terminaba mi examen y entregaba, y algunos estaban sentados todavía, y así. Y luego decía «¿me da permiso por favor?», me daba la profesora. Y me iba a tomar cafecito en el cafetín con la propina que me había dado el señor Manuel, porque no tenía plata.
Tamia
¿O sea el señor Manuel era…?
Justa
Era su compañero de trabajo de su esposo de la señora, ahí en la cochera
Tamia
¿Pero era un señor buena gente dentro de todo?
Justa
Sí, era buena gente el señor, en ese tiempo tendría 60 por ahí el señor. Siempre cada vez que hacemos marcha o evento yo digo, quisiera, pero ya no está el señor Manuel, otra gente ahora hay, qué habrá sido de él.
Tamia
¿Ya tenía 60 en esas épocas?
Justa
En ese tiempo. Ahora tendría…ya no creo que viva el señor Manuel, pero ha sido bueno.
Tamia
Ya entonces, este, pero, ¿tú tenías contacto, ese te pregunté hace un rato, si tú tenías contacto con tus hermanos?
Justa
Sí, con mi hermana más, la mayor, pero no era lo mismo porque como que estaba en poder de la señora y no podía un poco que esté independiente. Venía un rato, ella se iba. Algunas veces también mi hermana también me dijo para ir a trabajar a otro sitio.
Tamia
¿Y tú le comentabas cómo te sentías?
Justa
No. No podía ni siquiera hablarle de eso porque, como que creo, ella era la única que podía entenderme, como también nos recibió que estábamos en un estado que no teníamos a dónde ir a dormir, o vivir; a pesar de que mi tía vivía ahí a una cuadra no más, pero, eso y miedo. Porque ella me decía «si trabajas en alguna casa o algo, te van a hacer trapear el piso hasta que salgan llagas de tus pieses», yo me imaginaba todo eso y me recordaba todo lo que me ha pasado, y decía «para qué voy a llegar a una tortura», entonces no estaba pensando
Tamia
¿O sea te decía que iba a ser peor?
Justa
Ajá
Tamia
Peor de lo que ya era
Justa
Peor de lo que era. A ella no podía contarle ni lo que me pasaba, para qué le voy a contar. Entonces, este…
Tamia
¿Y tu hermana qué hacía acá?
Justa
[Ruido externo] Ella trabajaba también en una casa, se fue a trabajar. Ella como vino primero fue a una casa a trabajar, y ahí trabajaba. También creo que no tenía ni salida los domingos, quincenal salía o una vez al mes, creo que salía
Tamia
Ah también
Justa
También otra prisionera porque no sabía, no había en ese tiempo derechos, nada. Estaba siendo explotada, por ejemplo, ella me cuenta que la señora en donde trabajaba tenía un taper, un plato separado, todo con ropa de casa, todo así, imagínate en ese tiempo aprovecharían de la situación y la gente como trataba inhumanamente. Entonces algo que no, ella también cómo estaría porque, habrá pasado peores cosas qué sé yo.
Tamia
¿Y tus otros? Ella era la mayor, ¿después venías tú?
Justa
No después venía…
Tamia
No, después venía un hermano, sí.
Justa
Y mi hermano, se había ido, como estaba en la sierra en ese tiempo cuando a mi papá cuando lo llevaron preso estaba con mi otro hermano Darío. Darío se había venido acá a Lima, y Abelardo se había ido a Nazca.
Tamia
Era tu hermana, tu hermano Darío, ¿qué otro hermano más?
Justa
No
Tamia
No, de ahí ya venías tú
Justa
Yo, porque él
Tamia
Y después ya tus hermanos menores
Justa
No, el otro hermano era el que, de mi hermana mayor sigue todavía Abelardo, él se había ido a Nazca.
Tamia
Ah, ya, ya, ya
Justa
O sea, él estaba allá. Entonces me parece que él trabajaba en una mina artesanal, no sé, algo así trabajaba, entonces también sin documentos, sin papeles, como cuando a mi papá cuando lo llevaron preso los militares así violentando la casa y le quitaron la comida, los víveres, ya, qué habrá pasado que la casa ha quedado vacía, no había qué comer, entonces se tuvieron que venir a Lima. Mi otro hermano se ido donde un tío ahí por Nazca y mi hermano menor estaba con mis tíos acá en Lima, el Darío, el que me sigue. Y Abelardo estaba por Nazca.
Tamia
¿Con tus tíos, tu tía la que vivía cerca de ti o no?
Justa
Aja, cerca
Tamia
¿Y a él lo veías o tampoco?
Justa
No, no lo veía, porque no tenía libertad porque como estaba en ese trajín de llevar almuerzo los domingos al señor, o, no había ni diversión, no había nada, ni siquiera para comer, no teníamos plata, yo no tenía plata ni siquiera para comer un chocolatito algo…
Tamia
Ni plata ni tiempo
Justa
Ni tiempo, lo único, lo poco que me traía ella, la señora, eso que comía. Me acuerdo que había un joven también en la cuadra que vendía periódico, creo que me hacía bullying por lo que yo era de la sierra.
Tamia
Ah, sí me contaste. ¿Y eso lo sentiste con ese chico? sí me contaste que le tiraste los, ese que te daba asco
Justa
sí, sí, me volví violenta porque me colmó la paciencia
Tamia
Y que ya no pues
Justa
Sí. Y así pues. Durante ese tiempo que estaba en el colegio, en tercero o cuarto grado conozco un muchacho, se llama Bruno, una persona que, no sé, yo estaba en edad de adolescencia, también como que todo amable, enamorador, que no sé qué, seguro que era de adolescencia también no, como que también habrá sido falta de familia, como que veía que me entendía algo, con él fue una relación equivocada como se dice.
Tamia
¿Tuviste una relación con él?
Justa
Sí, porque creo que me pidió para ser su enamorada, no sé, o yo acepté, estaba en eso. De ahí creo que me puse más rebelde con la señora que estaba también, como que ya, ya no me estaba interesando apoyar o ayudar porque ya me daba cuenta, estaba empezando a darme cuenta, porque estaba haciéndome señorita, que otros chicos venían al colegio con mejor vestido que yo, y yo nada, con una miseria de ropas
Tamia
A pesar de trabajar tanto
Justa
Eso, a pesar de trabajar tanto, y…trabajo. Del colegio cuando iba la señora venía a recogerme a las 10 de la noche al colegio, de ahí, esperábamos carro hasta las 10 y media, las 11, a las 12 creo que estábamos llegando a la casa. De sueño. Todavía ella me hacía agarrar una botella. Ella llevaba kerosene porque hacía maní en la calle en una carretillita, en ollita. Entonces me hacía llevar una botella de kerosene. Me acuerdo que, me dormía, me dormía [risas], me había sentado, yo me dormía a su lado, cada vez que me dormía soltaba la botella, me decía «despierta, qué haces, despierta», y no me dejaba ni siquiera dormir en el carro, porque era adulta, si quiera ella debería llevar su botella
Tamia
Sí
Justa
Y cada vez que me dormía soltaba la botella [risas] y una vez me dijo «despierta, por qué estás durmiendo», me dijo, yo le digo «no estoy durmiendo, estoy pensando» [risas], también me estaba poniendo rebelde ya.
Tamia
Claro, pero además estaba cansada pues no
Justa
Sí, y de ahí llegábamos a veces a las 12, o a las 12 y media a la casa, llegaba y tenía que calentar la comida, servirle a la señora. Y ahí, a la hora de servir, y ella se quedaba dormida, a veces ni comía. Yo comiendo, viendo televisión, como ponía películas, ya se le pasaba la película, me acuerdo que veía ese gordo Porcela, película porno, que el gordo se disfrazaba de mujer
Tamia
Con calatas, ¿no?
Justa
Y como la señora se quedaba dormida, ni terminaba su comida, estaba en ese plan. Y más me daba risa, quería que se meta su nariz en su sopa [risas], no la despertaba con tal de ver la película.
Tamia
Claro
Justa
Viendo a las 2, 3… 2 de la mañana, por ahí creo que dormía.
Tamia
Te desvelabas igual
Justa
Igual veía
Tamia
Se te iba el cansancio
Justa
Sí. Así, o en la mañana a la hora de tomar el desayuno miraba ese, dibujitos animados un ratito, en ese de tomando desayuno, Candy, viendo cuando lloraba, porque era adoptada
Tamia
Sí
Justa
Yo quería que me adopten. Y así, y así, ya transcurrieron los días o los años. Creo que a la edad de 16 años, no que va, creo que 17 años busqué; tenía una amiga en el colegio, ya mayor era la señora, era señorita pero mayor. Ella me dice «¿cuánto ganas?», «nada, me dan propinas no más», «¿no quieres trabajar con mi hermano?», me dice, yo le digo «sí, ¿qué se puede hacer?», pero yo tenía que decirle a la señora para irme porque tampoco no quería soltarme. Ella me decía «hasta los 18 años vas a vivir acá, de ahí si quieres, en la mayoría de edad». Pero yo no estaba feliz.
Tamia
No pues.
Justa
Imagínese que yo quería si quiera tener un tiempo libre para estudiar cómo debe de ser, no había, prácticamente a mí me ha tenido como su rehén, como su trabajadora, como su esclavo, porque yo generaba ingresos económicos pues
Tamia
Sí pues.
Justa
Entonces
Tamia
Sin gastar nada casi ella
Justa
Nada, no había pago, y una miseria de comida, nada más, entonces. En eso mi amiga me dice, yo dije «ya está bien», y uno que otro, como estaba también enamorada andando [risas], enamorada yo
Tamia
¿Y la señora sabía o no?
Justa
Sí, se enteró, una vez se enteró. Vino a buscarme al colegio, venía a recogerme diario, yo creo que su preocupación no era por mí, sino por ella, porque le faltaría, ¿quién iba a hacer lo que estaba haciendo yo?, nadie, o sea ella tenía tiempo para dormirse, yo trabajando duro. Entonces también su hija era muy autoritaria
Tamia
¿Ah su hija también?
Justa
Era una chica muy insolente, porque hasta a su mamá le gritaba, le decía que eres una desmuelada, también era muy violenta
Tamia
¿Cómo le decía a su mamá?
Justa
Que era una desmuelada
Tamia
Desmuelada
Justa
Sí.
Tamia
La ofendía
Justa
Sí. Eh […] así pues, en eso, antes de irme con esta amiga, creo que también fui a la discoteca [risas], unas 2 veces me he ido; porque los sábados me quedaba a vender sola allá, todo el día hasta, me decía «hasta las 10 de la noche vas a vender», me decía, y hasta las de la 10 noche. Entonces esos sábados una amiga también, donde venía yo al frente vendía una chica emoliente pero era mayor, entonces ella me decía «vamos a la discoteca, a La merced», me decía, en el jirón de la Unión, «sí, yo no puedo, porque mi tía me ha dicho que venda hasta las «, «no, ciérralo hasta las 8 y media no más y vamos una hora» [risas], y decía «yo también quiero ir a bailar» [risas], entonces «ya» decía, a las 8 y media cerraba, guardaba todo y me iba corriendo con ella a la fiesta.
Tamia
¿Y ahí ya estabas con el enamorado o todavía?
Justa
Ya, ahí sí estaba con el enamorado, pero él no iba pues a donde yo iba, porque yo tenía ese convenio con la amiga del negocio [risas]. Entonces, y así pues iba. De ahí…
Tamia
¿Por qué?, perdona, sigue, sigue
Justa
De ahí este, se había enterado de yo iba a la fiesta
Tamia
¿La señora?
Justa
La señora. A la fiesta de ahí vamos, también como era chica, chica no más, siempre mi amiga me hacía, yo le decía «pero yo no tengo plata para entrar», «no, yo tengo unos amigos, ellos van a pagar», me decía «¿quién?», «unos amigos, vamos», me dice [risas], yo digo «oh… serán buenos» [risas]
Tamia
Cuando una es jovencita no se detiene tanto a pensar
Justa
Ni siquiera a dónde estás yendo [risas]
Tamia
Sí
Justa
Como era mayor, me decía «vamos», ya entonces íbamos y estábamos ahí paradas en la puerta de la discoteca, no hay ni amigo, no llega ni amigo, era mentira. Y me acuerdo que, de ahí unas veces habían 2 chicos, nos dicen «hola amiga, ¿vas a entrar?», me dice, «sí, no, solo que estamos esperando a nuestro amigo», mentira porque no había, porque me había mentido a mí la chica
Tamia
¿Ah también?
Justa
Ajá. Así ella le dice a los chicos, así seguían los chicos, estaban parados. «No viene mi amigo, hay que entrar», «vamos a entrar los 4 -dicen- vamos a entrar sino los 4» porque habían 2 chicos, «no, pero estamos esperando a nuestro amigo», «no, yo les pago la entrada», decía.
Tamia
Ah esa era la táctica
Justa
[risas]. Entonces, yo le digo a ella, a la hora de entrar, porque ahí revisaban todo porque no podías llevar cosméticos, nada, o espejo, todo te revisaban, era bien estricta esa discoteca. No tomaban, creo que tomaban gaseosa también no más también
Tamia
Ah ya, era una discoteca tranquila
Justa
Si, no te dejaba entrar, exigente. Yo como mona me había juntado cosméticos del tío que tenía en su carreta. Yo escondido tenía eso para pintarme. Ese día nos hemos pintado como monas las 2 y con todo eso a la hora de entrar el control, nos revisó todo, nos revisó todo, nos sacó, nos quitó todo, me lo tiró en un rincón, no nos dejó recoger «si van a entrar, dejen todo eso, sino no van a entrar»
Tamia
¿Ni a la salida?
Justa
Ni a la salida, porque a la salida ya dónde ya estará todo eso
Tamia
Ay qué horror
Justa
Perdimos todo, dije, esa entrada, yo le digo pues a la chica «¿oye cómo vamos, hemos entrado con desconocidos, esos no son tus amigos, por qué tú me has dicho que estoy esperando a mi amigo, esos no son tus amigos», «sí, no, es mi amigo», «mentira», le digo, me jala de la mano «ven, ven» al baño me llevó, y los chicos nos están esperando ahí en la puerta del baño supuestamente. Y mi amiga me dice «amárrate el cabello», porque hemos ido con cabellos suelto ahí, entonces nos hemos amarrado el cabello hasta por acá creo, como un cuerno [risas] y salimos escondidas de los chicos que han pagado nuestra entrada, ni siquiera han bailado una pieza con nosotras [risas]. Entre tantas jóvenes nos hemos desaparecido
Tamia
Ella, se las sabía todas ella
Justa
Ella ya era mayor, era bien trome [risas]
Tamia
¿Y qué hacía ella, a qué se dedicaba?
Justa
Ella vendía emoliente en las tardes, pero ella estudiaba de día. Entonces sus papás la mandaban a vender o a veces sus papás vendían. Ella estaba más.
Tamia
Tenía más tiempo, estaba más libre
Justa
Sí. Entonces, este, así pues, no bailamos ni siquiera con el que pagaba nuestra entrada, sabía cuidarse
Tamia
¿Y por qué dijiste, como dijiste una relación equivocada con Bruno?
Justa
Ah verdad
Tamia
¿Bruno tenía tu edad o no?
Justa
No tenía 3 años mayor que yo
Tamia
O sea tú tenías como 14, ¿o ya tenías ahí como , esa qué época fue?
Justa
16 por ahí he tenido. 16, 17 ya.
Tamia
Entonces él ya era grande, pues como cerca a .
Justa
Claro él ya estaba grande. De ahí cuando me voy de la casa de la señora, a la casa de mi amiga que me dice para trabajar con su hermano, me voy, en ese transcurso creo que yo tenía más libertad, llegamos a ser enamorados con el Bruno
Tamia
¿Y cómo así te fuiste, o sea te fuiste no más, qué le dijo la señora?
Justa
A me fui no más, no llevé ni mi ropa, me fui no más
Tamia
Ah ¿desapareciste?
Justa
Sí [risas]
Tamia
¿No regresaste más?
Justa
No
Tamia
¿Y ya no la has vuelto a ver a la señora nunca más?
Justa
No, me había visto después ella cuando ya estaba de 9 meses de gestación, pero desaparecí. En ese transcurso mi amiga me llevó a la casa de su hermano para trabajar, era una pareja joven tenían un hijito. Ahí la señora me dice «¿sabes cocinar?», y yo no sabía cocinar
Tamia
Ya
Justa
Y yo le digo «sí, más o menos»
Tamia
Sí claro [risas]
Justa
[risas] como siempre, ya me las arreglaré. Y le digo, y la señora me dice «bueno, vas a trabajar medio día» me dice. Pero antes de ir ahí, eso ha sido en ese tiempo de matanza de (duda) del caso Barrio altos, mi amiga- Eugenia se llama-ella vivía en la casa, ¿esa casa de Barrios Altos donde mataron en la pollada?
Tamia
Sí
Justa
En el segundo piso. Con ella me quedé una semana todavía. Entonces en esos días estaba ahí, a la casa quinta había una entrada parte abajo, otro ingreso, el segundo piso otro ingreso, pero por ese lado no más. Entonces en la casa quinta que estábamos, un día me dice mi amiga «abajo están haciendo pollada, hay que quedarnos ahí, ¿vamos?», me dice, «ya vamos», le digo. Luego, como ella ya tenía negocio, ella vendía medias así en la calle. Me dice «uy, pero tengo entendido que mi hermano ha traído nuevos productos, nuevos medias», en ese tiempo las medias se conseguían por códigos, así se vendían por códigos, el color no sé, el código y te daba el color. Entonces, «quiero ir, ¿vamos?», me dice. Entonces por poco ese día nos quedamos en esa pollada.
Tamia
¿En serio? Qué increíble
Justa
Entonces fuimos a Canto Grande, porque ahí tenía su otro hermano, no el que me ha contratado, fuimos ahí, nos quedamos a dormir ahí en su casa, y al día siguiente nos enteramos por la noticia que en casa quinta de Barrios Altos han matado gente en la pollada, y pasa en la televisión «ahh-le digo-Eugenia, si nos quedamos ahí, nos mataban», porque nosotras teníamos planeado quedarnos ahí, no sé cómo nos fuimos por ese compra de medias.
Tamia
¿Y Eugenia vivía ahí con su familia o solita?
Justa
Sola vivía. Ella vivía sola, ¿cuánto ya habrá tenido? sus 18. 20 o 22, años, por ahí tenía ella. Ella vivía sola, pero en su cuarto nos alojaba a otras amigas, otras amigas. Me acuerdo que en esos días tenía una amiga bien flaquita, dormía en una cama así de delgadita, esa cama de fierro, esas son las que hemos estado. Así que la matanza de Barrios Altos, me he escapado.
Tamia
O sea mataron a sus vecinos.
Justa
A sus vecinos de primera planta han matado. De segunda planta, bueno, nosotras ese día habíamos estado ahí, por suerte no hemos estado, no sé cómo se nos ha ocurrido a ver ese medias.
Tamia
Qué suerte
Justa
Eso pasó. Le dije, «qué suerte que nos hemos venido», le digo, sino ya estaría muerte, no sé me escapé de esa muerte.
Tamia
Sí
Justa
De ahí el siguiente semana, me fui donde su hermano pues, que me dice la señora, si sabía…
Tamia
De la pareja joven
Justa
Ajá. Su otro hermano era el señor César. Entonces este, voy a trabajar ahí, entones me dice, como me dices «¿sabes cocinar'», «sí algo», le digo, porque la verdad no sabía cocinar nada, ni sabía hacer quacker. Entonces estaba ahí al día siguiente, del primer día de trabajo, me dice la señora, «mañana vas a hacer avena», me dice, yo digo «qué cosas tendrá», entre mi nomás, «ahí están las cosas en el cajón, de ahí pones azúcar», me dice. Al día siguiente me levanto a preparar avena [risas]
Tamia
El primer día
Justa
El primer día había puesto hongos laurel en vez de clavo [risas]
Tamia
[risas]
Justa
[risas]
Tamia
Era avena con sabor a tallarín.
Justa
[risas] estaba cambiando de sabor. Así es que me dice «pero eso no se pone», me dice, «ohh, me confundí le digo» porque no, de verdad no sabía pues. Así que empiezo, la señora me dice «todos los días», yo le digo «estoy estudiando señora, pero en la tarde yo tengo que ir a mi colegio», le digo, «ya, no te preocupes. En la mañana vas a hacer desayuno, luego preparas almuerzo, y traes almuerzo al negocio», porque jirón Huallaga, tenía su negocio, tenía 2 puestos: uno en la calle y otro tenía adentro de la galería. Entonces «ya», le digo; pero si me quedaba con el niñito, porque despertaba tarde, entonces preparando almuerzo yo llevaba al niño. Entonces como me dejaba plata, yo tenía que hacer compras en el mercado
Tamia
¿Y qué edad tenía el niño?
Justa
Habrá tenido años, por ahí. O sea yo tenía que hacer compras en el mercado. Ella me decía «me traes tal almuerzo» me decía «tal almuerzo vas a hacer», «ya», le digo. Con plata en mano me iba al mercado y había una señora que vendía verduras, a ella le preguntaba, «señora voy a cocinar tal cosa, ¿cómo hago, por favor'», le he dicho, ella me decía «así, así, así vas a hacer, esto, esto, esto, esto», todo eso en mi mente.
Tamia
Qué buena
Justa
Entonces regresaba, cocinaba, no sé si estaría bien o mal la comida pero hacía [risas]
Tamia
Ya por lo menos algo
Justa
Y así pues, este, en ese plan hacía, y todos los días que hacía compras, compraba de la misma señora, y esa señora este, y a ella le pedía todas las recetas que tenía que hacer, me decía «haces hervir», era mi profesor de gastronomía, mi profesor. Llevando almuerzo me iba con el niñito más al puesto donde tiene, la galería, luego de ahí, en la tarde todavía vendía ahí en su puesto de la calle, ropa vendía en la calle y adentro vendía medias, por mayor y menor.
Entonces ya en la mañana, en la tarde vendía hasta la hora que tenía que irme a mi clase, de ahí me iba a mi clase, en esas andanzas también estaba andando con el chico. Un día me llevó a la casa donde, supuestamente vivía solo pero no, porque la casa era la casa de su, el cuarto era alquilado, su hermana había alquilado. Y como no había con quién hablar como que agarré confianza y todo eso. En esas andanzas tuve unas relaciones sexuales y me dice «tú no eres virgen», me dice, le dije «¿qué? yo me considero virgen hasta ahora, nadie me ha… «, o sea porque lo que me pasó no fue voluntario, simplemente no está eso como que yo lo veo como primer hombre, el primero ¿no? Y bueno, y ahí empezó las cosas de que, en esa relación sexual había salido embarazada.
Tamia
¿Así en la primera vez?
Justa
Ajá, así a la primera, igual no me daba cuenta porque nadie me hablaba del sexo, nadie me decía de la protección, nada.
Tamia
O sea, digamos en esa primera etapa
Justa
Sí. Nadie me hablaba de protección, ni nada, igual así estaba yendo al colegio, igual así estaba en ese trabajo diario haciendo mis quehaceres del trabajo, ehh, luego ya empecé tener síntomas de embarazo, y todo eso. Y le digo a él «estoy embarazada», y él me dice «¿queeeé?, no creo que sea mío, tú no eres virgen ni siquiera», y a parte él era un chico muy, muy este, parecía lindo, pero ahora ya lo veo feo [risas]
Tamia
Suele pasar
Justa
[risas]
Tamia
[risas]
Justa
Y ahora ni lo veo ya. Entonces, así dije. En ese transcurso dije «bueno, ya», no estaba tomando interés de lo, de lo nace el bebé ni nada, pero después dije «no, pues si él es el padre, por qué me dice que no es»; creo que tanto, tanto le he estado exigiendo hasta que llegamos a vivir. Del trabajo me fui porque ya estaba creciendo mi barriga, y él me propone «abórtalo», me dice, «¿qué, cómo?, yo decía, no, ¿cómo voy a abortar?, no está en mi mente», y él me dice «no, abórtalo», para entonces él, como era muy coqueto andaba con otras chicas, con otro. Había una chica que se llamaba María, todavía con ella me hablaba, pero era más mayorcita, habrá tenido 7 años mayor que él, o mejor dicho 7 años mayor que yo, se notaba ya muy mayor a nosotros, pero ella sabía que yo estaba con él, sabía que yo estaba embarazada.
Entonces del trabajo me fui y él me lleva en esa casa donde vivía, fuimos a vivir y él lo único con el objetivo de hacerme abortar, siempre me estaba insistiendo para hacerme abortar, y yo no quería porque yo decía «¿cómo voy a abortar?» A parte como que yo me había hecho la idea de hacerme una familia, ¿no? Entonces eso era que como esa familia que se ha roto, no logré vivir con mis padres hasta mayoría de edad, dije que «ahora tengo una nueva familia» ¿no?, ¿cómo es?, así aguanté todo. Me dice que lo aborte, su hermana que había alquilado cuarto porque trabajaba en una casa, vino y me dice «¿tú qué haces acá?», yo no le decía nada, «no, es que estamos con ella viviendo», me ha dicho «está embarazada», «¿cómo vas a tener ese hijo?, tienes que abortar. Hay un montón de médicos que hacen eso, que no sé qué», yo decía «¿cómo voy a abortar?, el abortar es un asesinato». Y otra violencia encuentro, él no estaba solamente conmigo sino que también había estado con María. Yo igual este, de ahí saliendo de ese trabajo consigo otro trabajo que había justo en el negocio que estaba, justo había el esto, cómo se llama este, ahí donde el cuarto alquilado que vivíamos, en ese cuarto vivía otro señor con su negocio, que tenía negocio de cortinas, entonces este […] él me dice «¿no quieres trabajar?», «sí», yo le dije «sí quiero trabajar», porque el otro
Tamia
¿Se notaba tu panza ya o todavía?
Justa
No, solamente tenía síntomas de que tenía asco a todo, tenía asco a todo, ese embarazo ha sido, hasta he llegado a tener asco a su padre
Tamia
¿A su qué?
Justa
A su padre
Tamia
Bueno
Justa
Será por la misma razón por su comportamiento
Tamia
Claro
Justa
Como que en principio en él había encontrado una salvación, una familia, y de pronto como que quería mandarme a abortar, todo. Y su hermana me dijo, también me dijo, «ah mi hermano no está preparado para tener hijo», dijo «¿pero quién es ella'», yo digo no, en ese tiempo, «¿pero quién es ella para que diga?», pero él decía «no, que yo no voy a tener ese hijo, deberías abortarlo, que no».
Así estaba yendo al colegio, me acuerdo una vez, tendría sus meses de embarazo así, me encuentro con un muchacho del salón, y el muchacho del salón también era otro, creo que estaba atrás mío (sonríe), y él me dice «ay, por qué no te das cuenta que Bruno está con una chica se ha ido para abajo», me dice, y él ya no venía al colegio, a pesar de que él trabajaba en un restaurante pero tenía tiempo para poder ir, a tal hora a tal no más trabajaba. Yo le digo «‘¿ah sí? qué raro», le digo, y digo era mentira porque como está interesado, pero sabía que yo estaba con él y me dice «se ha ido con una chica», «¿con quién?», le digo, otra chica que era, una mayor ya, una que andaba con sus botas hasta el cuello [risas]. Entonces yo, no sé porque me dio ganas de ir a buscar, dije, como íbamos a un restaurante, íbamos al cine, algunas veces también íbamos, porque como trabajaba, tenía plata, entonces podía darme gustitos también; pero era yo la que pagaba todo. Entonces, fui al restaurante, como me dijo así el chico, no vino, y creo que me entró eso de, de celos o, fue al restaurante que era al frente, de, de (duda), este, Plaza San Martín, en la esquinita había una cafetería, al costado había una chifa, ahí, ese chifa tenía cortinitas todavía, para que coman los enamorados. Y dije, no sé cómo voy mi instinto de celosa seguro, fue, todas las cortinas estaban así cerradas, no sé cómo abro una cortina, y él feliz de la vida estaban comiendo su tallarín saltado, ellos sentaban frente a frente, sino que estaban pegaditos. Entonces mirando hacía el fondo dije, como él tenía cabello largo, le agarré del cabello
Tamia
¿A él?
Justa
A él [ríe] me volví violenta. Agarré el cabello, con el cuaderno que tiene hojas, le cacheteé todo. Y la chica que me conocía también era del colegio, me dice «ay, amiga», no sé qué me decía, yo agarré todo el tallarín y le vacíe en la cara [risas]
Tamia
[risas] es una escena de telenovela
Justa
Y el ají que había le eché en la cara a él
Tamia
Asu
Justa
Pero él salió corriendo y el chino se desesperó, ese agarró la plata, lo pagó y salimos peleándonos [risas], qué locura para hacer toda esa tontería
Tamia
Bueno pero
Justa
Entonces en esos planes ya las cosas se, se arruinó. Él insistiéndome para hacerme abortar. Yo le dije «yo no tengo plata, así que a mí no me digas nada, ni voy a hacer eso, nada», y él con pretexto de eso, hasta se había prestado plata de su amigo
Tamia
¿Pero tú ya estabas casi meses de embarazo?
Justa
Sí. Pero él quería, entonces… Después una vez, este, y aparte que con todos esos meses de embarazo yo estaba juntando mi platita de lo que trabajaba, una platita. En ese tiempo era el paquetazo de fujishock, no sé qué, entonces yo juntaba en dólares la plata también. Yo decía «mi hijita, mi hijito, que se yo lo que va a ser, para comprar su ropa, para el esto», yo juntaba pero él veía donde guardaba la plata, también más bruto soy. Entonces un día, un domingo, quedo en encontrarme con mi amiga Eugenia, era para un sábado era. Ella me había dado una tarjeta y me dice «el sábado tengo pollada», era cerca del Congreso de la República, al otro lado no más, como vive por ahí también ella, ella seguía viviendo en esa casa. «Ah ya», le digo «voy a venir», le dije. Y para ese sábado, Bruno me dice «voy a ir a hablar con mi hermana», me dice, «¿y qué vas a hablar?», «no, voy a coordinar, conversar de mis papás, me ha dicho que vaya a su trabajo», me dice, «ya, está bien, le digo, anda pues», «¿y qué vas a hacer tú?», me dice; «no, yo voy a ir a su pollada de Eugenia», le digo. Y qué ha pasado, que no era para ese sábado la pollada, justo veníamos, porque como vivíamos en Canto Grande, vinimos hasta Hiraoka, entonces él dice «acá voy a tomar carro. ¿De acá tú te vas al Congreso, no?», me dice; «sí», le digo. Y como él tenía que venirse hasta San Borja porque por ahí trabajaba su hermana, «ya le digo».
Entonces mucho rato estamos parados, él no subía al carro, yo esperaba que suba al carro y no subía al carro. En ese cuadra también teníamos amistades del colegio, unos jóvenes que tenían, que vendían pilas, relojes; me conocían chicos creo. Entonces la chica me dice, estaba en eso, y luego yo dije «ya me voy»; «ya, yo también voy a tomar mi carro», «ah ya», entonces yo me fui hacía al Congreso, llego al local y en el local en el Congreso no había fiesta, me había equivocado de la fecha, había una fiesta pero era una parrillada, y Eugenia no está, de gente estaba lleno. De ahí de mi cartera saco la tarjeta, veo y era para siguiente semana [ríe], y yo digo «me confundí», dije regreso, y como él estaba parado todavía por ahí, regreso, dije «de repente le encuentro y nos vamos donde su hermana, puede estar ahí todavía», me vengo rápido, rápido, llego a la cuadra, justo había otro joven que tenía su negocio, que vendía pilas, relojes, y ahí me encuentro con uno de los chicos que venden, se llama también Bruno ese joven. Le digo «hola Bruno», le digo, «¿no has visto a Bruno por acá?», le digo, porque Bruno era de mi pareja también; «sí, ahí, hace un ratito estaba conversando con el Tigre», era su apodo de un chico, Tigre, también era al costadito de Hiraoka, tenía otro puesto, otro chico del colegio; «¿ah sí?», le digo; «sí»; y entre mi pensé «qué raro, tanto rato y no ha tomado carro, si hace un ratito», en eso estoy pensando, medio sospechoso, ¿no? Luego aparece una chica del salón, una tal María que era, dice, a su amiga de María dice «hola Bruno, me iba a encontrar con María por acá, ¿no has visto?»; dice. Ya me pareció sospechoso porque con María estaban en eso que se daban miraditas, coqueteaditas y todo, «que raro», digo. Y voy donde rápido donde el Tigre que está más abajo, donde me dijo que vio, voy rápido llego a donde el Tigre, que era también su amigo, y le digo «hola Tigre», le digo; «hola- me dice-¿qué haces tú por acá?», como ya había aparecido la amiga de la María esta, ya digo «no, con Bruno y María íbamos a ir al cine», le dije; «¿ah, sí?, pero Bruno acaba de irse ahorita, me dijo que no te diga nada, ya se fueron con María», me dijo. Y le hice hablar [risas]
Tamia
[risas] «me dijo que no te dijera»
Justa
«Pero si íbamos a ir al cine», e iba a hacer el mismo seguimiento al chifa, o al cine que vamos, pero no fue. Yo estaba craneando, digo «toda su plata se gasta, ni siquiera aporta nada. Pero tiene plata para ir a…»
Tamia
Al cine, al chifa
Justa
Para ir al cine ocultamente, voy.
Tamia
Espérame un ratito, por favor, ¿ya? Entonces ya no llegaste a ir al cine, fue como, lo dejaste…
Justa
Fue, como que ya, como que no me enteré nada, me regresé a la casa donde estábamos viviendo. Regreso a la casa, y él se había llevado la llave y no sabía cómo entrar, de ahí por suerte en la casa, en ese cuarto que estábamos alquilando había un señor- que tenía su pareja, su señora, me parece que había perdido su embarazo, no sé qué- ese señor me dice, yo le digo «¿no has visto a Bruno?», porque no sabía todavía que se había, ha ido por ahí a andar, pero yo pensé que de repente había regresado, «no», me dice
Tamia
Además uno está con la cabeza ahí revuelta, está como asimilando cosas
Justa
Pero no le dije que se había ido, ni nada. «Me he quedado sin llave», le digo; luego me dice «a ver, yo voy a abrir», no sé cómo abrió, creo que abrió con clavo, no sé cómo abrió la puerta, yo entré porque ya era tarde (sonido de taza sobre el plato), yo entré y dije, «¿con qué plata ha ido, no habrá agarrado la plata?», así que cuando entro, no estaba la plata que guardé, el dólar, había agarrado como dólares creo, «uy, dije, si yo me estoy guardando la plata para mi hija, y este», justo ese día, antes de irme al esto, habíamos ido a comer a un comedor popular
Tamia
Para ahorrar
Justa
Ahorrando. Y como estaba embarazada también me habían antojado alfajores, le dije «voy a comprar esos alfajores», «no, no para que vas a comprar, si ya almorzaste ya», ya con todo eso yo dije, reviso y no está la plata. Entonces así estaba. Y cómo es no, después llega como a las 9 o 10 a las de la noche, y yo abro la puerta normal, y llega todo cariñoso todavía, yo estaba reventando ya con todo lo que
Tamia
Lo que ya sabías
Justa
Entonces, le encaré, ¿a dónde se había ido?, «no, mentira, mentira», me dice. Luego le dije, «no seas mentiroso, yo sé toda la verdad», en eso que se había ido él, en eso, que se habían ido al cine, no sé qué habían ido, al regresar yo he revisado sus bolsillos, ahí encontré una carta que la María le había escrito.
Tamia
¿Y todo seguía con la María?
Justa
La María que le había escrito «que yo te amo, que yo te quiero», hasta la dirección de su trabajo había puesto ella; estaba en su bolsillo. Entonces le dije «tú te has ido con María, yo te he visto», le dije porque no le dije que me habían dicho sus amigos, «no, no me has visto, es mentira, porque yo me fui donde mi hermana María», «¿cuál María le digo?», te has ido con la tal María. Ahí estaba la cartita, entonces le había escrito, al final me dijo «no, yo no he ido con ella, es ella la que me busca»
Tamia
Ay, pobre inocente
Justa
[risas], pobre que se deja engañar
Tamia
Sí, a la fuerza se lo lleva
Justa
Entonces al día siguiente me fui a buscar a María. Fui pues, trabajaba por jirón Puno, cerca a la casa, también con su cartita, con su cartita encontré, ella había puesto dirección de la carta que mandaba, el lugar donde trabajaba
Tamia
La Prueba
Justa
La prueba, también le ha delatado. Llego y le busco pues a María, ahí estaba, le digo, «oye María-le digo- tú has salido con Bruno ayer, tú por qué tienes que salir con él, tú sabes que yo estoy embarazada, yo vivo con él. ¿Con qué plata él ha pagado?, le dije, porque la plata que yo he juntado para mi hija, para mi hijo, se lo ha gastado en ti. ¿A ti te gustaría que te hagan eso?, ¿a ti te gustaría que te hagan eso?, ¿tu sabiendo que está conmigo por qué tienes que llamar, buscar, cartitas tuyas he encontrado»; ella me dice «no, que, él me busca, es mentira, es más, él tiene la llave de mi cuarto», me dice. Hasta tienen llave de su cuarto, él está haciendo una doble vida (suena un helicóptero o taladro en la calle), y ella más por qué, porque ella sabía, porque si sabe desde un inicio que estoy. Bueno, así le hice hablar a la María. Regreso, le reclamo a él, dice que María le está engañando, que le está siguiendo, lo está buscando; mentira, porque si él tuviera buena, yo digo, imagínese la plata que yo junté, eso más me dolió en el alma.
Tamia
Claro
Justa
Así, bueno dije, seguí aguantando todo. De ahí busqué otro trabajo ya con un señor que vendía herramientas en jirón Lampa. Entonces ahí me conocía toda la gente, ya panzona andando, y estaba trabajando en el jirón Lampa vendiendo herramientas para un señor. En el transcurso de esas andanzas, él seguía con sus mujeres.
Tamia
¿Y tú seguías viviendo con él?
Justa
Yo seguía ahí, porque yo decía «pobre mi hijo, va a quedar sin padre, sin madre», y como que lo que he vivido yo no quería que pasen mis hijos, el hijo que voy a tener. No era el hijo sino que era yo, porque como yo no he vivido con mis padres, entonces eso era que, como que tratar de llenar, ¿no? Entonces en transcurso de esos días, así, así vinieron pasando todo, su hermana seguía insistiéndome que ese bebé debo regalar a alguien, que no debo tener; su otra hermana otra neurótica, también me hacía la vida imposible, no solo era María. En ese tiempo todavía tenía, también he tenido voluntad hasta de festejar su cumpleaños
Tamia
¿De quién, de…?
Justa
De él, de Bruno. Entonces en ese tiempo, me acuerdo que con unos vecinos del lugar, del alquiler del segundo piso, le digo «su cumpleaños», me dice «ah ya pues, hay que preparar una comida, algo», yo le preparé su comida, para festejar. Del vecino que me ayudó a abrir la puerta, su señora, una señora que tenía o años, por ahí. Ella decía que supuestamente había perdido su embarazo, estaba en ese proceso de recuperación. Pero la señora era como muy confianzuda, se venía a dónde estaba él, le agarraba de la mano, le decía «¿qué estás comiendo Bruno?», se abrazaba, todo. Yo también toda ingenua, digo como es amistad. Así era.
Entonces, a veces como no trabajaba, como era un vago, a veces al trabajo ni iba, se quedaba, dejaba el trabajo, un irresponsable total, y yo era la que tenía que estar manteniendo.
Entonces, en esa fiesta, y ya pues, le invité a los vecinos, la señora había traído torta con su esposo más, ahí cantamos Happy birthday, tomamos cerveza, yo nunca tomaba, pero ahí sí festejando a lo grande su vida del Bruno, su vida del traidor, tratándolo gentil. Y de improviso ya se habían mareado todos los chicos, los invitados, y Bruno y la señora- esa señora se llamaba Mary, Mary le llamaban, la señora que había perdido su hijo-entonces, este, en eso, Mary se había ido al baño, y Bruno atrás había entrado, el baño era un pasadizo al fondo. No salía Mary ni Bruno del baño, estaban encerrados [risas]. ¡Para eso he hecho fiesta!
Tamia
Qué tipo
Justa
Entonces este, cuando su esposo toca la puerta «ay Mary, sal, Bruno sal», hemos estado que toque y toque. Había una ventana en el baño por el otro lado, y Bruno por ahí había escapado
Tamia
¿El esposo estaba molesto?
Justa
Claro, en la puerta estaba, tocando. Entonces había escapado por ahí. Y de ahí salía Mary lloriqueando que «no, que no hay nadie, mentira», algunos que estaban en la fiesta habían visto que entraban los , «¿y dónde está Bruno?», había escapado por la ventana, ay un caos. Lo único que me dijo su esposo fue «esta mujer es una sucia», y a la mujer le dijo «tú eres una cochina, ¿cómo vas a meterte? sabes que su mujer está embarazada, ¿qué vas a hacer?», le dice
Tamia
Qué bárbaro
Justa
Y la mujer le dijo, «no, yo me separo de ti», en eso se pelean. Creo que de ahí regresó Bruno, de ahí este cuando regresó le reclamo y para él como si no hubiera pasado nada.
Tamia
¿él regresaba como si nada?
Justa
¿Cómo?
Tamia
¿Regresaba como si nada?
Justa
Sí, él regresó de la calle como si no hubiera pasado nada. Yo dije no. Al día, al tercer día creo que otra vez discutimos, ahí sí yo me quería ir. Agarré mi DNI, dije «me voy. Quédate con todas tus cochinadas, me voy”, porque yo estaba con la amenaza de que me quería hacer abortar. «Entonces me voy a la casa de mi tía», diciendo, me siguió hasta, hasta la La Hacienda, creo que es un Metro ahora por ahí. «No, que no te vayas», «no», le digo, eran altas horas de la noche ya, «no,no,no», me rogó, me suplicó, dije “quédate si quieres acá, yo no pienso, mejor me voy a la casa de mi tía» Entonces me ha seguido a la casa de mi tía el día siguiente, diciendo «no tenemos dónde vivir, está embarazada, quiero vivir con ella», y a mí ya me había convencido para nunca más volver hacer sus tonterías
Tamia
Ya
Justa
Yo también con la idea de que mi hijo sin padre va a quedar en ese plan. Hasta que llegamos a la casa de mi tía, yo seguí yendo a mi trabajo, a mi otro trabajo, y ya con meses mayores llegué a la casa de mi tía en La Molina. Mi tía nos dio un cuarto, del cuarto que vivíamos. Estaba en ese plan de ir al médico, ir a mi trabajo, y en ese trabajo que tenía creo que me faltaba pagar el sueldo, el señor, un mes de sueldo. En eso no más me agarró el dolor de parto. En el transcurso
Tamia
Ah ya estabas panzosísima
Justa
Claro, ya estaba para dar a luz, pero en eso en la ecografía me salió de que yo no podía dar parto normal, porque era estrecha, no sé qué. Yo qué sabía que es estrecha, no [risas]. Así que voy
Tamia
¿Tú qué edad tenías ahí, 18, 19?
Justa
A punto de cumplir 18 creo que estaba
Tamia
Menor de edad todavía
Justa
Claro. Entonces este, mi tía me lleva con todas las contracciones al hospital. Llego al hospital, me hicieron pasar. Pero antes yo tenía que ir, días yo tenía que ir ya internándome para que me haga cesárea, yo no quise. Me dio una lista de medicamentos que tenía que comprar para la cesárea, para entrar a sala de operación.
Tamia
Un montón de plata
Justa
Entonces yo dije «no, yo voy a dar parto normal» [risas] como rebelde también. Igual yo no tenía plata, porque la única plata que tenía es para el bebé y una que otra que ganaba, y otra que tenía que mantener al hombrecito [risas], toda la responsabilidad. Entonces, yo entro así de emergencia, mi tía me lleva, ya pues entré a la sala de operación, y él bebe se estaba asfixiando, porque ya me había bajado líquido, ya todo. Por suerte a eso de las de la noche creo un médico viene, había sido practicante, este médico se tenía que graduar, o se tenía que, no sé. Entonces toma interés en mí, me dice «yo le voy a operar señora, que el otro», no sé quién sea que me opere pero es un dolor horrible
Tamia
Que ya lo saque…
Justa
Así que me llevan a sala de operaciones. En eso, había un médico, habrá sido un médico profesional que le estaba guiando al médico que recién se iba a graduar. Me faltaba medicamentos, y empiezan porque la operación es de emergencia, no había medicamentos, faltaba esto, esto, esto, esto, esto; y no estaba nadie conmigo.
Tamia
Pero era de emergencia
Justa
Sí. Y el único que este médico que recién se estaba preparando, se preocupa por mí y empieza a buscar medicamentos, se prestó de otros pacientes para salvarme la vida y a la vez para salvar su profesión [ríe], y estábamos en que, yo le agarraba, ya no sabía, me hicieron firmar un papel, de ahí no sé, de la vida y la muerte. No había familiares, mi tía me llevó, me dejó ahí, qué iba a hacer, qué iba a tramitar, nada, se había regresado a la casa, y él no estaba tampoco conmigo; en qué lío estaría andando ¿no?
Entonces por suerte me salvan la vida, de los 2, porque de mi hijito también casi se muere, se había tragado el líquido, estaba, cuando nació estaba en cuidados intensivos, entubado por todo lado
Tamia
Asu
Justa
Porque se había tragado líquido tenían que hacer lavado gástrico, no sé qué más…
¿Llegamos a la hora?
Tamia
Sí
Justa
Vámonos
[…]
Justa: Ah sí pues, que se llevaba la plata, ahí empezó, cuando empecé a trabajar ahí como que si tuve ingreso económico pero igual tenía problema con Bruno, siempre, él estaba trabajando en un restaurante que siempre trabajaba, pero él siempre, la plata que ganaba gastaba en sus cosas, sus amistades, sus novias, no sé qué
Tamia
¿Él seguía en el restaurante también?
Justa
No, ¿en el restaurante que trabajaba? seguía ahí. Luego, este después que de ahí (duda), de ahí dejó de trabajar, un tiempo estaba sin trabajar, luego mi tía le consiguió un trabajo, por acá hay un colegio, por abajo hay un colegio, Quiñones creo, no sé qué se apellida, y en ese colegio estaba trabajando
Tamia
¿Y de qué trabajaba ahí?
Justa
Me parecía que hacía de limpieza o de vigilancia, parece que vivía con un desconocido, porque no preguntaba qué es lo que hacía, pero sé que trabajaba. Entonces ahí seguía yo trabajando con mi bebé, me levantaba temprano para ir al trabajo, regresaba a veces a las 10 o 11 a las de la noche
Tamia
¿Ya no regresaste a trabajar en casa, donde ese señor?
Justa
¿Dónde qué trabajé donde la señora, o dónde el señor que trabajé después de?
Tamia
El último
Justa
El último
Tamia
El último antes de que naciera Sandra
Justa
Ah no, no regresé a trabajar ahí, porque no, también no le dije si podía recibirme, como con un hijo, creo que de vergüenza no quería regresar, como que (ladra un perro), como que le fallé pues, porque me contrataron para trabajar con ellos y luego salí embarazada, me retiré, no; entonces ya no regresé a trabajar porque estaba trabajando en ese trabajo de ferretería que el señor se había enfermado, me pasó su carreta todo, para trabajar ahí.
Tamia
¿Tu wawa cuánto tiempo estuvo en cuidados intensivos?
Justa
meses
Tamia
Mses
Justa
Sí, meses estaba en cuidados intensivos
Tamia
Tú le dejabas la leche a cada rato
Justa
Sí, tenía que ir a dar leche, tenía que ehm…
Tamia
¿Pero salió bien?
Justa
De ahí salió bien. La cremita que me habían dado también compartió con otros niños que estaban en el mismo estado. Y bueno se recuperó, pero era muy pequeñita, porque cuando yo tenía que bañar, era difícil de bañar, su cuerpito tan débil, era tan chiquitita. Justo me acuerdo que mi tío había traído una cajita de zapato, me dice «si se muere, vamos a enterrar acá» [ríe]. Mi tío también era otro que, yo ni siquiera pensaba que tenía que morirse, pero me, qué será, por lo que también ha visto de cómo estaba la bebe ¿no? Entonces así, bueno por suerte mi bebita se recuperó.
Pero creo que a lo largo de ese tiempo yo era una madre demasiado triste, porque no estaba bien, ni feliz podía ser (ruido de carros y perro ladrando), aparte de lo que mis traumas que tenía, no podía dormir bien; en mis sueños tenía pesadilla, pesadilla de que, siempre veía violación, veía violación que una niña había sido violado, eso veía, hasta hoy tengo ese sueño. Es algo que no sé, si se borrará algún día, no sé si me olvidaré de eso o será el, lo que he sido, no sé qué es lo que pasa, ese sueño no me deja en paz.
Tamia
Claro, está ahí, en tu mente
Justa
Claro, entonces, yo a veces ni podía dormir bien. Y yo no podía avisar a alguien o decir que «sabes que, esto estoy soñando», ni siquiera tocar ese tema porque yo trataba de olvidarme, de ocultar; pero no se podía porque trataba de no recordar pero en mis sueños recordaba la tortura, veía a los militares matar gente, era como una película. Entonces, este, eso no me dejaba vivir bien, y a la vez lloraba por lo que pasé y ese sueño que no me dejaba en paz.
Y también me había vuelto como una maniática de limpieza, era como que, yo siempre me gustaba usar ropas blancas, ropa blancas; ahora soy maniática de negro [ríe]. Entonces lavaba la ropa muy exagerada, porque todos los pañales de mi bebé, que aquella vez se usaba, se usaba pañales blancos de trapo ¿no?, no había desechable, pañales descartables no había. Entonces, este… llegaba a las o a las de la noche y lavaba los pañales con lejía, con jabón, hasta como que iba a dejarlo coladera (sonido de aves), y así, eso hacía y al día siguiente igual me levantaba temprano, me iba a trabajar.
Por suerte ahí donde que trabajaba había gente- en esa parte vendía pues, así como ambulantes, ambulantes- casi la mayoría me conocía por lo que era joven, mamá joven, y mi bebé chiquitita y todos me lo tenían a mí, me apoyaban, a cuidar, a cargar; era como un juguete de la cuadra [risas]. Y así lo he tenido hasta un tiempo que estábamos así, y ya mi bebé creció, ya tenía como un añito creo.
Y con el padre siempre peleando, discutiendo, yo tratando corregir a un hombre que no se podía corregir, y todo eso fue creo que, fue por el tema de que yo fui una niña que no crecí con mis padres ¿no? Desde los 12 años todo eso vínculo familiar se ha roto, y ese vacío era que, yo no quería que mi hija repita esa historia, como que esa bebé tenía que estar dentro de una familia, que esté con padre y madre, eso. Pero hasta la fecha yo no me daba cuenta de eso, solo sé que quería que mi hija tenga padre,
Tamia
¿Y ahí estaban viviendo solo los 3 juntos o vivían en otro lado?
Justa
Sí, vivíamos los 3, pero en el segundo piso vivía, porque acá en la casa de mi tía, nos dio un espacio para vivir en el segundo piso, 2 cuartos ocupábamos y ahí vivíamos. Entonces una cocinita y un cuarto para dormir. Entonces vivíamos los 3, pero el padre nunca se ocupaba prácticamente, él era como mi hijo mayor, un hijo que hacía berrinche y yo tenía que estar controlando y a la vez cuidando a la bebe, y eso era.
Me acuerdo que, porque mi hijita tenía ya algo, todo eso que pasó hasta 2 años por ahí me acuerdo, una vez que el más fuerte fue, mi hijita tenía años, y creo que también cómo, yo también aún yo seguía creciendo ¿no?, tratando de darme cuenta
Tamia
Claro ¿es que tenías cuantos años, 18, 19?
Justa
18, 19
Tamia
Claro
Justa
Entonces este, un día me acuerdo que, mi hija, mi hijita ya estaba grande ya, su papá me dice «voy a ir a una fiesta», porque también ya había dejado su trabajo, era un hombre que no quería trabajar, quería dormir hasta la hora que le dé la gana y en los tiempos libres quería irse con mujeres. Entonces un día me dice «voy a ir a una fiesta», porque se había cambiado a un trabajo, acá por Camacho, trabajaba cuidando la casa de un político Yoshiyama, Jaime Yoshiyama, entonces, este, «bueno -le dije-ya pues», seguro que todas esas andanzas ya me han colmado la paciencia ¿no?, y me dice «voy a ir a una fiesta de mi trabajo, todos somos amigos, todos varones, vamos a ir con mi jefe más», me dice; entre mi pensaba «entre hombres, serán maricones» [ríe]
Tamia
Sonaba raro
Justa
Medio raro [ríe]
Tamia
Por todos lados, si no era cierto o si era cierto
Justa
Si no es mujeres, son hombres [ríe], ya tanta la desconfianza ¿no? Entonces yo dije «bueno, ya», creo que yo ya estaba empezando a avivarme también, y porque yo también quería seguir, porque él con todos sus antecedentes que ha tenido, le dije «voy a seguirle a éste», también me cambié, «´¿y tú a dónde vas a ir?», me dice; «ah, voy a ir a una fiesta con una amiga», le digo; «¿quién?»; es la misma amiga que tenía «Eugenia», le inventé; y me dice «¿así, qué raro, qué fiesta tienen?» me dice; «no sé, tenemos una fiesta. Tú vas a ir a tú fiesta con tus amigos»
Tamia
Encima preguntón
Justa
[risas] Encima preguntón. Y no sabe que yo lo iba a investigar. Entonces (sonido de aves), estuve bien cambiada todo, cambié a mi bebita todo. Yo esperaba a qué hora va a salir pues, porque como él dijo que en su trabajo iba a venir un carro a recogerle y de ahí les iba a llevar por Pamplona a una pollada, no sé qué, había una fiesta, iban a ir ahí. Yo miraba la hora, creo que eran las y media de la noche, me dice «¿a qué hora vas a salir?», «no sé, más tarde, seguro»; digo que no sé a qué hora, qué le importa a él. Entonces, él salió todo bien cambiado, miré la hora, pasó minutos, me fui atrás con mi bebe agarradas de la mano, porque yo al principio dije «¿qué, como que va a ir a la fiesta?», dije, «ya, yo también voy contigo», le dije, «¿a dónde vas a ir con la bebe?», ahí me dijo que iban a ir puros hombres, entonces «ah ya pues», le seguí. Llegué al trabajo donde trabajaban en la cuadra, había una señora que me conocía, me dice «hola chinita», me dice, también a él le dicen chinito, «el chino ha entrado a esa casa», así una casa blanca era. Y no sé qué tanto, no me interesaba si estaba el dueño, no estaba el dueño, toqué la puerta, «¿dónde ha entrado señora?», «a esa casa», me dice; toqué la puerta fuerte- no tenía ni timbre esa casa- entonces toqué la puerta, y me abrió la puerta un muchacho (bosteza) con cara de ogro, «¿sí?» me dice; le dije «¿está mi esposo Bruno? porque vamos a ir a una fiesta con él y ha entrado acá.» Y como abrió la puerta, yo me metí de frente [ríe]. Qué tal locura, porque ni siquiera he pensado si está el dueño, me decía algo, ha jalado de la mano a mi bebé. Entonces, este chico me conocía a mí de vista porque había sido sobrino de mi tío también, de […] de mi tío que es parte de su prima de mi mamá, ehm, entonces él llama y dice «oh Bruno, tú mujer, Bruno, tú mujer», yo ya me estaba yendo adentro ya, me estaba yendo adentro ya, y ahí lo alcanzo a ver hablando por teléfono, y dice «aló María, chau, chau, María, chau, chau», le cortó el teléfono. Y este muchacho le prestaba el teléfono para que él pueda llamar, él salió y dijo «¿qué haces tú acá?», yo no le dije nada, «¿y tú con quién hablas?», dije; atrás ha aparecido, «no llamé a mi hermana», me dice -porque su hermana también se llamaba María-…
Tamia
Qué mala suerte
Justa
[ríe] «Ah ya”, le digo, bueno ya. Y ya no me dijo nada, yo estaba atrás de él jalaba a mi bebe, en eso pues, en siguiente cuadra, estaban de verdad, había venido un carro, y ahí estaban chicas, chicas que trabajaban en casa, no eran solo hombres, sino chicas todos…
Tamia
O sea de verdad habían… (no sé… me está llamando un ratito…).
Ya, entonces ahí estaban otras personas, no solo hombres
Justa
Sí, no solo hombres, sino que había, vinieron chicas todas bien pintadas con unas minis hasta el…
Tamia
Hasta el ombligo
Justa
Hasta el ombligo
Tamia
Eran cinturones [ríe]
Justa
Eran creo. Y así todos, yo viendo todo eso y decía dentro de mí » así qué hombres, solo hombres», Bueno así luego llegamos a la fiesta, él estaba todo gruñón, renegando
Tamia
¿Y qué decía?
Justa
«Qué a qué he venido», que «por qué has traído a la bebe, que bebe no puede estar acá», yo dije entre mí «que si este nunca ha querido ni siquiera tener y ahora se preocupa por la bebe», sino que le incomodaba porque seguro uno de sus trampas que no le dejaba yo, porque no le dejaba un espacio para que haga
Tamia
De repente ni sabían que tenía bebe
Justa
Claro, sí pues, entonces ahí había una fiesta, había ido uno de sus amigos también, estaban bailando, tomando. Allá él que se sentía incómodo, bailaba con las chicas, luego como que no podía, no tenía esa libertad de estar ahí coqueteando, qué se yo, de repente había estado con alguna de las chicas, por ahí también era su amante, pero al ver que está así, qué va a decir. Así pues, entonces, ahí me llamó atención un amigo de él porque yo lo conocía a su amigo, él había ido solo también, su amigo; entonces ya estaban mareados, y uno de sus amigos estaba sentado en el mueble tratando dormir, ese amigo de él se llama Miker, estaba tratando de dormir; y una chica toda bien, como le digo bien con la mini, toda pintarrajeada se acerca, que se le arrimaba a cada rato así, y él lo que hacía, sabes qué, le agarró su mano y le retiró; que se le arrimaba ahí encima la chica, pero él agarró su mano y lo retiró. Yo digo que «si esto le pasara a Bruno, él feliz ya estaría con la mano», y ve la diferencia del hombre, “wow, qué tal hombre, ese sí es un respeto”. Todo eso me he ganado, todo ese espacio. Bueno, cuando uno no quiere, no quiere, por más que se te regale, no quiere, no, no.
Tamia
Un hombre puede decir que no…
Justa
Entonces, ahí yo vi la diferencia, este joven era así. Bueno ya terminó la fiesta, él regresó, bueno volvimos, él renegando conmigo, mentándome la madre, que yo por qué le había seguido, por qué no me busco otro marido si yo quiero, o sea «yo qué hago con él», y eso que en mi mente estaba que «mi hija no tiene que estar sin padre». En ese plan
Tamia
Aparecía esa respuesta en ti.
Justa
Eso era en mi mente, no. Entonces llegamos a la casa
Tamia
¿Y el por qué siempre se quedaba?
Justa
¿Se quedaba dónde?
Tamia
Con ustedes, contigo
Justa
Era algo que yo también me digo. Yo creo que es porque él tenía toda la facilidad que había una mujer que le mantenía o tenía un cuarto donde vivir. Él lo que ganaba hacía lo que quería, y a la vez de mí también sacaba algo
Tamia
Claro
Justa
Eso, yo creo que es el único beneficio que él ha querido, más otra cosa no, porque, al principio no ha querido un bebe, quería someter al aborto, que no quería, y que me diga que si yo quiero que me busque otro marido, por qué yo tengo que estar insistiendo, por qué tengo que corregir, por qué, por qué no le entendía.
Así es que cuando llegué a la casa, al día siguiente vino su hermana a visitarnos, era un domingo, porque el sábado era la fiesta. Entonces cuando viene, «hola María», le digo -porque María se llama su hermana- «ayer me dijo que Bruno te iba a llamar, ¿te llamó?», le digo, porque, como ya lo había pescado ya todo eso; «no, ese ni me ha llamado», me dice; entonces no era a ella que le ha llamado
Tamia
La otra María
Justa
Seguía descubriendo las mentiras de él. Así pues, entonces, así él seguía, seguía buscando a su tal María, que era su amante de toda la vida, que un tiempo ha sido mi amiga todavía. Ya tanto que me decía que me busque otro marido, que el otro. Una vez le dije «ya se terminó acá, yo no puedo seguir contigo, te vas, te vas -le dije- yo con mi hija sola voy a estar, ya no me interesa, ya te vas». Entonces, este, él, cuando ya le dije eso, como a mí también me colmó la paciencia (se oye un dialogo entre una mujer y un hombre), le dije «ya pues, que se acabe ya pues, que haga su vida, no, ya me cansé de pedir que sea, que siga o que esté ahí»
Tamia
De esperar que vaya a cambiar
Justa
De esperar que se vaya. Entonces me dijo «ah, seguro te buscaste otro marido» [ríe], no le entendía nada
Tamia
Bueno fuera
Justa
Yo decía «bueno fuera», y así pues empezó a celarme, y ahí me mandó un puñete acá por la cara
Tamia
Dios mío
Justa
Para entonces mi papá había venido de la sierra, y mi papá le dijo «mi hija no está sola, tú no le vas a pegar, tú no tienes por qué pegarle, ella puede mantenerse sola o yo voy a mantener a mi nieta, déjala» le dijo. Entones mi papá le dijo eso, él salió, y estaba loco porque no creo que estaba bien, salió y al rato yo dije , como habíamos peleado, había esas peleas, él salió del segundo piso, había bajado, y yo bajo pues pensando que se habrá ido al baño, cuando bajo, mi primo sube desesperado pues, porque yo estaba en la parte de abajo; y me mando un puñete, me dice «¿qué has hecho?», me dice mi primo; «¿cómo que he hecho, qué tienes?», le digo; «¿qué tú le has cortado a Bruno?», me dice; «¿qué?», yo la verdad me sorprendió que mi primo me mande un puñete y que me…ya había recibido un golpe de Bruno, y que venga a decirme, «¿qué?» le digo. Bajo al primer piso y Bruno se había cortado el brazo y estaba sangrando así pshhhh, y con qué se cortó, había un vidrio, había una botella, creo que se había cortado, y se había cortado; porque ese día yo le dije «un punto final, acá se acaba, te vas, yo ya no te quiero más», creo que dé, para él habrá sido un impacto de que tanto le he seguido del embarazo, que le rogué, le supliqué, que…y todo eso; y de repente de improviso que yo le diga eso ¿no?.
Entonces mi hermano en el segundo piso también vivía, en otro cuarto, ya mi primo «yo no le he cortado- le digo- ¿qué cosa le he cortado yo?», y salió corriendo, salió corriendo, así sangrando la mano. Y mi hermano dice «tienes que poner denuncia, vamos a poner denuncia», nos fuimos a poner denuncia acá a Santa Isabel.
Yo tenía un miedo de ponen denuncia, porque yo tenía un pánico de hablar con un militar, con policía, decía que me va a preguntar seguro «¿de dónde eres?, ¿cómo eres?, ¿quién eres?», porque yo estaba traumada de lo que me habían torturado, de lo que me habían acosado de terrorista, de lo que me han ultrajado, «me preguntará todo eso», no quería ni ir. Mi hermano me llevó, «tienes que ponerle denuncia, porque tú no le has cortado, él se ha cortado y va a decir que tú le has cortado», como le ha dicho a mi primo que yo le he cortado.
Entonces, cuando fui a poner denuncia había vuelto a la casa, había vuelto a la casa, entonces después de poner denuncia, yo vengo de que todo lo que me había hecho desde el embarazo «que no quería que tenga el hijo, me hizo esto, me hizo lo otro»
Tamia
¿Denunciaste todo eso?
Justa
Ajá, hable porque estaba con mi hermano que me apoyaba, estaba conmigo. Por suerte no me preguntó qué cómo era, de dónde era, si era de terrorista, no sé cuánto. Yo en mi mente estaba eso, porque tenía miedo. Y por suerte de la denuncia regresó a la casa y no le encuentro a mi bebe
Tamia
No
Justa
¿Qué pasó?, a mi papá le digo «papá, ¿la bebe?»; «se ha llevado a la fuerza» me dice; «¿cómo que se ha llevado?, el hombre está sangrando, es capaz de matar a la bebe», por mi mente pasó todo eso, porque él no lo quería tenerlo y como ahora se lo llevó. Dice mi papá que no quería soltarle a la bebe, dice que cuando estaba durmiendo se la llevo jalando, corriendo, ha dicho «si no me voy con mi bebe, no me van a ayudar a, no me van a recibir en hospital, no me van a coser, no sé.» Se la ha llevado a la bebe y no sabía ni a qué hospital se había ido. Llamo, al día siguiente llamo a su hermana, y para entonces no había ni siquiera teléfono, todo un caos, y su hermana me dice «dice que tú le has cortado a mi hermano-» Y a mí bebe se la había llevado, yo no podía estar tranquila, nunca se la había llevado, por mi mente pasaban tantas cosas. Después a la bebe se la había llevado a la sierra donde su mamá
Tamia
Se ha ido lejos
Justa
Y se ha ido lejos, y nada más para hacerme sentir mal. Tuve que llamar, yo le dije a ella que me devuelva, también seguro la bebe lloraría, después volvió, creo que de una semana volvió
Tamia
¿Qué edad tenía tu wawa?
Justa
años. Volvió
Tamia
¿Todavía tomaba teta seguro?
Justa
Todavía tomaba teta. No le importó nada.
Tamia
Que bestia, perdón, pero…
Justa
Sí, no le importaba nada (llora). Cuando volvió mi bebe no, no sé, estaba como loca, no sabía si seguir con él, él decía que «no me vas a dejar, no me vas a dejar», ahora se cambió el papel (sonríe), era un caos, dije «bueno, si él dice que, bueno pues ya, otra vez digo, habrá cambiado». Vuelve, otra vez seguíamos, creo que hemos estado como meses, así no más bien, luego empezó a hacer sus cosas, empezó con la misma historia de andar.
Cuando volvió pues, mi primo, mi tía me dijo «no puedes vivir acá, porque ustedes son un peligro», por lo que él se cortó, que mi tía a veces piensa que yo le he cortado, pero mi papá sabe dijo «ella no le cortó en ningún momento. Ella se quedó acá, él bajó cuando le hemos dicho que se vaya, y que ya pues qué tiene que venir a pegar a mi hija», entonces ya pues, cuando…
Tamia
¿Tú tía era hermana de tu papá?
Justa
De mi mama
Tamia
¿Y tú mami dónde estaba?
Justa
Ella estaba en Ayacucho. De ahí dije, en eso, él dice » de verdad voy a cambiar» habló con mi otra tía que vive más abajo, «voy a cambiar», como su esposo le había recomendado el trabajo, entonces le dice «no sé si me puedes alquilar un cuarto», y ahora sí o sí me tenía que ir con él porque ya ni mi tía me quería en casa, por su culpa de él. Ya pues nos fuimos a la otra casa abajo, a la casa de mi tía la otra. Igual él seguía ahí, no cambiaba, igual seguía andando.
De ahí, este, mi tía de acá me dice «¿no quieres ir a vivir a Manchay?», porque ellos tenían su terreno en Manchay, unos terrenos grandes tenían, me dice «mi terreno está en peligro, no vas a pagar cuarto nada, anda a vivir ahí. Solo gastarás tu pasaje y tu comida, para que vayas a trabajar.» Entonces yo dije, «si no voy a pagar alquiler, me voy allá», el convenio era que mi tía me dice que «como están entrando muchos invasores, tú vas a cuidar, solo es para dormir de noche porque de día no, los invasores vienen de noche, de día normal vas a trabajar.» Y había un cuarto hecho ahí, fui ahí, «entonces vas a trabajar normal», me dice.
Tamia
¿Él se fue contigo o no?
Justa
Se fue conmigo. Siguió conmigo atrás. Entonces cuando llegamos allá, él seguía con la misma historieta de que tenía que mantener a 2, y así pues. De ahí me iba a trabajar, mi tía me dice «te voy a dar la mitad del terreno, con eso te vas a construir», le digo «tía, ya pues», ese era el convenio para ir a vivir allá, cuidar el terreno
Tamia
¿Igual lejos no?
Justa
Sí de ahí me venía
Tamia
De donde tú trabajabas
Justa
Sí, de ahí me venía hasta con 2 carros al centro me iba, venía, me iba, en ese plan estaba. Me acuerdo que una vez, a mi bebita le dejé porque creo que toda su ropa estaba sucia, entonces como él estaba en casa, también que cuide pues, porque ya no. Le dejé y cuando yo regreso de trabajar, él se había ido al río de Manchay abajo con todas las vecinas, que por ahí son vecinas ociosas que sus maridos le mantenían seguro, porque no trabajaban, paraban en casa, eran ama de casa. Entonces con ellas se habían ido, ni había lavado ropa de la bebe, ni había lavado los servicios que habíamos tomado desayuno, nada. Cuando llego también llegaba él con la bebe, todo sucio, no sé hasta horas de la noche dónde andarían, no sé cómo habrán estado también. Mi bebe estaba de hambre. Le di de comer. Yo le dije «¿qué pasó?, por qué no le has lavado ni siquiera ropa de la bebe, si te has quedado», «que no se puede, no se puede cuidar», dentro de mi decía «este miserable, como puede ser tan mal padre.»
En eso que él al día siguiente me dice » voy a acompañar a su hija de la vecina de atrás», me dice; «y a qué vas a acompañar?»; «dice que está buscando trabajo»; eso para mí era, ¿cómo es que va a acompañar a la hija de la vecina de atrás si está buscando trabajo?, tiene una hija que mantener, ni siquiera ha lavado la ropa, «cómo es posible-dije- ¿no me puedes ayudar siquiera en eso?», y empezó a pegarme; yo también ya empecé a defenderme, creo que le mandé una patada, tanto que me hacía de todo, lo peor es que me trataba que era una puta, una perra; todo eso me aguantaba.
Entonces, este, al día siguiente, ni siquiera fui a trabajar en esa discusión y así me fui, «si quieres quédate pues con la hija de la vecina, haz lo que quieras, yo me fui con mi bebe más», me alcanzó y la bebe, me pegó, no sé qué me hizo, creo que me ahorcó el cuello, no sé, me había desmayado. Había perdido el conocimiento, yo me despierto como que estaría volando en el aire, yo sentía que volaba por los aires, no sé cómo recobro la conciencia, veo sangre todo esto de acá, y me había reventado el labio de acá, tengo todavía una bolita. Todo de acá estaba ensangrentado total y mi bebe estaba llorando. Yo creo que no había ni gente que me viera, o no sé, ni me ha defendido. Así levantándome toda golpeada así volví a la casa, ese día no fui a trabajar. No fui a trabajar, volví a la casa a lavar ropa, a ordenar mis cosas
Tamia
¿Él se fue?
Justa
Él me pegaba y se iba
Tamia
Te pegó y se fue, ¿y la bebe?
Justa
No le interesó nada, se iba él. A él no le interesaba todo lo que ha presenciado mi bebe, nada.
Tamia
¿Y tenía algún, tenía afecto por tu bebe?
Justa
Era un enfermo mental creo, para mí. Porque cuando yo decía que quiero separarme a mi hija le daba un cariño que, como que, hasta le compraba golosinas, chocolates, eso, como para este engañar, no sé. Entonces la bebe también estaba confundida, ya estaba grande, una vez me dijo «yo quiero a mi papá, pero a veces me da ganas de quemar la casa -decía-porque no quiero ver pelear», así.
Entonces, así en eso, todo eso, toda esa semana tratándome de curar mi herida toda, ese día no fui a trabajar, igual fui al siguiente día a trabajar normal, llegué.
En el trabajo también la gente se daba cuenta «¿qué te pasó?, te pegó seguro tu marido. Yo no sé cómo vives con ese hombre» todas me cuestionaban mis amigas, yo seguía ahí.
Así pasaron, pasaron esas peleas. Luego de esas peleas yo le dije a mi tía, «tú ya sabes que me voy a separar, me voy a ir, ya no quiero vivir más con él», pero mi tía me dice «no, ¿cómo te vas a separar?», también seguro que, qué pensaría mi tía ¿no?, como que a ella a veces le decía mentira, creía no. Entonces ya, seguía en ese plan. Entonces creo que quedamos ya, dijo que ya iba a cambiar, ya bueno, después de tantas peleas decía que iba a cambiar, siempre decía que iba a cambiar, que iba a cambiar, y yo seguía cayendo en sus mentiras. Ya mi hija como años creo que tenía. Una vez, este, me dice «vamos a la playa», para entonces ya vivía un familiar, un tío mío en Manchay, cerca, y su hijita tenía años por ahí, mi prima menor. Yo le dije a mi primita «vamos a la playa», «ya», me dice también; era verano, estaba de vacaciones. Y fuimos a la playa, era un domingo, entonces fuimos a la playa, en la playa otro teatro que me ha hecho, decir que me causó, porque hasta mi prima de años me ha aconsejado. Cuando hemos ido llevando nuestras cosas, frutas, todo, y para entrar a la playa habíamos tendido todo, nuestra toalla, ahí estaba mi bebita, todo ya. Entonces, este, y mi marido me dice «vayan a entrar ustedes a la playa», me dice, «entren, yo voy a cuidar a la bebe», me dice, como bueno todo, dice que va a cuidar a la bebe, «ya está bien», entramos con mi prima. Y cuando yo vuelvo, ya después de haber entrado a la playa, ya entro, vengo otra vez, mi toalla de lo que estaba tendido, él había recogido, en eso donde estaba tendido mi toalla había hecho tender una toalla de una chica. La chica había ido con sus hermanitos creo, le digo «¿y mi toalla?», le digo; la chica está ahí sentada, como estaba lleno el Agua dulce eso, gente un montón. La chica estaba sentada ahí con sus hermanitos, todo ahí coqueta, sentadita, y él también ahí mirándola, mirándola, se paró, se fue a bañarse, a la chica le dice «¿vamos?», le dice, también se va la chica [ríe], en mis narices ya andaba con otra. Y de la chica sus hermanitos también «señora, te encargo mis zapatos, mi ropa», también diciendo se van a bañarse con ellos. De ahí cuando yo veo mi marido está al fondo, ahí, ahí, saltando en la ola, agarrado de la mano con la chica, así [ríe]. Y mi prima me dice «que eres una tonta, ¿no ves lo qué está haciendo ese Bruno?» yo digo pobrecita tendrá miedo, todavía seguía tan tonta, yo le digo «¿qué?, tendrá miedo, no»
Tamia
La chica
Justa
La chica. Después, ya no volvió, desapareció con la chica. Y mi hijita también le había seguido, se vino una ola que casi nos tapa a todo, mi hijita también ahí estaba total bañada de agua, fue corriendo a agarrar, ahí él se desapreció con la chica. Y los niñitos estaban ahí y me dicen «¿señora tú qué cosa es ese joven?, con ese se ha perdido mi hermana» [ríe], yo qué podía decir al niño. Voy a buscar por acá, voy a buscar por allá, no aparecía total. Y el chiquitos buscaban, buscaban, no venían creo que hasta las 2 de la tarde estábamos en ese plan. Mi bebe lloraba de hambre, mi prima estaba que me carajeaba, me decía «cómo vas a aguantar eso», una niña de 13 años, «yo que tú a ese le boto a palos», y así. Tanto esperar, una señora que estaba atrás mío le digo «señora, este, ya me voy, mi bebe está llorando, yo he venido con mi esposo. ¿Te puedo encargar esas ropitas?», le digo, porque esas ropitas eran de esos niños de esa mujer pues, y me dice «qué, ¿vas a dejar?», me dice; «mi esposo se ha desaparecido -le digo- con esa chica, ni la conozco», le digo; y la señora «yo que tú lo boto, cómo le vas a aguantar»
Tamia
Ojalá se haya ahogado
Justa
Ojalá que se haya ahogado con esa ola [ríe]. De ahí ya, «ya déjalo ahí», me dice. Ya lo dejé, estaba viniendo creo casi media cuadra ya, y mi prima me dice «¿vas a dejar toda esa ropa? no, no, no, espérame aquí, yo voy a regresar», había ido y regresado trayendo esa ropa de los niños, la ropa de la chica, su toalla, no sé qué, había traído así envuelto, había traído. «Estas basuras no se van a burlar de ti» diciendo, como había un puente, yo decía «para qué has traído, hubieras dejado, nos van a decir que somos rateros», le digo, renegando con ella; «que piensen lo que quieran», diciendo, «mira esta basura voy a tirar», fluuum le tiró por los matorrales la ropa, yo me sentía tan culpable, y a la vez pensando que me va a decir que soy ratera.
Así nos hemos venido, le he dejado sin ropa también a mi marido, se ha quedado sin sandalia, con short no más se ha quedado pues, no aparecía, no sé qué habrá pasado con esa. Y de ahí yo me he venido, había un carro que nos trajo por Javier Prado, de ahí me he venido, y le digo a mi prima «¿ahora cómo vamos a llegar? vamos a ir hasta Manchay», el digo, mi hermana vivía en Santa Patricia. Como el carro que hemos venido hasta Javier Prado, se ha malogrado, dije «mejor vámonos donde mi hermana», diciendo nos fuimos. Le conté a mi hermana lo que había pasado, entonces me dice «ya no vayas a Manchay, quédate con nosotras», pero yo decía «tengo que ir, tengo que cuidar el terreno», porque también el terreno estaba corriendo peligro, porque en las noches venían los invasores por los cerros, venían gritando, era un caos; tenía que prender en cada esquina una fogata para que no entren, que ese terreno tiene dueño
Tamia
Que está ocupado
Justa
Así era. Entonces yo tenía que ir ahí. Y cuando yo llegó a la casa, de la casa había un cuarto construido, otro cuarto era también era con choza no más, ese sí su candado se podía abrir, ahí había una cama también. Entonces cuando yo llego, la casa está cerrada, pero había entrado a la choza. Había venido, no sé cómo habrá llegado también pues no, habrá andado calato pues no, y estaba tan enfurecido que me empezó a pegar, me dijo «¿qué has hecho con su ropa de la chica?», qué basura me ha pegado por eso todavía, cómo es posible «me has dejado sin ropa, a la chica su ropa también dónde has llevado, las dejado a sus hermanitos sin ropa», sus hermanitos buscando no aparecían, desaparecieron también de tanto esperar. Yo deje encargado, y mi prima tiene la culpa de tirar ¿no?, ya qué le voy a explicar
Tú te fuiste y dejaste las cosas. “A mí qué me reclamas», me empezó a pegar delante de mi hija. Yo justo estaba cargando a mi bebe, nos tiró, mi bebe también se había caído de cara, todo de acá estaba rasguñado. Me pegó tanto que casi una semana estaba enferma. Durante esa semana que estaba mal, él se iba donde quién, no hacía nada, andaba, era un loco enfermo.
Y de ahí cuando yo voy a mi negocio, porque era tan feo mi golpe que he tenido en la cara todo maltratado, moreteado. Estaba tan mal que no fui a trabajar una semana, de ahí voy al trabajo a ver a la cochera donde dejaba mi carreta, para la siguiente semana para trabajar, y mi carreta estaba vacía, me habían robado, no tenía nada. Las cosas de la carreta estaba desmantelado, y estaba ente las carretas, había unos cuantos tornillos no más, me quedé sin plata, sin nada.
De ahí, quería volver a abrir otra vez, «yo trabajando mantengo a esto, me hace esto, me hace esto, me hace el otro. Me quedo sin trabajo», dije, pero luego conseguí un trabajo. Ya no estaba en el negocio, sino donde mi hermana, le dije «esto ha pasado, me he quedado sin nada», le dije; mi hermana me dice «ahí puedes trabajar, mi jefa necesita una chica para venda en su fuente de soda» me dice; «ya pues», le digo. Estaba trabajando ahí, me fui a trabajar, para ese entonces él también ya ni trabajaba en el trabajo que estaba trabajando, había conseguido un trabajo de cobrador, ya ningún trabajo duraba, estaba así. Yo le dije «mejor hay que separarnos, no me pases ni mantención ni nada, no te pido nada, pero mejor hay que separarnos», y él no quería, decía «seguro que has buscado otro marido»
Ah sí y cada vez que me pegaba, decía «búscate otro marido, yo no te quiero, búscate otro marido, que yo no estoy para mantener mujer, no estoy para escuchar reclamones, que el otro», y su hermana también igual era, la que me dijo que podía abortar a mi hija, me dijo «yo te dije que abortaras, yo no sé para qué has tenido porque a mi hermano le exiges tanto, él no está para mantener hijo ni mujer», también era su apoyo para él, y así.
En ese trabajo he estado un tiempo, un tiempo ya, me había cansado de él total porque todas las veces me decía que me tenía que buscarme otro marido, tenía que buscarme otro marido, que porque yo no lo dejaba ser feliz con cualquier chica que se le presentaba, a veces veía pasar unas jovencitas y me decía «¿por qué no eres como ella, por qué no te vistes como ella?», pero cómo yo tengo que vestirme como ella, yo soy tal como soy. Entonces así me hacía sentir mal. Así en ese plan, yo ya me había hartado de él total.
En eso llego a conocer una persona de la cuadra donde trabajaba, había un joven que venía a comprar a la fuente de soda a comprar helado, y me decía, me preguntaba por la chica anterior que trabajaba «¿y la chica anterior que trabajaba?», me decía, «no sé», le digo, qué era, yo dentro de mi riéndome «¿que era tu chica, te dejó sin decir nada?», así me reía pues, «no, te pregunto no más», me dice «¿dónde vives?»; «en Manchay», le digo; «¿y tú?», le digo; «también en Manchay», así. Entonces este, «¿y cuántos años tiene?, él tenía años 28 creo, ese año
Tamia
Mayor que tú
Justa
Ajá
Tamia
¿Bruno era más o menos de tu edad no?
Justa
Él era mi mayor por años
Tamia
años
Justa
años. Entonces como que me llamó la atención porque él era de Ayacucho, que era una persona, en fin, más me pareció gracioso, porque era medio feíto [ríe], todavía discriminando. Entonces, justo al costado donde yo trabajaba, trabajaba una chica también, ya una señorita, tendría sus 27 o sus 28, por ahí. Entonces yo le digo, porque como era mi cliente, mi supuesto cliente el que venía a comprar siempre, entonces yo decía «ese paisano siempre viene a comprar», «es mi paisano», le digo. Así riéndonos todo. Y él dijo que tenía años, que era un chico soltero, vivía en Manchay. Ay no tomé interés tanto, si vivirá en Manchay, se estará bromeando, porque yo le dije «vivo en Manchay», así. Entonces, a veces yo me quedaba en la casa donde estaba mi hermana porque ella cuidaba una casa en Santa Patricia, cerca. Entonces, yo decía pues, a veces yo me quedaba ahí
Tamia
¿Y tú nena, tu hijita?
Justa
Mi bebe yo me traía, dejaba donde mi hermana.
Tamia
Ajá
Justa
Así estaba
Tamia
Ok
Justa
Ahí la dejaba. Entonces, este, una vez él me dijo «vivo en Manchay», «ah ya», justo yo estaba en el paradero cuando estoy yendo, también estaba en el paradero, yo dije «este será un mentiroso, cómo va ir a Manchay»,
Tamia
Me está siguiendo
Justa
Me está siguiendo. Y subió al carro que subí también. Y me dice «¿has cenado?» me dice, «no todavía, llegando a mi casa voy a cenar», le digo. Como que se preocupó por mí y me pareció interesante, me dice «podemos bajar en Musa si quieres, podemos cenar, te invito», le dije «ya, gracias», y también como que me dijo que me busque otro marido, que no servía para nada, como yo era una pobre tonta, y acepté pues, y bajamos, todavía creo que pidió un lomo; lomo para él, lomo para mí. Y a mí no me gusta mucho comer las carnes, la verdad creo que siempre he sido así, siempre he tenido un poco de pena por los animales, porque me acuerdo que mi papá cuando mataba este, así cualquier ganado, me decía «ven, ayuda a agarrar su pata, ayuda», yo me escapaba, decía «no, no, no» y toda la semana no comía la carne, hasta que me olvidaba y ahí recién comía
Tamia
Te acordarías de tu carnero, cómo era
Justa
Claro
Tamia
De tu cabrita
Justa
De mi cabrita, de que andaba montando [ríe], de mi chivito. Entonces así era. Y, no, creo que comí unas cuántas papas o unas cuántas verduras, me miró y dijo ¿qué no te gusta la carne?, «no» le dije, ya; él estaba preocupado por su carne. Entonces ya pues, «gracias», me invitó. De ahí ¿cómo es no?, uno cuando está tan herido o no sé qué pasó, la cosa que, de ahí salimos, me dice «si quieres», como no venían muchos carros también, porque Manchay era difícil en esos tiempos, los carros difícil iba, entonces, «acá a la vuelta no más está, podemos ir caminando», me dice, «¿sí?», le digo. Era una subida al cerrito pues, ahora ya lo cerraron. Yo tan confiada me fui con él, como que era mi paisano, era otro serrano como yo [risas], de confianza fuimos, creo que estábamos caminando casi llegando al cerro, ahí me abrazó y me dio un beso, como que sentí una protección, ni siquiera me rehusé a ese trato, era medio raro, y lloré, como que sentí una paz interior, como que encontré una persona protectora, algo así. Y mi mente estaba en otra cosa, habrá sido por tanto maltrato que he tenido, tanto desprecio, que sé yo.
Tamia
Tantas cosas feas que te ha dicho tanto tiempo…
Justa
Eso, y más aun con él podía hablar de lo que yo andaba en la sierra, me gustaba andar en las alturas, tenía esa caminata.
Y de pronto, en uno de esos que seguimos caminando, todavía no llegaba la curva porque por ahí pasaba el carro, venía así por el otro lado, de pronto de eso, él dijo, «un rato voy a orinar», dijo, «ya está bien», yo seguí avanzando, avanzando y llegué que venía un carro, me subí, le dejé a él [risas] porque me dio miedo de ser un enfermo mental, un psicópata, un violador, no sé. Pero no me trató tan mal como yo… Así fui a la casa, llegué, ahí estaba su papá de Silvia, ya no le dije nada, ay qué le voy a decir, igual me dijo que me vaya, que me busque otro marido, que el otro, así.
Ya lo veía diferente, creo que estaba empezando a pensar en este hombre, ya era diferente, creo que él venía siempre a comer heladito algo, me invitaba, a la vez yo tenía un poco de temor, yo decía «soltero, años», yo siempre estoy pensando en eso, feo
Tamia
¿Te parecía mayor para ser soltero?
Justa
Claro porque era mayor, y a la vez también era interesante, porque imagínate un chico que se ha conservado hasta los años soltero, yo una chibola embarazada, todo eso. Debe ser más inteligente, así. Y así pues, pasó el tiempo, así estaba andando (sonido de una moto que se sobrepone al sonido de la voz) no le tomaba tanto interés. Pero luego, ya que Bruno andaba en esas cosas, yo le dije de él que me iba a separar definitivamente, que ya no quería vivir más con él, le dije, «sabes qué, tú me dijiste que me busque otro marido, ya tengo otro marido», le dije así, y se enloqueció, «que no, que no puede ser», le dije, » mira tú me has dicho bien claro», le dije, «desde un inicio tú no has querido tener a la bebe, no has querido estar conmigo, toda tú vida has estado con tal María, mejor acá termina todo», le dije, y él no aceptaba «que no, por qué me vas a dejar», «tú me has dicho que me busque otro marido, ¿por qué voy a seguir contigo? digo yo, ya no hay nada. Mejor te dejo así, haz tus cosas, haz tu vida, y yo la mía»
Tamia
Ya que te suelte. Te tenía ahí agarrada
Justa
Y así, entonces creo que para él ha sido un cambio total, y no, y él me dice «no, cómo es posible». Así quedó, después me dijo mejor vámonos a vivir por donde está su tía, por Canto Grande, ya, por Huáscar, «te juro que nunca más voy a volver a salir con María, no voy a hacer esto», y siempre estaba en mi mente que mi hija no debería quedarse sin padre, eso era más fuerte que sobre todas las cosas.
Entonces, para entonces yo me había puesto a estudiar acá por colegio San Lorenzo, estaba estudiando cosmetología. Ya estaba tratando de organizar mi vida, dije, «tengo que hacer algo también», y luego él me dice «vamos allá», y yo le digo «en qué estoy andando. De repente se puede cambiar él, porque le dije que estoy, quizás se va a cambiar», me fui a Canto Grande a vivir. Compre un terreno, como ya tenía platitas de lo que me juntaba, siempre juntaba mi platita, creo que me costó como así un terrenito, así un cerrito. Cuando me fui para allá dejando ya el terreno todo, mi tío me dijo «ese terreno vas a dejar», porque el terreno ya no había invasión, ahora los invasores habían invadido alrededor de nosotros, pero de nosotros se había salvado porque yo estaba ahí, y mi tío es el único dueño antiguo ahí. Mi tío me dice «sabes qué, ya voy a cercar el terreno, como ya no vives ahí, voy a mandar a cercar. Lo que te corresponde, voy a cercar así separado, los metros cuadrados», «ya tío» le dije, porque yo supuestamente había salvado el terreno, «ya tío», el terreno era 150 metros cuadrados
Tamia
Grande
Justa
Grande entonces «ya» le digo. Seguía con la pesadilla de que este hombre seguía con mujeres, seguía pegándome
Tamia
¿Y el paisano, desapareció?
Justa
El paisano me había olvidado, a veces tenía pena por él. Y después otra vez fui donde mi hermana a ver este, que estaba mi hermana en Santa Patricia, volví a ver al paisano. Me dijo «¿a dónde te has ido?» «yo estoy en tal sitio», «me iba a separar, no me separé», yo le conté las cosas a él, como era, por eso creo que hasta lloré al principio, porque «vivo con una persona que me pega, que el otro.» Entonces este, me dijo «sepárate, tú eres dueña de tu vida», así que, de ahí creo que con él nos fuimos a un hotel, qué locura [risas], qué vergüenza
Tamia
¿Y tú Sandra?
Justa
A mi Sandra la dejaba con mi tía acá
Tamia
Más tranquilo, ¿no?
Justa
Tranquilo, pero, hasta que ande en tonterías.
Tamia
Habría que hacer una pausa. Bueno ella no podía estar viendo tanta pelea pues.
Justa
No pues, pero después ver la diferencia, y él también me decía que ya no vivía allá en Manchay, que se había ido a vivir con su mamá a Canto Grande. «¿y ese hombre que hace por ahí?»
Tamia
¿En Canto Grande?
Justa
Ajá
Tamia
¿Donde tú te habías ido?
Justa
Donde me he ido, pero más allá.
Tamia
Ah ya. Te está siguiendo
Justa
Me sigue el mal y el bien [risas]. En ese plan estoy. Así
Tamia
¿Y Bruno ya no te molestó?
Justa
No que Bruno seguía en ese plan de andar con las mujeres, hasta su propia tía me decía «¿cómo es posible que mi sobrino sea así?, tú eres una chica trabajadora, responsable, no es justo que tú lo mantengas a él más», me decía, estaba a mi favor su tía. Y, yo creo que ahí empecé a ver más al paisano, hay días que me iba, uuy, una locura era. Yo le dejaba donde su tía a mi hijita, o le encargaba, (sonido de moto que se sobrepone a la voz ) donde mi tía a veces la dejaba, y mi vida creo que se había arruinado ya, creo que. Yo misma creo que me arruiné porque esta relación anterior no he terminado, era ya, pero ya veía la diferencia porque era otro trato
Tamia
Claro, ya demasiado maltrato ya…
Justa
Entonces, este. Para entonces, mi marido ya había estado con otra mujer, María Nieves, ya no era María Bustamante [risas]…
Tamia
Otra María.
Justa
Otra María. Y yo para mí, ya no me interesa, como que ya le dejé ya, no me interesaba porque yo había visto otro cambio, otras cosas. A parte esta persona era amable, supuestamente era respetuoso, cariñoso, así estaba hasta que, creo que llegué cómo cuánto, Sandra tendría unos años o años y medio, o años creo que tenía. En ese plan viviendo ahí y, un día, este su papá de Sandra me pegó tanto, me dijo «vete, lárgate», no sabes toda una noche con cuchillo en la mano, me quería matar y cuando yo quería irme no me dejaba.
Tamia
¿Y Sandra estaba contigo o no?
Justa
Sandra estaba conmigo, presenciando todo ese maltrato. Y luego, y luego, le dije que quería separarme de él, le dije «ya bueno, nos separamos», eso a él le desesperaba, que no quería. Después llegué a un acuerdo con él, le dije «ya no me voy a ir», era yo que quería irme, ya no me interesaba, entonces se calmó. Al día siguiente con Sandra hablé y le dije «Sandra no podemos estar más acá, tú sabes que tu papá es malo», y Sandra me dice «mamá yo lo quiero mucho a mi papá pero nos hace infeliz». Para entonces mi papá tenía una fiesta en Accomarca, creo que esta fiesta era Navidad, hacen fiesta de Navidad, y mis hermanos estaban planeando viajar. Entonces, le dije a mi hermana «quiero viajar con ustedes», «ya pues», me dice. Y para entonces yo le invité a ese hombre, a ese supuesto hombre bueno, ni siquiera he pensado en su bienestar de mi hija
[…]
Tamia
Me estabas contando, ¿ya prendí esto?, ya está. Bien me estabas contando que, bueno, que habías ido con tu hijita, con este nuevo señor que habías conocido y con tu familia. Y en la sierra, yo ya te pregunté, ¿cómo encontraste Accomarca? porque después de tanto que no habías ido, ¿cómo te sentiste tú también?
Justa
Ya no era normal las cosas ahí. Porque cuando nosotros hemos vivido antes, la gente nos conocíamos así, como una familia, en sí no éramos familia sangre pero vecinos, a todos se les saludaba «tío, tía», un respeto. Pero cuando volví ya era diferente porque ahí había base militar pues en ese tiempo. Entonces la base militar decía que le habían torturado a la gente, a las jóvenes que estaban ahí, les había ultrajaba, algunas han salido embarazada, hijos de militares. Cuando, yo me acuerdo que mi hermana, cuando mi papá volvió de acá después de tiempo, mi hermana se fue allá, regresó, entonces estaba estudiando allá.
Tamia
¿Tú hermana mayor?
Justa
Mi hermana mayor y luego ella ha venido de vuelta, cuando ya nació mi hija pues, cuando nació mi hija se había venido por Nazca escapándose también con un novio. Para entonces me cuenta mi hermana ahí en eso, ahí había base militar, lo que han llevado aquella vez, entonces los militares a las jovencitas dice que les llevaba a su base militar, las violaba, no les interesaba nada; y traía gentes también de otros pueblos detenidos, y prendía todo volumen el radio, el carro arrancaba y torturaba a la gente ahí. Ahí, entonces, este mi hermana al ver que todo eso pasaba, yo creo que ella también ha sufrido, pero ella no habla, no quiere hablar. Ella se había venido con un chico del colegio escapándose, como que, mi papá también no sabía pues que se había venido, y a mi mamá no más le había dicho no más «me voy a escapar, no puedo estar acá, porque mamá a mi amiga la han violado», tiene una amiga que tiene 2 hijos de militar
Tamia
Asu
Justa
Me parece que ella se hizo pareja con el hombre y se vino como escapando de eso, se vino. Luego tuvo su hijo acá, en Nazca
Tamia
¿Y cuando tú dices que ha sufrido y no quiere hablar, qué es lo que te imaginas?
Justa
Me imagino que si a su amiga le ha pasado eso, ella con su amiga siempre han andado junto, yo creo que ella también ha sufrido eso (sonido de moto que se superpone a la voz de ). Ella no habla, no habla
Tamia
¿Nunca le has podido preguntar o algo?
Justa
Yo le dije, pero No quiere hablar, no quiere tocar el tema
Tamia
¿Cómo se pone, en silencio?
Justa
Se pone negativa, como que no quiere hablar, pero yo presiento que ella ha sufrido eso
Tamia
¿Tú sí le has contado a ella?
Justa
Yo sí le conté, y con ella conté, porque uuuf porque también es un… Gracias. Entonces cuando voy me encuentro que había este, ahí me acuerdo que sí había militares todavía, pero cuando la gente de la ciudad iba no hacía eso pues, con el del pueblo, porque sabe que de la ciudad en ese tiempo seguro ya todo era, todo lo que ha pasado allá ha sido publicado, todo, no. Entonces, no chocaban con la gente de allá, diferente era.
Tamia
¿O sea, cómo?, ¿no chocaban con la gente que ya había retornado?
Justa
Ajá. O sea, como que los que íbamos de acá, de nosotros hemos ido ya, no éramos ya, no hemos vivido allá pues durando lo que estaba la base militar cuando han instalado, entonces tampoco no nos podía hacer nada. Pero en eso yo fui a visitar a una abuelita que es su madrastra de mi papá, fui a visitar, ella estaba postrada en un rincón en su casa y mi hermana menor, me dice «no vayas, a qué vas a visitar», me decía, » no, ¿por qué no? si es la abuelita», porque bueno en fin. Al principio cuando éramos niñas mi mamá con la abuelita, que es su madrastra de mi papá no se llevaban bien, porque la abuelita era un poco que, le gustaba hacer problemas, era celosa, que creo que hasta a mi mamá le había celado con mi abuelo, no sé. Entonces con mi mamá no se llevaban por eso, mi mamá decía «¿cómo vieja sucia me hablaba así?», pero yo no estaba en esa no, porque yo decía que era una viejita indefensa pues. Entonces yo fui a visitarle, estaba ahí, no me reconoció quién era yo, yo le dije «soy Justa, abuela», le digo, le llevé su frutita, le llevé pan, arroz, azúcar, le di. Y ella decía «no me puedo mover». Entonces yo le pregunté a su sobrino, porque ella no tiene más hijos, nada tiene, tenía un hijo anterior, no sé creo que había fallecido en una enfermedad. Entonces su sobrino me dice, no, solamente hace su necesidad en balde, no vayas, la mayor parte ahí paran los militares. Si los militares dicen que le ultrajaban a la viejita. Entonces, bueno, sabían pues la gente, por eso a mí me dice que no vaya, eso era lo que pasaba. En la base militar viniendo le han ultrajado a la viejita, pero así hasta quedarse postrada en cama.
Le digo a mi hermana «llévale si quiera leña, algo, pobre abuelita», le digo, «no, yo no voy a ir donde esa vieja, esa vieja era mala, le celaba a mi mamá con mi abuelo», yo le digo «¿ qué tiene que ver eso?», es una persona indefensa, no. Y así me cuenta, yo qué podía hacer, nada; ni siquiera decir «oye, ¿por qué has hechos esto?», en la base militar ahí pues todos los militares andaban armados…pero ya no eran como antes como aquellos que habían venido aquella vez en el ´85 , esos días que venían todo a regañadientes, sino que a el pueblo le oprimía a todos pero menos con la gente que nos hemos ido de ahí
Tamia
¿Qué les dominaban?
Justa
Ajá, dominaba a la gente, y eso pasó
Tamia
¿Les tendrían miedo?
Justa
Y los señores del pueblo, los que eran vecinos, el tío que les decía, no me reconocían, porque como vine a los 12 años ya era una mujer con hijo, no me reconocían. Bien casi la mayoría decía «¿quién es?, ¿quién es?» para mí no, hasta pensaban que yo era de otro pueblo porque, como era niña seguro que no me habrán tomado mucho interés o no sé.
Tamia
¿Y esa fue la vez que fuiste a ver tu prima o ha sido otra?
Justa
Ahí la vi a mi prima, porque mi prima esa vez era, ella este […] como mi papá es músico, y su papá también es músico, ella había aprendido a bailar; en esa fiesta de navidad. Entonces esa vez que ha habido fiesta mi papá era cargonte, y otra gente también era cargontes, y ella había sido contratada también para que baile ahí.
Pero ella se había casado con un profesor que era su profesor del colegio. Cuando pusieron base militar como ella había seguido ahí, y así […] había estado continuando el estudio y se había casado con un profesor. Y este profesor también había sido un maltratador, y yo no sabía tampoco eso.
Yo fui a ver a su casa después que terminaron de bailar todo, dije «voy a visitar a mi prima», fui a visitar y me recibió todo de mala gana, no era esa niña con la que jugábamos, hablábamos de todo, hacíamos de todo, nuestra vida era un diversión pues. Ya no era eso, me quedé con un […], pero en mi mente quedó grabado todos esos sentimientos, todos esos juegos, y yo quería volver a encontrarme y seguir hablándonos de todo lo que hacíamos, «¿cómo te fue, cómo estás? o contar», pero ella así no más, de lejos. Más no hablaba.
Tamia
Marcó su distancia
Justa
Sí, y estaba un poco alejada, ya no era esa con la que, quién hacíamos todas las cosas, con quien jugábamos, ehh, cocinábamos
Tamia
¿Y por qué piensas que estaba así?
Justa
No sé qué habrá pasado por su mente de ella, o de repente qué sentimientos habrá tenido. O de repente pensó que iba a hablar de lo que nos pasó, o era que tenía temor a su esposo, no sé. Y no sé porque el esposo también era tan maltratador, porque dice que mucho la celaba, la trataba de prostituta que uno y que el otro. Entonces, o quizás por eso ella tenía esa distancia, no sé.
Tamia
¿Y ella tenía hijitos?
Justa
Ya tenía su hijito ya, ya tenía su, tenía un hijito. Entonces después que pasó la fiesta que pasamos (ahora ellos están peleando), me contaron esa historia, me contaron de que los militares seguían habiendo todo eso de maltrato y todo, y yo decía «mi papá tenía razón»; era por eso que no ha querido que vuelva, y mi hermana por eso también se vino. Y como la abuelita, la viejita todavía, esos militares cochinos, esos, ¿cómo han podido ultrajar?, algo que no, daba cólera y a la vez también impotencia por no poder hacer nada; era mi miedo, como yo también fui tocada, siempre tenía miedo al policía, tenía miedo al militar, tenía miedo a todo; no podía confiar en nadie, estaba encerrada en mí.
Así con mi papá conversé de mi problema, mi papá, mi mamá me dicen «déjalo a la bebe, un año me voy a quedar, de ahí te llevas», porque yo me había ido de la casa, estaba así con esa ropita que tenía, no tenía ropa de mi hija
Tamia
¿Y tú wawa ya qué edad tendría en esa época?
Justa
Ella tendría sus años, por ahí. Entonces, yo había, y en mi mente también estaba la vez cómo, este, su papá se llevó, y en mi mente estaba como que él no ha querido tener desde un inicio, cómo él puede tener, no lo va a tener, quizás le va a hacer tantas cosas, de repente le mata, todo tipo de pensamientos se me pasaba en mi mente, porque no podía confiar, pero dije, «ahora cuando vuelva a Lima tengo que empezar de cero», porque tengo que desaparecerme, que no me vea él. Entonces con esta nueva pareja vuelvo a Lima, me fui a la casa que él vivía por Canto Grande, vivía en casa de una hermana. «Si vivo ahí», dije «ya bueno», yo feliz de la vida, porque supuestamente he encontrado un protector [ríe], ¿cómo es, no? cuando uno ha quedado con ese vacío del padre buscas eso que te falta, pero equivocadamente. Bueno pues volví, dije «bueno, ya pues», como quedé con mi papá y con mi mamá después de la fiesta.
Al volver en el camino mi prima también viene, porque ella se había casado con su profesor, su profesor había sido de Ayacucho, de Huamanga. Entonces ella también viene, pero en el carro que vinimos ella venía con su esposo, yo con mi futuro esposo [ríe], con el nuevo, me venía. Entonces yo le notaba al hombre, había tomado, pero venía hablando tontería y media, y mi prima cargando a su hijito dormitando, dormitando venía, yo casi cerca a ella me senté para querer hablar con ella y no me tomaba interés; como que el hombre, su marido atrás estaba que venía hablando, que «los alumnos son tal cual, que yo tengo tal marca de ropa», tantas cosas hablaba, yo decía «¿ese hombre qué tiene?, a quién le interesa su ropa», entre mí. Bueno así, estaba borracho, así venía. Y yo quería hablar con mi prima, pero mi prima nada, estaba viniendo dormida, «será que toda la noche ha bailado», porque habían bailes una semana, baila hasta de noche, «todo eso será», no le dije nada, pero vine con esa sensación de que me hubiera gustado hablar como antes hablábamos; pero tal vez tendría vergüenza de lo que nos pasó, qué sería. Eso pensaba (sonido de camión retrocediendo), y así volví acá, ella se quedaron en Ayacucho, yo volví acá.
Después cuando llego a la casa de este hombre nuevo que me conseguí, ahí vivía en la casa de su hermana vivía en un cuarto chiquito, dije «ya bueno para mí normal» porque tenía donde estar porque también tenía que escaparme del padre de Sandra, no quería que me vea, quería desaparecerme, para mí era un caos estar con un hombre que me pegaba, me celaba, me quitaba mi plata, me robaba todo, y yo era un objeto que lo mantenía. Entonces eso. Y más yo estoy pensando en mi hija, «yo tengo que hacer algo, porque no puedo dejar ahí, no se va a quedar ahí, yo tengo que trabajar, hacer algo y tengo que educar», y eso está en mente a la vez. Entonces cuando llegamos bueno, bueno, él seguía siendo una persona buena, amable, cariñoso, y le digo «yo tengo que trabajar, tengo que buscar trabajo»
Tamia
¿Y qué se dedicaba él?
Justa
Él trabajaba en una ferretería, creo que hace gasfitería, albañería, de todo hacía. Entonces iba a casas a trabajar. Entonces, este, él me dice que su tío justo había querido dejar su negocio por Plaza 2 de Mayo, no, por Plaza Unión vendían en ese tiempo los ambulantes, tenía un puesto que ya no quería trabajar su tío, porque ya estaba mayor de edad, que ya iba a dejar, porque se iba a dedicar a sus nietos que estaba cuidando. Yo dije «ya está bien, es una oportunidad para mí, porque yo quiero trabajar», siempre en mi mente estaba trabajar, quería trabajar. Entonces creo que de 2 semanas así, eso de 2 semanas creo que estaba en casa de su hermana, con su hermana que cocinaba, le ayudaba, estaba en eso, luego me fui a ver ese trabajo. Nos dejaron un puesto que tenía unas cuantas mercaderías nos han transferido, y su puesto
Tamia
¿De qué, de ferretería también?
Justa
No, no, ellos vendían abarrotes, pero era en la calle, ese puesto no se podía mover porque ellos habían tomado como ahí. Entonces, le dije «ya vamos, yo voy a trabajar», le digo. De ahí fuimos a trabajar. Creo que a su tío le pagó una cantidad de plata para que nos traspase la mercadería. Empecé a trabajar, ahí en ese trabajo era, me levantaba a las de la mañana, a las de la mañana creo, para abrir, porque ahí la mayoría vendía caldo, los ambulantes que vendía, venían a consumir ahí. Entonces al día vendía bastante, tenía que atender todo eso temprano, vender. Él se iba normal al trabajo, luego venía. En eso la venta estaba muy bien, estaba muy bien la venda, después entró ese Andrade de alcalde, dijo que va a botar a todos los ambulantes. Y toda la vida me he pasado botando, desalojándome de todos lados [ríe]. Entonces este, «ya bueno», entonces en eso, nos estaban presionando para botarnos todo, igual dije «vamos a seguir trabajando», en eso estaba.
Y en uno de esos como yo era, yo compraba por mayor la mercadería en Nicolini, por ahí no más era la fábrica de Nicolini, de fideos, en ese tiempo. De ahí dije voy a estudiar, porque siempre también estaba en mi mente para estudiar algo, «tengo que estudiar», ese vacío también en mi mente
Tamia
¿Algo aparte del colegio?
Justa
Claro aparte del colegio, quiero estudiar, quiero estudiar. Entonces conversé con él, le dije «voy a estudiar», me dijo » ya está bien vas a estudiar», porque iba a estudiar en las tardes, creo que a las de la tarde así, a esas horas no había venta, porque en la mañana había más venta y después ya bajaba la venta hasta la noche
Tamia
Uy, pero tenías fuerza, ¿no?, porque levantarse a las 3 de la mañana, trabajar y después estudiar, eras fuerte
Justa
Y así me iba, ya empecé a estudiar. Él también ayudaba a abrir, luego se iba, así estaba en ese plan. En ese tiempo había, como yo compraba mercadería ahí, todo estaba bien, yo vivía bien con él, con su mamá, su hermana. Para entonces había venido una niñita de la sierra que era su supuesta sobrina. Y su hermana me dice «ay, mi sobrinita ha venido», «ah que bien», le digo, yo no le he tomado interés porque es su sobrina. Entonces, cada vez que quería algo el hombre, mi supuesto esposo, le decía mi cuñada decía «este Yane, pásale agua a tú papá», le decía «ya, papá». Y yo digo, como en la sierra a veces decimos al tío, papá, cualquiera normal. Entonces yo le digo «ay qué bonita tu sobrina», le digo, a mi cuñada, «si pues», como era la niñita bien blanquita, bien blanquita, «si pues», le digo; «es que mi hermana de sierra es bien blanca», me dice; «ah ya», le digo. Pero sin embargo no sabía que era su hija
Tamia
¿Era la hija de tu pareja?
Justa
Hija de él. Entonces le había mandado allá, para que lo tengan, pero tampoco a mí no me ha dicho nada
Tamia
¿Y la niña no sabía tampoco o sabía o estaba confundida?
Justa
Seguro que la niña sabía, como ente ellos se decían «llévale agua a tu papá» [ríe], normal «papá» le decía, normal, así. De ahí su mamá creo que vino de la sierra, no sé de dónde, o ha estado viviendo ahí, no me acuerdo, pero vino un día, me dice, me encuentra y normal me presenta a su mamá y su mamá me dice «¿cómo mi hijo tiene? mi hijo es casado», me dice; a mí casi me da un infarto
Tamia
¿La mamá de él?
Justa
La mamá de él
Tamia
¿De él?
Justa
Ajá. Yo dije «¿cómo es casado?», y todavía me dice la señora, «no, que, es casado, hemos jurado ante la cruz que somos comadres con su mamá de su mujer», así me dice
Tamia
Con su consuegra
Justa
Ajá. Yo no lo podía tomar, decía «que raro, y decía, ¿pero por qué?». Y a la vez pensaba en mi decía «pero si yo también tengo una hija, pero que raro por qué no viven con ella». Y luego más luego, me dice «aparte tiene hijos más», me dice: «¿dos hijos más?», ahí si le digo «¿qué pasó que dijiste que eres soltero, por qué mientes?», le dije.
Tamia
O sea por lo menos puedes ser separado y todo, pero que diga que tiene hijos.
Justa
Eso. Entonces me dice que tiene «2 hijos y tiene 2 hijos en Manchay, en otra mujer» me dice. Entonces él me dijo que vivía en Manchay, una vez; de ahí me dijo que se había ido a vivir a la casa de hermana, allá, con su mamá más bien, entonces yo digo «es un hijo que anda con su mamá» [ríe]. Y para entonces yo dije, le hablé y me dice «no, sino, estamos separados, que este […] que ella me sacó vuelta, ella tiene otro hija, otro marido», me dice
Tamia
Qué enredo
Justa
Mmm […] tanto, y yo que me hacía que era el hombre soltero codiciado [risas], qué tal idea. Pero yo me había acostumbrado tan rápido con él, las cosas con él eran diferentes en el sentido de que era una persona cariñosa, era detallista, y aparte de eso, creo que hasta en la intimidad yo podía tener sexo normal. Pero con su papá de Sandra no, era diferente, creo que es por eso también me habrá estado sacando la vuelta muchas veces, qué se yo, no sé, yo pienso, porque no era fácil tener sexo con una persona, cuando uno ya ha tenido violación, no es fácil, pero sin embargo yo estaba ahí con él 5 años, era difícil, como que no podía yo relajarme o responder a una relación íntima. Siempre pasó eso, quizás por eso me decía «¿por qué no eres como otras?», imagínese es que él no sabía, ni sabrá tampoco lo que me pasó.
Entonces eso era diferente con él, con él creo que tenía más confianza, tenía más sentimiento, o era un sentimiento profundo y yo podía disculpar o perdonar, buscar soluciones ¿no?, decir pues «si yo también tengo una hija, si es así, acepto a sus hijos también». Ah, entonces, así hablamos. Estaba en eso, luego como habló de sus hijos, de verdad que tenía 2 hijitos, también empezó a venir, igual yo lo podía atender, no tenía ningún inconveniente. Y a la vez también estaba pensando «a mi hija también la voy a traer y vamos a tener 4 hijos» [ríe], con tal de tenerla ¿no? eso era en mi mente. Entonces en eso, de que trabajaba en el negocio esto, eh […] negocio del abarrote, una vez salió una propaganda que podía depositar a Nicolini, las envolturas de Nicolini, hay premios, que no sé cuánto. Como yo compraba, le dije, él me dice, «oye hay un premio», «sí no, ¿hay que depositar?», le digo. Como yo vendía fideos sueltos, como envasado también. Entonces yo dije, voy a depositar, entonces compré, compré, 3 paquetes de fideos justo ese día, 3 paquetes de fideos de 20 kilos, abrí todito, lo vacié en una bolsa, y me quedé con todas las envolturas; y él también me ayudó poner mi nombre, la dirección de su tío, y en ese plan lo deposité. Antes de eso, este […] su tío cuando vino su tío, le di su dirección (sonido de avión), su teléfono y con eso lo hemos depositado. Luego, como se llama, antes de eso, me había robado mercadería, ahí en el puesto
Tamia
¿Te robaron?
Justa
Me robaron toda la mercadería, toda la mercadería
Tamia
Asu
Justa
Toda la mercadería me robaron, entonces como me robaron todo, era un. Como estaban botando, ya no, nos quedamos a dormir ahí, pero como botaban los estos, ya habíamos conseguido un triciclo grande ahí llevaba, sacaba. Para eso yo le había dicho este a un señor, que era encargado de sacar, entonces yo le dije, para que lo saque temprano porque pesaba, yo solo no podía sacar, ya venía a dormir a su casa de mi cuñada. Entonces este dejaba el triciclo sacando en mi sitio, yo llegaba a veces tarde. Entonces, no sé, un día se me ocurrió pensar en el señor que saca el triciclo, yo digo pues «qué tal si el señor se lleva el triciclo, y se va todavía por avenida Argentina, para abajo, me imaginé con todo y el triciclo al señor yéndose», ya después digo «tonterías»…
Tamia
¿Cómo que se robaba el triciclo?
Justa
Ajá. Y después dije, «ah, tonterías». Entonces yo había entrado en una junta, con los del, de la vecindad de ahí, creo que nos iba a da mil soles, yo era el segundo número. Y de ahí cuando yo voy al tercer día de lo que yo pensé, no está triciclo, pregunto a los vecinos y me dice «¿no has visto mi triciclo, no ha sacado?»; «no», me dice, el vecino de al lado me dice «no», tampoco. El vecino de al lado nos odiaba porque como venía bastante muchas veces empujaba las cosas, una vez le había tirado todas nuestras cosas y él estaba parado tratando de recoger todo [ríe]. Y yo como era mujer me alteré, le dije «¿qué le pasa señora?, ¿porque es hombre lo va a chancar con todo porque él no puede responder?», el digo, «¿qué le pasa?, usted tiene su negocio, venda lo que venda, su venta es libre, mi venta es libre y no tiene por qué chocar con él», todavía defensora de él. Y bueno, en eso. Entonces cuando yo fui ese día, estaba todo vacío no hay sitio no había nada, ya pues le digo, no sé cómo, el vino creo que, después de que dijo «nos han robado todo, cero»; y él me dijo «ya déjalo, no hay que abrir», yo dije «no, no, no», vamos a volver a abrir; «no hay plata», me dice; «sí hay plata», le digo; «me van a dar la junta de los 2 mil soles con eso abrimos» [ríe]. Y me dieron pues, como me tocaba el segundo número, y con es
Tamia
¿Y que se lo había robado ese señor?
Justa
No sé si él nos robó, o robó o los vecinos lo robaron, no sé, no hemos encontrado. Pero que el señor me dijo que ha dejado ahí, pero nadie ha visto a él dejar los vecinos. Porque los vecinos también me odiaban porque tenía venta bastante; también era muy activa para vender porque siempre, siempre soy medio sonriente, ese es el problema que tengo yo, porque hasta mi hijo me dice «mamá tú eres muy coqueta», me dice; «no soy coqueta, soy así”, le digo
Tamia
Es amabilidad
Justa
Es que siempre ha habido eso de conversar con los clientes, siempre tratar con respeto; o sonreír o hablar cualquier broma, no es que yo quiero estar con él en la intimidad, nada, pero bueno, por eso me da risa. Porque mi última pareja una vez me dice «¡cómo le tratas a un viejo pelado, joven, cómo estás!, ¡un viejo pelado!», y como para imitarme a mí, pasaba una vieja por ahí y dice «hola señorita»
Tamia
¡Qué pesado!
Justa
[ríe]. Pero es un trato que yo le doy, no le voy a decir, «oye viejo pelado, cómprame esto» no pues [ríe]
Tamia
[ríe] Claro, como que no
Justa
Tengo que levantarle el autoestima al cliente. Y así pues, abrimos de vuelta el negocio. Y deposité todo eso con mi nombre y todo normal estaba trabajando, y, luego. A él le habían informado que ya el sorteo se había hecho y le había llamado su tío que nos habíamos ganado un premio
Tamia
Ah, sí?
Justa
Ajá, nos habíamos ganado un premio. Entonces yo me fui, yo de ahí de estudiar. Cuando regreso estaba cansada pues porque no dormía bien también, me dormía un rato, de ahí me dice «mi tío ha venido, dice que has ganado un premio, ¿vamos?», me dice; «qué será tonterías», entre mi mente digo «sonseras será, una licuadora, qué tontería será ese premio, quién va a ir» [ríe], ente mí. Luego cuando vamos con él, me dicen pues, mi DNI me piden, le digo, voy a la empresa y digo «tengo entendido que gané un premio, soy Justa Chuchón Gamboa» y en mi DNI dice que soy soltera, ya está bien. A él no lo dejan entrar, «no señorita, usted sola»; «¿quién es él?»; «mi pareja»; «no», me dicen, ahí nos dicen así. Yo me sentía mal porque dije «¿cómo no lo dejan entrar?», «¿puede pasar?», «no, no, no, no, no, es la política de la empresa». Entonces yo entré, cuando entro una señorita me dice, una señorita que era la encargada de entregar premios era Sonia Arbulú Araujo, está en mi mente todavía en mi mente esa señorita. Me hizo pasear de aquí, por allá, hasta la oficina y me dice «tenía que sacar copia de mi DNI legalizado», y yo le digo «señorita, mi esposo no ha podido ingresar, yo quiero que entre él», me dice «señorita», me dice pues señorita también a mí porque «usted no es casada, acá no dice que eres casada. El premio es de usted». Ahí empezó el problema, pensó que habré dicho «que no entre él», no sé qué tantas cosas ha pensado. Entonces
Tamia
Desconfió
Justa
Ajá. Me dice «te ganaste un auto», me dice.
Tamia
Qué!
Justa
Yo digo «qué. Será una broma», le digo [ríe]
Tamia
[ríe]
Justa
Entonces yo justo pensé en eso y dijo «un auto, pero tendría que salir a nombre de los «, y le digo a la señorita y me dice «pero usted ha depositado a su nombre, acá dice Justa Chuchón Gamboa, acá no dice del hombre su nombre», me dice.
Tamia
¿Y en los papelitos habían puesto varios nombres o solo tú nombre?
Justa
Mi nombre no más hemos puesto en todo
Tamia
Que buena
Justa
No sé
Tamia
Por eso tuviste, por eso fue la suerte pues, porque estaba a tú nombre
Justa
Así que lo puso, no sé, la cosa es que eran 60 papelitos. A mi nombre, y me dice «te ganaste un auto, pero va a demorar 3 meses» me dice, «porque recién están trayendo de otro país», me dice, «está en el camino, en la embarcación», no sé qué me dijo, «pero sí me tienes que traer tu DNI legalizado, copia de tu DNI legalizado», y yo sigo insistiendo por mi esposo, me dice «no, cuando, el día que te entrega, tú sabrás qué hacer, pero esa es la política de la empresa», me dice «son 3 meses que tienes que esperar»; luego «ya señorita, gracias, entonces traeré copia de mi DNI», y me dice «¿y qué vas a hacer con todas las cosas?, porque también te ganaste computadora, te ganaste televisor, te ganaste refri, microondas» me dice. Y había un afiche pegado que estaba todo equipado con carro, de tal, tal, tal, «todo eso te ganaste», me dice. Y yo «uy señorita»
Tamia
Te habrás desmayado
Justa
Y así fue. ¿Cómo hago? no tengo a dónde llevar, en la casa de su hermana vivíamos en un cuartito, el cuarto era chiquitito; «señorita, voy a conversar con mi pareja para llevar, ¿me da tiempo?», «sí, sí no te preocupes, igual te vamos a entregar junto con el auto», me dice
Tamia
Ah todo junto, para la foto
Justa
Todo junto es. Ah [ríe] todo. Entonces cuando yo salgo, le digo «así me ha dicho», el cambió, como que se molestó, pero no era mi culpa
Tamia
No qué va a hacer, al contrario, debería estar contento
Justa
No era mi culpa. Y para entonces, él tendría contacto pues con su mamá de sus hijos, y un día la mamá de sus hijos donde que vendíamos ha venido, me dice ahí «que tú te has llevado su carro de él, que tú te has llevado su tele de él, él no te quiere, él sigue conmigo», a mí me dio la impresión, ¿cómo ella sabe todo lo que, y todo lo que pasaba sabía, y cómo ella viene a decirme eso?, me puso en total en confusión. Yo dije pues, «no, dice que te has llevado el auto, te has llevado esto», sabía todo lo que me había ganado, ¿pero quién más sabía?, nadie más sabía, porque a nadie más ha dejado entrar, a él ni siquiera le ha dejado entrar, sino yo le he transmitido todo eso. Todavía no nos entregaba el premio, estaba en eso. Y para entonces, yo seguía yendo a mis clases, y en uno de esos yo me encuentro con una de mis amigas, de que era de nuestras amigas con su papá de Sandra, me encuentro, justo saliendo de mi puesto me encuentro; y esta señora también tenía su puesto de lo que era ferretería en Malvinas, por donde que se quemaron esos jóvenes, por ahí. Entonces me ve toda impresionada, y yo de lo que antes toda flacucha andaba, esos días, como estaba estudiando cosmetología me andaba toda pintada, todo ya, me había ya hecho tantas cosas, con una minifalda, no sé hasta dónde; como me decía «por qué no eres como ella» [ríe]
Tamia
Estaba loco
Justa
Creo que estaba en el momento que quería estar sexy
Tamia
Claro, yo he tenido esos momentos, son divertidos
Justa
Y era también porque estaba estudiando lo que es [nse] que su personalidad es su carta de presentación, no sé cuántas cosas nos decía pues no, la profesora de cosmetología. Ahí me ve y me dice «¿tú qué haces acá?, te está buscando Bruno», y yo «uuuy, estoy bien», le dije las cosas «estoy bien, tengo nueva pareja, nos llevamos muy bien, es un hombre bueno, amable, que tal, tal. Pero por favor no le avises dónde estoy». Porque con su esposo eran amigos, y esta señora le había avisado. Entonces también apareció por ahí, era ya un problemón, una vez nos han tirado creo, no sé, botella, algo nos han tirado, que creo que ha sido él, no creo que haya sido otro, quizás habrá sido su mujer, no sé. Así empezó, total empezó, no me entregaba el auto, me presionaba el otro, me presionaba, él estaba molesto conmigo porque «seguramente te vas a ir con él». Cuando yo no estaba un día, había ido al puesto buscándome diciendo que yo también me seguía viendo con él
Tamia
Asu
Justa
¿Cómo no? Entonces todo que entre nosotros estábamos peleando, discutiendo. Entonces de pronto todo lo que estaba una tranquilidad se había arruinado todo. Y de ahí, después de meses, me entregaron el carro, le dije, no le llevé tampoco, porque todo ya se había arruinado, ya todo. Primero me llamaron, me dijeron que color de carro quería, yo le dije «quiero un carro rojo», le dije. Pero de ahí le dije a la señorita Sonia, «señorita esto, esto está pasando y tengo problema», le dije; «ya ves, por eso yo te dije que no, por algo que no te hemos permitido que entrara, igual te vamos a entregar, ya tú verás», entonces le dije «¿no habrá alguien?», justo ella quería comprarme el auto, me quería dar 8 mil dólares creo. De ahí había un, unos jóvenes que quería comprar, entonces dije «lo voy a vender”, le dije. Entonces a la hora de entrega lo vendí el carro, el auto, en 13 mil dólares
Tamia
Ah perfecto
Justa
Venía todo, tenía teléfono, no sé qué cosas tenía. Era auto cero kilómetros. Me dio pena, y todo eso se estaba pasando en televisión, Justa Chuchón Gamboa ha sido ganadora de un auto cero kilómetros, todo full equipado, de Lima, de Callao, eran 20 ganadores a nivel nacional; de Callao, de Ate, de todos lados. Entonces todos esos ganadores, yo era de Lima. Yo digo, de repente por eso también se habrán enterado más, no sé…
Tamia
Bruno también se habrá enterado.
Justa
Ese otro neurótico también se había enterado, y se habían, creo que con su ex mujer nos hizo la vida imposible: Cuando nos botaron del lugar, nos hemos ido. Yo, a veces con él nos fuimos de mano, una vez me pegó, empezó la pelea, una vez me pegó, me fui donde mi tía, y luego ha venido a rogarme, a suplicarme para volver, ehm…creo que era para Navidad, vino, había traído pavo todavía. Mi mamá le agarró con palo «tú le has pegado a mi hija, te voy a pegar», había venido con su tía. Al principio mis tíos decían «que no, qué vas a volver si te ha pegado, ya no, qué vas a volver. Has salido de un maltratador para otro maltratador. No. Ya qué vas a volver». Tanto que se quedó desde las 9 de la mañana hasta las 11 de la noche, y al final se aburrieron mi familia, me botaron con él [ríe]
Tamia
No
Justa
«Ya tanta cosa, vaya, tanto ruego, tanto llora”. Se quedó llorándome, suplicándome, todo el día, yo dije «ya pues, ya se arreglará las cosas», volví, volvimos a vivir otra vez, como que otra historia, como lo que viví anterior, otra vez. Pero no sé porque yo tenía más un sentimiento hacía él, podía estar tranquilo, porque era tan bueno, tan bueno, pero de pronto se volvía malo. Me confundía
Tamia
El doctor Jekyll, se transformaba en un monstruo
Justa
Sí. Y cuando estaba bueno, estaba bueno. Yo también creo que he tenido más sentimiento hacia él, no sé si habrá sido por lo que es mayor o no sé, pero le he querido tanto que […] a nadie más creo que es un sentimiento que se va quedar de por vida en mi vida
Tamia
Que los has querido
Justa
Que lo he querido. Entonces, de ahí, otra vez, como ya era celos, celos. Nos desalojaron de ahí, y nos hemos ido a vivir a Canto Grande, alquilamos otro local
Tamia
¿Y tus cositas que te habías ganado?
Justa
Ah, la tele todo eso. Como había todos esos problemas, nos peleamos todo, cuando me entregaron no podía llevar ahí, lo llevé a la casa de mi otra tía, mi supuesta tía que era la señora donde que había trabajado. Lo dejé ahí
Tamia
¿Cuál la señora que era mala?
Justa
[ríe] Sí, lo dejé ahí. Y le digo, «esto ha pasado tía», «no hijita, eso es tuyo, tu premio es tu premio, él no se ha ganado, él no ha trabajado, es un suerte, es tú suerte», ya bueno
Tamia
Claro, eso sí estaba bien ¿pero no se quedó ella con eso?
Justa
No, no se quedó, por suerte, me dio
Tamia
Ah que bueno
Justa
Pero cuando hemos vuelto, yo los dólares que he recibido he hecho poner al banco al nombre de los 2, porque como que, yo siempre quería que sea así desde un inicio.
Tamia
Claro, él te hizo sentir que eso era lo que debía ser.
Justa
A pesar de todas esas peleas, hemos vuelto a poner. Creo que él se compró un carro, un carro digo, creo que con esa plata me parece que se compró un teléfono tipo ladrillo, no sé qué más
Tamia
De esas épocas
Justa
De esas épocas. Y ahí empezó el problema el papá de Sandra empezó a buscarnos, su familia del hombre venía, y los niñitos siempre veían, porque en el otro lado, en el negocio que hemos puesto, creo que hemos puesto 4 mil soles, 5 mil soles, hemos vuelto a abrir por Canto Grande. Entonces, ahí mi trabajo era que, me levantaba a las 6 de la mañana, yo les preparaba desayuno para los niños, ya para entonces ya era más de un año, que ya traje a mi hijita también
Tamia
Ah que bueno
Justa
La había puesto al colegio también porque quería seguir continuando
Tamia
¿Fuiste a Accomarca a recogerla?
Justa
Sí, creo que me trajo mi papá o mi mamá, no me acuerdo. Ah no, en una de esas peleas me fui a Accomarca a recoger a mi hija, sin avisarle me fui. Me traje a mi hija, me volvió a buscar, y volvimos a encontrar, volví con él. Entonces este, venían sus hijos, le mandaba víveres a sus hijitos, me levantaba temprano en sus vacaciones que estaba, ahí preparaba su desayuno, lavaba su ropa, iba al negocio, abría el negocio, luego en la tarde, a la 1 a las 2 de la tarde cerraba el negocio para ir a comprar al mercado de Santa Anita. O sea iba a comprar, no sé cómo, a veces cocinaba, a veces les hacía comer en la calle, pero así era.
Tamia
¿Entonces estaban los niños y tu niña?
Justa
Ajá, ellos. Pero de ellos venían sus hijitos nada más para que estudie, para vacacional venían o los fines de semana. Entonces ahí, así lo hacía, iba temprano, volvía. Él llegaba del trabajo, me decía «¿dónde has estado, con quién has estado?». Como por ahí vivía su tía, su hermana mejor dicho, yo a la una cerraba sí o sí el negocio, porque de la venta del día me iba a hacer compras a Santa Anita. ¿Qué es lo que hacía? llevaba al mercado de Santa Anita, hacía compras, luego entregaba todas mis boletas de compras a un camionero que nos traía ahí, porque del lugar tenían unos señores su camión, tenía su negocio y también nos traía, pues no, dejaba a él. Y con la misma regresaba, venía a la casa a cocinar, a atender a los niños, y a las 6 de tarde estaba yendo a recibir la mercadería que me traía de Santa Anita, así era. A las 6, 7 estoy volviendo otra vez para darle de cenar a los chicos. Cuando yo llegaba, él también recién llegaba del trabajo, venía, «dice que hoy día has estado conversando con un hombre bien al terno ¿quién era ese?, que mi hermana me dijo, que a la una de la tarde cerraste el negocio, ¿dónde has ido, con quién has ido?»
Tamia
Uy, estaba loco ya
Justa
Empezó a traumarme. Yo decía. Cómo «si a la 1 cierro, pero y la hermana qué tiene que ver, yo voy a tal sitio, estoy haciendo», regresando tenía que lavar la ropa de los chicos, todo se fue un caos. Bueno, los niños no eran malos porque sabían que les atendía, eran bien amables los chicos
Tamia
¿Y tú niña como se llevaba con ellos?
Justa
Silvia. Sandra a veces renegaba al ver que discutíamos con él, le incomodaba pues no. Y a la vez al ver que a su madre le peguen, le cele, pobre niña qué habrá estado viendo. Así hemos estado en eso. Me acuerdo que una vez, ya todo atendiendo a los niños, todo, dejé todas las ropas tendidas, vino su, su ex mujer, cargaba todas las ropas de sus niños, de sus hijos, de lo que yo había dejado tendido en la casa. Porque para ese entonces, como yo tenía esa platita, compramos un terreno, ya no estamos en la casa de su hermana tampoco, le dije «sabes qué, vamos a comprarnos un terreno, y vamos a vivir», era así un cerrito en 10 de Octubre
Tamia
¿A tu nombre?
Justa
A nombre de los dos [ríe], es que la idea era vivir con él pues
Tamia
Claro es que tú tenías una idea idílica de todo
Justa
Todo era que, éramos mancomunado a pesar de todas esas dificultades. Entonces a nombre de los 2. Entonces dije, «bueno, vivimos ahí», y en esa casa ya habíamos hecho así cuartos, y ahí vivíamos, teníamos cocina, teníamos cositas ya, de lo que no teníamos nada ¿no?, trabajando los 2. Al final que un día viene la mama de sus niños con los niños más, me tira toda su ropita que había lavado ahí en la puerta del negocio, así me regó «he venido a recoger a mis hijos, me estoy llevando sus ropas de mis hijos, no vayas a pensar que me estoy llevando algo tuyo, revísalo», fluum lo tiró todo las ropas blancas; a mí me que me gustaba lavar ropa bien blanquita. Y menos mal que había un vigilante y dice «señora retírese, no venga a hacer problemas, retírese, ya recoja sus cosas señora», y la botó. Y así nos hizo problema. Y él estaba volviéndose loco, porque dice que un día había ido su papá de mi hija a decirle que yo seguía con él, los 2 se han puesto de acuerdo, y los 2 ya no podíamos estar bien, en esos celos, celos, un caos. Y en ese a mi hijita se lleva su papá a su tierra. Y su tía me dice «se ha ido a Huaraz», ahí sí me volví loca porque todo se me derrumbó, dije «por qué»
Tamia
¿Cómo fue, llegó y se la llevó?
Justa
Se había llevado de la casa, porque de ahí del negocio yo a veces le mandaba a la casa pues, que vaya a la casa, que vayan comiendo, haciendo algo, su tarea
Tamia
¿Pero la niña no veía nunca a él, no?
Justa
No, sí le veía, esos días que había venido, había llegado, ya había vuelto a ver a su papá. Pero él lo único que venía era hacerme problema y estaba pensando llevarse a la bebé. Entonces yo no le hacía ver, sino que él venía a la casa y había estado yendo ver, al colegio había indagado al colegio, un caos. Había ubicado al colegio de mi hija, había hablado con ella, hasta con los profesores había hablado, y luego había ido a la casa donde vivo seguro que mi hijita lo habrá llevado, ahí mientras que yo venga de compras y ya, a mi actual marido le había amenazado diciendo que «yo con ella me sigo viendo, que vamos a volver» (voces de gente conversando alrededor). Entonces ahí
Tamia
¿Y ahí se llevó a la niña?
Justa
Se había llevado a la niña, busqué. Fui a la casa de su tía, yo no conocía ni siquiera Huaraz, dónde era su pueblo, nada. Me dijo, «ya va a volver seguro, va a traer», ya como tres pasaron esperando que vuelva. De ahí este él me dice «vamos a poner denuncia», pusimos denuncia, pero fuimos, me acompaño él. Encontré. Su tía me dio la dirección. Fuimos y cuando llegó al pueblo, su familia había sido juez del pueblo, su tío, y Sandra no quería volver conmigo. Llegué mal total, ya esos tres meses han sido un martirio para mí, yo no podía estar sin ella, porque decía como «un hombre que no la quiere», todo lo que me pasó, dije «de repente, la va a matar, de repente esto, lo otro», uuy todo se volvió un caos. Cuando llegó allá su familia me dice «no, que, no puede volver», mi hijita me vio, me encontró y me dice «mamá no quiero volver», me dice. Y cuando, en el este, el juez, lo de, del pueblo que era había sido su familia estaba a su favor de ellos pues; pero a mi hija yo la veía como presionada «no voy a volver mamá, no quiero volver, no quiero volver»
Tamia
¿Y tú le preguntabas por qué´?
Justa
Yo le dije «¿por qué?», «no, no quiero volver»
Tamia
No decía porque
Justa
No. Yo decía «por qué», y su papá ni siquiera lo tenía, sino que lo había dejado con su mamá y otra vez había vuelto a Lima con su amante la tal María.
Tamia
¿Lo dejó con la abuelita?
Justa
Y para tenerlo, así ni siquiera tenerlo, ni siquiera dar un centavo, y quitarme no más. Y él me decía «ah seguro estás con él, porque tendrás un acuerdo, por eso es eso». A pesar de todo lo denunciamos, volví, y ya la cosa no era bien, porque yo no podía estar bien así sin mi hija, no hago nada. Total, que prefería morir que vivir. Para entonces mis vecinas de al lado eran mis amigas, ya también unas amigas malas juntas me había conseguido sin darme cuenta [ríe], porque eran las únicas personas que me podían entender, escuchare o aconsejarme mal que bien. Entonces una de ellas me dice «nos vamos a ir a Buenos Aires, queremos ir», yo le dije «vámonos, yo quiero», una decisión única, porque yo quería escaparme de una vez. Entonces, bueno, y me acuerdo que antes de eso, todavía me pegó él no sé, celándome: Otra vez me fui, y otra vez vino rogándome, le puse denuncia también porque me había maltratado feo, mis ojos moreteado. Entonces este
Tamia
Que loco
Justa
Entonces este, cuando nos hicieron llamar a la policía, él dice que supuestamente venía, su hermano me cuenta, «yo no le entiendo nada de mi hermano, dijo que es perra no la quiero, no la quiero, venía todo el camino, y ahora me hace un papelón», porque cuando llegando a la conciliación, de qué fue lo qué pasó, por qué; entonces él se arrodilló llorándome que vuelva, que no me iba a pegar nunca más, que vuelva, que vuelva, y no sé qué; a mí creo que me dio hasta un ataque de risa, no le entendía nada, porque me maltrataba y a la vez que lloraba de rodillas. Pero a pesar de todo yo le seguía queriendo, volví, pero seguíamos en discusión, discusión, hasta que un día no soporté más, y en eso mis amigas dicen «ay, nos vamos a ir»
– Migración a Argentina
– Vivir la distancia con su hija – Trabajadora del hogar en Buenos Aires: familia con niños – Las amigas migrantes – La llegada de la segunda pareja a Buenos Aires – Segunda pareja: violencia psicológica y física – Trabajadora del hogar en Buenos Aires: casa de una mujer de la tercera edad – Aborto espontáneo – Apoyo a la hermana migrante – Regreso a Perú |
Tamia
¿Entonces tus amigas te dijeron?
Justa
Sí, en esas peleas que hemos tenido, fue este […] que […] mis amigas me dicen «nos vamos», «ya», les dije, cuando hemos estado hablando 3 días creo. Como yo tenía plata dije «ah […]»
Tamia
¿Ahí estás en los noventas?
Justa
Eso ya fue creo, fue cuando Sandra ya tenía 8 años
Tamia
8, oh ya
Justa
Entonces ya habíamos vivido con él cuánto tiempo ya, como 3 años ya creo. Entonces ya pues
Tamia
¿Y Sandra qué habrá sido, no se habrá acostumbrado a la ciudad, le habrá gustado estar en el campo, has conversado con ella?
Justa
Sí, cuando regresé hablé con ella. De ahí yo me voy con mis amigas. Saqué pasaporte, él seguía molesto. Era tan difícil vivir, a una persona quería pero a la vez no me hablaba, y yo ni siquiera podía comer algo sin él. Era demasiado un sentimiento profundo, era, creo que ese sentimiento no va a haber con nadie, es la persona que quiero. En fin, pero ya se quedó en otro sitio. Esos días que nos hablábamos cocinaba. Una vez vino su hermana, yo le había servido la comida, y su hermana no comía, no, esa señora era maniática, no quiso comer, estaban sus hijos de él, de ahí también no quiso comer, y a mi hija le exige «come, come»; entonces yo dije «¿qué tiene, qué cosa cree que le voy a dar a la mujer esta?, me enojé pues no.
Tamia
[nse]
Justa
Ajá. Primero a ella exigiéndole: «¿qué te pasa?», le digo. Para entonces, bueno mi hija todavía estaba ahí, entonces este, yo, era ella la que le decía tantas mentiras de mí, «¿qué te pasa?», le dije «no me compares con tus, con tus ehhh, defectos tuyos», le dije: Antes de eso, como su papá había fallecido, era bien bueno, buen hombre era su papá, me quería. Como estaba estudiando me decía «mi nuera», yo le cortaba su cabellito, todo. El viejito bien amable: Entonces, como él había fallecido, una de mis amigas de ahí me dice «vamos, este, voy a ir a tal», era un cementerio donde se había enterrado también su papel de él, «vamos ahí voy a visitar su amiga que se había fallecido», y yo también por seguir, le dije, «ya vamos», le dije. Yo tenía ese sentimiento, ni siquiera he llevado flores al señor, a pesar de que me peleaba con su hijo, pero dije «voy a llevar flores, de repente el sufrirá al ver que estamos peleando», porque él nos quería pues no, con esos pensamientos. Entonces fui llevando flores con mi amiga más, y cuando llego a la tumba él, su hermana esa que no quería comer la comida, estaba con otro hombre ahí. Me vio, estaban ahí los abrazados, no era su marido pues no. Me entró cólera por lo que él, mi marido, venía con mentiras «¿dónde estabas, con quién estabas, qué estabas haciendo?». Yo le dije «no me compares con tu conciencia sucia, ¿qué es lo que pretendes, o tú quieres estar con tu hermano? tanta cosa», ahí se armó un problemón que, él también me pegó, ella también me pegó; una vecina vino a rescatarme, y ahí es lo que se derrumbó todo, creo que ha presenciado todo eso mi hija también y por eso más se fue con el padre, o no sé qué tanta cosa, se escapó y se fue.
Entonces cuando saco mi pasaporte, no me hablaba, no me hablaba, «ah bueno», dije. Saqué mi pasaporte. Total el negocio había invertido yo la plata que me había ganado, y todos me dijeron que era mío.
Tamia
¿Qué era qué? que era tuyo
Justa
Claro porque con esa plata se ha invertido en poner el negocio. Entonces le dije «este […]» él como no me hablaba, saqué mi pasaporte en esa semana no más nos decidimos irnos a Buenos Aires con esas amigas que tenía, porque ella dije «tengo una amiga que allá vive, vamos, dice que allá están pagando bien»
Tamia
¿Tú sacaste tus ahorritos?
Justa
Sí saqué la plata un poco de ahí, lo resto lo dejé
Tamia
¿Se lo dejaste?
Justa
Lo dejé. Pero como él había comprado esa vez celular, y todo lo que había que venía su mujer a decirme «esto que el otro», volví a cambiar el dinero a mi nombre nada más [ríe]
Tamia
Ah ya, está bien, que bueno [ríe]
Justa
Tanto ya me estaba presionando, ya demasiado. Si le he dado a su nombre también, no está contento, entonces qué carajo [ríe] […] Entonces saqué esa plata, creo que mil dólares saqué, y la mercadería hice un documento, un documentito en un papelito con este, «con este todo el negocio le dejo a mi hermana», y le dije a mi hermana, «sabes que, me voy, toma este papel, la llave del puesto -porque el puesto era alquilado-sacas toda la mercadería, no sé tú ve, si quieres vendes tú, o sino regalas a papá, mamá, repártanse, no sé. Me voy». «¿Qué tienes, que te pasa?», me dice. «No me hablo con él, no me habla, me voy. Hemos peleado, esto ha pasado, esto». Y a mí me dolía en el alma que no me hablara y que siempre estaba viniendo con mentiras que su hermana le dijo «eso, ¿que por qué estaba hablando con tal persona?»
Tamia
Cambió totalmente desde los primeros tiempos
Justa
Sí. Entonces, creo que el interés cambió total, porque de ahí empezó las cosas, de ahí apareció su mujer, de ahí apareció mi ex marido, ese neurótico. De ahí pasó lo otro
Tamia
La buena suerte venía con otra
Justa
Con todas las maldades encima. Al final dejé una notita diciendo que me fui, creo que «me fui de tú vida», no sé qué le dejé, pero la cosa es que le dejé ahí. Entonces agarré una bolsita como del mismo tamaño que fui a Accomarca, unas cuantas ropitas, me fui con esas amigas, dije ahí. En mi mente era que yo quería desaparecer, porque ya no tenía a nadie, no tenía a mi hija, no podía vivir tampoco con este supuesto protector que había conseguido, que no era mi protector sino era un neurótico que me pegaba, sus sentimientos me confundía. Me voy pues con estas amigas, yo decía «ay, ojalá que se caiga el avión, quisiera morir, quiero ahogarme, quiero desaparecer de este mundo porque no tengo a mi hija, no tengo a nadie (llora), no tengo a nadie»
Tamia
Ay…
Justa
Entonces, este llega. Era, cuando fuimos al aeropuerto creo que 8 de la noche creo que era nuestra partida, mis 2 amigas tenían una pinta de maniáticas [ríe]
Tamia
¿Por qué?
Justa
Eran 2 señoras con su cabello corto, con unas cosas que se habían hecho, tenían esa pinta de esas señoras de La parada, pero ni eso me importaba a mí, porque he tenido, será la soledad, qué sé yo
Tamia
Algo necesitabas ahí
Justa
Entonces ellas primero pasaron y las habían llevado a la sala de interrogación, ahí donde estaban interrogando, «¿a dónde vas, qué […]?», a ellas le decían pues » que tu vuelo es por Estados Unidos», y seguro ellas han dicho «no, que voy para Buenos Aires, voy con mi sobrina», a mí me decían que era su sobrina
Tamia
Ah, eran unas señoras ya mayores
Justa
Sí, mayores ya eran ya. Entonces me llaman a mí también, porque yo estaba detrás de ellas, «pase», me dicen, «oiga señorita, ¿usted va a Estados Unidos?, su vuelo es para Miami», ahí sí ya me colmó la paciencia de todas las tonterías que me estoy escapando, este miserable me va a decir que voy a un sitio, nadie me cree, a mí siempre me dicen «soy tal cosa, soy tal, soy tal», lo que no soy. Dije «¿qué le pasa señor, usted está seguro lo que yo tengo mi vuelo para Miami, está seguro, dónde dice en qué dice, muéstreme?»; «ahí en la pantalla»; «¿a ver dónde dice que Justa Chuchón Gamboa va a Miami?, ¿dónde?». Me fui toda prepotente, y las amigas estaban como pericotes [ríe] asustadas
Tamia
De la sobrina
Justa
Entonces le digo señor «acá está mi pasaporte, yo me voy a Buenos Aires, acá está mi pasaje, me voy a Buenos Aires», y me puse pues histérica, no sé, creo que se asustó porque me estaba mintiendo, me estaba difamando
Tamia
Te estaba difamando
Justa
Entonces, «ya, ya, ya», nos soltaron, pasamos. Todo el camino, en el vuelo mi amiga, pues me da la dirección para llenar, la dirección de su amiga lo tenía, lo llenamos. Cuando llegamos a Buenos Aires, a la hora de recoger mi maletín, está dando vueltas en la cinta de los maletines, «¿dónde estará mi maletín?», me fui a ver un maletín que estaba dando vueltas, igualito a mi maletín, chapé el maletín, ni siquiera me daba cuenta del número, ni nada, me fui así, ahí pon. Abro el maletín hay paraguas, ropa de hombre
Tamia
Ay Dios mío [ríe] paraguas
Justa
[ríe]. Yo digo, «este no es mi maletín, señorita perdón», le digo; «¿y qué pasó con mi maletín, quién me ha puesto esto?»
Tamia
El otro se lo llevó
Justa
No se había llevado mi maletín, todavía no había llegado. Cuando vuelvo espero y espero, aparece mi maletín, el mismo color, el mismo tamaño. Ahí si chapo, abro, ahí está mi maletín. De ahí llego, y los que atendían ahí en Migraciones, todo amable me atendió, respetuosos, ahí me sentí, no sé, como una persona importante [ríe], porque después de tantos maltratos que he venido, en mi propio país me tratan así y en otro país me tratan bien, me sentí como aliviada. Después dije, llegué, pasaron normal mis amigas también, dije «oh Dios mío, digo, yo quería que el avión se caiga al mar y no se ha caído, qué voy a hacer acá», porque mi meta perderme y desaparecerme y morirme, no quería nada,
Tamia
Y ahora pues. La vida
Justa
Y ahora llego pues, y nos espera su amiga nos había esperado. Entonces yo le digo pues «si estoy acá será por algo, tengo que hacer algo, digo, tengo que trabajar, buscar un trabajo, no me voy a quedar así», siempre eso está en mi mente. Le pregunto a la señora «¿ay, cómo haríamos porque hemos venido, hay trabajo, cómo es?», estoy conversando con ella, me dice «sí, para buscar hay trabajo», y luego me dice «vivimos en una casa tomada», me dice; «¿qué es casa tomada?»; «no, que vivimos en una casa que los dueños se han ido a otro país, y nosotros hemos tomado varios peruanos», me dice; «¿qué, que no es tu casa?»; «no»; era casa invadida, habían invadido, ellos le decían casa tomada. Yo no le entendía bien. «¿Cómo puedes vivir en casa ajena, le digo, si su dueño viene en cualquier momento, te bota, como vas a hacer eso?»; «no, así es acá, un montón de peruanos, bolivianos hacen eso»; yo dije «ay Dios mío en qué me he metido -dije- esta noche dormiré, ¿cómo hago?».
Entonces bueno, nos quedamos ahí, ese día, creo que era sábado, no me acuerdo bien, sábado creo que ha sido. Me dice «vamos a comprar», yo le digo «ya vamos a comprar», como tenía plata dije «ya, voy a comprar ¿qué vamos a cocinar?», llegamos a la casa pues, «¿qué vamos a cocinar?», le digo; «no sé, lo que sea, vamos al supermercado», fuimos, y mis amigas también van con nosotras, y digo «hoy día yo voy poner almuerzo», le digo; «ya», me dicen. Ellas se hacían las que no tenían plata «ay, yo no he traído plata, no he traído plata», en ese plan, «ya está bien, hoy día yo pongo la comida», le digo, fuimos pues. Más yo estoy pegada a su amiga pues, la que vive allá «¿cómo es el movimiento, acá se puede trabajar, en qué lugares hay trabajo?», porque yo no conozco los lugares.
Entonces este, conversando, conversando con ella, me hice amigas, porque como eran hermanas, se fueron por el otro lado, en medio del supermercado, se habían traído una bandeja de ese mondonguito, un paquetón, «¿tanto-digo-tanto va llevar?, yo no voy a pagar todo eso» estoy renegando entre mí, «yo voy a comprar para hoy día medido» dije ¿sí o no?, como habíamos dicho que íbamos a hacer mondonguito. Y también la otra se había traído 2 gaseosas, «¿todo eso también voy a pagar?», yo seguía conversando, pero entre mí renegaba porque mucho pues
Tamia
¿Eran tus amigas?
Justa
Ajá. Si es para hoy día tantas cosas. Yo sigo conversando con ella, y vamos por el otro lado, para no sé qué cosa, yogurt, leche, algunas cosas más. De ahí cuando salgo, cuando ya estoy saliendo, paro para la caja y esas mis 2 amigas ya estaban saliendo afuera ya con todo eso cargado como leña, ni siquiera tenían bolsas, nada. Y yo como no sé cómo es allá el cobro, como me ha visto entrar con ellas seguro me va a cobrar, digo pues, «tanto, ya pues en fin, será para la semana», diciendo. Y me acerco a pagar en la caja y me cobra, paso todo, y me cobra, y yo como no sé los precios también cuánto está, son diferentes los precios, cuando veo acá y el peso también. Le digo a la amiga de ellas que está conmigo, «mis amigas se pasan, ¿cómo se llevan todo eso, cuánto me ha cobrado acá, esos precios están acá?», le digo; «no, te ha cobrado de eso no más», me dijo (bulla de gente gritando), «pero ellas se han ido sin pagar, no puedo creer, ¡si se han salido sin pagar, si ni siquiera le han dado bolsa!» [ríe]
Tamia
Como si pasearan por su casa, entraron y salieron
Justa
Ah sí, yo dije «no», y cuando salimos del supermercado, era el supermercado chino, cuando salimos del supermercado ellas ya estaban en la otra cuadra, como si conocieran se estaban volviendo, yo «qué», yo ni siquiera volvería sola, estaría esperando a ella
Tamia
Rapidísimo
Justa
Ajá. Ya estaban regresando. Volvimos, «¿cómo se han venido trayendo cosas?, se pasan. Yo creí que me habían cobrado, no me ha cobrado», «¿ah sí?, mejor»; «¿cómo mejor? qué tienen, están mal, estamos en otro país, ni siquiera es nuestro país. De ahí nos llevan presas y quién nos va a sacar», les digo, la prisión, le digo. Y ellas normal, sin nada «ya está», la gaseosa también se tomaron, yo con cargo de conciencia ni podía tomar. Y así, quiera o no quiera teníamos que cocinar su mondongo que habían llevado. Cocinamos, y justo ese día vino su amiga, después de almorzar hemos descansado, hemos hecho siesta, creo que era como las de la tarde. Vino otra amiga de la señora que vivía ahí, le digo a ella «¿dónde vives?», le digo; «estoy por Villa Pueyrredón, una casa, ahí vivimos puras mujeres»; le digo «¿no habrá habitación? porque yo no quiero ir de acá, dice que esta casa no es su casa de ella, le digo, han invadido»; «sí, hay camas que está libre, no sé tendrías que hablar», me dice; y llamó pues a la señora de ahí; «yo me quiero ir ahora mismo, yo no me quiero quedar acá», le digo. Y esas amigas mías después de la siesta seguían durmiendo todavía en la siesta, les digo «levántense, levántense, ¿a qué hora piensan volver a robar?», le digo bromeando
Tamia
¿Cuándo empiezan a ponerse las pilas?
Justa
[ríe]. Le digo, «vámonos, no nos vamos a quedar acá, dice que hay cuarto, habló, ¿vamos?», le digo. Como habló a su cuarto donde vivía, era una casa grande, ya fuimos pues. Tomamos taxi y nos fuimos con mis amigas rateras, me fui [ríe]. Entonces la señora llegando le hablé, le dije «señora, este […]», le pagué la pensión que me correspondía, del mes adelantado pagué, le dije, «tengo que buscar trabajo». Y me dice, este […] bueno, entonces le pagué a la señora, y bueno, ellas también entraron después de mí, ellas le habían dicho que yo era su sobrina, y le habían dicho «señora, no tenemos plata, que mi sobrina ya pagó lo que tiene que pagar», lo que es su cama, porque la cama era compartido. O sea cuarto, eran 4 camas, c4 amarotes, y era compartido
Tamia
En un solo cuarto
Justa
En un solo cuarto, y tienes que dormir en el primero, segundo piso. Y eso era chocante también para mí, «¿cómo?, yo nunca he dormido con gentes extrañas, qué voy a dormir», pero igual tenía que estar, entonces ya bueno. Y ellas no habían pagado, para entonces yo no sabía si habían pagado o no, porque hablaron con ellas.
Y como ellas sabían que yo tenía problemas con él, que me fui por eso, me decían «ni se te ocurra hablar con él, ni se te ocurra hablar con él». También me lo habrá dicho para mi bien, pero como yo está loca, no le tomaba interés.
Y bueno, entonces, estamos en eso y justo a la señora le digo «¿cómo consigo trabajo?»; «ahí busca en el periódico, Clarín. Ahí hay avisos de trabajo»; yo le digo «ahh ya», entonces le dije «¿dónde hay periódico?»; «ahí en la esquina, vamos». Entonces fui a comprar periódico y ahí habían avisos de trabajo, llamé, me respondió una señorita, me dice «sí, hay, venga, vamos a conseguirte trabajo», me dice. Era en provincia, tomamos tren, al día siguiente me fui el domingo. El sábado llamé y al día siguiente me fui, con mis amigas seguía yendo. Y mis amigas «vamos hay trabajo» dice; «vamos ahí conseguimos»; «ya, vamos». Llegué y la señorita que me recibió, la llamada, me reconoció al toque por la voz, me dice «ah, vos me llamaste», dice, empezó a hablar con su dejo de argentina; «sí señorita, yo la llamé, necesito trabajar», le digo; «sí, sí, vamos a conseguirte trabajo». En ese plan, yo también quería ir al baño, le digo «señorita, ¿me puede prestar sus servicios higiénicos?», era como un mercado, el baño era en otro sitio, eso era una oficinita no más. «ya, vamos al baño, te acompaño», fuimos, mientras que mis amigas están conversando con las demás, con otras señoritas
Tamia
¿Y era, qué provincia era?
Justa
Ese era, yo fui Villa Pueyrredón, de ahí
Tamia
Villa Pueyrredón
Justa
Ajá, pero esa era como en el Callao, algo así todavía la agencia. Entonces este…
Tamia
Ah, era una agencia
Justa
Era una agencia, había sido una agencia. Y la señorita había sido de religión, no sé de qué, me agarró la mano, dijo «vamos a orar por ti», después de haber salido del baño. Yo que no quería ni conciliarme con dios, le detestaba tanto por todas las cosas que me pasó, yo digo «dónde está ese dios que dice que existe y no existe», ya bueno trataba de orar. Volvimos a la oficina y ella recibe una llamada por arte de magia, dice que «necesito una chica que tenga más o menos 26 años, una peruana», «sí, sí, sí», ella decía, «ya tengo una chica, una ex empleada, trabajó 3 meses conmigo no más y se fue a Perú. Tiene 26 años y ha vuelto ahora. Dice, yo tengo mi empleada, ya no puedo recibir ya, pero ella más o menos sabe hacer limpieza, pero cocina no sabe mucho», porque yo le había dicho a la señorita «yo cocinar no sé», le digo, «pero tendré que hacer algo», le digo. Entonces me dice este «ya hay un trabajo»
Entonces le pagué 50 dólares por la recomendación, me dice «vas a ir el lunes a la entrevista, a la primera hora vas», y «¿dónde es?», «es por Vicente López, por Maipú y 28 «, me dice…
Tamia
Todo te acuerdas clarito
Justa
Oooh. Todo eso me he grabado en el camino, Vicente López, ta,ta,ta. Volví a la casa con ella más. Mi maletincito el lunes a las 5 de la mañana, había una señora peruana y le digo «me han recomendado un trabajo, tengo que ir a una entrevista, dice que Maipú y 28 , tal, tal ¿cómo llego?», le digo, y también me había comprado ese guía, plano, eso; y me dice «te vas a tomar tren hasta Pueyrredón, de Pueyrredón vas a tomar un carro para Vicente López, más o menos me dice. Pero si vas a entrar a trabajar te van a preguntar qué comes, porque acá comen como gato», me dice
Tamia
¿qué significa eso, poquito?
Justa
Poquito, poquito.» Vas a decir, te van a preguntar, le vas a decir, de repente tomas café, no digas café, vas a decir que tomas leche», me dice la señora, tenía 60 años la viejita, «¿leche? pero leche yo no quiero, tengo asco a la leche», le digo; «bueno, tendré que decir lo que me dijo». Cuando voy, la señora me dice, me dice, ni siquiera llegué preguntando, parecía, llegué a Maipú, no sé dónde me bajé también, en mil tanto de diez cuadras, buscando, buscando he dado con el edificio, y no sé, el edificio estaba lleno de botones, no sé qué botón también he machucado, así que digo «estoy buscando a la señorita Mónica Cortés», «no sé, no sé, busca el número», Maipú 28 [nse] mirando bien de vuelta, «vengo para la entrevista del trabajo», digo, y por suerte me abrió la señorita, era una señora, tenía 3 hijos y me dice «yo el jueves recién empiezo a trabajar, solamente estoy entrevistando», me dice. Yo había ido con ni bolsa, como he pegado dije «ya pues acá voy a entrar», entonces me dice «solo estoy entrevistando, el jueves empiezo a trabajar, tengo 3 niños, ¿podrás con mis 3 niños?», yo «sí seguro que puedo», le digo, ni siquiera sé cómo voy a cuidar, si ni a mi propia hija he podido cuidar bien, cómo un recién nacido
Tamia
¿Era wawita?
Justa
Sí. Me dice, «pero estoy entrevistando», me dice; le dije «señorita, ¿me puede dejar trabajar hoy día?, voy a trabajar, si usted está a gusto con mi trabajo, me quedo y si no me voy; porque yo el jueves ya no vengo», el jueves ya no pienso volver a buscarla, porque estoy interesada en buscar un trabajo de verdad
Tamia
Ibas a estar buscando en otros lados
Justa
Entonces, este, ya pues, «me toma la prueba hoy día, luego, si usted quiere trabajo, sino no», entonces, yo vi que la casa estaba un tiradero, toda la ropa
Tamia
¿Y qué hiciste?
Justa
Toda la ropa de niños, ropa por acá, por allá, un caos. Empecé a limpiar todo, era departamento chico no más, por suerte, pero limpiar todo y ordenar.
Tamia
Nos habíamos quedado en que empezaste a trabajar en la casa de una señora allá en Argentina que tú le dijiste, este «bueno, si quiere me contrata, sino no, porque […]» no vas a estar yendo y viniendo a cada rato ¿no?
Justa
[ríe]. No estoy para aguantar a usted [ríe]
Tamia
sí, como que indecisiones acá en este momento, señora [ríe]
Justa
Ay, me da risa como le haces a la señora, porque ahora recién pienso ¿cómo es posible que me ha aceptado? yo era extranjera, ni siquiera era su compatriota, y ¿cómo ha podido haber confiado en mí?
Tamia
Y entonces ahí, ¿ella tenía cuantos hijitos, 1, 2?
Justa
3 hijos tenía
Tamia
¿Y qué tal fue, cuéntame a partir de ahí cómo fue tu experiencia?
Justa
mmm…cuando llegué, a la señora le dije si podía trabajar, ese día para que ella vea, me dijo que estaba entrevistando chicas recién, y si podía volver el jueves, porque ella empezaba a trabajar jueves en una ferroviaria, Roca creo que se llamaba la ferroviaria, como era lunes, le dije «si usted desea los días usted me enseña qué es lo que tengo que hacer, a ver los niños, a qué colegio van, todo» y me dijo «¿podrás con los niños?», me dijo; » estoy segura que puedo», le dije, pero yo nunca he trabajado en casa con niños ni nada. Entonces, este […] y le dije si podía tomarme ese día, y me quedé limpiando la casa, estaba todo desorden, caos, empecé a limpiar todo, ordenar todo, todo. Durante esos momentos vinieron chicas a, varias chicas vinieron a la entrevista, una y otra, y creo como que la señora se apiadó más tarde me dijo que sí podía quedarme, pero era cama afuera. Entonces le dije «señora, pero yo he venido, he ido de lejos» porque tenía que viajar con carro, con tren, no sé, una vuelta, no sé. Entonces no sé «¿no me podría quedar?, porque yo no tengo más otra cosa», porque mi ropita era así, un paquetito de este tamaño «acá tengo toda mi ropa», le digo; «y no tengo espacio ¿dónde vas a dormir?», y no sé creo que hasta he pensado en invasión, «voy a dormir, no importa, en su espacio al fondo, en el patio», le digo; y me dice «no, cómo vas a dormir ahí», «no sé si puede dormir atrás de la refri, ahí tengo un mueblecito», había un mueble sillón que se acomodaba, se estiraba. Entonces, «sí señora, no hay problema», dije «yo no pido comodidades, nada». Y, luego, este, ya me quedé, como que ella ya estaba ya, ella en sí ya quería que vaya en la mañana, y todo ese en el transcurso del viaje, yo pensaba pues, el pasaje, todo, y aparte para movilizarme no conozco bien, de repente no llego a la hora, y todo eso veía. Para eso ya había pagado mi pensión en, en ese casa, casa, casa quinta, casa alquiler. Era una casa que me había llevado una señora que era de acá de Perú, y vivían nada más mujeres, y habían ancianas también. Entonces yo había pagado ya mi mensualidad, pero igual yo podía ir los fines de semana, estaba asegurado mi espacio. Y así pues. La señora me dice «ya está bien», me enseñó a hacer unas comidas que ya me olvidé, y mayormente pedía empanada, luego pizza, así empezó las cosas. Y me dice la señora «¿qué comes, qué tomas de desayuno?», y para entonces yo no sabía que tomar, porque una de las que, una señora mayor de edad de la pensión que había alquilado me dice «si vas a trabajar dile que tomas leche, porque te van a dar café, y sus comidas no es como en Perú, todo es migajas nada más». Entonces le dije «leche» le digo, pero en sí no tomaba leche, bueno me compró leche, así empezó. Estuve ahí, llevando al niño al jardín, a los otros le venía a recoger movilidad, a 2. Y me acuerdo que un martes la señora me dice, salía a las 7 de la noche con su esposo, y me dice «sabes que, a las va 8 a venir el señor, papá de los nenes, van a salir a cenar, y tu si quieres cenar te vas a McDonald’s, te vas a comer», me da un vale. McDonald’s está al frente. Entonces yo le digo «ya bueno señora», y salieron, y yo decía entre mí, «pero si una hora no más salen por qué no se llevan a sus hijos, porque de 1 hora va a volver y sacar a comer», estoy en ese plan, bueno ordenando ya todo. Y bueno, a las 8 de la noche toca el timbre y me dice «¿Justa?» «¿sí señor?», le digo; «por favor, voy a llevar a los niños», «¿tan rápido va a llevar?, ni siquiera sube», y luego los niños se alborotaron, «papá, papá», «¿tanto se desesperan por su papá?», digo.
Tamia
¿Estaban separados los papás?
Justa
Sí, era otro su papá de los niños. Hasta que los niños bajaron. Yo también bajé y abrí la puerta, y luego estaba en la puerta un señor altazo parado, con todo su abrigo hasta el suelo, y los niños, abrí y salieron corriendo atrás del padre pegados como chicle. «uy, no puede ser, creo que a los niños le he entregado a otro», [ríe], estaba confundida total
Tamia
Con la duda
Justa
Pero yo digo, como los señores, como los niños se van a ir con desconocido. Y luego me puse a llorar por mi hija en el baño, un mar de lágrimas «mi hijita cómo estará», también ella, a pesar de que su padre era malo, ella lloraba por su padre, extrañaba, «será igual mi hija sus sentimientos», y no me daba cuenta que yo también vivía sufriendo por mi padre toda la vida. Como es los sentimientos tan fuertes. Entonces así se fueron, y yo después ya, aparentar de que no había llorado, me lavé la cara, todo, cambié, me maquillé, me fui a comprar a McDonald’s mí comida, pero triste, sufriendo por dentro, llorando por mi hija.
Tamia
¿Y sabían algo de tu vida?
Justa
No, no sabía. A nadie le contaba yo de mi vida, no le conté nada de mi vida, le dije que tenía una hijita acá en Perú más otra cosa no. Nunca le conté a nadie. Entonces, ya, luego vinieron los señores, luego los chicos más tarde, 9 de la noche los trajeron. Ya todo pasó. Así en ese plan estábamos toda la semana hasta viernes.
Los niños se van al colegio, les mandaba al colegio, les hacía comer, lavar su ropa, ordenar las cosas.
Y luego había un niñito, el último, el medio era, estos niños, como es, siempre me olvido que el más bueno de todos era, él era gordito y comía bastante, siempre le preparaba aparte su huevo. Un día yo preparé huevo frito con aceite, él también quería comer todos los días, porque él venía 3 de la tarde. «¿Por favor, huevo frito vas a comer?», me decía. Como yo tenía hambre, ya agarré un huevo, me freí, me dice «¿qué vas a comer?”, «sí voy a comer», «ya, yo también quiero». Toda esa semana hemos estado en ese plan.
La señora llegó un viernes en la tarde, será 10 de la noche, me dice «Justa te puedes ir, porque yo mañana voy a descansar hasta tarde, no te puedo abrir la puerta». Y en ese rato dije «¿cómo me voy?, son las 10 de la noche», yo me fui por otro lado, por diferentes lugares, «¿y ahora cómo regreso?», dije, «tampoco no me voy a quedar encerrado mañana, tengo que salir», porque para mí era deprimente estar encerrado, una semana completa, y no es mi familia tampoco, tratar de volver a la casa pensión para […] había ahí compatriotas, había ahí otras personas. Y salí 10 de la noche, le dije «¿pero cómo regreso?», «ya vas a tomar carro en tal sitio, en tal sitio», me dice, también tenía un plano. El carro pasaba por la puerta no más, era una avenida grande, salí, en pleno lluvia, y me dijo «tal carro, tal línea vas a tomar», paraba el carro, nunca paraba, paraba el carro, nunca paraban pasaba, pasaba; el carro ahí paraba en cada paradero, tenían sus paraderos. Caminé como 10 cuadras creo buscando el carro, en uno de esos que pasaba este, estaba caminando, seguro se notaría que pues, que yo era extranjera, había un señora ya mayor de edad, ya viejo, me dice «hola, ¿sus peruana nena?», y le digo «ah sí señor buenas», pasé, y me siguió atrás por un grifo, me dice «yo vivo al frente, tengo mi departamento, que, ¿bueno querés venir conmigo? vivo solo», «no señor, gracias señor», me estaba, me iba corriendo porque por mi cabeza pasó como una película, «esto debe ser un secuestro, un torturador, un descuartizador», «gracias señor», y entre mi decía «yo también tengo mi chacra, mi casa en mi pueblo. A mí qué carajos me importa departamento de este viejo», pero así, más asustada «debe ser un secuestrado, un ratero, un delincuente que roba órganos”, tantas cosas me pasaba por mi cabeza, caminé, caminé, me siguió casi una cuadra, de ahí se habrá desanimado de hablarme y yo con miedo pues. Entonces yo llegué a un quiosco de periódico y le digo «¿señora tal línea donde tomo?», «no, el siguiente fila es», había 2 filas, estaba en una fila gente «en la siguiente fila, esta no, en la siguiente fila, ahí vas a parar y ahí vas a tomar», me dice. Así llego, ahí había mayoría hombres no más en esa fila, ahí, me paré atrás de ellos, me dice «venga, pase adelante», y me han puesto adelante; yo me sentí como respetada «wow, qué gente, qué amable», porque imagínate qué hombres, esos si son hombres porque imagínate otros una patada en el trasero, pero me hizo parar adelante, primero subí yo, de esa fila. Y me sentí un poco aliviada, gente tan educada, a la vez el viejo lo que me estaba siguiendo, que me quería llevar a su departamento, habrá tenido pena por mí, qué sé yo. Entonces, así, tomé ese carro, luego bajé en la estación del tren cerca, de ahí tomé el tren, bajé en la siguiente estación y no sabía cómo volver, como había venido por el otro lado por la otra carril, «¿y de acá cómo vuelvo? no me he fijado bien también», había ido de 5 la mañana. Llamo a la casa y le digo «señora estoy en tal estación, ¿cómo vengo?», «acá está como a 4 cuadras, ven por acá, por allá», así caminando, estaba en ese lado no más dando vueltas. Y no sé cómo, casi una cuadra no más pregunto, había un grupo de jóvenes «jóvenes buenas noches, una pregunta ¿la calle José León Cabezo?», porque esa casa donde yo vivía era José León Cabezó 2490, creo, «ah, ¿cómo está? que el otro. Me da la mano. «No, joven, eso no más», «¿sos peruana? bienvenida». Yo con miedo y a la vez también, como que ya tan amable. «es en esta calle no más», me dice, y la calle toda llena de árboles grandes, miro, «¿para acá será?», sigo caminando y llego a la casa. Y la señora la dueña de la casa me habrá estado esperando y me dice “Justa viniste, te estaba esperando», llego y estaban las otras chicas, señoras que habían estado ahí, también que están en eso, había una sala grande, era la cocina, donde estábamos comiendo, me dice » Justa , ¿cómo estas, como te ha ido?» con su voz de argentina, porque a la mayoría se le ha pegado el acento argentino. «Bien, pero me ha asustado un viejo, me ha seguido por el grifo», le digo.
Y las chicas como sabrán meter lio, yo que era tan sumisa a la antigua, dijeron «no, que mala por que no has aceptado, yo que tú me iba con el viejo, ese era un viejo adinerado» [ríe], y me encuentro con otra realidad, que estas mujeres están necesitadas. Todo ese cambio, al final he podido lidiar con eso, porque yo también era criada a al antigua pues Entonces, llegué a la casa, le digo a la señora, me dice, «¿comiste algo?» me dice, «no», le digo, «ahí hay algo a tomar lechecita», que el otro que me dice la dueña de la casa. Y mis amigas que estaban ahí ya estaban durmiendo ya, mis 2 amigas que habían conmigo, ya estaban durmiendo ya ahí. Y ya habían comido también. Luego , ya tomando leche entre a la pieza que dormíamos, ya las saludé, con ellas quedamos, les digo a ellas «vamos a cocinar mañana», le digo «voy a hacer compras», le digo, porque como ellas decían «no tengo plata, no tengo plata»; «voy a hacer compras»; «ah ya está bien, justo, ¿sabes qué donde vamos a comprar leche?, acá en la otra cuadra no más, hay un viejito, hay una tienda, ya no vamos al Wal-Mart, Wal-Mart era el otro supermercado a 8 cuadras para el otro lado
Tamia
¿Dónde se habían llevado las cosas?
Justa
Sí, ese el otro sitio, donde que se llevaban las cosas también, donde ese viejito. ¿Le conté creo del viejito?
Tamia
No, no, pero me contaste que tus amigas se habían robado cosas
Justa
Ajá, es el siguiente robo que te tengo que contar [ríe]. Entonces me dice, las 2 amigas, me dicen «ya vamos, ese viejito es nuestro casero, que el otro», y al día siguiente vamos y le digo pues al señor, era una tienda, todo estaba exhibido, así a la mano todo. Y tenía al fono, también tendría sus víveres pues no. Le digo «señor, por favor, me da cajas leche», le digo, todas las leches que vendían mayormente se consumían, ya no en lata. Entonces, le pido leche y esas mis 2 amigas, la otra se había conseguido una bolsa, llevaba bolsa del cuarto que estábamos, y la otra dice «señor, deame la lechecita de adentro, dame lechecita de adentro». «¿cómo de adentro, esta leche no es lo mismo?», le digo; «no, él me da de adentro», «¿pero cómo lechecita, el señor tiene una vaca adentro?, que cosa» también con broma; «sí, de adentro me da leche fresca», el señor se fue porque era mayor de edad el señor, y la otra está rebuscando está ahí la refri, donde estaba la exhibidora de gaseosas, «voy a llevar esto», todavía escogía la gaseosa, yo sigo renegando «ahora voy a tener que pagar eso», todavía seguía tan inocente. Entonces me dice, ya en ese plan, señor, le digo «ya señor […]», no sé algunas cosas más, no sé qué más hemos pedido, también le pedía de adentro.
Lo que más me recuerdo de la lechecita de adentro, porque pensaba que había una vaca adentro.
Y, luego, este, había salchicha todo eso. Hasta ahí su hermana, estaba en ese plan de sacar gaseosa, desapareció con sus bolsas, se habían embolsicado la gaseosa, esas cosas. Sigo pensando que también voy a pagar [ríe], vez que todavía no estaba bien al ambiente cómo era el pago. Claro, si uno va en grupo, de repente el señor se dará cuenta pues no. Y la pago al señor, le digo «¿y pago la gaseosa pues?», le digo, yo no había entendido porque todavía no sabía de qué precios eran, en ese plan. Porque en acá en Perú todavía no había supermercados tan conocido, todo esto, de lapicero. Entonces el señor se cobró, me dio el vuelto, voy regresando, «acá no dice gaseosa, ¿y la gaseosa no ha cobrado?», me dice “no pues, no ves que se ha llevado ya», me dice. Ay, «otra vez, estas ratas»
Tamia
¿Y ellas no habían conseguido trabajo?
Justa
No habían conseguido trabajo, me dice que
Tamia
Tampoco seguro que estaban buscando mucho
Justa
No, la otra sí había conseguido trabajo, pero no me decía que estaba trabajando, pero era cama afuera, me decía que no trabajaba, entonces cuando llegamos ya preparamos
Tamia
Es difícil, ¿no?, confiar en ellas
Justa
Ajá. Y preparamos, como eran mis amigas, ellas me ponían en contra de mi marido del que me separé, del que había dejado acá en Perú, me decían «no vayas a hablar con él, ni si te ocurra por más de que te ruegue, de que te llore, no vas a llorar, ni vas a responder, no hables, no hables», ahí me tenían como protegida supuestamente. Entonces yo también decía, como que también me sentía protegida, pero estaba dentro de unas delincuentes.
Así que llegamos, dije «bueno, ahora ya no voy nunca más donde ese señor, qué vergüenza lo que hacen ustedes», entre ellas.
Y en su tocadorcito encontré cosméticos, había shampoos, cremas, y digo «¿pero si estas no tienen plata, de dónde sacan todo eso?», y la otra hermana tenía un abrigo hasta por acá, pero el abrigo era de cuero, y el abrigo tenía bolsillo hasta acá, entonces, este, yo le dije a su hermana «¿por qué han comprado tantas cosméticos y tantos estos si ustedes no tienen plata?, ustedes están diciendo que no tienen plata y me están trabajando, por qué están haciendo esa inversión», le digo; «no, eso pregúntale a Carmen», me dice «ella trae eso», me dice. No me quería contar porque yo siempre la estaba cuestionando de sus errores. Entonces, y así pasó. Y luego, yo les cuento, la señora, yo dije, con pasaporte, porque la señora no me quiso recibir mi pasaporte, me dijo «sabes que, ese es tu documento de identidad, no me tienes que dar tu pasaporte», Y yo confiada les cuento, «así me ha dicho la señora, así dejé mi cartera», y de ahí ya me tenía que ir el día lunes al trabajo, y me doy cuenta mi pasaporte en la casa que llegué ya. No había mi pasaporte
Tamia
¿No estaba?
Justa
No estaba. Y le llama, dije «¿dónde estaba?, acá, les conté a ella», y no hay mi pasaporte. Les llamo y les digo «me olvidé mi pasaporte, no sé qué ha pasado»; «no, no sé», nosotras no sabemos nada, me dice, «que raro» porque no está mi pasaporte. Ella de repente sentiría porque cuando yo iba a la pensión, yo dormía pues en el segundo, en el camarote, y seguro que sentiría pues, yo lloraba por mi hija, y me decía «por qué paras llorando, debes callarte, seguro estás llorando por tu marido», pero no era eso, sino yo andaba con su foto de mi hija, también con la foto de mi marido, los 2 tenía, y yo lloraba abrazada de la foto de mi hija, «mi hija cómo estará, por qué me ha dejado de querer, en qué he fallado, no soy tan mala yo»… yo tratando de «he salvado su vida, he hecho esto, he trabajado, no me he gastado mu plata en otra cosa, siempre le he dado lo mejor a ella, ¿en qué he fallado?», y mis amigas decían «que tú estás llorando por tú marido», también lloraba por él, pero era que no estaba bien. Entonces, en ese entonces dije «ah no pues ellas me habrán sacado», me ha tenido 1 mes sin mi pasaporte, me habían sacado y me habían escondido
Tamia
¿Y por qué?
Justa
Porque pensaba que yo me iba a volver a Perú
Tamia
Que te ibas a regresar
Justa
Entonces, este, «ya mi pasaporte, me tienen que devolver, le dije, no me hagan eso porque la señora me está pidiendo mi pasaporte», le dije.
Porque también no les convenía aporque yo llegando siempre compraba algo para ellas, ya me devolvió mi pasaporte, dije «no voy a llevar mi pasaporte a la pensión, mejor dejo en el trabajo».
Así en el trabajo paraba llorando por mi hija todas las noches, al día siguiente como actriz me levantaba con una cara buena, feliz supuestamente, pero infeliz por dentro, estaba en ese plan. Y un día ya casi cumpliendo para 3 meses, me vengo, ya cumpliendo 3 meses, vengo, ya no teníamos ese contacto de cocinar juntas, nada ya, yo venía me comía normal mi comida, lo que tengo que comer, «ya no voy a andar con ellas, que son mis amigas, pero «, por dentro me daban pena, pero lo que hacían no estaba bien.
Entonces cuando un día vengo, y la dueña me había esperado en la puerta, me dice Justa , Justa , «¿si señora?», le digo; la ”Sholanda”, Yolanda se llamaba la mayor, la Yolanda y Carmen se han ido, tus tías se han ido, «no son mis tías señora, son mis amigas», «¿cómo es posible?, se han ido», se habían ido sin pagar, «¿cómo sin pagar señora?», ya era 3 meses, «no me han pagado los 3 meses de alquiler de la cama», me dijo; «¿cómo señora? ¿Y cómo usted me cobraba y eso que yo ni siquiera dormí acá, le dije?, y a ella usted no le ha cobrado»
Tamia
Tú pagaste por ellas, más o menos
Justa
[ríe], no porque me decía que es «mi única sobrina que está trabajando para nosotros, que tú le dejabas comida, y todo», me dice
Tamia
Asu qué tales cuenteras
Justa
Ah, «no señora, no son mi familia, es Yolanda, no sé sus apellidos, no lleva ningún apellido mío señora», le digo «ahí he traído mi pasaporte, le voy hacer ver», le digo. Y dice que les ha encontrado saliendo, alguien le habrá avisado porque ellos vivían al fondo, era una casa grande, ellos vivían al fondo y todo ese pasadizo adelante había cuartos, cuartos, y una sala grande para todos los chicas que vivían en esa pensión. Alguien le habrá avisado que Carmen y Yolanda habían tomado taxi, ya estaba yéndose con taxi ya, y su esposo le había seguido con su taxi, hasta por Rivadavia habían llegado, no sé, un barrio donde están maleantes, y mi esposo ha regresado ya de miedo», diciendo; «ay, dónde se habrán ido», ahí se perdió todo, ya terminó todo el contacto ya, yo tampoco ya no supe más de ellas.
Tamia
No sabías
Justa
No sabía nada. La señora me dijo «Justa vos sos buena, me pagas todo al día pero Yolanda esto no me han pagado», «señora, no es mi responsabilidad, le digo, no es mi tía». Y así pues volví en eso, me fui a trabajar, estaba rogando a mi hermana le llamaba, yo le llamaba siempre a mi hermana, y me hermana me cuenta que esa ex pareja que dejé estaba andando llorando, buscándome, que venía, andando todos esos meses llorando por mí, y mi hermana le había dado mi teléfono de mi trabajo, «este es un caso», le dije.
A mi hermana le había dicho «si me busca algo, dígale que me fui a Italia «, otra mentirosa, «muy lejos, que no me va a alcanzar», dije. Entonces, mi hermana me dice «sabes que Justa , me dio pena, pena, porque anda llorando, llorando, le he dado tú número», me dice. «ayyy», y yo también tenía pena lloraba por él, lloraba por mi hija.
Y de ahí, creo que de una semana, me llamó, era ya 10 de la noche, 11 de la noche, la señora me dice «Justa , el teléfono, te llamaron de Perú, te voy a pasar», ya es tarde, era hora para allá temprano, contesto y era él. Casi me da un infarto también, lo extrañaba tanto, creo que otra vez rescaté, creo que otra vez esa pieza que estaba roto volvió a parchar, pero esta me dice» ¿cómo estás?, que te quiero, te amo» y otra vez lloriqueo de amoríos. Y me dice «quiero ir», «ya ven pues si quieres. Pero una cosa, no quiero seguir peleando, una oportunidad está bien». Yo decía, era la persona que quería y al menos tenía que, iba a venir conmigo, pero no estaba acordándome de las cosas que me había hecho, ¿cómo es no?, cuando uno quiere el sentimiento es más fuerte. Será que quiero más golpe, no sé, a veces pienso eso, ya pues, me sentí un poco aliviada, a la vez ya llorando, «ya ven pues, le digo», pero «dónde va a ir , dónde va a estar», así que en eso, y él me dice que su primo también estaba en Buenos Aires, vivía cerca a Plaza Once y Plaza Once es un lugar que todos tienen terror, es como La Parada creo, porque viven maleantes, esos peruanos delincuentes, «¿dónde estás?», «yo estoy por Villa Pueyrredón» le digo, en una casa alquilada porque trabajo cama adentro.
Ya, una reconciliación vía telefónica, y bueno quedamos en que iba a venir, me dio la dirección de su primo, se había contactado, también como mi hermana le ha dicho que estoy allá, también con su primo se había averiguado su dirección todo, y dice «anda donde mi primo»; le digo «ya voy a ir un domingo», fue un domingo donde su primo, vivía en la avenida Rivadavia cerca a Plaza Once, pero ahí vivían lo peor creo que vivían; en un cuarto así pegados, pegados la cama, ahí se dormían hombre, mujer, no eran familia
Tamia
Los que caían, llegaban y caían ahí
Justa
Ajá. Dije «wow, que barbaridad, cómo duermen así, entonces quiere decir que yo estoy mejor, porque estamos entre mujeres» aunque estaba horrorizada de mí, de lo que estoy viviendo ahí. Pero así vivían, ahí vivían sus primos, también tenían así un cuartito, una casita todo pegoteado ahí. «y bueno», me dijo, «hablé con ellos», también habrá hablado él, y me dice «voy a ir a Perú y este, ¿quieres que le traiga?, porque él quiere venir», me dice. «ya está bien», todavía me han grabado, estaba con su filmadora que habían comprado, dije que le mandaba saludos, que sí, que venga pero que no vamos a volver a pelear, «no quiero volver a pelear», le dije «no puedo», «también te extraño bastante», hasta tartamuda creo que me he vuelto. Y le mandé 100 dólares, a su primo, para algo, para su pasaje, aunque el pasaje está 400 dólares, no me acuerdo. Su primo pues vino para acá y le trajo para allá
Tamia
Lo llevó a Argentina
Justa
Ajá, lo llevó a él para Buenos Aires, para que venga, ya mandó, llamó que ya estaba viniendo, «ya, le dije, me llamas», y estaba preocupada dónde va a estar él, cómo va a estar en ese lugar donde su primo, no hay espacio, cómo va vivir, dónde va a estar. Así que a la señora de mí, de la casa pensión le hablé, le dije «señora va a venir mi esposo», «¿cómo si Yolanda me dijo que no tenías esposo?», me dice. Porque yo la verdad no le he contado pues. Ellas decían que yo era su sobrina soltera. «No, sí, sí tengo mi esposo», pero no le dije que me pegaba, que vivía esto, nada pues, qué le voy a contar, en ese tiempo mi mente estaba en otra cosa. Le digo «él sabe hacer lo que es este, gasfitería, saber arreglar baños, también albañilería», «ah qué bueno, porque hay cosas que la casa está bueno para refaccionar, está todo viejo. Pero recuerda que acá no puede, ¿dónde va a estar?» Había un sótano
Tamia
Porque era solo para mujeres
Justa
Solo para mujeres. Entonces me dice la señora «mira Justa , tú eres una buena persona, de verdad que tú siempre has sido puntual en tus pagos, has sido una persona correcta, y por eso vamos a aceptar que venga tu esposo, pero vamos a hacer un espacio abajo en el sótano. No puede estar arriba con las chicas, con las señoras, pura mujeres», no permitía ni llegar enamorados.
Tamia
Ah, pero que bueno, porque las cuidaba
Justa
Ajá, así. No permitía hombres. Toda la vida, además eran personas mayores, de viejitos, «ya señora, le digo, le aseguro que no se va a portar mal», le digo, está bien. Así que él me llamaba diciendo que ya va a venir, sacó su pasaje, vino cuando mientras yo estaba en el trabajo, llegó, ya le di la dirección «tomas tal sitio, llegas al 11», yo también dando dirección guiando por teléfono.
Así pues, entonces yo, saliendo del trabajo fue, donde estaban sus primos, porque él había llegado ahí. Ahí creo que hablamos, nos encontramos, creo que como tratar de componer una relación que había dejado, lo quería bastante, no sé por qué. Entonces nos encontramos, llorando también él como niño, y nos perdonamos de todo supuestamente. Le dije este «te puedo llevarte ahí, ya hablé con la señora, te recomendé, esto, esto», ahí se quedó donde su primo una semana, no sé, no me acuerdo bien, pero sí logramos ir a la otra casa, porque yo no podía quedarme en la casa donde estaba.
Ahí dormimos esa noche en esa casa, una camita no sé cómo se ha conseguido ahí, pero era un caso. En ese cuarto tenía que compartir con hombres extraños, eran camarotes pegaditos, pegaditos, en tu nariz estaba otro camarote, atrás otro camarote, con todo eso tenía que estar. Entonces, quedamos en eso, ahí dormir era una caos, frio, ahí hace frio bajo cero. De ahí quedé con él le dije «vamos», cocinamos ese día, era un domingo, con sus primos, sus primas, creo que una de sus primas, la mayor, creo me dijo como que, presentiría que ese, como diciendo, «yo cuando dejo una persona no vuelvo a recoger, no sé, cómo confías tú», me dijo; como que estaba de mi lado, tal vez se habrá enterado del problema, qué se yo, nunca yo le he contado tampoco, pero de repente, lo que hablé diciendo que ya no vamos a pelear, de repente, también habrá escuchado. Así pues, ha venido y nos hemos dado una oportunidad.
Y luego, le llevé a la casa, los señores lo recibieron bien, él estaba refaccionando la casita, ordenando, ayudando ahí. De vuelta me fui al trabajo, estaba preocupada, cómo va a estar él, otra vez, y ahora yo me sentía como protectora de él, ¿cómo va a estar él?, ya bueno.
Ha arreglado cosas, ha hecho ropero, placard, no sé, ha hecho varias cosas en esa casa.
Después, ya, terminó mi trabajo, los señores, la señora de mi trabajo se iba a ir a Córdoba
Tamia
¿Así, con sus hijitos?
Justa
Sí. Ahí trabajé 2 años. En eso estaba
Tamia
¿2 años pasaron?
Justa
Ahí vivimos cuando él vino, cuando él vino, vivimos en ese cuarto, ahí vivimos como un año algo así, pero vivimos en ese cuarto tiempo. Pero en eso que en ese cuarto que vivíamos también teníamos discusiones, ehm […], uno porque yo me tenía que ir a trabajar y otro como que la dueña de la casa me dijo «sabes que Justa, yo estoy empezando a desconfiar de Hipólito porque hay chicas que me parece que se están metiendo al cuarto, abajo, no me gusta, y no me gusta, bien claro te dije que acá no podía pasar nada. Y por ti hemos recibido», yo no le decía nada a él, me quedaba callada porque no he visto ¿no?, de repente habrá pasado algo, habrá estado algo, pero en esos transcursos ya teníamos también discusiones como que, él, a él estaba consiguiéndose un trabajo por acá, por allá, él dueño mismo lo ha estado recomendando.
Y no ha habido momento tampoco que él me diga tampoco «sabes que busca otro trabajo cama afuera», y yo tampoco dije «voy a buscar otro trabajo», que yo estaba con la señora tan comprometida de que yo no podía fallar porque había conseguido ese trabajo, ¿cómo le digo, «voy a trabajar cama afuera»?, porque la señora cuando yo dije «voy a estar cama adentro», ella tomó decisión de, como yo estaba día y noche ahí, empezó a estudiar. La señora estaba estudiando inglés que me parece que no había culminado sus estudios por falta de personal estable. Entonces empezó a continuar sus estudios la señora, y yo tenía que quedarme sí o sí con los niños. Y eso era mi responsabilidad.
Entonces, las semanas que venía, los fines de semana venía a lavar su ropa, a veces cocinábamos, a veces salíamos a pasear, pero siempre cuando regresaba al trabajo lloraba por mi hija, lloraba por mi hija «¿cómo estará?, quisiera hablar con ella, ¿cómo estará mi bebe?, ¿cómo puedo hablar?», trataba de cranear, decía «qué hago para hablar con ella», lloraba. Entonces, este, pero sí yo durante el tiempo que me pagaron mi sueldo, yo mandaba acá a Perú mandaba plata
Tamia
¿Dinero para que llegara hasta dónde?
Justa
Para que le dé a mi hija, porque venía a recogerla supuestamente su papá para comprar sus cosas, así. Yo le mandaba siempre. Le decía, «¿tía cómo crees que me haga hablar?», me dice «no trae, solo viene, dice que no quiere traer, dice que no quiere venir. Él viene solo, o sino viene su tía», me dice; «¿su tía, quién su tía?»; «su tía María viene», me dice; «ah…ya».
Y no sé, una de sus tías de él, no sé cómo, creo que me conseguí, tenía su número, le llamé a su tía de su papá de Sandra, le digo «por favor tía, ¿cómo está mi hija? su papá solo viene a recoger la plata, y no me hace hablar nada», le digo; me dice «no, su papá vive con otra mujer acá en Lima, tú hija está sola con sus abuelos allá», me dice; «pero él viene a recoger la plata»; su tía me dice «él no le da la plata, se estará gastando su mujer. ¿Para qué mandas plata?», y yo quería que me hagan hablar, y le he mandado sus ropas, «tu tío ha viajado allá, por su esposo, ha viajado y me ha dicho que a Sandra no le llega nada de lo que tú mandaste»; «¿y las ropas que le he mandado, qué hace?», de alguna manera tenía que hablar con ella.
A veces yo volvía, venía a la casa pensión triste, por eso también teníamos discusiones, no estaba bien, estaba triste. Aunque tenía alguien que estaba ahí, mi corazón estaba roto por mi hija, era ese sentimiento de madre, pero trataba de estar bien con él, pero estaba así.
Y de ahí cuando los señores, cuando la señora ya se iba viajar, pasaron así 2 años, la señora ya iba a viajar a Córdoba, me dice «hemos decidido irnos a vivir a Córdoba con los niños, todo, este, te voy a dar tu carta de recomendación, te voy a dejar pagado tu plata para que vayas a la, a la agencia para que te consiga otro trabajo», me dice (ruido en el parque de niños gritando). «hemos decidido irnos», y puso en venta su departamento, hasta el último me quedé con ellos porque, ellos ya habían hecho todas sus cosas para que se vayan de viaje. Y la señora me dio mi carta de recomendación, me dio 20 cartas de recomendación, me dice «acá está tu carta de recomendación, vas a una casa, otra casa, si no te conviene, ahí tienes par varios», y me dejó pagado 3 meses de sueldo y me dio mi tiempo de servicio también; y me dio direcciones de instituciones también donde, si en algún lugar no me pagaban para quejarme, todo. Creo que era la señora dentro de todo, no teníamos mucha conversación, nunca le hablaba de mis cosas, era todo del trabajo, pero ha sido buena conmigo, entonces me dejó todo pagado.
Aún seguía pues en esa casa pensión y él también estaba ahí, nos encontrábamos los fines de semana, así estábamos.
Y le digo a la señora de la casa pensión «señora, creo que me voy a ir al Tigre, por el Tigre vivía mi tía», por ahí voy a conseguir trabajo, una de mis tías que están allá, con ella también me encontré después de un mes de haber llegado allá. Entonces me dice » (gritos de niños que no dejan escuchar), le digo, «justo la señora de la pensión me dice «estoy recomendando un trabajo a una chica que era mi, ex inquilina», me dice esa semana, y yo le digo «señora yo ya no voy a estar acá, me voy a ir Tigre a vivir, voy a conseguirme otro trabajo» y me dice «no, no», le cuento pues que ya se van a ir de mi trabajo, entonces me dice «en todo caso, yo te recomiendo este trabajo. A la chica esta ya no la voy a recomendar», porque no le convenía que me vaya también, porque mi marido le estaba haciendo trabajos en la casa, y bueno, yo era puntal en los pagos, entonces también no le convendría que me vaya. Y le dije «bueno pues señora, no sé, si usted me recomienda», y le llama a la señora esta, «acá tengo esta chica, que tengo tiempo, es mejor que la otra» [ríe], en mi delante recomendándome por teléfono, «entonces bueno, que venga», era a una cuadra no más de la casa donde vivíamos.
Pero antes de eso ya había ido a trabajar una semana a otra cosa, por ahí también a una cuadra, pero no me acostumbraba porque eran gente muy déspota, los niños gritaban, y eso no me gustaba a mí, entonces no era como amable también la señora, entonces no.
Y en eso donde la viejita que me recomendó, la casa de la viejita era un departamento chiquito no más, una sala, una cocina chiquita y su dormitorio de ella. Yo dormía en la sala en el mueble.
Tamia
¿Ah igual preferiste cama adentro?
Justa
Cama adentro sí, porque era para atender a la señora de 82 años. Y me fui cama adentro, qué voy a hacer, me voy, estoy cerca no.
Entré a trabajar ahí, ese trabajo era, era relajado, porque yo me levantaba a darle su medicamento a su señora, luego, tomaba 4 veces al día su medicamento, eran unas pastillas contra, ¿qué era lo que tenía? anticoagulante, no me acuerdo de sus pastillas, pero eso tomaba, y eso, yo me levantaba temprano y en una hora limpiaba todo, su comida.
Pero acá el problema era que la señora tenía problemas en indecisión, porque ella quería tomar desayuno a tal hora, o si no quería almorzar una cosa, me decía a las 8 de la mañana «vamos a almorzar papas fritas con huevo frito», «ya señora», y al rato «no, vamos a comer esto», y al rato «tal cosa», estamos en ese proceso d entrar a un acuerdo. Entonces, bueno, yo traté de lidiar con ella. Dije «bueno, cocino rápido», y más tarde me dice «tal cosa», y más tarde» tal cosa» casi a las 11 me dice «vamos a comer otra cosa». A esa hora tengo que cocinar rápido, me sentaba a la mesa y servía, le hacía comer, y así pues. A veces se quejaba de algo, le hacía sus masajes, le llevaba a pasear al parque, después de almuerzo hacíamos una siesta, hasta las dormíamos, éramos las 2 nomas. Y así estaba andando con ella, en eso, y luego, este.
De ahí se agravó, seguíamos discutiendo, de ahí creo que el dueño ya no quería que estemos ahí.
Él se había conseguido con amigo, así en provincia también, habrá sido como Canto Grande algo así. Y le había dicho que le iba a alquilar una pieza, pero era una casa al borde de los rieles del tren, era esa casa prefabricada, «vámonos ahí mejor», me dice; «ya bueno», le dije; ya pues, si él está cómodo, nos vamos ahí. Y nos fuimos, salimos, nos fuimos ahí.
Entonces yo seguía trabajando donde la señora, esta señora Carmen se llama. He llevado creo hasta doble personalidad porque de día he tratado ser diferente, de noche era infeliz lloraba por mi hija, lloraba, lloraba. Paraba con su foto de mi hija en el pecho, eso era. Al día siguiente me limpiaba las lágrimas y buena cara a darle a la jefe. Así, esos días de sufrimiento ahí.
A ella, a veces iba jugar cartas de noche con sus amigas, personas mayores, viejitos, a veces le faltaba una de las amigas, no iba al juego, Canasta, Escalera, no sé qué cosas jugaban, entonces me llevaba con ella; yo iba con ella a jugar, a jugar con ellos hasta las 3 de la mañana. A veces cuando estaban completo, venía la movilidad, le llevaba o yo le acompañaba hasta la casa con la movilidad, de ahí me volvía a traerme al departamento, ese de taxi, taxi remisse que es así.
En ese plan me acuerdo que, una de eso que me marcó más, me dio risa que otra cosa, me dice «vamos, llévame», «ya», le digo. De ahí en la puerta no más me dice «no, mejor yo sola me voy, ya quédate, ya, ya estoy en taxi», ya bueno, yo bajé pues y me dice, y de ahí como hacía calor insoportable dije, me metí a la bañera. Como las 2, nos bañábamos ahí, yo usaba el mismo ducha, dije «me voy a bañar», me metí a la bañera, remojándome, después de tanto llorar de mi hija toda. Estoy bañándome, en la bañera, estoy enjabonándome, timbra el teléfono, dije «uuy la señora de repente le ha […]», porque a veces ella se descomponía, a veces se ponía, como tenía Parkinson movedizo, tenía que estar con medicamento no más, no, tenía Parkinson rígido, estaba con medicamento y se quedaba como el chavo del ocho, todo, ni me acuerdo que. Esa vez bajé con un vestido, que usaba casi diario, un vestido como de pica piedra, y esa noche timbra el teléfono «¿qué tan rápido?, ¿quién llama?», a pesar de que tenía sus hijas nunca llamaban, sus hijas eran bien aburridas con la viejita, entonces «¿quién nos llama a estar horas?», dije, entonces salí así chorreando, «de repente se ha caído la señora», la toalla así, y me dice «¿Justa?» me dice, voz de hombre, yo digo «sí, ¿quién habla?», lo primero que me pasó por mi mente era de la agencia de Argenper, que me está llamando, será de Perú , eso estaba en mi mente siempre que recibía una llamada. «¿sí?, ¿quién habla?», le digo, y me dice «soy tu admirador secreto», me mataba de risa, porque lo primero que imaginé, me dio un ataque de risa porque, un admirador secreto me está llamando y estoy en la bañera desnuda jabonándome, quien me ha visto desde dónde
Tamia
Que nervios
Justa
Y más me dio risa porque yo salí corriendo pensando en otras cosas y «¿qué?», y me dice «no te rías soy tu admirador secreto», y empezó a describirme que me estaba tal vestida, tal vestido, y «¿quién, cómo usted sabe, quién es?», dije, » ¿no será que mi marido me está mandando, mandar a llamar con alguien?», me dice «no, yo siempre», «¿y cómo usted tiene mi número?», «no, que, yo soy el del remisse», me dice; yo me asusté, parado en la puerta, «por favor no me hable», le corté. Yo que estaba deseando recibir la llamada de Perú y salió, y me llama cuando estoy en la bañera. De ahí yo le dije a la señora, «alguien me mandó a llamar» y así. Y así, a veces llegaba a las 2 de la mañana, o a veces a las 4 de la mañana. A veces me iba con ella, con sus amigas.
Y de ahí nos hemos ido de la casa pensión también a esa casa de su amigo allá, ya nos fuimos, era lejos, tenía que tomar tren para ir ahí.
Entonces, durante esos tiempos que estábamos, él trajo a su hermano también de Perú porque había conseguido también trabajos, le salía por acá, por allá. «mi hermano va a venir», «ah que bueno, que venga», sí me acuerdo, creo que en ese tiempo necesitaba una cortadora, no sé qué, también le compré su cortadora. Pero siempre había celos, él me celaba, él me decía algo, para mí era como un chuchillo que me llegaba al corazón, me desesperaba, tenía ganas de chancarle, pero a la vez tenía pena, una serie de cosas.
Y en el transcurso de esa, de toda esa anomalía, me cuidaba antes, y no me había dado cuenta hasta, que no me estaba cuidando, porque como no iba seguido, cómo no iba seguido, me había salido embarazada, y no me di cuenta nada (bulla de niños jugando y gritando),y […] y más me sentía con pena, paraba llorando con mi hija, pero cuando iba dónde estaba él, supuestamente yo estaba bien, pero no estaba bien, en mi mente estaba mi hija, mi hija. Así paraba. Y a él en esa casa, salía a trabajar a diferentes lugares, los fines de semana, yo llegaba a lavar los platos, lo que comía, cocinaba, lavaba, llegaba a lavar su ropa, lavar sus platos, ordenar el cuarto, así. Y también siempre teníamos discusiones, siempre él estaba pensando que estoy con alguien. Y no, era lo más gracioso, como era más flaca y me vestía muy exagerada, como que me ponía, creo que también me traumó como me decía el anterior pareja, » por qué no te vistes como ella», o era que yo diciendo, «qué les importa», además allá se visten total bien
Tamia
Distinto no más, para que sientas bien contigo
Justa
Aja, y así pues, entonces y aparte que era flaquita, y con el escote andaría, cómo. Y me decía «¿por qué te mira?», cuando salíamos, «¿por qué te mira?», «¿cómo que por qué me mira?», «no, por qué te mira», a veces los hombres me mirarían pues no, me decía «seguro que tú tienes algo, que no sé qué», «¿pero cómo…?», y ahí empezaba la discusión. Creo que ya estaba loco creo.
Entonces así, discusiones, y yo me he vuelto más llorona, más sentimental, yo mismo me daba cuenta; y todo eso ya me estaba volviendo loca, pero no me había dado cuenta que estaba embarazada.
En una de esas andanzas, me acuerdo que un día discutimos, yo tenía unos antojos de comerme tuna porque habían bolivianos vendiendo tuna, y ni siquiera he comida, ni siquiera he comprado con esa discusión.
Llegué a la casa, al trabajo, lavé la ropa del a señora, a los fines de semana venía una chica a limpiar, a cuidar a la señora. Ninguna de las chicas que venía todos los fines de semana, no quedaban con la señora, salían corriendo, me decían «¿cómo haces?, porque la señora a las de la mañana me dice que vamos a comer tal cosa, después tal cosa, yo ya preparé tal cosa, y a la última hora, me dice, que tú no sirves para nada, no eres como Justa» [ríe]. Llegaba a la casa de la señora, al departamento, me decía «esa chica no sabe nada, no me entiende, no nos entendemos», las 2 me esperaban con quejas [ríe]. Así estábamos en ese plan. Bueno, así llegaba.
Me acuerdo que esos días lloré tanto de todas las semanas que lloraba por mi hija, en la discusión lloraba, me fui a tender la ropa al último piso a la terraza, así como traumada creo, y no me daba cuenta que estaba embarazada pues. Ni siquiera había pensado en mí regla, nada, no sé cómo estaría, hasta ahora no me explico.
Tamia
Pasaban los días nada más
Justa
Pasaban los días, en mi mente estaba en la Sierra estaba en mi papá, en mi mamá, estaba en mi hija, estaba en mi problema, estaba en mi trabajo.
Así es que cuando, me acuerdo que, bajando de la escalera, que me había subido con la sandalia, bajando, me caí de la escalera, toda mi sandalia mojada se resbaló y me caí, me rasmillé el brazo, sentada me caí. De ahí, esa noche sentía unos dolores que sentía total, toda mi barriga, mi cintura, mi espalda, como que quería ir defecar, y no pues, no pasaba nada, me sentía así, llorando, decía «¿qué será, qué me habrá dado? si ni siquiera pudo ir al baño», iba al baño a orinar y no podía orinar, no era, el estómago flojo, algo así. De ahí no podía dormir, creo que me he dormido a eso de las de la mañana así, tenía una pesadilla, soñé que estaba en la pared como una virgen así, y una mujer me decía «tú bebe está desnudo, abrígalo», me decía. Y yo me desperté «desnudo, mi bebé, ¿mi hija será?, ¿algo le estará pasando a mi hija?, decía, algo le estará pasando a mi hija, qué será», volví a pensar en mi hija, llorando me desperté.
Todo el día con esos cólicos, y en la tarde me vino sangre «por eso me ha dado tantos cólicos, para regla, tan feo», decía, «para eso, tan feo», y así. Y de ahí empecé a sangrar, casi una semana sangrando, sangrando, yo dije «¿qué me está pasando?», no me daba cuenta «¿qué me está pasando?», cuando él me llamaba me decía que yo era una puta, «no sé qué estarás haciendo, por qué no respondes cuando llamó», no sé qué, todo eso.
Y me acuerdo que la señora me mandó a comparar «vaya a comprar facturitas», me dice, esos dulcecitos que comen allá. Bajo, estaba con un shortcito, bajo al ascensor, en el ascensor cuando estoy a punto de salir, me bajó un sangre como, un montón, veo todo [nse] volví a marcar de vuelta el ascensor, me metí con toda la ropa a la ducha, me cambié de ropa, coágulos de sangre me bajaba, y toda la semana así estaba, sangre, sangre, me bajaba demasiado «¿pero así tengo que reglar?, ¿por qué tengo que reglar tanto?», dije. Era que yo estaba embarazada y eso habrá sido pues principios de aborto, de ahí cuando salí del trabajo, toda la semana estaba así, saliendo le llamo, para entonces su hermano, creo que todavía no estaba no sé, pero él, como no me daba ni siquiera la llave de ese cuarto que vivíamos, yo tenía que llamar saliendo, para ir donde está trabajando, de ahí para ir al cuarto.
Y era también su cumpleaños de él, esa semana, entonces fue a comprar todavía su ropa, me compré un este, un, me puse un pantalón negro, hasta abajo, bien, bien, y total me volvió a pasar todo, toda la sangre, volví al trabajo a cambiarme, y me puse otro pantalón negro. Y como allá llueve también y a la vez también hace calor, cuando llueve, llueve con viento total, otra vez un pantalón negro «que me importa, igual que me moje la lluvia, igual se sentirla como mojado», así con todos esos dolores, con todos esos cólicos, con todos esos sangrados, me fui a comprar todavía su regalo, de ahí había visto una camisa bonita en la tienda, fui y me seguía bajando coágulos de sangre, todavía el vendedor me dice «está mojado», «sí señor», pero sí estaba mojado porque había llovido demasiado, la lluvia también me mojó, y así me fui, con dolores.
Le digo «estoy mal», llegué a la casa, menos mal que me abrió la casa, estaba el dueño, era una casa, cuartos, cuartos, cuartos, también vivía ahí el dueño, era un joven gordo. Entonces me abrió, estaba ahí tirada en la cama, él cuando llegó le digo «estoy mal, con esto», y él me dice «¿qué te has hecho?», me dice; «nada», digo, «no sé, me está bajando demasiado sangre». De ahí me llevó al médico, y fuimos al médico al hospital, el doctor me revisó, y tenía un feto, no entendía pero cómo. No entendía, le digo al doctor «¿es pérdida de embarazo?», le digo, era de este tamañito, yo no entendía qué pasó.
Tamia
¿Pero todavía estaba adentro de ti?
Justa
Sí, pero estaba muerto. Cuando él me dijo «¿qué te has hecho?», lo único que pensé que me había hecho algo de verdad, que [nse], no sé, ese, en eso estaba, un caos. No sé, «¿qué hago?», ni le podía hablar con el médico, estaba como entre la pared y la espada, y el médico me dijo «¿querés llevártelo?», así no más estaba, «o vamos a tener como muestra de perdida de embarazo», y me pusieron unas ampollas, me dijo «te vamos a hacer degrado», no sé qué me dijo, no sé qué cosas más me hicieron, y de ahí yo sometida «ojalá, quisiera morirme, quiero morirme, no quiero saber nada, ¿y cómo no me he dado cuenta de esto?», y salgo y él estaba preocupado, «¿qué tienes, qué pasó, qué tienes?», me decía. Yo no podía decir nada, si quiera decir, lo único que le dije «dice que es perdida de embarazo», pero por dentro quería llorar, quería, aguantando todo eso, estaba como muda, por lo que me dijo qué me había hecho. Él se daría cuenta pues, no, y yo ni siquiera había pensado que era esa pérdida de embarazo. Todo eso, y luego volví, pero no sé cómo me habrán hecho del lavado, del degrado, no sé. De ahí yo estaba tomando mis pastillas, me fui al trabajo y seguía, como 3 meses seguía con la pérdida de sangre, no volví al médico, como él estaba molesto, me dijo «qué te has hecho», yo me fui más resentida, llorando, me fui al trabajo.
Y del trabajo nos fuimos, señora dijo «vámonos a Villa Jesús», porque su hija vinieron, iban a llevar allá, no la visitan tampoco, me fui con cólera.
Entonces no me di cuenta en el transcurso de esos días que estaba en ese más enfocada en mis peleas, discusiones en mis lloriqueos por mi hija, no me he dado cuenta nada, estaba como dopada, no entendía qué pasaba conmigo, porque cómo hablando tantas cosas, tan fuerte era mi susto, lo que me pasaba, me fui creo que un mes a Villa Jesús, no le avisé.
Pero todos eso, por ahí igual andaba sangrando y con todo mis toallas, ahí me encontré con, la hija de la señora tenía una empleada peruana, y me dice «¿por qué estás tan pálida?», le dije «sabes qué me está bajando demasiado sangre. Y el doctor me ha dicho que es pérdida», le conté, «¿y tú marido qué dice?», «no, me ha dicho, qué me he hecho, pero no le he dicho a él todo lo que me está pasando, porque todo lo que siento, el dolor, todo lo que me baja, no quiero ni decirle, porque él piensa que estoy […]», y me dice «¿pero por qué no te separas?», yo no sabía que era la única persona que era, que creía que era mi familia, pero no sabía de todos sus maltratos, no sé, habrá sido la caída la pérdida de embarazo, no me he dado cuenta, no sé qué hacer. Pero no sentía tanto como llorar por mi hija, será porque no estaba enterada de lo que estaba, estaba más enfocada en mis problemas, pero a la vez decía «¿pero cómo, qué pasó, o qué tomé, o qué comí?», y luego después de un mes regreso y más problema, me dice «¿cómo te has ido, con quién te has ido?», «no, fui con la señora», pero me fui con la señora, creo que le contradecía las cosas ya peor.
Volví, otra vez pelea, discusión. Ahí vino ya su hermano, llego creo su hermano. Nos reconciliamos.
Ahí otro cuarto le dieron para que viva ahí su hermano. Y cuando llego tomaron unas cervezas, entonces estaban tomando, conversando de las cosas de acá de Perú, cómo está, todo. Y ahí, como estaba tomando, ya estaba medio durmiendo ya, le dije «sabes que hay que descansar ya, porque estas durmiendo ya», y me dice «tú te has costado con mi hermano, tú te has acostado con mi hermano», y su hermano creo que se había ido al baño, imagínese me quería morir, dije «¿en qué momento? recién su hermano está llegando y me dice que me he acostado con su hermano», yo quería pelear, decirle algo, pero a la vez me daba pena, porque este joven recién llegaba, si hay un problema, seguro, él se va a sentir mal, mejor le mandé a dormir, todo eso. Y así que, me aguanté todo eso, y esos días, creo que los domingos; sábado y domingo salía para pelear no más, era siempre teníamos que estar peleando de algo, así. Y él estaba trabajando con su hermano, ya toda esa semana.
Me acuerdo que una vez llegué, estaba esperando en la casa, no tenía la llave, y me, me dijo «¿dónde estuviste?», «te estoy esperando acá», «¿dónde habrás ido, por qué no me has llamado, por qué no me has buscado? empezó a pegarme» y yo también le respondía, en una pelea me pegó, me pateó. Y de ahí yo agarré mi cartera, me fui en la estación del tren, era a una cuadra no más, me subí al tren y se quedó parado ahí. Me fui con el tren, y en la otra estación veo que él está ahí. Se subió al tren
Tamia
Ay, parece pesadilla
Justa
Pesadilla [ríe]. Se subió al tren, y venía por vagones y por vagones, y yo quería gritar, me quedaba callada, luego me hizo regresar, de ahí suplicándome, rogándome; otra vez volví a caer en sus engaños. Volvimos. Dice «ya no te voy a pegar, ya no te voy a hacer esto», ay todo era una caos.
De ahí, mi hermana también vino, pero hasta que, mi hermano también vino en el transcurso de esos meses, quería venir porque, «ya, bueno, ven». Conseguí. La apoyé también a ella, pero en esas peleas que vivíamos, yo no podía estar bien, llegaba toda la semana, lloraba por mi hija, ya los domingos pasaba también llorando, con esta tontería de discusión, llorando. Y cuando vino mi hermana buscando trabajo estaba, y le he dado plata a mi hermana y «toma plata, para que pagues en alguna agencia y consigues trabajo». Y la agencia también le mentía y no le conseguían trabajo, no le conseguían trabajo. Y así poco a poco, ella sola había conseguido otro trabajo, ya estábamos con mi hermana, podíamos hablar, le digo, «él te había dicho que iba estar portándose bien, pero él no se porta, siempre me trata mal, siempre me dice una cosa, otra cosa», y eso nada más; de lo que me pegaba nada.
Y me acuerdo que una vez cuando llegué del trabajo, tuvimos una discusión, me dijo, «¿has estado con otro, acaso has estado con otro?», con el chuchillo me estaba apuntando queriéndome pinchar, le decía «no, no, no, no, no», se había empeorado la situación, pero seguía yo con él, como que fuera mi única familia.
De ahí, como de ese lugar teníamos que tomar carro en las mañanas para ir a la ciudad, como era lejos también, y le dije «sabes que, si nosotros estamos pagando alquiler, también pagamos pasaje, cuando tú vas diario al centro, tienes que pagar pasaje diario, por qué no sacas cuenta cuánto gastas al día el pasaje y el alquiler más, sino alquilamos otro cuarto por centro», le digo, por Villa Pueyrredón, Villa Urquizo, por donde vivíamos Villa Urquizo el siguiente estación cerca. Entonces conseguimos otra casa alquilada, ahí nos fuimos con su hermano más ya. Ahí estaba su hermano, y una vez su hermano me dice, ese su hermano que una vez le había acompañado a la comisaría me dice «yo no entiendo a mi hermano, por qué se porta así», «sí pues no sé, qué le pasará», le digo; más cosas no le contaba tampoco, un poco reservada en mi cosas no
Tamia
Pero él sabía todo seguro
Justa
Él sabría todo. Entonces, le digo, cuando fuimos ahí, igual seguía, igual celándome; y otro más fuerte fue cuando ya hablé con mi tía acá, le dije, «sabes qué voy a volver a Perú», le digo, y él me dice «no vayas, vamos a […]», como teníamos terreno acá en Canto Grande, cuando estaba con él último, cuando estaba compré, «vamos a construir ahí la casa, las cosas van a estar mejor, vamos a ir próximo año, ya juntando plata los 2», pero yo quería ver a mi hija, porque mi hija quería hablar conmigo, dice mi tía, «sí quiere hablar, dice contigo», «ya está bien», entonces dije «no, yo me voy»
Tamia
Me regreso…
Justa
Me regreso. Me acuerdo que hasta me acompañó en esas andanzas, en esas peleas, a pesar de todo seguíamos juntos, a veces parecía una película, a veces parecía, no sé. Y me acompañó, en sus narices me compré mi pasajes en forma de rebeldía «no me importa un carajo, que me interesa, no voy a morir de amor de un hombre», lo quería tanto que a la vez cuando peleábamos, discutíamos; él también lloraba, no le entiendo, no sé qué le entiendo; lloraba cuando quería irme. Creo que los nos hemos estado torturándonos.
Y eso me confundía a la vez. Y me acuerdo que yo ya estaba decidido para venirme a Perú, le dije, ya mi pasaje todo, él renegando, me pegó, igual me quedé a dormir en el cuarto, todavía estábamos. Me quedé a dormir, y él decía «no te vayas», me rogaba. Me miraba. Yo quería darle un abrazo, decirle que «te quiero tanto pero no te entiendo»
Tamia
Ya no puedes más
Justa
Ya no podía, quería abrazarle, decirle «te quiero y quiero a mi hija y no puedo tampoco vivir contigo porque no me das tranquilidad», y era que, y creo que para él toda la vida he sido una prostituta como dice. Entonces, así, le miré con, deseaba abrazarlo, pero dije «no lo puedo dañar tampoco. No sé qué le pasaba por su cabeza. Pero no puedo», así es que al día siguiente cerró la puerta, me dijo «no te vas a ir», se fue llorando.
Me acuerdo que bajó la escalera, después de haberme pegado, llorando mar de lágrimas, y yo me quedé ahí como una tonta parada.
Se fue, cuando se fue la puerta tenía candado no más, desarme la puerta, entré, saqué unos cuantos, lo que era mi ropa, me salí.
Los vecinos se han enterado en la discusión, en la pelea, ¿ya se darían cuenta, no?, y bajé al primer piso, había una señora, le dije «ya me voy a ir ya mañana», y era para navidad, y me dice, esa noche me quedé todavía en su casa de la señora abajo en su cuarto, de la otra señora de Piura, y clarito sentía, como estaba en el segundo piso, llegaron, creo que con su hermano cenaron, pero hacían bulla. Y la señora me dice, como subía a tender ropa, me dice «están ahí comiendo panetón», me dice [ríe], y yo digo «estarán felices sin mí» entonces.
Y yo con mi mente ya para venirme, y me acompañó la señora esa, hasta la agencia, me acompañó y también me contaba, me decía «no, dice que está con otra chica, por eso te está haciendo eso, ya me han contado», y a mí me dolía, dije, pero yo decía «también le pegará igual que mi» [ríe], y luego me dice «ay a mi esposo le ha dicho que va a venir hasta la agencia para hacerte problema, que dice que tú te has llevado mil dólares», «¿ mil dólares?,» y luego decía «pero si dónde tendría sus mil dólares, ni siquiera he visto yo, cómo me voy a llevar, ni me he llevado, mentira. No me estoy llevando nada de él». Pero cuando saqué mis cosas me dio ganas de cortar todo, el cable, romper todo, no sé qué me entró en mi mente, pero después dije «no, para qué voy a hacer tantas tonterías». Porque cuando estábamos ahí ya había comprado tele, él había comprado refrigeradora, algunas cosas había comprado ya».
Pero para entonces yo tenía en mi mente quedarme en Buenos Aires también, porque yo decía, antes de eso, yo había hablado con una amiga y me dijo «este, había terreno en venta en, cerca al aeropuerto, estaba 4 mil dólares, 5 mil dólares», yo decía «me voy a ir a Perú, me traigo a mi hija, voy a tener acá, voy a trabajar, buscar otro trabajo también sino», estaba eso en mi mente. Veía que el trato era diferente allá, la gente no era como acá racista, era muy prepotente, eso no había. La gente era diferente, creo que los notaba más educados, solamente lo único que había el hombre primitivo era mi marido que me tenía traumada.
Tamia
Que era exportado, que era importado, perdón.
Justa
Importado desde Perú el machista. Así es que, así pues estaba pensando, cuando volví, me acompañó hasta la agencia la señora esta. Pero también esta señora me había robado mi cámara, me había robado algo de plata que tenía, cosas que me pase. Así dije, cuando vengo a Perú llorando con esa cara, todavía tenía golpes por acá creo, volví por Chile pues, cuando a la altura de Chile se malogró, en la altura.
Y cansada del viaje, pero mi mente estaba en mi hija «voy a encontrar a mi hija, pase lo que pase voy a estar con mi hija. Tengo que verla, sí o sí, dónde sea tengo que verla», esa era mi meta. Ya había dejado de llorar por esa cosa del hombre de allá [ríe] y eso estaba en mi mente, cambió, me vine, estaba casi 3 horas en las alturas de Chile, tirada en una toalla en el suelo cansada, esperando que arreglen el carro. Llegando, para llegar a Chile, la gente, antes de llegar de inmigraciones, la mayoría que venían les decía «coman todas sus comidas, sus golosinas que traen de Buenos Aires, porque les van a decomisar, les van a quitar, no deja pasar», yo renegaba «¿como, por qué me van a quitar?, yo traigo con mi plata, no, no, no»; tenía algunas golosinas ahí, ni comía porque yo no tenía ni apetito, todos mis mentes estaba enfocada en toda mi pena en mi hija, en todo, no tenía hambre. Venía así. Entonces, cuando llegábamos a inmigraciones empezó a revisar «a ver, a ver», todo, los que venían con nosotros la gente se han comido hasta empacharse total [ríe], se han comido toda su comida, yo los miraba a todos, yo no comía «qué me voy a comer», digo «que me quiten». Empezó a revisar a los que estaban adelante, después de mi bolsita de la mano que tenía todo ahí, de los que es galleta, chocolatito, bombones, no sé qué, alfajores, empezó a revisar, «a ver, a ver ¿qué tienes acá?», «no, no solo bombachas», le dije «ah ya, pasa»; no han mirado, yo me he pasado así, no me han revisado, los demás estaban revisando pero como ya habían comido, no tenían nada, en el camino.
Así que cuando, en la hora de revisar, nos dice, me dice mira el pasaporte y dice, «acá estás gorda, ahora estás flaca», me dice. Casi le digo, me dice «¿de dónde es?», «de Ayacucho», «allá, de Ayacucho son terroristas», me dice en inmigraciones, otro cuchillo en el corazón, entonces a nivel nacional a nivel mundial saben qué, «sí, le dije, y le voy a volar su comisaría también», le dije. Ya venía con ganas de chancar a todos
Tamia
Ya estabas molesta
Justa
Molesta. Y me miraba, me pasé no más, y así esta, pasamos, todo, de vuelta embarcando al carro, ya subimos. En esos viajes, venía una chica a mi lado también que había dejado a su hijo acá en Perú, y esta chica también me contaba su historia que su esposo de acá en Perú había sido un pegalón, otro golpeador, pero en Buenos Aires se había conseguido otro hombre que era de mil maravillas, hasta le había pagado pasaje para que vuelva a Perú a ver a su hijo
Tamia
¿Un argentino?
Justa
Ajá. Yo le escuchaba lo que me contaba, y esta chica por, casi llegando por Arequipa se ha desmayado, teníamos que hacer resucitar, le ha chocado el viaje o la preocupación, no sé, por suerte se ha recuperado. Y así pues, acá en Perú para llegar, en el carro que venía, venía un joven; como yo venía en el último, casi en el último asiento ya, en el último asiento en el medio al costado, un joven venía con su pie enyesado, en ese viaje yo de dormir no sé cómo me había echado en su pie del joven y así me había dormido así
Tamia
[ríe]
Justa
En eso, será de cansancio, me ha dado pesadilla, que estaba encima de un muerto, me desperté con un miedo, y toco así, suena, todo ese yeso, miro al enfermo también estaba dormido, traumada.
– Recuperar a su hija y restablecer su vínculo
– Intento de migración con su hija: negativa del padre – Trabajo asalariado en fábrica – – Decisión de quedarse con su hija en vez de migrar nuevamente |
Justa
Cuando llego acá a Perú, llego a la casa de mi tía, recibo una llamada, me habrá estado llamando su papa de mi hija a la casa, si había mandado plata, porque yo le mandaba para navidades, le mandaba más plata de lo normal. Y mi tía me dice «está acá Justa, te paso», dice; «¿y quién me llamará, quién será Hipólito?, ¿me está llamando?» , yo pensando; recibo una llamada «hola, ¿qué tal?, qué sorpresa yo pensé que no ibas a estar acá en Perú, ¿cómo es que así has venido?», me dice, su papá de Sandra, «¿qué?» le digo «¿cómo es que así he venido?, yo tengo derecho a venir a ver a mi hija, ¿qué te pasa?, ¿dónde está Sandra?», como ya me había contado su tía de que estaba viviendo acá con otra mujer y que no le estaba pasando nada a Sandra, «no yo he venido de San Marcos, que está bien no más ella, allá», «¿ y por qué no has traído a Sandra, se supone que es navidad, y que con la plata que mando, has tenido que comprarle algo, o no?», le dije, «no, no, no es que yo solo he venido», yo digo «¿solo ha venido?», «ah bueno, no sé, entonces en ese caso yo iría a verla», «este, voy a ir mañana a hablar contigo», me dice; «no tenemos nada de qué hablar- le dije-si no has traído no tenemos nada de qué hablar».
Igual había venido, y me dice «¿cómo estás, podemos volver?», «¿qué?», no sabes en ese momento me dio ganas de vomitar, no sabes, no sabes qué cólera me dio, le escupí en la cara, y se quedó así, y me sentía mal y a la vez también me sentía mal de haberle escupido, pero tenía que escupirle porque, ¿de todo lo que me había hecho?, y todavía todo campante me dice «¿podemos volver?» y a mi hija no ha traído, y su hija me dice que vive con otra mujer, con esa María su amante, ¿no?, yo le dije «¿qué te pasa?, ¿tú qué has hecho acá para que me digas queremos volver?, tú sabes que yo tengo mi marido», «ese que te habías llevado para allá», «¿ y qué querías que te lleve a ti?, no estás feliz de toda la vida que te he mantenido con tu amante y todo?, tú sabes bien que contigo no tenemos nada, tenemos que hablar de Sandra. ¿Y cómo está?»; me dijo «no vas a ir, porque ella no te quiere ver», o sea ha venido para decirme eso, le dije «bien, si eso es lo que tú dices, está bien, pero sabes qué, yo quiero que ella me diga en mi cara que no te quiero ver mamá, ahí sí me voy a ir. Ahí será el final, pero me tiene que decir ella, no tú. Sí o sí yo voy a ir allá», le dije.
En ese rato me acuerdo que, este, en ese rato me pasaban tantas cosas en mi mente, dije «¿cómo puede ser tan malo que todavía?», no sé y seguía pensando que yo volver con él, «¿y cómo es que está pensando en volver conmigo si sigue con su amante y tiene hijo?». Y mi tía para ese entonces me dice pues que había venido la tal María pero con su hijito, de niñito de años parecido a Bruno, el niñito parecido a su tío. Y María también es su hermana de él. Pero mi tía, también a veces me da cólera, ¿cómo no se ha dado cuenta?, y me dice, y su tía me dice que vivía con otra mujer, vivía con esa María y tiene un hijo, entonces no es de esa María su hermana, pues no es, no.
Entonces, y así pues, yo le dije a él «yo sí voy a viajar sí o sí, tengo que viajar, hagas lo que hagas no me interesa, pero sí quiero que ella misma me diga en mi cara que si no quiere verme nunca más, ahí terminará todo, pero quiero que me diga ella», entonces cuando, de ahí no más estuve acá, y él me dice «ay, es que también yo he venido a buscar un trabajo, no hay trabajo, estoy pensando alquilar un carro», yo digo «este miserable me va a seguir si voy a ir, y no me va a dejar hablar».
Entonces empecé a cranear, «ah ya, ¿quieres alquilar carro?», él «sí», me dice; «¿y cuánto te está cobrando el alquiler?», «no, tengo que darle por lo menos mil soles para que tenga confianza en mí», me dice; «ojalá que no se mate este miserable» decía entre mi [ríe]; «bueno, si quieres alquilar, ya pues, te voy a dar para tu alquiler», le dije.
Entonces cambió la conversación, a pesar de que le había escupido en la cara, se limpió. Y le digo «pero yo sí voy a ir» (se oye el llanto de un niño), «bueno, ¿y cuándo vas a ir, cuándo vas a ir?» me dice, «no sé todavía, voy a organizarme», le digo. «Ojalá que me deje porque yo tengo que hablar con mi hija, pero que se quede acá alquilando el carro, aunque sea que se quede con la mujer paseando por ahí» [ríe], y eso era en mi mente, que esté aunque sea paseando con su mujer. Entonces le di los 300 dólares, «voy a alquilar diciendo. Llamaré a mi papá para que avise a Sandra que estás yendo», me dice, «¿cuándo vas a ir?»; «no sé todavía, no me he organizado», no le voy a decir qué día estoy yendo, porque yo tengo que ir sí o sí, como sea encontrarle, no voy a decir que. Así pues se fue, bueno pues, si se arregla sus cosas, como está diciendo, alquilar carro, no sé qué es lo que está haciendo, ni me interesa, pero ojalá que ablande su corazón de este.
Así pues, al día siguiente, me fui a Fiori, con mi ropita, con la misma maleta que ando chiquitito, así me fui. Había una chica en el carro que iba, que se subió al carro hasta Huaraz, de ahí tomé otro carro, y una chica que vendía pan, ya llegamos tarde a Huaraz, de noche ya. Le digo, «¿para ir a San Marcos, cómo hago?», le digo, una sola vez he ido y no me acuerdo cómo he ido también ahí. Me dice «sabes qué, ahora no, de noche no sale carro, mañana ya tienes que ir señora», me dice, «y ahora, a qué hotel me iré por acá Hotel no hay, a estas horas ya no hay», a las 10 de la noche creo que hemos llegado. Y la chica que vende pan me dice «mi hermano vive por Los Ficus, vamos», me dice. Habían unas casas bonitas, me fui ahí, con el foto de mi hija en mi pecho, decía «voy a encontrar a mi hija» (llora), mientras estaba ella (ruido de niños), en mi mente, seguro que me va a decir «no te quiero ver mamá», «este va a ser el final, no me interesa, ahí sí me voy a morir, no quiero vivir».
Llegando a la casa de esos señores, señorita, pedí una mashka, me pasó una taza, me dijo «toma señora, yo vi que todo el camino no has comido», no quería comer nada, nada. Estaba en mí, haciendo tratando de hacer fuerte. Tomé ese vaso, le agradecí.
Y al día siguiente fui, le habrá avisado, que estaba esperándome en la Plaza su mamá y mi hijita, y su tía más. Mi hija me abrazó dijo «mamá» (llora), fue el encuentro. Mi hija no me dijo «no te quiero», todos estos días, todos estos años, he vivido llorando, mi hija no es que me había dejado de querer (llora) Estuvimos abrazados, pero a la vez estaba prohibida de tocarla, su madre me decía «no, no le abraces tanto», me sentía con una ira de chancarle a la señora y decirle «¿quién eres tú para que me prohibas, por qué encubres este rapto, por qué no me dejas ser feliz con mi hija, por qué tengo que estar infeliz en todo lado?», pero me contenía porque no quería que me hija se entere de esto, no quería que vea todo esto, no quería esta discusión, de repente si le digo eso mi hija se va a poner en mi contra.
Me recibieron y fuimos a su casa, ni un instante nos dejaba solas, estaba tan vigilada, no nos dejaba ni siquiera hablar solo, y estaba ahí tratando de hacer, de ser buena, compré algunos víveres, como para hacer que esta señora trate de ablandar su corazón. Le dije «¿señora han recibido? mandé plata tal fecha, tal fecha», y solo me miraba, no decía nada, sabría que su hijo todas las tonterías que hacía y Sandra también, estaba con una ropa toda mal vestida. Algunas ropitas que yo le llevé en mi maleta, le dije «ponte hijita», no llevé muchas, solo algunas ropas.
Y así, la señora no nos dejaba hablar, me dice «la justicia ha dictaminado a tú favor, pero como no has estado igual se quedó en mi poder», porque yo le había denunciado antes de ir, como no estaba acá, había.
Entonces dije «¿cómo hablo con mi hija?», la señora, toda su familia me vigilaba para no hablar con ella. Entonces le dije a la señora, tanta cosa «señora voy a ir al baño», y como su casa era así campo, del pueblo más allá, campo. Ya era tarde también, «que me acompañe Sandra» le dije, porque para ir al baño no creo que me siga. Así que fuimos al baño, Sandra me acompañó, y la abracé fuerte, de dije «hija, perdóname por todo lo que te hice, por todo lo que hemos pasado, no es que te he dejado, no has querido venir esa fecha por qué, tú sabes que te quiero mucho», me dijo «mamá, yo no quería volver ahí porque mi abuela me ha dicho que has venido 3 veces acá, que tu mamá cuando regreses te va a pegar, -además yo he venido sin que tú sepas- te va a pegar. Yo tenía miedo de eso, y a la vez tú vivías peleándote con ese hombre y yo no quería volver por eso, yo te quiero «, y así. Y entonces, creo que a mi hija, todo lo que me había dicho su padre era una mentira, mi hija nunca dijo que no me quería ver. Todas las veces que quería hablar, no me querían hacer hablar, nos tenía prohibido, como si yo hubiera hecho algo malo. Por eso digo «dios no existe», lo que, a pesar de todo, yo he salvado su vida, a las finales yo no lo aborté. (Llora) No hay dios, es falso (llora).
Tamia
Esta de ahí, todo queda, para. Siempre está ahí y que a pesar de todas las dificultares, seguramente ella sabe
Justa
Sí sabe [Llorando]
Tamia
Lo sabe, que es lo más importante
Justa
Y así pues, cuando hablamos eso, traté de comprar cosas, a poner, a tratar de ser buena con ellos a pesar de que fueron malos, me quedé esa noche ahí. Al día siguiente le dije a la señora «señora, ¿podemos ir a hacer compras al pueblo?», «sí» me dice, estaba Sandra, tenía su hermanita menor de la otra mujer también que había llevado su papá ahí para que cuide su madre, una niñita de años.
Al día siguiente iba con nosotros, 5 años, la niñita se me ha pegoteado, estaba a mi lado andando, y le miro a la niñita y digo » también habrá corrido la misma suerte», compré algunas ropitas, algunas cositas, golosinas, víveres, y a señora para que trate de dejar que converse con mi hija, de que esa mujer deje, que me deje estar con mi hija», y así, le dije «señora, he venido de vacaciones» no le dije como he venido, para que voy a ocultar lo que he vivido, lo que me pasa, no «he venido de vacaciones, déjame estar con mi hija», le dije «señora, yo debo estar con mi hija, ¿por qué usted se quedó, por qué aceptó?,» le dije, «¿por qué aceptó que su hijo traiga a mi hija?», «yo soy su madre y estoy viva, no estoy muerta, ¿por qué acepta esto?» (llora), y la señora dijo «sí pues, pero mi hijo quería tenerlo acá», «pero su hijo no lo tiene señora, ¿usted no se da cuenta?», le digo; «su hijo tiene otra mujer, vive con su otro hijo, no lo tiene» y la niñita que era este, de digo «de ella su mamá, ¿su mamá de ella?», «es que su mamá de ella, sí dejó de verdad»; «¿pero usted por qué es cómplice?», le dije, «los que tienen que criar son sus padres, no es su deber criar usted. Seguro que si tiene otro hijo seguro también te va a traer igual», y la señora dijo «no, yo no acepto ahí, a ellos no más voy a tener», y así la señora, quizás también se habrá ablandado su corazón, «está bien puedes pasar vacaciones con tu hija, pero te va a acompañar mi hija», su hija menor de 17 años era una chiquilla, bajo su vigilancia de ella tenía que venir. Es tan doloroso no poder estar con tu hija, prohibida, algo que es tuyo, que no le corresponde, a ella no le corresponde, nada.
Tamia
¿Pero y por qué no te dejaban, o sea ellos tenían un poder legal?
Justa
Le han dado un poder, sino que no era eso, sino que ellos no querían dejar que lo tenga, no sé qué le pasaba a esta gente. Porque yo llegué, cuando le dije a la señora, eso de, ese día le dije «señora, ese es no es su deber de criar a sus nietos, porque su deber y su obligación de criar a ellos, son sus padres, usted le está haciendo un gran daño a ellos. Por más que su hijo le ha traído, le hubiera dicho que crie él, que lo cuide, pero no lo ha cuidado, sino que, nada más traía por venganza, porque no siquiera es amor, porque si no lo hubiera tenido él». Es como vengarse de mí, que sé que él al banco se fue, no, esta mujer no puede, no tiene que andar en otra cosa, manteniendo. A pesar de que yo estando lejos yo seguía manteniendo sin darme cuenta.
Mandaba a mi hija, y era el hazmerreír de eso
Tamia
Le llegaba a él
Justa
Le daba a él, entonces hasta el último.
Tamia
¿Y se vinieron hasta acá, ustedes a Lima?
Justa
Sí, me vine con mi hija y con su
Tamia
Con la hija menor
Justa
Con su, con su hija de la señora para que supuestamente me vigile, para que esté conmigo, para que vea que no lo lleve. Entonces la chica había estado embarazada.
Tamia
Asu
Justa
Entonces en todo el camino le ha chocado a ella, ha venido vomitando, vomitando, y para mí era a mi favor que estaba embarazada porque no estaba cuidando bien su trabajo. Y así que venimos con mi hija, llegamos acá, y la chica como estaba embarazada, no sabría su mamá, qué se yo, solamente Sandra me dijo «está embarazada y no sabe nadie», a Sandra le habrá contado como es chiquilla también. Entonces «ah ya», le digo; y de ahí la chica, y le dije acá cuando estábamos, como para estar sola con mi hija, le digo «sabes que, acá estamos en su cuarto que mi tío me dio, una cama, no hay más cama, no sé dónde vas a dormir», le dije «si quieres, te vas donde tú tío en Canto Grande te voy a dar para tus gastos», le dije. Y ella feliz, me dijo «ya», y ya pues, como ya no había, como ya no estaba cerca su mamá como para que le obligue a que me cuide
Tamia
Claro, tampoco sería para ella el mejor encargo, estar vigilando
Justa
Y así pues, nos quedamos, estaba acá un día con nosotras y de ahí se ha ido. Y entonces con mi hija, ya salimos a los parques, salimos a comer, estábamos andando, conversando, le digo «Sandra, vámonos a Buenos Aires», le digo; «ya mamá, pero tienes que hablar con mi papá, él tiene todos mis papeles», de todo, no sé cómo habrá arreglado con el abogado que, ella también me cuenta, la justicia cuando me ha hecho llamar, ¿no? Entonces yo tengo que hablar con este hombre, y había venido un día, y de verdad había alquilado un carro, estaba entretenido, yo había encontrado a mi hija, ya había conversado con ella, Dije, una vez más, y dije, «sabes qué, yo quiero educar a Sandra, le digo, quiero darle una mejor educación. No te voy a pedir nada porque nunca te he pedido tampoco, le digo. Este, voy a llevarme a Buenos Aires, ¿me das la autorización?»
Tamia
¿Te tiene que firmar un poder, no?
Justa
Firmar un poder. «no sé, voy a ver», yo digo «pueda que de repente, le dé algo de plata y acepte firmar», y esos días correteando con Sandra por acá, por allá, fuimos a sacar su pasaporte, sacamos su pasaporte, luego dijo que no quería firmar la autorización. Porque si me llevaba, ya su banco se había terminado, ya no había esa Justa que mandaba plata, ella era su rehén para mandarle plata. Así es que no quiso firmar, entonces esos meses que estaba acá de vacaciones también, yo no sabía cómo hacer, qué hago, si no quiere, no quiere, no voy a poder llevar pues. Odiaba a la justica, odiaba a todo, odiaba a dios, al diablo con dios, que se vaya a dónde sea, qué dios ni nada, renegaba con todo. De ahí conseguí un trabajo también, no sé, siempre he sido así, no puedo estar sin trabajar. Conseguí trabajo acá por Frutales en fábrica. En esa fábrica hacían escobas, hacían, forrar mango de escobas, entré a trabaja ahí. Y a la vez a Sandra la podía llevar ahí. Nos íbamos con Sandra, no me pagaba bien tampoco, una miseria pagaba, pero me iba, con ella más. Y después en las tardes nos íbamos a comer y así; donde mi tía abajo también me iba, a la casa donde la otra mi tía, estábamos en eso. Y de ahí me encuentro con una chica que era su sobrina de mi primo y me dice «me voy a ir a Estados Unidos «, siempre tengo esa locura de andar donde sea, y yo le digo «¿ah, sí?», «sí, voy a presentarme a la embajada», me dice. Yo también entonces, como yo había hablado, había dicho su papá de Sandra no quería, yo tenía su pasaporte, todo, no quería, y con Sandra hablé, le dije «¿cómo hacemos?», Sandra me dice «mi papá es malo, no nos va a dar, mejor cuando yo cumpla 18 años me vengo contigo, me dice. Si quieres ir, anda», y dije «¿y ahora cómo hago?», si es así, me presenté a la embajada de Estados Unidos. Porque me dice «si trabajas, me vas a mandar, pero yo mismo voy a venir a recoger la plata», ya habíamos hablado con Sandra de todo eso. Entonces, «está bien», y así. Y cuando voy a la embajada, creo que luego de un mes me llaman, eh […] fui, a la entrevista, de la entrevista seguro que hubiera pasado, porque mi amiga, esa chica que me había hecho amiga, tenía contrato de trabajo, y justo para mí también había sacado. Ella fue primero a la entrevista, pasó. Le dieron su visa. Yo fui a la entrevista, y con ese contrato, pero yo no quería mentir porque no era, no era verdad mi contrato, ese también tengo de no mentir, no, no engañar. Cuando fui a la entrevista, «¿ah ya, vas a ir a trabajar?», «sí, a cuidar 2 niños», le dije; me dice «¿estás seguro que quieres ir?», ya seguro, hice cola, le dije «en verdad no quiero ir» [ríe], no me dieron la visa. Y una chica me estaba esperando afuera «¿te dieron, te dieron?», me decía a “no», le dije. He pagado también para eso, y por las puras, y no quería mentira entre mí. Ella se fue para allá. Yo quería seguir con mi hija, lidiando cómo me llevo, también quería estudios acá. Luego de ahí, Sandra me dice «mejor anda normal, yo voy a venir a los 18 años», me dice. «me vas a mandar más bien mi plata, mi ropa, para mis útiles, pero yo voy a venir a recoger»
Tamia
¿Y ella iba a estar en San Marcos o iba a estar en Lima?
Justa
Ella quería volver a San Marcos porque estaba estudiando allá. Así.
Tamia
¿Y qué edad ya tenía?
Justa
Ella tenía pues, este tenía. 12, 12 tenía. 8, 9, 10, 11, 12, sí, 11, por ahí, porque estaba 3 años allá.Y así. Luego, dije «¿cómo hago si voy?» estaba en eso. Ya con Sandra coordinamos, Sandra me dice «mamá a mí no me hagas, igual vamos a hablar», y el pago es una miseria, «¿qué voy a hacer acá?», digo también, me quedo con mi hija, acá, no, no estaba. Sandra me dice «mejor me voy allá», «ya está bien». Para entonces recibí la llamada de Argentina otra vez, ya estaba como Túpac Amaru
Tamia
¿De quién, de Hipólito no?
Justa
Sí
Tamia
Ay no…
Justa
Y me dice «¿cómo estás?, que el otro», «sí estoy bien», no le dije nada de lo que estaba pasando, qué le voy a contar todo. Y entonces Sandra, con Sandra cuando conversamos y yo estaba planeando de lo que había visto, del aeropuerto que habíamos hablado del terreno, dije «mejor ahí trabajando normal compro terreno, hago una casa», y en mis planes esta, digo «a los 18 años mi hija se viene, voy a vivir allá», haciendo mis planes. Sandra también se hacía la fuerte, me dice «si mamá, haz esto, haz el otro», estamos en eso. Y saqué mi pasaje, ya meses ya. Me dice «yo voy a volver allá mamá, no te preocupes, yo voy a estar bien», y así. Y luego, a lo largo de todos esos meses mi tía me dice, abajo que vive, abajo me dice «ven, vamos a la playa que mi sobrino nos va a llevar», qué locura no, «ya tía bueno», y fui; ya nos llevó su sobrino a pasear, a la playa, un joven todo amable, y, todo según él atento -siempre la gente son mentirosos ¿no?- y yo me sentí como comprometida, y dije «qué bueno, que nos lleve a pasear, ni siquiera eso hace su padre de Sandra, lo único que hace es pedir, pedir plata de gente extraña todavía», y así, y de ahí le dije al joven este «gracias. Algún día le voy a invitar un almuerzo, algo así», «ya está bien, qué bueno que has venido a ver a tu hijita», pero este joven era su amigo de su papá de Sandra, y él pues, una vez que habíamos a esa fiesta me dijo «¿si, quién eres?», él que le alquilaba el teléfono a él. Así todavía me dice, no le tomaba tanta atención a este joven porque cuando fue a comer, cuando mi tía me invitó a comer, él estaba comiendo ahí, yo le decía «que feo come ese hombre». Ese día cuando se fue su sobrino, me dice «¿y qué tal, pues, cómo está Bruno?», así me dijo; yo le dije «no sé, tu debes saber pues», también quería pelear con el desconocido, porque no era su, no era su, «creo que tú eres su cómplice de todas sus tonterías», «no pues, yo no fui. Sino él es responsable de sus actos». Ahí tantas locuras, de ahí nos salimos a ese, con mi tía fuimos con la invitación, regresé.
Con Sandra quedamos así, ya cuando llegando, este, yo dije, cuando ya llegaba para irme a Buenos Aires , había sacado mi pasaje, me llama y me dice «¿vas avenir? va a cambiar todo, que ya no voy a portarme mal, ya no vamos a pelear», pero ya ahí le dije, creo que me puse dura, porque cuando ya llegué después que había venido también acá, había venido esa vez cuando vine, antes de ir al esto, antes de ir a San Marcos, mi tío como son de religión, iban a la iglesia «vamos», me dice, yo fui. Ahí lloraba, y yo también lloraba, lloraba por mi hija, y decía «¿por qué en la iglesia tantas cosas pasan?», pero yo entre mí no más decía «todo esto que se acabe no quiero vivir más mal, que se acabe, que se acabe», y así, lloraba, lloraba, porque no existe dios.
Así. Entonces. Luego, después cuando ya habíamos quedado con Sandra eso para irme, ya había sacado mi pasaje. En mis planes estaba con esas amigas, con esas chicas que me habían dicho que vendía en el aeropuerto eso, varias me han dicho, entonces dije «voy a conseguir eso, y me voy a llevar a Sandra», para que vea otra vida allá, más tranquilo, gente era diferente. Entonces dije «voy a hacer eso». Cuando saqué mi pasaje para volver a Buenos Aires, ya pasamos todo, en el pasaje que saqué era en Aerolíneas argentinas en la agencia, pero no me dieron mi boleta, dijeron «vas a ir en Aerolíneas Argentinas, pero su boleto le vamos a traer», yo le he dado mi dirección del trabajo, me trajeron de una semana, me dice «no vas a ir en aerolíneas argentinas», otra aerolínea era que hacía escala por Chile. “Ya no importa», entonces este, vinieron a entregar. Para entonces yo le había dicho a este hombre que está en Buenos Aires, le dije «sí voy a venir pero en Aerolíneas Argentinas, sabes qué, si yo vuelvo ahí, no voy a darte una oportunidad, como para seguir peleando, le dije así, te daría una oportunidad pero siempre y cuando conversando bien, si tú realmente vas a cumplir lo que dices, porque siempre dices una cosa y luego no cumples, y yo no estoy para eso», así le dije, pero yo le seguía queriendo. […]
Cuando yo me fui a Buenos Aires le había demandado [a Bruno], yo le he demandado. Ese juicio había sido ganado, y como yo no estaba presente —el abogado habrá hecho seguimiento—, si yo estaba presente me daba, ¿no?, para tener a mi hija, para… sin embargo, como yo no estaba presente, le ha dado a la abuela, hasta que cumpla mayoría de edad. Entonces eso era también otro proceso, ahora que me acuerdo, y que también como… Yo no podía estar… ¿cómo hago?, o hacer otro juicio, ni siquiera tenía conocimiento de las demandas, cómo proceder eso. Y otro era que me trauma, ¿no?, porque yo, la verdad, no quería ver ni un juez, ni un policía que me esté interrogando, no sé, ¡eso estaba en mi mente! Entonces yo decía «Esperar dieciocho años…», y con Sandra quedamos a un acuerdo: Sandra me dice «Mamá no te preocupes, cuando yo cumpla dieciocho años voy a estar libre, y yo me vengo contigo allá» y, como ya en mi mente, acá en el Perú no podía hacer nada, porque él trabajo que yo había conseguido acá en Frutales era en una fábrica y el sueldo era una miseria, que me pagaban, creo, 15 soles al día, y yo tenía que hacer 500, 600 escobas: encerdar escoba, después poner esos forros de palo de escoba, y eso era, pues, a full.
Tamia
Todo el tiempo.
Justa
Ajá, una cantidad que tenía que cumplir, obligarme; si quiero ganar más, tenía que hacer más, al destajo. Entonces eso era así, y el sueldo que me pagaban era 14 soles, que no alcanzaba para nada, y los ahorros que tenía también ya me estaba gastando. Y luego… antes de eso, antes de volver a Buenos Aires, fui a Ayacucho, donde mis papás, con Sandra. Entonces estaban allá, mi mamá, mi papá estaba allá, y mi mamá, pues, al ver a Sandra se puso a llorar, porque dijo «Hijita, yo creí que habíamos perdido definitivamente a Sandra», porque él, su padre, se llevó, escondió, todo, era un seguimiento y todo eso. Y así. Pero ya hemos conversado con mi papá, mi mamá, que estábamos bien, y mi mamá dice, pues, «Por fin te deja ver, te deja tener a tu hija». Porque como ellos estaban con sus jueces, a su favor, eran su familia, todo… así, pues. Entonces, coordinando con… De allá ya regreso, ya conversando con mi papá, mi mamá, veo que ellos también están bien, pero veo a mi papá… andaba tomando. Ya la gente del pueblo me decía que «Tu papá toma, a veces se duerme en la calle, y a veces se pone violento…». Mi mamá no me contaba nada. Y yo decía: «Pero por qué, pues, tanto así. ¿Mi papá se ha vuelto loco, qué pasó? Cómo se puede descuidar su persona», todo eso. Y así. Y hablé con mi papá, le dije «Papá, no debes tomar, por qué estás así. Tú estás sano, debes cuidar tu salud». «Ya, voy a cambiar, hija», pero no lo veía igual, no? Ya las cosas cuando volví, esas fechas, era diferente; ya nuestra casa también… todo, ya, como hemos crecido, ya era diferente ya.
Tamia
Ya no había hijos ahí. Solo estaban tu papá y tu mamá…
Justa
Mi papá y mi hermana menor, que es la que ha quedado, un poco retardada. Y había tenido una hijita, bebita tenía.
Tamia
¿Tu hermana?
Justa
Ajá. Mi hermana menor. Y ellos estaban ahí., y…
Tamia
Tu hermana… nació ¿después?
Justa
Mi hermana menor no, aquella vez… Mi hermana menor, que ya tenía cinco añitos ahí, en el 85. Pero ella ha quedado como retardada a raíz de toda esa violencia que pasó, no sé qué será, la verdad, porque hasta la fecha no sé por qué. Una vez mi mamá, mi papá contó que cuando había ido militares había escapado de noche, corriendo, porque… querían esconderse, como al ver que en el 83 habían matado a profesores, a gentes inocentes, entonces (mi papá era joven, pues, mi mamá era joven), entonces al escapar se habían caído a un abismo. No sé si se golpeó la cabeza, no sé… con bebé y todo, con mi hermana menor. Entonces no sé si eso o… No hemos averiguado por qué ella no es normal. Cuando regreso de allá, ya conversando con mi papá le digo «Me voy a ir, papá, voy a volver a Buenos Aires», le digo. Uno, porque yo no… Mira, mi hija tenía… estaba con su papá, va a tener que estar con los abuelos hasta los dieciocho años, y es en provincia, y yo qué hago: no tengo trabajo; me tengo que ir a vivir allá, no tengo casa, no voy a quedarme a vivir en casa de los abuelos, no son mi familia, ¿no? Qué voy a hacer allá, no? Eso. Conversé con Sandra, qué hago, y acá en Lima me quedo también sola, qué hago; el sueldo es poco. Empezar de cero. Y como allá tenía oportunidades, como lo que donde trabajé la señora me dijo que, si volvía, normal podía trabajar con ella, o tenía sus amistades, también, personas mayores, como cinco viejitas [risas]… Eran tan buenas, que siempre me decían «Cuando regreses vienes acá, yo te voy a dar trabajo». Ellas vivían solas, ¿no?
Tamia
Las que jugaban canasta.
Justa
Ajá, las que jugábamos canasta, que eran tan amables que me hacían dormir a veces en su cama, porque me quedaba dormida. Me decían «Vaya a dormir a la cama, ya», «Ya, bueno», y ellas seguían jugando. Y eso. Entonces yo conversé con Sandra y «Ya, mamá, mejor vuelves allá y buscas». Así como yo le dije «Sabes qué, si hay una oportunidad, quiero comprar un terreno y hacer nuestra casa». Y veía la educación como que era mejor. Aparte, veía a la gente más educada, respetuoso, eran amables, entonces yo quería esa vida para mi hija. Porque acá todo es un caos, ¿no? A veces no respetan nadie, o ahora creo que ya mucho que estamos impulsando respeto a la mujer, respeto al niño, se está modificando, pero… Era esa mi meta.
Tamia
Una pregunta, Justa
¿Más o menos en qué año sería?
Justa
Eso era en esos años no más, en 2002
Tamia
2002
Justa
Ajá. Como tres meses que habrá pasado todos esos días.
Tamia
¿Y cómo estaba Accomarca cuando ibas ahí? Porque ya… Bueno, has estado ahí en los 90, hasta que te fuiste, después regresaste por ahí en los , ¿no?, cuando todavía estaba la base… y ahora, el 2002, ¿cómo lo encontraste?
Justa
Ahí yo encontré… igual… o peor creo, porque la gente, ha habido cambio de gentes, que ya no era lo que… ya no había confianza entre… ya ni saludabas, también, ni te saludaban. La mayoría se habían dedicado al alcoholismo. Algunas señoras te veían como desconocido… Creo que a mí se me habían desconocido, porque a la edad de 12 años vine, de acá voy ya una mujer con hijos, eso… pero… siempre mi mamá me presentó a varias personas, hasta mis tías; decían «¿Quién es?», «Es Justa …», «¡Qué, dónde ha estado, nunca hemos visto!», dicen. «No, la que era chiquita». «Pero no parecen a ustedes» [risa], porque parte de mi papá… o sea, mi papá es medio morochito; mi mamá es media blancona, entonces hay una mezcla; que mis hermanas son un poquito más oscuro y supuestamente yo soy más clara para ellos [risa], entonces era la diferencia, entonces la gente no me conocían. «¿Dónde ha estado, cómo ha estado», ¿no? «Desde la fecha de la matanza mi hija se ha ido, como escapando de todo».
Tamia
¿Y tu prima?
Justa
Mi prima, para entonces, me parece que ella ya estaba viviendo en Ayacucho, con su esposo, que era el profesor, porque cuando yo fui ya no estaba ya para esa fecha mi prima, porque su esposo era de Ayacucho, pero sí en Accomarca dictaba, dice, su esposo. Pero como estaba de vacaciones se han venido a vivir a Ayacucho. Entonces ahí no me he encontrado, no me encuentro con mi prima. Entonces cuando regreso de ahí ya… Ah, no, qué digo: en el pueblo, así, la gente, eran todo desconfiado, las casas todo… ya no era como antes todo arreglado, las casas también, o estaría nuevo en ese tiempo, pero las casas eran bien con sus tejas bien arreglado, las puertas pintadas, pero esta vez ya todo descuidado, gente que tomaban trago, gente que comían coca, más de lo normal. Había un señor que estaba su cara así… y yo le digo —todavía era un vecino—, y yo le digo a mi mamá «¿Ese no era mi abuelito, tal?», le digo. «Sí, pero se ha dedicado al alcoholismo». La gente ya no estaba igual ya. Era diferente. Ya no era esa acogida de que, cuando iba, «¡Hola, tío, cómo estás!», «¡Buenos días, tío!», «¡Hola, sobrina!», «¡Hola, esto…». Ya como con un resentimiento, desconfianza.
Tamia
Y ya no había base.
Justa
Ya no había base, y la base estaba ya todo… algunos partes caídos, ya no había base ya. Pero yo dije «base militar, ¿se han ido ya los militares?». «Sí, se han ido». Pero contaban de que había muchas violaciones, traían gente de otros pueblos que ahí los torturaban; inclusive en ese base militar habían hecho desaparecer a su papá y a su mamá del señor este… su nombre me he olvidado, es tal Baldeón, no sé si habrás conocido…
Tamia
Que es de la Asociación…
Justa
Solo anda él. Usted ha visto una vez en una reunión… ah, no usted no ha visto, ahí ha estado el joven Juan Carlos, creo. Vino él con su… tiene… ahora ya se ha mejorado su bolsa, porque él tenía una bolsa, traía una bolsa hecho de trapo…
Tamia
¡De telita! ¡Crispín!
Justa :¡Crispín! Y eso me enteré recién ahora acá en Lima, pero allá me dijeron que traía gentes ahí. Prendía a todo volumen, dice, el motor del carro y radio, y torturaba a la gente. Entonces ya, pues, ya no había. Había cuartos, así cuartos, y último ya ese cuarto mi papá me hace ver cuando viajo con los periodistas de Univisión. Entonces, eso. Así ha habido esa parte de que había todo eso.
Tamia
Eso ha sido después, lo de los periodistas.
Justa
Eso ha sido después, pero… eso tengo que contar [risas]. Entonces eso, quedo con mi papá. Mi mamá me dice, «desde ahora Sandra está, coordina con su familia, con su tía más que nada, la que te apoya, si te vas de viaje de vuelta allá, para que tú mandes directamente plata a ella o si no Sandra mismo que venga a recoger». Ya a mi papá le conté todo lo que había pasado, y me pregunta también, pues, mi mamá «¿Y qué pasó con el tal Hipólito», le dije «No, mamá, no ha habido comprensión, hemos tenido discusión, me he venido dejando todo», le digo. Más no conté, porque también me hacía mal recordar, ¿no? Pero entonces… cuando ya regreso de allá a acá ordenando todo eso, acá un intento hablar con su papá de Sandra y él dice «No, ya estoy trabajando, estoy taxeando»; yo digo «¿Sabes qué…?». Quería para decirle «Quiero llevarme, dame el permiso», «No, están bajo un documento, ella tiene que quedarse acá, y no permito y no voy a dar autorización». ¡Ese ha sido más duro! Y le odié ya hasta… no sé. Por mí, «Si pudiera hacer desaparecer a este ser indeseable», así. Porque era tan fuerte, desde un inicio, que no quería nada, ahora sí quiere, ni siquiera quiere tenerlo, sino tenerlo ahí como un adorno, no sé, ni él mismo lo tiene y me quitó todo ese derecho, ¿no? Entonces ahí decido, coordino con Sandra. Para entonces, en esos días… Antes de eso: estaba en deuda con ese joven que nos había llevado a la playa, nos había comprado helados, pagó todo, [nse] entonces yo digo «tengo que pagarle, devolverle», ¿no? Y un día, así, mi tía, de abajo de donde vivía ese joven, me llama, me dice… «Tía —le digo— ya me voy a viajar», le digo, y me dice «No te preocupes, mejor quédate», «¿Qué voy a hacer?», le digo. «Tía, yo no tengo trabajo —le digo—. Ese trabajo no es un trabajo». Porque allá me pagaban 400 dólares mensuales, en el otro trabajo que había conseguido con la viejita. Aparte, los domingos o sábado, creo, me acuerdo, yo iba a trabajar a un restaurante de parrilla.
Tamia
¿De parrilla?
Justa
Ajá. Ahí trabajaba de mesera. Eso era un trabajo extra que… como yo trabajaba de lunes a viernes, y los sábados me iba a trabajar ahí, entonces ahí tenía más sueldo, porque como era mesera me daban propina, fuera de mi sueldo, y tenía otro ingreso económico. Y al comparación de acá, pues, ¡ese sueldo era…!
Tamia
Allá te pagaban como 400 dólares…
Justa
Ajá, y aparte tenía otros… Me pagaban 15 dólares, creo que me pagaban en el restaurante, pero yo sacaba 50, 60, porque me daban propina los clientes que le atendía, cuando estaba de mesera.
Tamia
Lo bueno es que ahí no tenías gasto, ¿no? Porque acá tendrías que haber ido hasta la fábrica, pagar pasajes…
Justa
Ajá. Allá no, porque eso era. Y había la oportunidad también de buscar trabajo por horas. Entonces, sí podía, pues. Y estaba acostumbrada ya a tener plata o gastar más o siempre me alcanzaba para algo, ¿no? y guardar para mi hija, mandar acá, entonces, todo eso. Y la preocupación era también por su educación superior de ella, porque no solo es la primaria y secundaria, ¿no? Entonces eso está en mi mente, todo eso. Entonces en eso, mi tía, almorzamos, luego mi tía me dice «Mejor quédate», «Pero qué voy a hacer acá, tía, nada», le digo. «Me despide de tu sobrino, porque esa vez nos invitó —le digo—, quería darle las gracias, invitarle, no sé, un almuerzo». «Ahí está, pues, ahí está andando mi sobrino, soltero», me dice. Y yo, riéndome, «Ay, mejor me caso con él, ¿no, tía?», le digo [risas]. Como también a veces me gusta hacer broma… y así. Entonces al joven este le invité un… le dije… Justo él vivía en el segundo piso en su casa. Entonces le dije «Un agradecimiento, no sé, ¿te puedo invitar un almuerzo, algo?», le digo. «No te preocupes», me dice. «Sí, no —digo—, la verdad has estado, nos has invitado…». Y me dice «Bueno, puede ser mañana, en óvalo…». Y yo como buena, porque nunca me acostumbro a hacer eso, pero tenía un acto de agradecimiento… Uno, porque él ni siquiera es mi familia, pero era una persona que… como que… se preocupó, no sé, yo me sentía adeudada con eso. Le invité en la pollería y él quería pagar, yo «No, yo voy a pagar». Le pagué, de ahí le digo «Gracias por todo, muchísimas gracias —le digo— por habernos invitado de paseo». Y me dice «No te preocupes». Entonces: «Me voy a ir de viaje ya», le digo. «Ah, ya, pues si quieres te llevo», me dice. Y yo digo «Me llevará hasta Buenos Aires», digo, entre mí [risa]. «No te preocupes» y así pues ya, se fue. Y luego a mi tía le digo, pues «Tía…», como ya había sacado mi pasaje, coordinando con Sandra, para ir a Buenos Aires, cuando me llama mi expareja de allá le digo «Me voy a ir de vuelta», y me dice «Y cómo estás ahí, ¿todo bien? ¿Vas a venir o vas a traer a Sandra o no?», me dice. «No, no se puede». No le hablé más, porque ya… de Sandra, de…, no le toqué, no le dije «¿Sabes qué? Por esto, lo otro», porque ya sabía que me va a decir «Ah, seguro habrás vuelto [nse]», qué se yo. Entonces: «Cuando vuelvo, hablamos. Pero eso sí, las cosas va a ser diferente», le digo. Pero yo dije… como que… Cuando yo decía… «hablamos, pues, ¿no?», pero yo no pensaba volver a la casa con él a vivir, sino que yo me había puesto una meta de «Si vuelvo allá, me voy a mi trabajo. No importa, no voy a salir del trabajo, me quedo ahí aunque sea toda la semana, pero voy a tener que decirle: si él quiere, vamos a hacer una terapia de pareja». Eso pensaba. ¿Por qué? Porque cuando yo trabajé con la primera mujer… con la señora, la que tenía hijitos, yo le llevaba a terapia a su niñito de años, entonces… y eran pareja separados, necesitaba terapia. Entonces yo digo «Bueno, yo también necesito terapia, supongo», porque si vengo de una relación rota, de esto, de esto… algo debe estar pasando, ¿no? Quizá soy yo, también, la que hago problemas, ¿no? No sé qué habrá pasado con él, o es él o soy yo. Eso. Entonces yo dije «Voy a proponer esto». Pero ya le dije… Entonces me dijo «Ya, está bien yo te voy a esperar…». Yo le dije que iba a ir con Aerolíneas Argentinas. Pero cuando yo fui a sacar mi pasaje adonde venden pasaje, les dije «Voy a viajar en Aerolíneas Argentinas», y me dicen «Ya, está bien, todavía no tenemos confirmado, pero ya nos puede dejar una cantidad y ya le vamos a traer el boleto». Le di la dirección de mi trabajo, acá por Frutales, donde estaba trabajando, «Ya, está bien», entonces eso yo le comuniqué allá. En eso… y, luego ya, [nse], cuando llegó la fecha ya estaba alistado todo mi ropa, mi maletín, y bueno, con el dolor de mi corazón, decía, pero «Ya hablé con mi hija, quedamos un acuerdo, para hacer esto», ¿no? «Va a venir a los 18 años y yo voy a solventar su estudio hasta la fecha, voy a mandar todo lo que ella quiere, voy a hablar con ella», eso quedé así con ella, conversando.
Tamia
Se podían comunicar de Argentina a Huaraz.
Justa
A Huaraz podía llamar porque ahí… yo he coordinado con ella, y tenía un padrino que tenía su restaurante que tenía un teléfono público, y el número de mi trabajo le he dado y también yo tenía el número de ahí para llamar y coordinar. Así le dije «Sandra, si tus abuelos no quieren, aunque sea escapándote del colegio vas a timbrarme. Yo te voy a dar plata…». Yo había quedado también con su tía de Canto Grande que era su tía de parte de su papá, que me conocía a ella y con ella también conversé, y entonces me dijo «Ya, está bien, yo te voy a ayudar, a apoyar, cualquier cosa te voy a contar». Así quedamos. Entonces, la fecha que iba a ir a… cuando ya estaba alistado todo mis cosas, compré algunas cositas para llevarme para allá, Me acuerdo que habían… [nse]»si voy allá, ¿qué le compro?», aun pensando en el hombre de allá ([risa] / a veces me da risa), compro… Había un perfume que siempre él usaba, era marca Brut, Brut, hacía venía en su frasquito, verde [nse]… Ese era su perfume favorito.
Tamia
¿Y le querías llevar?
Justa
Quería llevarle (a pesar de todo, todavía pensando). Entonces compré eso, después compré charqui, lo metí en un táper. Con mi hija ya fuimos comer, hicimos de todo y quedamos así con Sandra… Y luego ya después de todo ese preparativo me trae mi boleto. Qué me dice: «No vas a viajar con Aerolíneas Argentinas, vas a viajar con otro avión». No sé cómo se… Ibe… Iberia, no sé cómo se llama esa aerolínea, esa aerolínea hacía escala por Chile, pero yo con Aerolíneas Argentinas quería irme directo, pero ya me habían sacado así el pasaje de allá. Tal vez habrá sido cómodo para ellos, no sé. La cosa [es que] dije «Ya no importa», y así es que ya. De ahí ya no tuve más comunicación de allá. Entonces yo ya había alistado mis cosas para irme, mi tía… ya con todo, atareado con todas mis cosas, ya me había despedido de mi otra tía también, de abajo, de… que vive por Quechuas. Era como las 5, creo, 5 de la tarde, estaba alistando, ya le digo a mi tía «Ya le llamaré cualquier taxi». Mi tía me dice «Hay un taxi en la puerta», me dice «¿Taxi? —le digo—, por qué taxi, tía, si yo no he llamado todavía», le digo. «No, ha venido su sobrino de tu tía María», me dijo [risa]. El señor que yo le había pedido… le había agradecido y todo (el joven, no sé). «Y ahora —le digo—, ¿cuánto me cobrará hasta allá?». Entonces, por una parte pensé «Bueno, es seguro, ¿no? Voy a pagar, porque mi tía me va a acompañar, Sandra me va a acompañar». Entonces «Ya, bueno». Y cuando veo, estaba en la puerta el señor: «Gracias —le digo—. Cuánto te deberé, estarás perdiendo, de repente, tu tiempo», le digo. No le dije que iba a pedir otro taxi, porque ¡está de voluntario! Entonces, bueno, pues, la hora de salida, nos alistamos todo con mi hija, ya todo. Nos fuimos. En el camino íbamos conversando, todo, con Sandra, y en el camino, casi llegando al aeropuerto, ¡Sandra me hizo un escándalo…!. Empezó llorar, «Mami no te vayas» [llanto]. Y no sabía qué hacer, porque… «Hijita ya saqué pasaje, y estoy…». Por suerte, saqué pasaje ida y vuelta. «Cómo hago todo», digo. Todo el camino me estoy ya, ay… No sé qué habrá pasado ella, porque ella dijo que estaba tan fuerte… y me dice…
Tamia
Claro, pero cuando ya veía que te ibas…
Justa
Ya veía que me iba a ir… Entonces que no sabía, que ahí nos vea el taxista llorando a las dos [risas]. Y mi tía nos dice «Cálmense, cálmense, pero ustedes han quedado una cosa y ahora qué pasa. Sandra, tú también has dicho que ‘No quiero ir, quiero… me voy a quedar’ has dicho; en todo caso, le hubieras dicho a tu papá, aunque sea le hubieras chancado, ‘Quiero irme con mi madre’. Por qué haces eso. Tu mamá sacó pasaje ya, todo». Yo decía «Qué hago. Voy, pero…» Ahí sí me quedé en el aire. No sabía Quedarme ahí o ir, ¿Y mi pasaje? ¿Y esto? Todavía de ahí Sandra se calmó, «Mejor, mamá, anda», me dice. Ahí, entrando nos despedimos, nos dimos un abrazo fuerte, pero ya todo lo que habíamos acordado se arruinó. Así, con el dolor de mi corazón llegué, entré, estaba ahí esperando, en sala de espera, dando vueltas y vueltas en mi cabeza, recordándome todo lo que había vivido, todo lo que había peleado por ella, aferrándome a un hombre malo que no nos quería, pero sin embargo queriendo lo bueno para ella. De ahí digo «Esta es mi oportunidad para volver con ella —digo— pero qué hago si voy a ir a Huaraz, y ese demanda, y todo». Estaba «Qué voy a hacer, cuál es la solución», estaba así. De ahí me acordé que mi pasaje era ida y vuelta… «Ay, me voy a dar una vuelta» [risa]. Así estaba; y uno, que otro sentimiento también era allá. Quería a una persona, ¿no?, dar una oportunidad; estaba como Túpac Amaru [risas]. A veces me da risa porque… es una mezcla de sentimientos que… como que siempre me ha tocado estar entre la espada y la pared; no sé por qué siempre me pasa lo mismo. Entonces, había una señora, ya viejitos, estaban agarraditos de la mano, ahí, yendo también con nosotros, conmigo, entonces a la hora de subir la escalera eléctrica para abordar el avión no podía subir la señora. No quería subir la señora. Y yo le agarré del brazo, le digo «Señora, venga —le digo—. No tenga miedo, vamos conmigo». Agarré, «¿A dónde va usted?», le digo. «También voy a Buenos Aires», iba en el mismo avión que iba yo. Entonces «Estoy yendo a Buenos Aires —me dice la señora—. Allá tengo mis hijos, mis hijas, me están llamando y…». Su esposo se subió, se fue no más, y no le dijo ni «ven», nada, adelante. Pensará que va a ir, ¿no? Y le digo «¿Usted nunca ha subido en esta escalera eléctrica?». «Nunca, nunca he subido», me dice. «No, no se preocupe, ya. Subes una grada, te paras ahí y vamos», agarrado de la mano [risas] con la señora… como estoy acostumbrada a cuidar a la viejita, entonces a tener paciencia, todo, ¿no?, pobre viejita, ¿no? Entonces subí ahí con ella, le digo «Señora, ahorita me estoy volviendo loca —le digo—. Qué bien que usted va a ir a ver a sus hijos —le digo—. Yo he venido a buscar a mi hija —le cuento, pues—. Todo lo que me ha pasado es un caos, pero he venido a buscar a mi hija, quería llevármela, pero no la estoy llevando —le digo—. Con ella hemos quedado irnos allá, pero su padre no me ha dado autorización. Y aparte está bajo un documento de acuerdo a la justicia, que va a quedarse hasta los 18 años con sus abuelos, y eso no me permite», y me dice «Ay hija, ¿por qué no te quedas con tu hija? ¿A qué vas? Vas a lamentar —me dice—. ¿Cuántos años tiene?». «Va a cumplir 12» (o 12 le he dicho, me acuerdo), y me dice «Está entrando en edad de adolescente, le va a chocar, tú tienes que estar con ella», me dice. «Ahora, señora, qué hago, señora, yo estoy abordando ya el avión [risas]. Pero sabe, señora, hay uno: que he sacado mi pasaje de ida y vuelta, por las dudas, pero no sé por qué», le digo. Y me dice «Regresa con tu hija». Llegamos a Chile, en Chile seguía pensando —porque ahí tenía que esperar horas para abordar otra vez el avión—, me dije «Tengo que volver, no me voy a quedar en Buenos Aires. De ahí me acordé que también me estaban esperando, pero en Aerolíneas Argentinas, seguro, ¿no? [risas], pero yo voy a salir por otro sitio. Y así que cuando llego a Buenos Aires y la señora con la que hemos hablado mucho me dijo «Es una edad difícil, tienes que estar con ella; es tu hija, sea cual sea, pero es tu hija». «Sí, señora, tantas cosas que he pasado por ella; esta vez no quiero que se arruine su vida como la mía», dije. Así es que llegué a Buenos Aires, salí por otro lado, no era por Aerolíneas Argentinas, ahí me digo… Había montón de taxis, remisse, remisse, con mi maletín me paseaba ahí. «Ahora cómo hago para volver», porque mi pasaporte me selló por tres meses, tres días o siete días, no me acuerdo, pero me sellaron el pasaporte. Porque yo era ilegal, también, allá; no había hecho mis documentos, no había tramitado. Entonces de ahí dije «Si vuelvo, dije, si voy por la entrada de Aerolíneas Argentinas debe estar ese hombre», dije, ¡y me dio un pánico, miedo!
Tamia
¿De encontrarte con Hipólito?
Justa
De encontrarme con él.
Tamia
¿Ah, sí?
Justa
Dije «Si yo le he dado un montón de oportunidades, hasta le di esa oportunidad de que él se venga a Buenos Aires conmigo…», empecé a analizar todo, ¿no? Dije… A pesar que, mira, yo tenía para siquiera hacer plata los domingos también para trabajar, y me iba a lavar su ropa, me iba a cocinar, y a mendigar su amor y a la vez también recibir golpe, celos, y un celos en vano porque me celaba por cualquier cosa, me celaba hasta con su hermana me celó y algo que no entendía, dije «¿Qué va a ser de mí?, ¿y mi hija? Está en edad de adolescencia, como me dijo la señora. Qué va a pasar». Y me puse a pensar en mí. Mi madre no estaba conmigo [llanto] y no había nadie quien me diga «haz esto» o «esto está bien, esto está mal», y no había siquiera quien me dé un abrazo, un beso, siempre estaba mendigando amor o cariño de gente desconocido que no son mis familias, entonces me dije «Mi hija va a pasar eso. Tal vez conseguirá un mal novio, está en edad de adolescencia; eso va a pasar». Y seguía dando vuelta, pensando todo eso ahí. Y de ahí: «No debo dejarme que me vea. Yo sé que de repente yo le voy a decir ‘Vamos al psicólogo’, pero él tal vez ni va a querer. Y él estará pensando en él, en su familia, qué sé yo». Y luego digo «También tiene hijos, de un de repente que regrese con sus hijos también» y también a la vez me sentía como culpable de eso, porque yo ahí aferrado, peleándome, discutiendo con él, andando, también lo estoy distrayendo, que no se dedique a sus hijos también, de repente. El dinero no era todo, porque él trabajaba y le mandaba a sus hijos, «Pero también esos hijos debe estar sufriendo como Sandra». Y dije «No voy a aparecer por ahí». Seguro que ahí estaba esperándome, pero dije «No voy a aparecer por ahí. Aunque me duela, no creo que me muera de amor. He pasado tantas cosas, no creo. Pero sí, mi hija es única. Así que cuando… de ahí le dije… pasé por… ¡ay!, donde están atendiendo, en la caja, digo «Señorita, para Perú, pasaje —le digo—. Tengo boleto de retorno», le digo, y me mira y dice «Pero usted recién ha entrado», me dice. «No, tengo problema, quiero volverme». Y me miraba la aeromoza como apenada y yo trataba de ser valiente, todo mis sentimientos estaba acá, y no le iba a decir lo que me estaba pasando. «Pero usted tiene pase libre, puede darse su paseíto, ¡cómo se va a volver tan rápido! No tenemos, para hoy día mismo no tenemos boletos acá de un día para otro, a no ser que tenga boleto de espera», me dijo. Entonces le dije «Sí, señorita, yo quiero ese boleto de espera», le digo. Y mi hermana estaba en Buenos Aires, ahí. No le quería ni llamar, «No la voy a llamar, porque de repente le estará llamando a ella y ella le va a decir que estoy acá. No quiero». Como tratando de esconder [nse] esconderme cerca a él [risa], es algo raro. Entonces la señorita me dice «Yo le voy a avisar. Estate por acá no más, pero boleto de espera, ojalá que haya —me dice—. A veces no hay, señora; si no, tendrá que sacar boleto para mañana o…». «No. Quiero el boleto de espera, señorita» le digo, porque yo decía «Si salgo de acá y de acá piso para allá, sí o sí voy a tener que quedarme y buscar un trabajo y de repente… Buscar un trabajo, ¿por qué? Porque… ese miedo me dio, porque sé que él me va a buscar. Para coordinar, no creo. [nse]
Tamia
Cuando lo veas.
Justa
Cuando lo veo. [nse]. Y no, me acordé de lo que me dijo la señora, la viejita, «Mi hija está primera, está sobre todas las cosas. Quién más va a ver por ella, si su papá es un hombre que no tiene sentimientos, no los tiene, eso es lo más grave, y cómo puede ser Dios tan malo, dónde está ese Dios maldito, por qué no está [llanto]. No es justo, me hubiera dejado siquiera quedarme con mi hija, no quiero nada de él, pero sin embargo cómo puede él entregar a su madre… Tengo que volver. Creo que… como ellos ya me hicieron hablar, voy a ver la forma de sobrevivir —dije—. Tengo que hacer algo. Así que me quedé ahí. Sí tenía plata también para sacar otro boleto, pero esperé, dije «Vuelo de espera, quizás hay, en eso nada más voy a volver. Uso mi pasaje». Y vuelo de espera a las seis de la tarde, me dice la señorita que sí hay vuelo de espera, me pasa. Todo el día me pasé allá, en el aeropuerto andando, no tomé desayuno, no almorcé, no comí nada. Mi mente estaba en mi hija. Aparte mi hija esta vez me pedía que me quede: «No te vayas». No era como la primera vez que me había dado la espalda, no era lo que decía su papá que nunca me ha querido ver, que no desea hablar conmigo, no era eso. Entonces a las seis, seis y cuarto, seis y media, creo, tomé el avión, abordé el avión de vuelo de espera que había. El avión era de… ejecutivos, en ese avión venía todo de… creo que clase A, y yo la única, porque pagué 50 dólares más de impuesto, no sé qué he pagado, pagué.
Tamia
Pagaste.
Justa
Ajá. Pagué. Y ahí venía toda la gente… Todos eran ejecutivos, había un grupo de chinos que venían, como 20 chinos y uno encargado de su pasaporte de ellos. Todos hablaban de entre ellos y yo estaba infiltrada entre ellos [risa], hablando otros idiomas, pues, ellos… Qué voy a hablar, quechua no más [risa], y con quién hablo [risa], nada. Y así que abordé el avión. Cuando el sol estaba ocultándose, el avión empezó despegar. Dije en mi mente, en mi corazón dije «Ahí voy, Sandra, esta vez sí que nos quedamos» [risa]. Volví. Llegué al aeropuerto, había un carro especial también para que nos traiga a la casa a cada uno. Le digo «Matasango, la numeración, que está acá atrás no más» y el carro nos trajo, todavía me hizo pasear por la playa, iba repartiendo a los pasajeros. A algunos le dejaron en hoteles de lujo, a mí me tenían que traer a la barriada [risa]. Último en llegar. Me trajo. No me acuerdo si llegué once de la noche, doce de la noche, no recuerdo. Llegué, toqué la puerta, mi tía me abrió la puerta.
Tamia
Se habrá desmayado.
Justa
Ella ya sabía, creo, porque nos vio a las dos que lloramos tanto y no nos queríamos dejar, entonces mi tía se quedó boca abierta. «¿Sandra?». «Está durmiendo —me dice—. ¡Anda, duerme con ella!». Ya me metí a su cama, estaba dormidita. Al día siguiente se despierta, me abraza, fuerte, [nse] «Mami, yo sabía que tú ibas a volver» [risas].
– Tercera pareja
– Nuevo terreno – Segundo embarazo – Segundo parto: rechazo del padre a la bebé – Reencuentro con su padre: nueva visión de su vínculo – Tercera pareja: violencia psicológica |
Tamia
Y entonces se despertó Sandra y te encontró…
Justa
Sí, ahí nos abrazamos tan fuerte que dije «No me voy a ir, me voy a quedar», le digo. Me dice «Yo sabía que tú ibas a volver, mamá». ¡Sandra se pasa, Sandra! Cuantas cosas que me… que nos hemos hecho, que yo…
Tamia
¿Y se quedaron ahí en la casa de tu tía?
Justa
Nos quedamos ahí, de su estudio, estaba preocupada por su estudio. «Ahora cómo vamos a hacer», le digo. Porque ella ya estaba por terminar la secun… la primaria, entonces, esa parte me he olvidado, no sé si ella volvió allá, ¡no me acuerdo! Tendría que llamarle…
Tamia
No te preocupes.
Justa
Y así.
Tamia
Pero tú sí te quedaste acá.
Justa
Sí. Creo que ha ido a traer sus papeles o los trajo sus papeles, mmmh, no me acuerdo bien, pero sí ha vuelto todavía allá.
Tamia
Pero algo han tenido que arreglar, pues, ¿no? Porque si sus papeles estaban allá…
Justa
Mmmh. Sí, hemos… ¡voy a preguntar, mejor! [risas]. Porque me acuerdo que… Pero durante ese tiempo, cuando regresé, volvimos, cuando regresé seguíamos saliendo todavía, nos fuimos a los parques, Parque de las Leyendas, hemos ido a otros lugares. De ahí… también he salido con su papá, un día… me acuerdo, sí. Otra vez fue a la playa con mis tías. Para entonces, otra vez teníamos que ir a la playa con Sandra más, a pasear, y otro, entonces su papá le había llamado diciéndole que quería hablar con ella, quería salir con ella.
Tamia
Ahí se enteró que tú estabas acá todavía.
Justa
Sí, seguro sabía, no sé, la verdad; no sé, no me acuerdo de eso, porque no teníamos… él más que ya… No, no, no, ni le llamaba para decirle lo que yo tengo que hacer, porque no, no… Entonces otra vez con mi tía cuando fuimos a la playa, para ir a la playa hemos quedado, con mi tía, mi tía me dice «Vamos con toda la familia, dice este Walter nos va a invitar otra vez», dice. «¿Otra vez, tía?». «Mmmj». «¿Otra vez, tía? Oh, qué barbaridad», le digo. Y mi tía muy empeñosa (es la prima de mi mamá): «Vamos, que relájate, que el otro…». «Ya, tía. Ya, está bien. Le pondremos gasolina, pues, ¿no?» [risa], ya que es tan voluntario su sobrino… Ya, tía», le digo. Para entonces Sandra me dice… habíamos quedado para ir y me dice «Mamá, no voy a ir contigo, voy a salir con mi papá —dice—. Me ha llamado», dice. «Ya, bueno», le digo, porque también no le voy a decir «No salgas», porque me está dejando ahí ese prohibición de… hay un documento más a favor de él que a mi favor. Tenía que tratar de sobrellevar, como dicen, inteligentemente, para no pelearme: «¡Para qué vas a llevar, yo lo estoy teniendo!», o algo. Yo tenía más para perder que ganar. Eso, pues; tenía que lidiar con eso. Entonces «Ya, hijita», le digo. Yo me voy con mi tía, pues. Con mi tía, mis primas, fuimos a la playa.
Tamia
Y con el primo.
Justa
Con su sobrino. Con su sobrino que nos llevó. Entonces vamos a la playa. Mi tía me dice «Busca trabajo, pues, en casa», me dice. Yo le digo «Tía, yo acá en Perú nunca he trabajado en casa —le digo—, lo único que he trabajado es con esa señora que he trabajado desde niñita, que me ha contado tantas cosas, que me decía que maltratan en las casas, que te hacen sacar llagas en tus pies… ¿Eso es cierto, tía?», le digo. «No, claro que hay trabajos duros, pero no es así», me dice. Yo me había estresado también tanto cuando trabajaba en Buenos Aires cama adentro, y no era fácil, pues. Imagínate, pues: una mujer que está libre, siempre mi libertad de mi infancia me ha tenido presionada, donde sea. Entonces yo siempre quiero estar libre, ¿no? Estar cerca a mi familia, pero sin embargo no voy a estar tiempo completo, ¿no? Al menos ese trabajo que me pagaban miseria, pero tenía libertad, porque iba a tal hora, y venía, volvía, estaba con la familia. Eso. Podía estar con mi hija también, conversar, hablar… Y así, pues, fuimos a la playa. Y me preguntó el joven «¿Cómo está tu hijita, por qué no has traído», me dice. «No, pues; tenía que salir con su papá. Me parece que su papá le ha llamado y van a ir a la playa también dice». Porque yo tenía que ir con ella, ¿no?, a la playa, con mi hija, acá. «Ah, ya, pues. Ya que has vuelto, no te descuides de ella», me dice. «Sí, no, ya veré qué manera voy a hacer… Tendré que empezar de cero, porque todo, todo lo que tenía acá en Perú lo dejé en manos de… Lo que tenía, cosas, algunas cosas dejé, lo que eran víveres, como era negocio, lo dejé a mi hermana, no sé qué habrá hecho, y eso no va a esperarme». Lo único que tenía es un poco de plata que había traído de allá, un poco de ahorro, un poco de dinero que tenía en el banco, lo que había… del premio del auto que me había ganado, eso, entonces estaba viendo qué es lo que voy a hacer. Pero [nse] trabajo, dije «Voy a buscar un trabajo que me paguen más [nse]. Tendré que ver otra forma como generar ingreso económico, ¿no? Así que estaba trabajando ahí, volví a trabajar a este trabajo. Y las compañeras me dicen «¿Qué pasó, que tú no te habías ido a Buenos Aires?» [risa]. «Sí, pero fue un ratito no más», le digo [risas].
Tamia
Pisaste Buenos Aires y volviste.
Justa
Voy a despedirme, creo [risa]. Y así. Así me quedé. Entonces me dijo «De repente te recomiende algún trabajo», como ese joven trabajaba con… había sido chofer de un ingeniero de minas, de Antamina. Trabajaba como su chofer, entonces él tenía la disponibilidad de andar con su carro del jefe, le daba un carro especial para que él trabaje con… para que él se movilice. Entonces era eso que él venía con ese carro, andaba para su familia, a pasear. «Ah, ya», le digo, pero no le tenía tanta confianza, «Por qué voy a pedir apoyo a alguien que ni siquiera es mi familia, no es mi nada, ¿no? De mi tía es su sobrino, pues, ¿no? Así. Entonces seguía trabajando ahí. Me llamaba, me decía «¿Conseguiste trabajo?», «No —le digo—. Voy a ver, no sé todavía». Y una vez me había esperado ahí cerca de mi trabajo. Le veo todo flaquito, parado ahí, «¿Quién será ese mocoso» [risa], de lejos, como estaba por ahí… Me dice «Hola», me dice. «¿Qué haces tú por acá», le digo. Y me dice «No, quería saber si querías salir a pasear…», me dice. «No, gracias, estoy apurada», le digo. ¡[nse] Quién va a estar saliendo a pasear. «No, decía si querías salir a pasear». «No —le digo—. Gracias, estoy apurada, mi hija está esperándome». Entonces, «Ah, ya, pues. Y… ¿no quieres que saquemos a pasear a Sandra?». Yo todavía pienso, digo… parece que me convenía [risa], parece que me convenía a la bebe. Le digo «No gracias», le digo. Después tenía tanta rabia por su papá de Sandra, «Ese miserable ni siquiera se ofrece, cómo puede ser, gente extraña todavía se ofrece en sacar a pasear, pero su padre de Sandra lo único que hace es pedir ‘plata, plata, plata’, pero para su bolsillo, ni siquiera para mi hija», con esa ira. Y así me acompañó hasta la casa, y como mi tía le conoce también, la de acá, que es la hermana de mamá: «Pasa, toma algo», y mi tía le sirvió ahí. Y de ahí se fue. «Cualquier cosa, te aviso. Si no, ya cualquier cosa te aviso, del trabajo, si hay algún trabajo». Y le pregunto «Pero cómo es un trabajo en casa, porque yo no he trabajado acá en Perú». En mi mente está ese tortura, ese maltrato, eso está acá en Perú; no es el mismo trato de allá [nse]. Eso está en mi mente, todo lo que me han contado y me dijeron, ¿no? Pero no era cierto, ¿no? Entonces con Sandra… De ahí a Sandra le he llevado todavía a mi trabajo. Y de ahí no me acuerdo cómo, si Sandra volvió allá, eso está en… Tendré que preguntar a Sandra [risa]…
Tamia
Ya, pero después le puedes preguntar, ya. Es un momento, porque después ya ella se queda contigo.
Justa
Sí, Sandra se queda conmigo y entonces este joven me dice, como ahí en su casa había, tenía cable, que había ese DirectTV, creo, eso, «Si quieres puedes llevar a Sandra a que vea dibujitos ahí. Tengo cable. Te doy mi llave, yo, la verdad, no estoy todo el día en mi cuarto, yo me voy a mi trabajo». A veces se va, y «Puedes ir», me dice. «Bueno, gracias». Todo eso me pareció más o menos agradable, como que yo siempre andaba en busca de un padre para mi hija (no era para ella, sino una búsqueda de padre para mí, porque yo era esa niña abandonada [risa]), eso, ¿no? Y también era pensar en ella, ¿no? Así. Y una de esas creo que fui a la casa de mi tía —sí, pues—, y fui al parque, estaba sentada haciendo jugar a Sandra, estaba ahí, y él había venido ahí. Porque de su casa de mi tía para el otro lado se ve, desde el tercer, desde el segundo piso se ve el parque del otro lado; me habrá visto ahí, qué se yo. Había venido. Entonces le veo, «Qué hará este joven por acá» y me acordé que mi tía decía que andaba solo, no tenía mujer. «Querrá chismosear algo», digo [risa]. Siempre pensando eso. Y ahí me dice «¿No quieres ser mi novia?», me dice. Yo le digo «¿Qué?». Yo le dije de frente «Yo no estoy buscando un marido —le dije—. Yo estoy buscando un padre para mi hija», le digo. Pero cómo es, ¿no? Uno inconscientemente dice todo eso.
Tamia
Mmmh.
Justa
Así yo le dije. Y así, en esas conversaciones creo que… y él me dice «Ya, no te preocupes, yo voy a cuidar a Sandra, yo voy a ser como un padre. Porque yo te conozco a ti desde tu embarazo», me dice. «¿Qué?». Y luego me recuerdo que él ha trabajado con su papá de Sandra allá en la casa de Jaime Yoshiyama.
Tamia
Ah…
Justa
Y que era su amigo del papá de Sandra, entonces yo siempre a veces llevaba su desayuno, a veces iba donde que trabajaba su papá de Sandra. Él me habrá estado viendo por ahí, ¿no? «¿Cómo así tú me conoces?», le digo. Y ese tiempo, cuando yo me había escapado de… Cuando me había venido de Canto Grande para vivir a la casa de mi tía, también peleándonos con paisana, ¿no?, he conseguido trabajo ahí… «No, yo soy su amigo de Bruno». Ahí sí me dio cólera: «Ah, sí, pues, me acuerdo que tú eres su cómplice de todos sus tonterías»…
Tamia
Ah, él era.
Justa
Ajá. O sea, él vivía en una casa ahí y le alquilaba el teléfono de la casa. Ahí yo digo «Ah, pero tú también eres de ese mismo tipo», le dije [risa]. ¡Estaba peleando al principio de conversación! «No —me dijo—. Yo no soy esa persona. Bruno es mi amigo. Yo nada más le hacía el favor, ni le hacía el favor, porque yo le cobraba por hacer llamada del teléfono». «Mmmmh, ya», ¡reclamando una cosa por otra, ¿no?! «¿Ah, sí? —le digo—. No sé, voy a pensarlo». Y después, bueno, ahí quedó. Él ahí me dijo que me había visto, «¿y —le dije— por qué nunca me hablaste? «Si esa vez que has venido a buscar a Bruno cuando hablaba con su amiguita… —me vio gritando— y casi me has empujado para entrar a la casa». Me acuerdo que cuando él abrió así, todo con cara de molesto, «Este miserable, otro cómplice, otro cochino…», quería chancar a los dos ahí [risas]. Y nada tiene que ver con… Y así. «Ahí te veía con Sandra, desde el embarazo te he visto, de chiquita cómo crecía, andabas toda una flaquita con una faldita acá bien…», no sé qué. «¿Todo eso me has mirado?», le digo [risa]. Y había una conversación como que me hubiera conocido tanto tiempo. Y así… Pero yo nunca tuve ningún sentimiento hacia él. Era como un amigo, pero sin embargo ya había aceptado ser su novia [risa]. Pero yo no me consideraba novia, sino que estaba buscando un padre para mi hija. Y así, una que otros invitaciones, y le digo a mi tía «Tía tu sobrino dice que quiere que sea su novia», le digo [risa]. Y mi tía me dice «Ah, si él es soltero, no tiene ni hijos, nada, ha estado en el ejército, de ahí ha vuelto a vivir acá, está trabajando en tal sitio», no sé, más detalladamente me cuenta mi tía. Cuando me dijo que ha estado en el ejército… «Este también será un delincuente, un maniático, habrá matado cuánta gente», por mi cabeza ha pasado eso. Pero yo le veía que no era violento, era un hombre comprensivo, escuchaba lo que hablaba, pero yo no lo veía como esos militares que… el que me ha tratado, ¿no? Como que más tenía otro lado humano, como preocuparse por una hija que ni siquiera es su hija. «O será al principio así —yo decía, pues—. O será al principio así, o cómo será eso». Pero veía que también con sus nietos de mi tía se jugaban, hablaba bromas y siempre hablaba bromas pero medio con doble sentido. A mí me incomodaba eso. «Medio ridículo este hombre» [risa], pero igual había aceptado porque yo estaba en esa busca de padre de mi hija. Así. Entonces creo que como pasó tres meses, no sé, no me acuerdo, pero la cosa es que acepté y le dije a mi tía… «Tía, tu sobrino…», y mi tía me dice «Sí, pues, es solo; si quieres puedes casarte con él», me dice; era la recomendación de eso. Pero a lo largo de esos días me había… No tenía ese sentimiento de enamorarme de un hombre, ¿no? No estaba pensando querer, sino que ¿cómo es, no, cuando uno piensa, no?: «Quiero ese padre para mi hija». Yo le veía que se preocupaba por mi hija, a veces compraba cositas y yo decía «Pero si es solo, no tiene hijo…» y luego decía «Si no tiene hijo de verdad va a querer a mi hija como su padre; pero no es su padre…», y a la vez tenía bronca para su padre y ese padre lo que tenía también le quitaba, le daba a otra, a otras mujeres, ni siquiera… Toda esa confusión. Y luego a mi tía de acá le conté y mi tía me dice «Si quieres pueden irse a vivir a Manchay», me dice, porque mi tía en Manchay tenía un terreno —que lo que había cuidado con Sandra—, me iba a regalar, luego me iba a vender, no me vendió nada…
Tamia
¿Ah, sí? ¿Ahí quedó, el terreno? Yo pensé que ya tenías un terrenito ahí.
Justa
No. Entonces me dice «Puedes irte a vivir». Lo que no me acuerdo con Sandra si mandé allá o no, pero la cosa es que creo que ha ido a recoger sus papeles, no sé cómo fue. Entonces acepto estar con él. Pero hasta ahora no entiendo ni me voy a explicar. Le dije a él por la misma razón que sufrí violación; por la misma razón que viví con papá de Sandra, que era un mujeriego; después tuve otra pareja, también tuvo hijos, tuvo mujeres, y pensaba… tanto que me decía que era prostituta, que… y tal cual, hasta pensé que de repente tengo enfermedad, sida, algo, ¿no? Yo le dije a él: «Antes de tener intimidad —le dije—, mira, una cosa —le dije—, si tú quieres estar conmigo, primero tendrás que chequearte bien y yo también, ahí vamos a ser pareja». Entonces él se hizo su chequeo, yo me hice mis chequeos, todo. Salió todo bien…
Tamia
Tenías miedo…
Justa
Ajá. Tenía miedo, ¿no? A pesar de que él era soltero, pero eso estaba en mi mente, ¿no? Todo. Luego tuvimos intimidad. Pero yo la verdad no es que quería tener intimidad, creo que esto era como acto de recompensa de que ese padre que había conseguido para mi hija. Eso. Así que… pero siempre cuidándome, ¿no?, porque yo le dije «Yo no quiero tener más hijos —le dije—, no quiero tener más hijos. Primero porque —le dije—, mira, yo tuve una pareja que quise de verdad —¡en su cara le dije!—. Está en Buenos Aires. A ese hombre le dejé con el dolor de mi corazón, porque yo tenía proyectos con él, y creo que… eso no va a pasar —le digo— porque no… ese sentimiento yo creo que nadie [nse] por eso tienes que tener presente —le dije—. Y me dirás… si quieres, me aceptarás tal como soy, no soy una mujer de lo que buscas». Entonces me dijo «No te preocupes…». Yo le dije todo eso, tal cual, pero él no me dijo «okéy, tú eres tal cual, eres una puta», pero no le dije que tuve relaciones, o sea no le dije que tuve el trauma psicológico de la violación. Entonces, yo le dije eso. Aceptó y le dije «Yo no voy a cuidarme, no quiero tener hijos. Primero, a Sandra tuve, me pasó tantas cosas, que su padre no ha querido, tú mismo lo sabes —le dije—; y otro: tuve pérdida de embarazo, en Buenos Aires. Y no quiero —le dije—. Y no me he dado cuenta cómo ha sido». Así. Entonces, de ahí «No [nse]» como vivíamos allá (nos fuimos a vivir en la casa de mi tía), ahí de frente que era yo quien podía decidir, ¿no? porque estaba bajo mi mando, era las cosas que yo quería, no lo que él [risa] y no me pedía… si yo no quería tener sexo, me tenía que pedir, pedir, pedir, ya digo «Ya, pues, ya toma», en fin, pero no es que… nunca he tenido ese sentimiento de abrazar, nada, ni besarle, cero. Él igual es así, como que también creo que él… no se comporta así. No es que me esté tocando, que me esté abrazando, que me diga… «Te amo» no me dice, yo tampoco. Creo que nos hemos juntado como un acto de necesidad, tal vez él también sentía un abandono de madre, no sé. Entonces algo así empezó, luego él me pidió para tener hijos. Le dije «Yo no quiero tener hijo; te dije, ya hablamos desde un inicio —le digo—. Desde un inicio, porque no quiero. Sandra es la única, no puedo tener más hijos, no quiero, no, no, no. Hay muchas dificultades, uno tiene que para esto, esto. Para eso no creo que des… Sé que ganas lo suficiente, pero no…». Otra cosa era que… tengo un trauma desde un inicio, de niña. A pesar de que mi padre era el que hacía solvencia económica de todo, pero siempre mi padre dijo, cuando había discusión con mi mamá, decía «¡Yo soy la que gasto acá, yo soy la que pago el estudio, yo soy lo que compro ropa, yo…!». A mi madre le sacaba en cara mi padre. Yo escuchaba eso de niña y yo decía «¡No va a haber ningún basura de hombre que me diga eso!» [risa]. Cómo es, ¿no? Entonces y siempre tengo esa duda de pedir, o decir… Yo veo otras señoras «¿Sabes qué? Mi esposo tiene que pagar esto, pagar el otro», pero yo no puedo, eso no va conmigo. Es algo como que me siento… si le voy a pedir me siento como una limosnera, o algo así.
Tamia
Sí, la dependencia económica es difícil, ¿no?, porque después uno no puede tener libertad, como tú decías.
Justa
Ajá, eso. Entonces todo eso estaba en mi mente, y…
Tamia
¿Tú estabas trabajando en ese rato allá, en las escobas?
Justa
Yo seguía trabajando en las escobas, porque yo estaba buscando trabajo y a la vez trabajando ahí, no era que estaba… No puedo ni descansar, es algo que no me gusta descansar. Un día descanso, me siento como que… prácticamente inútil, no he hecho nada, así. Entonces así pasó. Y luego él me dijo «Pero hay que tener una hijita, que Sandra va a crecer… Eso no quiere decir que vamos a descuidarnos… Un hijo…» y después me daba pena porque de verdad él no tenía hijo. Y Sandra no es su hija [risa]. ¡Cómo es que uno hace por pena las cosas [risa]! Pero no era un hombre que me celaba, no me decía por qué llego tarde, o a veces llegaba… a veces hacía mis cosas, también, no me dice «Por qué estás haciendo eso». Lo veía diferente. Entonces encontré esa tranquilidad en esta persona, pero también tenía duda de tener hija, digo «De repente va a cambiar —decía—, de repente si tengo hijo ya me empieza a pegar o de repente me va a celar porque le dije…, bueno, él sabe que tuve marido, tuve otro compromiso allá, él sabe que yo le estoy queriendo a esa persona», todo eso. Después este… pero eso no quería decir que me había olvidado de esa persona; yo todas las noches lloraba por él, era una cadena: primero lloré de mi infancia, lloré de mi hija, lloré por él, que le extrañaba. Así. Entonces, este, luego, tanto que me rogaba, «Está bien, me voy a hacer un chequeo —le dije— porque tuve un pérdida de embarazo». Y aparte ya tenía años, «De repente salga un hijo enfermo, qué se yo». Y… me hice chequeo, tomé algunas vitaminas, bueno… y salí embarazada. Y creo que… Y de ahí me hice prueba del embarazo, estaba embarazada. Entonces, este, de ahí ya me dijo «No puedes trabajar eso, deja de trabajar». «No, no, no, yo tengo que trabajar —le dije—. Yo nunca he dejado de trabajar por nadie», le dije. Yo sabía que ese reclamo de mi padre que hacía, de algún momento puede pasar [risa]. Creo que ahora soy yo como mi padre [risa]. A veces algo me dice, yo me pongo en su frente, le digo «Sabes qué, no ha habido ningún cabro —discúlpame que hable así, porque yo le digo de frente, será por la ira que tengo hacia mi padre por haber estado poniendo en cara a mi madre— que me mantenga a mí», digo. Así yo le digo. Así que yo seguía trabajando ahí. A Sandra la hemos puesto a estudiar en un colegio particular en Manchay. Entonces creo que Sandra se vino, no sé cómo fue, o de medio año creo que se vino, no me acuerdo. Así, en la mañana nos levantábamos —eso habrá sido el siguiente año, ahora que me acuerdo—. Creo que Sandra se fue a estudiar allá, no me acuerdo bien. Entonces, este… Para entonces en la casa de mi tía que vivía —era una casa, un terreno de metros cuadrados, pero está dividido una parte que había sido supuestamente para mí, que no me ha querido vender— venía su nuera de mi tía, que ella no quería… ella vive acá, pues, le han dado todo el segundo piso, pero a propósito venía, porque antes no iba a ese terreno, ese terreno no cuidaba, nada. No iba. Entonces los domingos, los sábados iba allá a cocinar, y se me había ocurrido criar patos a mí, todo del campo, con mi mente del campo [risa] y tenía bastante pato, gallina, y hasta había hecho su poza del pato para que se bañe, su agua, todo. Ella, cuando venía, a todos los patos lo encerraba, corral. A la gallina. «No, ensucia mucho, que el otro…». Pero si es campo, ¿no? Así maltrataba. Eso no me gustaba a mí, pues. Mi tía me dice «Te puedo vender ese terreno del lado», me dice, lo que me había separado. Le digo «Ya tía, pero si me quieres vender quiero que me hagas un documento —le digo—. Sí, yo voy a pagarte —le digo a mi tía—. Véndemelo, si no, para irme ahí al costadito, ¿no?, al de 150», entonces le digo que me haga el documento, y mi tía me dice «No, el documento va a salir un solo nombre, que salga a nombre de Richard», para mi primo, pues. Yo le digo «Pero tía, es que yo tengo que pagar agua, luz, todo eso tiene me que venir recibo a mi nombre, lo que me corresponde a mí, porque yo voy a vivir en esa zona». Y el otro: «No, así no quiere Richard», me dice.
Tamia
«Así no quiere Richard…».
Justa
Mmmh. Richard es mi primo. Entonces, este, yo dije pero que voy a hacer acá viviendo. El terreno no es mío, viene su mujer de mi primo a torturar a mis bichos… [risa]. Entonces no, pues.
Tamia
A tus patitos.
Justa
A mis patitos. Me acuerdo que un día al pato bebé lo había dejado en el agua, yo había comprado una tinita especial para el pato, me había olvidado todo el día y regresando del trabajo voy, el pato estaba todo asisito [risas], pero seguían vivos. Entonces, de ahí, en el trabajo —que seguía trabajando ahí, por esa miseria, pero tenía un ingreso, aunque sea una miseria, no conseguía todavía trabajo—, entonces, este…. este, cómo se llama, un joven vino, que vivía acá en Matasango y me dice «Hola, dónde vives», me dice. «En Manchay», le digo. «Yo también vivía antes en Manchay», me dice. «¿Sí? Dónde, en qué parte», le digo. «No, yo, en Portada», me dice. «¿Y qué pasó, ya no viven?». «No, me separé de mi esposa y mi esposa se fue a España…», ah, no: que estaba tramitando sus documentos para irse a España. «¿Pero tu esposa?», le digo. «Se va a ir. Pero estamos en la misma casa, pero separados». Vivían en la casa de… se habían venido a la casa de su papá, pero estaban separados. Él creo que se había ido con otra mujer ya. Entonces: «Tenemos un terreno en Portada, con título…». Y yo le dije «¿No quieres vender?», le digo. «Sí —me dice—, si quieres, pero tendré que hablar con mi esposa». «Pero si ya han separado», le digo. «No, es que el título está a nombre de los dos». «Ah, ya, ya, ya. Véndeme, pues, a cuánto quieres vender». «Pero es en cerrito —me dice—. A tres o cuatro casas creo que para arriba». «Ya, yo quiero ir», le digo. Entonces le digo, pues, a mi pareja, «Hay un joven que quiere vender su terreno en Portada «, le digo. «¿Ah, sí? —me dice—. Pero no tengo plata», me dice. «Sí, pero yo tengo —le dije— Voy a comprar yo» [risas]. Como yo tenía la plata, algo de ahorro, lo que había guardado de allá… y sí tenía alguito, ¿no? «Ya, está bien». Entonces, este, yo dije al joven «Quiero ir a ver, domingo». Fui a ver y había una chocita chiquitita, lo demás era cerro, era el último terreno de los terrenos que están ahí. Y él va, me dice «Ah, eso es polvo, tierra, qué feo, yo no me acostumbro a vivir, suficiente que me vengo a vivir acá —me dice—, que en la casa de mi tía está [nse] y también hay polvo, pero igual, pero el otro era demasiado. Yo le dije «Mira, tú quieres vivir conmigo o te quieres ir a la casa de tu tía —le digo [risa]—. Si no, vuela, porque yo no pienso quedarme acá tampoco», le digo. Entonces me dice, este, «No sé, dónde sea iré contigo», me dice [risa].
Tamia
¿Tú ya estabas panzona?
Justa
No todavía.
Tamia
Ah, todavía.
Justa
Entonces me dice «Vamos» y fuimos a ver el terreno. Entonces hicimos trámite, todo. Después en ese trámite también ha habido problema porque su esposa no quería vender, luego sí quería vender, pero quería la plata ella, todo, y yo le dije «No sé cómo se reparten, pero yo les voy a pagar la cantidad que ustedes me están pidiendo. Hemos hecho un trámite de terreno y compramos, y el terreno compro y pongo como titular a él y a mí como subtitular [risa].
Tamia
¿Por qué?
Justa
No sé, yo le… No sé, no soy materialista, como se dice. Yo digo «Si me pasa algo, ah, él se quedará». Así. Entonces compramos el terreno, compré, hice poner luz, saqué luz, todo, y le dije «Mira, ya está el terreno, nos vamos a vivir ahí… Hay que ampliar un poco». Hemos ampliado una parte, hemos puesto otra igual, otra con choza, igual, porque era un cuarto chiquitito, ya todo ahí, «Y ahora vamos a ir a vivir ahí». Y él me dice «No, yo no quiero ir a vivir». «Bueno, no sé, si quieres regresa, yo me voy a vivir ahí con mi hija» [risa]. Entonces así como sin querer, sin querer, ya fuimos a vivir ahí, pues. A mi tía le dije «Tía, me compré otro terrenito y me fui ahí [risa] —le digo, y mi tía ni se había enterado—. Pero los patos, la gallina, te dejó ahí, tía» [risas]. «Ay, pero cómo va a ser», dice. «No, tía, te regalo los patos», le digo. Entonces «Ya, entonces yo iré a dar de comer dos veces o tres veces a la semana —le digo—, a los patitos» [risa]. Entonces ya así arreglando nos fuimos a vivir. De ahí me parece que Sandra ya estaba con nosotros. Le mandé al colegio, un colegio particular, por ahí era. Se llama María Angélica, María de los Ángeles, el colegio. Y yo en ese año mismo… Sandra creo que no se ha ido, creo que ha ido traer sus papeles, nada más. Entonces tenía su… le mandaba al colegio, en la mañana le mandaba (sí, no se ha ido; se ha quedado conmigo Sandra). Entonces le mandaba todo —nos levantábamos temprano—, su lonchera, sus cosas, todo. A Sandra le mandaba al colegio y yo me iba… venía todavía a trabajar. Venía a trabajar. Entonces, este… y hacíamos ese vida de padres. Y durante ese tiempo nunca ha habido una discusión con él. Siempre…
Tamia
Hacían vida de padres con tu pareja.
Justa
Ajá. Entonces, cuando él llegaba… Pero durante ese tiempo siempre se preocupaba por Sandra. Como que si compraba algo, «Para Sandra», según algo, «para Sandra». Entonces yo me sentía tranquila. Pero también había una preocupación ya, porque ya para entonces ya también estaba embarazada, pues, ¿no? Entonces yo decía «Cuando me hice prueba de embarazo salió positivo —decía—… de repente va a cambiar porque va a tener otro hijo, ya la preferencia a Sandra…», también había una preocupación. Yo dije «No sé, pero él ha aceptado las cosas tal como yo le digo; sino, ya le mandaré al diablo» [risa]. Estaba en mi mente eso.
Tamia
Y Sandra ¿qué pensaba de que estabas embarazada?
Justa
Sí creo que ese le chocó a Sandra. Porque… ¡y Sandra nos ha hecho una mala jugada! ¿Qué ha pasado? Que yo le mandé a ese colegio, al colegio particular, y me acuerdo de que un día, este, Walter viene… —ni siquiera se llama Walter, él, su nombre es Wagner y nosotros le decimos Walter [risa]—, viene, me dice «He regresado temprano del trabajo y parece que Sandra estaba… me parece que ha estado todo el día acá, porque estaba todo ropa mojada… ¿Qué ha estado haciendo?», me dice. Entre mí: «Él quién es para que me diga qué estaba haciendo, mi hija puede hacer lo que sea». Luego digo «¿Pero por qué él se preocupa…? Como parece que es el padre…» [risa], todavía. Y un día me encuentro con mi tía, que vive acá por [nse]. Había ido, dice, a Manchay, entonces me dice «Qué bueno que Sandrita siempre va a ver los patitos», ¡me dice! «Cómo tía…. ‘siempre va'». «Sí, ha ido a ver los patitos. Cuando he venido, hasta había jugado con muñequitas», me dice. Yo: «Pero Sandra va al colegio, en qué momento… Saliendo del colegio habrá ido», estoy pensando eso. Y resulta que Sandra ha estado yendo al colegio… Yo también he confiado en Sandra, le daba la plata de la mensualidad le daba a ella. Entonces: «Le pagas a la directora; pagas», y confiando, y luego Sandra, este, Sandra había estado faltando tres meses ya al colegio.
Entonces, este…, yo voy a pagar el siguiente… Como todos los días yo le mandaba al colegio su lonchera, todo, un día le hice cambiar, le digo «Sandrita, hoy voy a hablar con la directora cómo están tus tareas». Sandra se puso un poco negativa: «No quiero ir, hoy día me siento mal», me dice. «¿Cómo te sientes mal, hijita, si estabas bien?». Yo ya mi barriga estaba creciendo ya. Entonces dice «No, no, no quiero ir». «Vamos». Voy… y… Ella se había hecho unas… de los libros se copiaba algunas supuestas tareas y me decía «Esta es mi tarea de hoy día, mamá». «Voy haciendo mi tarea, mamá». Ella solita se hacía su tarea [risa]. Yo también no le estaba tomando en cuenta todas las cosas. Y su cuaderno de control, ella había falsificado la firma de la directora. ¡Hasta mi firma había falsificado! De ahí, cuando voy al colegio, voy a pagar, «Señora, cómo usted va a venir a pagar, tres meses no ha venido su hija a clases», me dice. «¿Cómo dice, directora? —le digo—. Directora, yo los tres meses he pagado —le digo—. Acá están las firmas, acá está el cuaderno de control». Mira, y «Señora, esa firma no es mío, en cada firma mío yo pongo sello» y yo le había dicho a Sandra: «Sandra, pero ¿por qué no ha puesto sello la directora». «No, es que no tenía tiempo, había muchos padres de familia, estaban en cola, y ya me firmó y salimos». «No, pues, justo…», le digo. Y de ahí casi me da infarto, porque la mensualidad de los tres meses… Para entonces ella, esos días, los domingos iba donde el padre. Entonces si yo… porque había un documento que era más favorable al padre y sí, tenía que dejar que el padre lo vea, que vaya donde el padre, porque también si yo le decía «Ya no vayas» el padre va a arruinar toda la tranquilidad, todo lo que se está tratando de… estudiar Sandra, ¿no? Entonces la directora en su delante me dice «Señora, yo que fuera usted… Usted está pagando la mensualidad, está educando… Si usted quiere, en la formación yo le voy a dar una buena latigazo, ¡calata!», me dice. Yo, cuando dijo eso, no le dije nada; me quedé callada no más. ¿Y los pagos, y la plata? Y Sandra había aparecido con… había traído, este…, había traído collares, aretes, y eso yo le dije a Sandra «Y Sandra, ¿esos aretes?». «Ah, mi papá me los compró, mi papá me los compró». Y yo dije «Pero ese miserable tiene plata pare comprar esas sonseras, en vez de dar siquiera su diario, para darle para su alimentación, para sus cuadernos, su uniforme, lonchera del diario», renegando, ¿no? «Pero qué tipo de hombre será para comprar aretes…», pienso, ¿no?, renegando entre mí. El padre ni siquiera le daba pasaje, sino ella agarraba de esa plata de la mensualidad para ir a ver a su papá. Y con esa plata se había comprado aretes yendo a la casa de mi tía donde vivíamos antes, ahí donde están los patos; una de las vecinas vendía —con ella se habían hecho amigas—, y si no me alertaba Walter, no me daba cuenta. De ahí la directora me dice eso, entonces voy a la psicóloga con… Dije «Voy a buscar a un psicólogo». Había por ahí una psicóloga particular. Llevo, y la psicóloga… Antes de eso yo le llevaba al psicólogo, y la psicóloga… antes de eso llevaba a la psicóloga todavía yo, antes.
Tamia
¿A Sandra?
Justa
A Sandra, antes que pasara eso. Y justamente para apoyar en su tarea la psicóloga decía «Miras tal hora la… miras tal hora este… televisión, y tal hora a tal hora tu tarea». Y a Sandra yo le decía «Sandrita, ver tele de tal hora a tal hora, de acuerdo a lo que dijo la psicóloga, y tal hora a tal hora es tu tarea». «Sí, mamá, acá tengo…».
Tamia
Ahí sí era bien «obediente».
Justa
No, desde antes, antes de enterarme lo que estaba pasando.
Tamia
Claro.
Justa
Entonces, hasta a la psicóloga le ha engañado [risas].
Tamia
Era obediente frente a ti, pero tenía su doble vida.
Justa
Su doble vida. Entonces cuando yo voy, este…, de vuelta voy, pues, a la psicóloga, «Psicóloga, esto ha pasado —le digo—. Usted se acuerda que hemos puesto su tarea, tal, tal iba a hacer», le digo a la psicóloga, y la psicóloga me dice «Señora, cómo es posible que nos haya engañado a las dos» [risas]. ¡Sandra era más psicóloga que la psicóloga! [risa]. Entonces a Sandra le pregunto «Hijita, pero por qué no estás yendo». «Mamá, en matemática no puedo, estoy bajo, y la directora un día me dio un reglazo en la mano y nos ha dicho que todos los que están bajo en nota van a mejorar, y si no, les va a caer chicote en la formación, porque sus padres están pagando». Entonces era por eso que ella había dejado de ir, y no me había dicho, nada.
Tamia
Tenía miedo.
Justa
Tenía miedo y nos estaba engañando. Y a la psicóloga le digo «Esto se pasó»… Entonces la psicóloga lo único que me dijo, pues, «Uy, cómo nos ha engañado, señora, mejor le sugiero que cambie de colegio. Tienes que poner en un colegio estatal, donde que le tenga tolerancia. Bueno, como es particular es muy exigente y, aparte, ella viene de la sierra, no se ha preparado bien». Y es verdad, pues, yo digo: «Si ella ha estudiado allá, entonces qué… allá no está el papá, no está nadie, no le… no le… no ha habido apoyo. Entonces «A mí también me está mintiendo. Y me dice la psicóloga » Tengo… este… el director del colegio San Francisco de Asís es mi amigo, voy a hablar y ahí lo vamos a pasar», me dice. Ya no volvió al colegio Santa Ángela. Entonces «Ya, hija, te pondré ahí». Porque tampoco me voy a quedar a pelear o gritar o maltratar, porque… yo lo he dejado, no lo tenía, no ha estado conmigo, no ha estado con su papá (no le dejé porque yo quiero, ya pasó por qué). Entonces «Y por qué está mintiendo, esas mentiras vienen del padre, está absorbiendo todo eso del padre, engañar, mentir y no decir la verdad». Entonces… este… le cambié de colegio. Ahí seguía llevando a la psicóloga. Ella tenía un tic, cada rato cerraba el ojito. Su padre también tenía eso. Yo no sabía qué era eso, a qué se debía eso. «Será hereditario», decía. De ahí le llevaba acá por La Molina, al centro de salud, ahí llevaba también al psicólogo, al terapia le he llevado. Así estábamos, andando, y Sandra seguía estudiando. De ahí ya nos chocó bastante cuando… Yo pienso que el embarazo también le chocó, qué estaría pensando, no sé cómo, pero de ahí cuando ya dejé de trabajar creo un mes, como ya va a nacer mi bebé… Antes de eso, cuando tenía ocho meses, creo, cuando me hago prueba de… test de… si era hombre o mujer… Él quería tener un hijo varón. Supuestamente quería tener hijo varón… Todo ese tiempo siempre tuve duda de que de repente algún día va a cambiar él, ¿no? Entonces me hago test de embarazo, me dice «Señora, su bebé es mujer». Voy a la casa, le di el resultado, «Dice que es mujer», le digo, y él me dice «¡Yo quería tener un hijo varón!, ¡yo no quería mujer!». Ahí me dio ganas de agarrarlo a escobazos y mandarle no sé qué. Pero me controlé, dije «Pero si el hijo, primero, el que quería era él y no yo… y aparte él ha querido tener hijo, y es su problema que no haya tenido hijo varón» [risa]. Y así, pero de cólera lloraba, lloraba y decía «Pero antes de tener el emba… antes de… que el bebé tendría dos meses, así, después que me había hecho el test de embarazo siempre decía y «este va a cambiar algún día, de repente la situación se va a arruinar», por las cosas que había vivido, ¿no? y decía «¿y qué pasaría si aborto?». Así pensé. «¿Y cómo ese ese aborto? —¿no?—. Y cómo ese bebé de embarazo se perdió, en qué momento, qué pasó. Qué me está pasando», ¿no? Y luego digo «Y pero por qué estoy pensando en el aborto, si yo tuve a Sandra muy jovencita, he peleado, he luchado por tener ese bebé y qué me pasa, por qué pienso en el aborto». Decía «Creo que es por lo que viví con Sandra y eso…». Y de ahí digo, como he pensado en el aborto, digo «Y cómo será, y a dónde voy… O es que, normal, ese aborto natural quizá me vuelve pasar». Así. Pero después recapacité y dije «Pero si tuve a Sandra una joven inexperta, no tenía dónde ir, ahora puedo trabajar puedo sobrevivir donde sea, he ido a tal sitio, el otro, aparte tengo a Sandra, cómo sea, dos hijos no es nada», dije. Y cuando salió ese resultado, cuando él me dice que no quería un hijo… quería hijo varón e hija mujer no, lloré de cólera. Yo sabía lo que iba a pasar, estaba pensando que algo iba a pasar. Y después estaba molesto. Él ni se ha dado cuenta, como no tenemos ese contacto de amoríos, ¿no? y eso; entonces ni se habrá dado cuenta, pero yo sola, así. Y veía que «Ay, no puede ser, él parecía tan bueno, luego malo». Eso. Y todo este embarazo, hasta… Yo decía «Pero él nunca tuvo hijo» y todo el… Como él no tuvo hijo, también yo pensaba «¿O no será que este hijo no es de él?» [risa]. Tantas cosas [nse]. «De repente, de repente algún bebé —el bebé de Buenos Aires— me he traído, está por algún lado de mi ovario, estaba guardado», pensé yo. «Porque si este hombre nunca tuvo hijos con nadie, qué raro… De repente este… no es hombre, de repente fue una ayudada, nada más». Y así. Y así ya estaba con el embarazo. De ahí empecé… Creo que mis sentimientos, como nunca hubo un sentimiento tan fuerte de él, era nada más conveniencia, no había este… Después de llorar me repuse, me… «Ah, no voy a hacer caso a este hombre, tal vez no es ni su hijo de este hombre», dije. Así. Y después, cuando ya iba faltando un mes para dar luz, tenía que estar en reposo ya, porque el doctor me dijo «Vas a ser cesárea», me dice, porque mi bebé era chiquito y, aparte, yo era una mujer ya cesareada, era estrecha, no sé hasta la fecha qué significa estrecha… Entonces este… «Otra vez cesárea, ahora otra vez me van a cortar la panza», así… Pero de ahí yo, este… ah, dejé de trabajar y Sandra de lo que iba con carro al colegio —iba con carro—, luego ya [nse]. A Sandra le dije «Sandrita no voy a trabajar, ya voy a tener el bebé». Sandra… También ¡cómo es la niña! se daría cuenta, me dice «Mamá, ¿sabes qué? Me voy a levantar más temprano y voy a ir a pie al colegio y voy a regresar a pie. Ya no voy a tomar carro ya», me dice.
Tamia
¿Por qué? ¿Para ahorrar?
Justa
Porque ya iba a tener otro hermano. Entonces, este… Yo normal le decía «Anda con carro». «No, no, no, no, no». De ahí mi papá vino de la sierra. Cuando vino mi papá era para que nazca el bebe ya, entonces me fui al hospital. Mi tía de abajo —que era su… que su esposo era su tío también de mi marido—, fui a su casa de ella porque ya tenía dolores para el parto. Mi tía me bañó con unas hierbas, me dice «Mejor da el parto normal», me dice. Le digo «Pero tía, dice que es cesárea, parto normal no es». Ella también no tiene conocimiento. Así con esas hierbas bañada fui al hospital. Me acompañó mi marido, mi prima… Ah, yo no quería ni verle a mi marido, «Ay, este miserable le odia a mi bebé [risa], [nse] ojalá que se muera también, no quiero ver» [risa]. Con todos los dolores me fui al hospital. Ahí me atendieron, me hicieron cesárea, había un médico bien bueno, el doctor me dice «Te vamos a hacer cesárea porque tu bebé —me revisaron—… No, no puedes dar parto normal —me dijo—. Eres estrecha y aparte…». No sé, creo que con el dolor no aguantaba nadie quien me tocó, me dijo «Su cabecita de tu bebé es muy chiquita —dice— y eres estrecha, se va a maltratar, así no va a nacer bien», me dice. «Ya, aunque sea, no importa, que me hagan lo que sea» [risa]. Me hicieron cesárea, sala de operación, todo. Y la bebé por suerte salió… nació normal. Me acuerdo que cuando nació yo lo quería tener en mis brazos, que a Sandra no pude tener, pues, estaba así, enfermita, y me alegré que esta sana, ¿no? Y acá también siento otra vez un rechazo, que el padre no la quiere porque es mujer. Entonces ahí nació el bebé y creo que el bebé ha sido muy rebelde [risa] porque está… yo veo que está bañándole enfermera, de seguro ha sido… después de mi operación me pasaron creo que… no me acuerdo bien, pero la cosa es que le bañaban, al bebé casi lo sueltan, empezó a llorar «ahaahaha» y «Uy, la bebe casi se va».
Tamia
Quería regresar a la panza.
Justa
Quería regresar. «No quiero llegar a este mundo horrible» [risas]. Así bañando me lo trajo a mi brazo, ahí lo tenía a mi bebé. Chiquitita, Silvia. Entonces, este… de ahí vinieron al día siguiente a visitarme. Vino mi marido, vio, yo no quería ni que le vea al bebe, decía «si es mujer no quiere verla, a qué habrá venido este, ¡que se largue!». Le odiaba, no le quería ni dejar ni que vea. Vio, no tenía un cariño ni abrazarlo, nada. Lo vio: «Ay, chiquita, que el otro…», se fue después de la visita. Después entró su prima, también es mi prima. Ella lo remata todo, dice «Ay, este… Wagner dice que ‘ahí está en su brazo de su mamá, ha nacido mujer y yo quería hombre, ojalá que se caiga de la camilla también, que se muera'». Yo estoy en la cama postrada y —con mi bebé— y la otra viene, mi prima, y me dice eso. «Ay, ¡¿qué se muera?! Y por qué tengo que… Por qué se me ocurre dar hijo a un parásito. Son… otro enfermo, parecía bueno, Ojalá que se muera ese miserable, no la quiero ni ver [risa]», una madre que le odia, que empieza a odiarlo al hombre. Se fue, dijo «Voy a venir mañana» diciendo se fue, pues, ¿no? Yo entre mí no más, lo que él dijo que quería hijo varón, «¡Qué me importa! Siempre he pensado que él no es su padre [risa]. No es su padre, pues, qué me importa», digo. Después, cuando me cuenta todo eso… ya estaba como tres, cuatro días creo en hospital, vino mi papá a visitarme, diario venía él traerme… venía traerme gelatinas, estaba ahí mi papá.
Tamia
Tu papá.
Justa
Mmmj. Y sentía que mi papá no me había abandonado [llanto]. Toda mi vida he pensado que mi padre me había dejado, y estaba equivocada, y a pesar que yo era vieja, mi padre vino de la sierra y al verme que estoy enferma estaba conmigo [Llorando].
Tamia
No podía, pues, él…
Justa
Eso… a pesar que mi papá estaba… Estaba conmigo, entonces mi padre nunca me ha abandonado. Y él no tenía ni siquiera un trabajo seguro, pero él hacía lo posible. Y luego digo «Cómo es que he dado hijos a padres que no quieren a sus hijas» [Llorando]. Lloraba por Sandra y lloraba por Silvia. «Y este miserable de su padre de Silvia dice que quiere un hijo varón». Ahí empiezo, dije «Toda mi vida he pensado que mi padre nunca me ha querido, mi padre sí me quiere», ¿no? Y así dije, «Si yo ya soy vieja y mi padre viene a verme». La diferencia, ¿no? Y así. «Cómo sea voy a tener a mis dos hijas». Primero, él quiso tener hijo. Yo no le dije «toma tu hijo» y tampoco le pedí que sea mi pareja, ni siquiera; él quería, ¿no? Y al día siguiente no vino, él. «Ah, seguro como dijo que no quería hijo mujer… Mejor que ni venga, mi papá está acá, me va a…». Me sentía fortalecida, también. Y vino su prima, otra vez vino visitarme, también es mi prima; él, después de haber dicho que había salido diciendo que «Ojalá que se muera, que se caiga también de la camilla», como él había venido con el carro de su trabajo, con la camioneta, había chocado al regreso. Y me dice «Walter no ha venido, había chocado, dice, ayer, y ha llevado a hacer planchar la camioneta». «Yo quería que se muriera», dije entre mí [risas].
Tamia
De repente era tu energía, tu rabia, que le hizo chocar.
Justa
Toda mi maldición [risa]. Pero debió morir, porque para qué existe si no quiere hijos, para qué tiene hijos si no quiere hijos.
Tamia
Y él te pidió.
Justa
Y así. Y así fue. Entonces ya después vino ya al tercer día. Mi papá… Creo que una semana estuve en hospital, no me acuerdo bien. A mi papá le dije «Papá, dile a Sandra por favor que me mandé tal, tal ropa —porque como hacía frío, para hacer mi alta—, que me mande abrigo» y me trajo más ropa de verano que de invierno [risa]. Y Sandra había logrado entrar, se había escapado, dice, el control, y había entrado.
Tamia
Qué linda.
Justa
Me dice «Mami, quiero ver al bebe». «Ahí está». Vio a su hermana, estaba ahí, cariñosa. «Mami, me he escapado, no me han dejado entrar. Mientras que estoy hablando con el guachimán con la otra señora me he escapado por abajo», me dice [risas]. Ahí vio a la bebe. Y así me dieron de alta. Salí ya de alta, me fui a la casa. Mi papá estuvo ahí conmigo, acompañándome, y ya estaba casi un mes, así. De ahí yo digo «Ahora tengo que hacer algo», porque seguía en nada, porque no había conseguido trabajo, este trabajo era una tontería. Le digo «Ahora sí, Sandra, tenemos que hacer algo», le digo. Y Sandra me dice «Sí, mamá, no te preocupes», me dice. Para entonces Walter, dice, le había dado soles de propina. Un día Sandra llega del colegio, me había traído dos kilos de fresas, tres tarros de leche Gloria y azúcar. Le digo «¿Tanto te has comprado, hijita? —le digo—. ¿Vas a comer todo?». «No, mamá, voy a vender chupete dulce». «¿Qué? —le digo—. Cómo vas vender chupete», le digo. «Sí, voy a congelar y voy a vender, voy a ofrecer a las vecinas», me dice. Entonces, ahí lo que me digo «Ay, cómo hará». «No, hijita, cómo vas a vender», le digo. «No, no, no. Sí, sí, voy a vender», me dice. Bueno, le dejo hacer, pues, porque como con ella hemos trabajado siempre en negocio también…
Tamia
Sí, pues, desde bebita, cargadita.
Justa
Sí, desde bebé, y cuando estaba en Canto Grande, cuando tenía 5, 6 añitos, de [nse] me ayudaba en el negocio, ayudaba a otra vecina, del lado, y creo que ella siempre ha tenido esa mentalidad, ¿no?
Tamia
Empezó a trabajar.
Tamia
Ya estamos llegando a las dos horas, entonces mejor cerramos acá, porque si pasa mucho tiempo también…
Justa
Mucho voy a hablar [risa].
Tamia
No, pero mucho sentimiento junto, hay que tener como una… Un inicio y un cierre, sí. Entonces ya, nos quedamos acá, que ha nacido Silvia y que Sandra te está ayudando y que ahí Walter no sé, pues…
Justa
Walter está cambiando [risas].
Tamia
Walter está cambiando. Ya veremos cómo va eso.
– Tercera pareja: Desentendimiento de la paternidad
– Descripción de su padre y de su madre, y de su relación de pareja – La falda roja – Alcoholismo de su padre – Detalles de la vida de su padre y de su madre al retornar a Accomarca – Intento fallido de negocio con sus hermanos – Negocio de desayuno ambulante con sus hijas – Detalles sobre la expresión de su violación – Registrarse en el RUV – Contacto y atención en el Centro de Atención Psicosocial (CAPS) para víctimas del CAI para ella y sus niñas – Inicio de su activismo – Vínculo con ser víctima del CAI: recuerdo de Argentina – Reencuentro con su memoria, su cultura y sus paisanos – Ser parte de la Asociación de Víctimas de Accomarca – Ser parte de la directiva de la asociación de víctimas – Viaje a Putis (entierro de víctimas de la masacre) – Decir lo que piensa y lo que siente sobre sus experiencias – Viaje a Accomarca como testigo con periodistas de Univisión – Extradición de Telmo Hurtado – Violación de su hermana menor y su relación con su propia violación – Múltiples juicios |
Tamia
Ya. Entonces había nacido Silvia…
Justa
Sí, cuando nació Silvia, pues, como su papá no quería que sea mujer, yo del hospital regresé ¡con una cólera!, ya diciendo que «Este hombre por qué no se muere, no sé para qué vive» [risa]. Traer al hijo al mundo sin querer, ¿no?, porque en sí él ha pedido tener un hijo, ¿no? Eso, y así, pero entonces por suerte mi papá había venido, pues, de allá, para verme al hospital, él estaba pendiente de mí… Y saliendo ya del hospital con Sandra y Silvia, ahí tenía que ver otra opción, porque dije «Si el trabajo que estaba trabajando…». No era, pues, rentable. Dejé ese trabajo, era un sueldo bajo, y tuve mi bebé. Por un momento me puse pensar, dije «Como, bueno, tuve mi bebé, el padre mantendré, me tendrá que mantener», aún tenía esa idea, ¿no?, como que este bebé ha sido planificado. Creo que, ahora que me doy cuenta, yo creo que ha sido como un intercambio, ¿no?: a cambio de un hijo, tú vas a ser el padre de mi hija. Algo así entiendo, ¿no? A lo largo que vengo… Creo que para mí también es como una terapia volver a repasar mi vida. Entonces, este… estaba en casa, mi papá estaba conmigo, de ahí veo que la economía… No lo veía a él como una persona responsable, como que… Yo veo que muchas mujeres… He visto que su esposo deja el diario, que se preocupa por el bienestar de su esposa; eso no le veía yo. Entonces decía: «No, pues. Otra vez caí en lo mismo», ¿no?
Tamia
Qué raro, ¿no? Porque antes de que quedaras embarazada sí era bien atento.
Justa
Sí, ajá. Entonces de repente también porque… no era tanto que él cumplía, como que… yo no le pedía tanto dinero, cómo sería. Tampoco le pedía, sino que era atento en sentido de llevar algunas compritas para mi hija o comprar algo. Eso. Pero no era suficiente como un padre verdadero que se hace cargo de una familia, ¿no? Entonces eso no me afectaba porque también trabajaba, tenía mis ahorritos también, lo que había juntado en mi trabajo de Buenos Aires. Entonces y así estaba, veía que lo poco que tenía ya se me estaba… ya se me estaba… ¿Le conté del terreno que había comprado? Sí, ¿no? ¿O no?
Tamia
¿Del de Huachipa?
Justa
No, del… Para entonces ya tenía mi… Ah, sí, ya vivía, pues, en el terreno que compré, ¿no?
Tamia
¡Ah, sí! Que había sido un poco más arriba, ¿no?
Justa
Ajá, entonces ahí…
Tamia
Y que a él no le gustaba mucho, ¿no?
Justa
Sí, no le gustaba mucho. Y bueno, pues, yo compré, dije «Si quiere que viva acá; si no, chau. Porque yo no voy a vivir en cuarto alquilado» [risa]. Estaba en ese plan. Entonces de ahí me quedo en casa, me quedé dos meses; veía la diferencia, que a mí me faltaba, porque cuando uno tiene su dinero, su propio sueldo, normal tú dispones, qué es lo que vas a hacer, qué te gusta también te compras y todo eso. Y veía también que faltaba plata para mi hija, y dije «Si me estoy gastando mis ahorros no, porque voy a caer en cero, ¿no?». Y eso Sandra, como le había dado propina una vez… siempre a veces le daba a ella, ¿no? Eso también era satisfactorio para mí. ¿En qué sentido? Porque su padre nunca le daba ni un centavo; es más, que nos sacaba plata a nosotros. Entonces algo eso compensaba, algo. Entonces Sandra me dice «Mamá voy a vender esto, voy a vender». Le digo «No, hijita». Dice «No, no tenemos ya plata, mamá». Bueno, estaba en ese plan de negocio de chupetes, yo le veía a mi hijita más activa. También quería…
Tamia
¿Cuántos años tenía?
Justa
Solo tenía doce años, doce años y medio. Me parece que Sandra ha ido a recoger su… (no le he preguntado hasta ahora). Creo que ha ido no más a recoger su certificado de estudios, porque cuando… Doce años, tenía.
Tamia
Te acuerdas que me habías contado que Sandra había dejado de ir al colegio, ¿no? Después la cambiaron a un colegio…
Justa
Ah, le cambié al colegio estatal por lo que…
Tamia
A un colegio estatal, claro. Eran maltratadores…
Justa
Sí, la directora le había gritado, le había dado reglazo en la mano. Pero… Y ahí también Sandra como que tenía tanto aferro a su padre… Nos quería a los dos, en sí, como que quería vernos juntos, ¿no? Esa sería su idea de ella, ¿no? Cómo es, ¿no? Porque yo también ahora me doy cuenta que yo tenía… Yo también, en mi… ¡más resalto a mi padre que a mi madre, yo me doy cuenta! Digo, ¿pero en qué sentido? Es que mi papá era cariñoso, siempre nos decía… Algo hacía, algo bueno hacía, me felicitaba, y eso me hacía sentir de lo más lograda. Siempre me decía que a veces yo siempre era puntual, me mandaba algo, cumplía; y los demás mis hermanos eran desobedientes, a veces yo me acoplaba con ellos y dejaba de hacer cosas. Eso. Creo que yo siempre tenía un aferre hacia mi padre, igual que Sandra también tuvo eso.
Tamia
¿Y cómo sientes…? Tú me has hablado de tu papá… (solo retrocedemos un poquito, pero ¿cómo era tu papá cuando tú eras niña?
Justa
Él era el responsable de la casa, él trabajaba, él nos compraba nuestra ropa. No solo trabajaba en la chacra, él trabajaba… tenía… Era carpintero, era músico, era un hombre que hacía todo, porque a la vez tenía su huerta de fruta; él en temporada de cosecha de fruta él cosechaba, en la casa teníamos sacos, sacos de pacae, naranja y los días martes traía como siete, ocho cargas de fruta y iba a llevar a vender. Entonces ahí tenía ingreso económico. Cuando hacía trabajos de carpintería tenía varios contratos. Entonces de ahí también, a veces por un adelanto les daba un ganado, un carnero. Mataba eso y… alimento para sus hijos. Y tenía ingreso económico, también era músico, tocaba para fiestas, fiestas patronales, tenía contratos ya un año antes, le hacían contrato, ya estaba asegurado ya. Y para cumpleaños también. Entonces tiene… había plata. Él no, no nos dejaba. Pero había un defecto de él: cuando algunas veces que discutía con mi mamá, le decía «¡Yo soy lo que mantengo la casa, carajo!». A veces mi mamá también yo le notaba era un poquiiiiito descuidada, como que… Será tal vez porque éramos varios niños, ¿no? Y la más responsabilidad creo que le caía a mi abuelita, porque ella es la que lavaba nuestra ropa, nos mandaba al colegio, entonces yo creo que más me he pegado a mi abuelita y a mi papá. Yo veía que él era el responsable de todo.
Tamia
¿Tu abuelita paterna o materna?
Justa
Materna. Entonces a todos nos quería, ella nos quería a todos como a su hijo, pues, más que a su hijo, creo, porque… Mi mamá sí era un poquito gritona, de repente era un poco insolente porque estaría atareado con tantos hijos, le aburriríamos también, imagínese [risa].
Tamia
Me lo imagino [risa].
Justa
Imagínese que éramos seis y eso era, pues, difícil para ella, seguro. Yo con una no puedo, con dos menos [risas], entonces… Sí, así era. Mi papá nos compraba ropa… Me acuerdo que a mí siempre me compraba faldas, a mí no me gustaba poner falda porque hacía frío, y yo siempre me ponía su pantalón de mi hermano [risas], lo que no le quedaba. A veces mi mamá me decía «Qué te pones falda, para qué te pones falda… Por qué no te pones falda, por qué te pones pantalón de tu hermano». «Yo quiero pantalón, que me compren pantalón». Total, mi hermano no decía nada, porque yo me ponía pantalones que no le quedaba a él.
Tamia
¿Y qué falda era? ¿Como pollera?
Justa
Era pollera, la pollera que ahora uso… ¿Usted ha visto mi pollera de baile? No ha visto, ¿no? [risa].
Tamia
Sí.
Justa
Justamente de ese color. De ese color… mi mamá lo teñía, justo esa falda también ella ha hecho. Pero ahora sí quiero esa pollera. Pero…
Tamia
¿Ella ha hecho la que usas ahora?
Justa
Sí.
Tamia
Ah, qué bonito.
Justa
Esa pollera ella había hecho y «Ay, mamá, con tu pollera no me dejas. Ahora sí me voy a poner, pero para danza», le digo [risa].
Tamia
Es que hacía frío, pues.
Justa
Ah, sí, pero esa pollera es de bayeta, eso, de lana de oveja, entonces cuando yo me ponía, cuando caminaba me lijaba todo esto de acá. ¡Era áspero! Entonces yo me ponía pantalón. «¡Y vas!», porque tenía que irme a montar al chivo, montarme en el caball…, en el burro, eso era mi pasión, subir a los árboles, entonces… y a mí me incomodaba, pues, con la faaaalda, todo eso. Si yo me ponía el pantalón de mi hermano, los pantalones también eran, este, entonces me remangaba hasta por acá, creo, para salir de la casa. Ah, cuando mi mamá ya… ya estaba en el campo, me sacaba la falda y con el pantalón me andaba [risas]. Ha habido una vez que cambié también el ese… una falda bonita me la había hecho, nuevecita, porque ella lo teñía con ese de… ay, cómo… cochinilla. No sé cómo haría el color, pero lo teñía con eso. Para ella habrá sido bonito, pues, ¿no? Bonito me vistió y me dijo «Anda, vaya a pastear cabra, ya». Feliz me fui, pero odiando la falda. Y me encontré con una de mis amigas que también iba a pastear, y me dice «¡Ay, qué bonita tu faaaalda!», me dice. «¿Sí?, ¿te gusta?», y ella también tenía su falda, parece que es de tela, parece, así pegadito nada más, entonces dije «¿Te gusta?». «Sí», dice. «¡Hay que cambiar!», le digo [risa]. ¡Le hemos cambiado! Ella me dio su falda y yo le di mi falda. Mi mamá me dice «Qué pasó con tu falda, qué…». «No, mamá, yo no quiero esa falda, yo quiero esta» [risa]. Yo siempre decidía, me da risa.
Tamia
¿Y se molestó tu mamá?
Justa
Mi mamá se molestó. El día que me pasó lo que me pasó era también andar con así, con ese tipo de falda, y por eso más creo que llegué a odiar más, porque esa falda era visible, y tantas cosas que me pasó por la cabeza, ¿no?
Tamia
¿Cómo «visible»?
Justa
Era bien llamativo, un color rojo, y el militar que venía a matarme, venía disparando hacía mí… Tal vez por el color, pues, ¿no? me ha visto. También estaba en un lugar descampado, en una ladera. Eso. Y así mi papá…
Tamia
Y esa es la que usas ahora.
Justa
Era lo que tengo, claro. Ha hecho otra falda igualito mi mamá, lo tenía allá, y bueno, pues, mi hermana se había traído esa falda, con la falda de mi abuelita más. También con la falda de mi abuelita que le había salvado la vida a mi hermana, y la chompa. Un día, cuando fui donde mi hermana, me dice «Traje la falda de mamá», me dice. «¿Qué falda?», digo. «Esta falda» —me hace ver—. Oh, yo tanto he odiado esa falda, esa falda qué historia he tenido. No es la misma falda, pues, sino que es igualito a eso, pues, lo que hace mi mamá. Y yo le digo, pues, a mi hermana «Pero para qué has traído, eso es de mamá, déjale, para qué traes». Ella me dice «No, yo te traje para ti» [risa]. ¡Por limpiarse me ha entregado a mí! [risa]. De ahí mi mamá cuando vino le dije «Mamá, Feli dice ha traído esta falda, pero ha robado para mí, dice. Toma tu falda, mamá, te devuelvo», le dije. Y mi mamá me dijo «Ya te lo dejo ya». «Entonces voy a usar para bailar, mamá», le digo.
Tamia
Qué bonito. ¿Y cómo era el trato de tu mamá, de tu papá con tu mamá…?
Justa
Mi papá era siempre un poco autoritario, no lo niego. Era bueno con nosotros, pero tenían discusiones, también. Mi papá era celoso. Creo que también eso creo que era el modelo de hombre que hemos [nse] a veces, ¿no? Porque mi mamá, a pesar que es bajita, era bonita (bonita para mí). Entonces creo que mi papá, me acuerdo que una vez cuando vinimos, cuando hemos escapado ya del esto, no, antes que hemos escapado también, antes que hemos escapado fuimos a otro pueblo a tocar, mi papá fue a tocar, este, era violín, fue a un pueblo, de mi pueblo al oootro pueblo, a la vuelta, entonces yo le acompañé. Ahí mi papá, este, no sé, creo que… como es músico había jovencitas, se le pegaba a su lado, estaba ahí parada arrimándose, coqueteándole, todo eso. Ya uno se da cuenta, pues, ¿no? Y bueno, como soy niña yo qué le iba a decir, pues, ¿no? Entonces ya ahí, entonces, este, tres días creo que duró esa fiesta —era fiesta patronal—, y estábamos ahí, nos quedamos dormido, pero en la noche discutía mi papá: «¡Carajo! (que no sé qué), por qué eres así, (no sé qué). «De qué discuten», renegaba yo entre mí nomás. Y después cuando ya hemos terminado, este, ya terminó toda la música, nos veníamos, a mi papá le dieron sus gallinas más su sueldo, no sé, su convido, no sé qué le dicen allá, como ofrenda creo que le dan para que se venga a la casa. Y vinimos con mi papá, mi mamá, y en el camino también creo que había unas señoritas que estaban pastando su ganado, y estaban ahí. Vio a mi papá trayendo ahí su instrumento musical, se acercan, pero riéndose… —también en la sierra también había gente pícaras, creo [risas]— y mi papá se quedó ahí en el huayco con las chicas conversando. Pero sin embargo a mi mamá siempre le decía, le celaba. Y me acuerdo que una vez mi papá así en el pueblo, en la casa, creo que ha ido… Había fiesta, de ahí regresó, estaba todo bien elegante, con su casaca corduroy hasta por acá, se vería jovencito, pues, ¿no? y le decía a mi mamá «¡Carajo, yo me voy, yo me voy», decía. Yo decía «Por qué no se va, por qué reniega, debe irse». Y mi mamá le decía «No te vayas, no te vayas». Como mi papá estaba mareado, «No te vayas, no te vayas». Yo entre mí decía Pero por qué no se larga ese viejo de…» [risa]. También lo odiaba, en ese rato sí me amargaba. «Ojalá que se vaya, ojalá que se vaya», pero no se iba. En ese plan que se rogaba, mi mamá le rogaba «Ponte tu poncho, ponte la…». «¡Tonterías!», decía entre mí. Y una vez yo le afronté a mi papá, porque él había… también en la fiesta, había fiesta en el pueblo y la gente de la fiesta a mi mamá también le exigía que tome. Sí o sí le tenía que tomar, pero mi mamá no… Recibía, lo botaba. Entonces ella no tomaba, pero al músico le hacen tomar, le exigen que tome. Mi papá estaría acostumbrado a recibir, pues, ¿no? Entonces qué cosa pensaría en su mente, pues, ¿no? Cuando estamos regresando del pueblo —teníamos casa ahí cerca al Piteq, que digo, cerca de donde que me escapé— regresamos de noche en luna llena, y mi hermanito chiquito, pues. Mi mamá se demoraba en caminar; pesaría su bebe, pues, ¿no? Mi papá dice «Apúrate, carajo, camina rápido». Mi mamá nada, «Ya voy, ya voy, ya voy», estaba. Había charco de agua bastante y ella no pudo cruzar rápido y mi papá le dice «Carajo, he dicho que cruces rápido» y en eso, este, mi mamá le dice «¡Tanto me gritas!», empiezan discutir. En eso, este, mi papá se puso violento, le tiró al suelo a mi mamá. Y mi hermanito bebito estaba a su espalda. Al ver eso, yo al bebé yo lo recogí. Yo tendría mis doce años, pues, de diez a doce, diez que sea. Lo recogí al bebe, entonces seguían discutiendo, y a mi papá le dije «Tú no eres mi padre». Me dio cólera, pues, porque imagínate, ve que mira, ese niño, y yo también niña, pues, ¿no? que se pongan a pelear delante de nosotros. Y mi papá también se ha resentido, me dijo «Ah, sí, no soy tu padre, tu mamá tampoco no es tu mamá, tu abuela es tu madre», me dijo [risa]. Mi papá se ha puesto a pelear conmigo.
Tamia
Estaba borracho.
Justa
Estaba borracho… ya le pasó. Pero bueno, de sano… De borracho hablaba tonterías, pero de sano nunca me ha pegado, nunca nos ha pegado. A mi hermana de repente le ha echado sus chicotes, pero a mí no. Siempre ha sido, este, responsable, no nos ha hecho faltar de víveres, cada chacra daba, pues, fruto, [nse] en las siembras, todo, sembraba así las chacras, traíamos víveres así por cargas, la cosecha, para el almacén. La casa estaba llena de todo, no nos faltaba ni carne, porque así como él tenía contratos, también teníamos nuestros ganados, pero también en los contratos que tenía sí o sí le tenían que dar un carnero. Para hacer una puerta, una ventana, les daba un adelanto de carnero, luego una paga. Entonces siempre teníamos comida.
Tamia
Pero Bruno nada, no daba nada.
Justa
Ese era el defecto de este hombre. Entonces, yo creo, me doy cuenta de que… Creo que al ver que mi papá siempre él hacía todo, yo… mi propósito de que ningún hombre me va a hacer eso. Creo que siempre por eso tengo temor de exigir o pedir a mi pareja, decir «¡Sabes qué, cumple esto!». Es algo que no puedo. Yo digo «Debe ser yo», y creo que… Por eso una vez, este, mi actual pareja estaba diciendo «Ay, qué sería si yo haría, si yo fuera como otros». «¿Como otros? A mí no ha habido —discúlpame la palabra—, a mí no ha habido ningún cabro que me mantenga», le digo [risas]. Así le dije. Me miró nomás. «A qué te refieres ‘otros'», le digo. Alguien le habrá contado, también, que de mis exparejas que me había pegado, me había celado. Y le dije «Si te refieres a eso —le dije—, pues tú sabes muy bien: a una persona le quise de verdad, y sabes muy bien —le digo— y lo dejé por muchas cosas, por celos y porque me ha estado pegando. También corres la misma suerte», le he dicho [risas]. Así. Me quedó mirando, calladito, no me dijo nada. Pero sí, nunca me ha faltado el respeto, como que me ha mentado la madre, no.
Tamia
Ajá. Nunca te ha levantado la mano.
Justa
No. La vez pasada me dio risa porque estaba que me estaba molestando, y «Mira —le dije, no sé por qué, pero sin darme cuenta le dije—, no me estés jodiendo porque te voy a sacar la mierda», le dije, con grosería, y me dijo «Hazme lo que quieras, pero yo no te voy a hacer nada», me dice. Yo dije, entre mí, pues: «Cómo pude haber dicho tantas cosas tantas cosas tan feas». Y peor la diferencia de con él. En cambio otras parejas que tenía, pues, me han metido la mano. Yo creo que también de repente todo eso he aguantado por lo que tenía el modelo de padre muy pegalón, qué se yo, que a mi mamá le hacía eso, y… Eso, ¿no?
Tamia
Pero tu papá le pegaba siempre a tu mami o…
Justa
En esas discusiones, eso. Pero pienso que, creo que eso era, ¿no? Y era como que… No sé cómo él no podía controlarse. Yo me acuerdo cuando estaba en Buenos Aires una vez le llamé a mi mamá y me dice «Tu papá ahí sigue tomando, que el otro…». Mi papá se dedicó al alcohol…
Tamia
Después de la cárcel.
Justa
Después de la cárcel, pero dice, también dice cuando mi mamá a veces lo iba a recoger porque estaba tirado por ahí borracho, alcohólico, cuando iba a recoger le llevaba su poncho, «Toma, abrígate», mi papá agarraba su poncho, le decía «Me voy, me voy a Jarhuayacu». Jarhuayacu le llamamos a ese quebrada, al río, al fooooondo, ya en la bajada. Es una zona accidentada, pero ahí está su chacra de mi papá, cerca al río. Entonces me dice «Así está». Yo le dije «Mamá». Pero yo me acordé que mi mamá siempre le rogaba cuando él hacía ese teatro. Yo le dije «Pero mamá, tú para qué le ruegas, vete, mándale aunque sea huaracazo, mándalo hasta la chacra, para qué le ruegas [risas]. Es que tú le ruegas, por eso él hace todo eso», le digo.
Tamia
Se ha acostumbrado a que le ruegue.
Justa
«Se ha acostumbrado a que le ruegues. Yo que tú le agarro a huaracazo, ¡ya vete!, Y si regresa también métele un huaracazo, haz como vaca, mándale» [risas]. No me acuerdo. Es que me daba cólera mi mamá también, cómo aguantaba que le estén diciendo. Y eso, ¿no? Pero por qué toma. Muchas veces le hemos dicho que no tome, pero él no, no hacía caso. Una vez me acuerdo que, cuando aquella vez viajé, cuando Silvia tenía años —no sé, no me acuerdo—, esas veces, cuando viajé (Silvia, ¡qué digo!, Sandra), mi papá había tomado y… estaba pues así. Le dije «Papá por qué tomas, deja de tomar, no debes tomar, sabes que eso te hace mal». Y más me preocupaba porque me acuerdo que su papá de mi expareja, que está en Buenos Aires, ha fallecido con cáncer al hígado, creo, con tanto tomar. También era alcohólico, el señor, ¿no? Porque sin trago no vivía, no sé, algo así hablaba su familia del fallecido. Y eso me preocupaba: «Mi papá va a morir así». Le dije a mi papá. «Pero no es tu plata», me dijo. Tenía cólera. Y a la vez decía «Este viejo, cómo se ha dedicado al alcohol. Si él ha salido libre, por qué no nos ha recogido, por qué no nos ha juntado de vuelta a toda la familia. Nos hubiera educado. En qué estaba pensando, por qué tiene que estar así mi papá, si él no era así, él tenía proyectos. Por qué a pesar de lo que los militares nos odie, mi papá también dejó de querernos». Eso, ¿no? Y así pensaba. Así que, en eso, mi papá esos defectos tenía. Pero lo bueno es que él nunca nos ha hecho faltar víveres, nuestra ropa. Dentro de eso no nos pegaba, como yo veo que… Yo veo a una de sus amigas de mi hermana, su papá le hacía arrodillar de rodillas y le terminaba con ese champirín, ¿cómo se llama? «¡Papá, no me pegues!», ella [nse]. Y nosotros de arriba mirábamos, porque su casa era bajada, y su puerta estaba ahí. Ella suplicaba que no le pegara, pero el padre lo daba duro.
Tamia
¡Qué bárbaro!, ¿no?
Justa
De horror, pues. Entonces, mi papá no nos hacía eso, a pesar que mi hermana era un poco desobedienta, ella era la que negociaba las cosas. En la casa teníamos víveres así por saco, pirhua —pirhua le llaman—, entonces así. Venía a veces gentes de otros pueblos trayendo caramelos y mi hermana cambiaba con eso, a veces le daba así una olla de eso por unos cuantos caramelos. Y yo era la más chismosa. Le decía «¡Papá, Feli ha dicho esto! ¡Papá, Feli ha hecho…!». Y Feli ya sola hacía con mi hermano nada más ya, a mí no me hacían saber porque yo le contaba todo a mi papá, a mi mamá [risas]. Pero mi papá, mi mamá, igual no decían nada, porque «Todo está ahí en casa, ahí, para que coman ustedes, hijos».
Tamia
Entonces regresemos un poco al…
Justa
De Sandra que se había escapado…
Tamia
Bueno, pero Sandra ya después retomó el colegio tranquila?
Justa
Sí retomó el colegio tranquila. Pero me acuerdo que fui a hablar con su padre en esos tiempos que Sandra… Sandra estaba en ese plan de…
Tamia
De ayudar…
Justa
No, de lo que se había gastado su plata de la mensualidad, eso. Ahí me acuerdo que yo dije «Cómo es posible». Le hablé bien a Sandra y le dije «Sandra, por qué has gastado, en qué has gastado tal, tal, tal». Y me dijo que había usado también para su pasaje para ir donde su papá los fines de semana. Y yo no podía prohibir también, porque en realidad estaba bajo su poder de esa familia, bajo un documento, de repente si me hace… si movilizo ese papel, me va a quitar. Pero igual me armé de valor, fui a buscar para hablarle que no me siga…, que no siga haciendo daño. Primero, porque en la sierra no le ha hecho estudiar bien, ni siquiera ha estado con él; ahora estamos tratando de retomar esa relación de madre e hija y yo no quiero dejar a mi hija, ¿no? Para hablar civilizadamente, a ver si de una vez por todo entiende este hombre. Y fui, no estaba. Estaba su mujer. Como me había dado la dirección de la casa…
Tamia
¿Qué mujer, la María?
Justa
Ah, no.
Tamia
Otra…
Justa
No, su hermana de él, pues. Y Sandra también sabía por dónde es, porque ella iba, pues. Entonces fui y justo la mujer estaba saliendo, su mujer con su hijo jalado de la mano, tendría , años el niñito… O años creo que tenía, no sé. La cosa es que salía jalando y le digo… le veo, pues, ¿no? «Hola María —le dije—. He venido a hablar con Bruno» le dije. Y ella me mira asustada: «No, no está, ha salido», me dice.
Tamia
¿Ella era la hermana, o María la…?
Justa
La María, su mujer. También fui con ganas de sacarle su [risas], hacerle así… «Esta miseria de mujer me ha hecho…, y se ha metido en todo, hasta quería que aborte a mi hija». Con esa cólera, ¿no? Y aparte que se había gastado mi plata, todo. Pero cuando veo la mujer así medio asustada me ve, toda flaca, toda decaída, se me pasó todas las ganas de sacarle su michi [risas]. La miré y me dio tanta pena y luego dije «Gracias por haberte llevado a ese miserable hombre» [risas]. Porque me imaginé, me puse en lugar de esa mujer, digo «Quizás hubiera estado con tantos hijos y así como esta mujer total mal vestida, toda un caos». Así la vi. Y me dice «Es que… «. Y yo le dije «He venido a hablar con él porque mi hija no estaba yendo al colegio. Y por qué acá ustedes están recibiendo, cómo es que están recibiendo y ni siquiera preguntar qué es lo que… Y quiero hablar con él —le dije—, no he venido más a hablar contigo». Y ella me dice «Es que… La verdad, Bruno no ha cambiado, sigue igual. Ah, para qué, tú tienes la culpa», me dice. «¿Culpa de qué?», le digo. «Es que tú lo has acostumbrado así», me dice. En ese rato me daba ganas de vomitar en su cara. «¿Cómo que yo le he ‘acostumbrado así’? Si yo no soy la madre, no he parido a ese hombre para acostumbrar así». Y yo entre mí dije «Pero no se ha dado cuenta que…». Me dijo que seguía andando con otras mujeres. «Ah, bueno, no sé», le dije. Ya no iba a discutir. Le dije «Qué día puedo encontrarle». «No sé, ven uno de estos días, ahí va a estar al frente, en la cochera —porque al frente había una cochera de su hermana, creo que ahí cuidaba también de noche—. Puedes venir», dice. Regresé pensando en la mujer: «Esta mujer se ha gastado mi plata, la plata de mi hija, hasta de los dólares que he dado al hombre ese para poder ir a encontrarme con mi hija para… para que vayan a su…» y todo eso que dije, pues… Como él siempre me sacaba la plata de cuando vivíamos, también hará lo mismo, digo, pues, ¿no? «Ah, bueno, ya no me interesa, qué bien que se haya llevado». Regresé, pues. Estaba… ahí era que estaba embarazada todavía, pues. Entonces toda panzuda también yo he ido, pues, parecía más alta que ella [risas]. Así que siguiente semana otra vez fui. Porque yo tenía que hablar sí o sí para que de una vez por todo entienda que a mi hija todavía le está… sigue haciéndole daño, no es justo. Cómo es que él… él quiere ver, pero ella no es un muñeco ni un juguete al que se ve sin dar ni un centavo. Toda la vida ha estado así. Por las puras se llevó allá, para no tenerlo, para no darlo; es más, en vez de pasar a mi hija, le he estado manteniendo a este miseria de hombre. Renegando fui, pues. Estaba ahí. Ese día, siguiente semana que fui, estaba ahí, todo pelo parado salió. La mujer estaba barriendo la cochera. Creo que cuidaban la cochera los dos. Y me dice ahí, este… «Ah —ahí me vio embarazada, pues, porque ya estaba embarazada—. ¿Qué? ¿Estás embarazada?». Y todavía me celaba con marido [risas] que se quedó allá. «Ay, hasta parece que has venido embarazada, ¿no? —me dice—. De ese… de ese viejo». Le dije «¿Sí? ¿Qué te importa a ti? Es hijo de él, qué te importa. No he venido a hablar de mi embarazo —le dije—. He venido a hablar de Sandra lo que está pasando». «Mira, Justa , yo no tengo nada que hablar, yo no te puedo ayudar en nada…». «Nunca me has ayudado en nada, pero esta vez vas a tener que dejar de pedir que Sandra venga todo los fin de semana, porque ya es demasiado —le digo—. Sandra, he puesto en colegio particular; esto ha hecho, esto ha hecho. No es justo —le digo—. Yo tengo que pagar sus estudios, porque yo quiero que ella se supere. No quiero que quede como yo —le dije—. Quiero que estudie. No me has dejado que me lleve a otro país porque yo quiero dar mejor educación. Yo no te voy a pedir ni un centavo. Y de lo contrario, si tú sigues así —le dije—, te voy a poner una demanda por alimentos, de todas las fechas que tú nunca me has pasado, desde el embarazo, todo, todo voy a decir. Te voy a ponerte demanda por alimentos. Si no aportas, si no me ayudas siquiera a que ella esté tranquila dedicándose a su estudio no viniendo a verte». «Ay, pero yo quiero ver a mi hija», me dice. «Sabes qué —le dije—, ¿tú quieres ver a tu hija?, tú tienes que siquiera gastar tu pasaje, ir a buscar y recoger y llevar a pasear a tu hija o no sé dónde ir, pero no hagas gastar su dinero de ella, lo que yo doy». Eso es lo que estaba diciendo. Es que más cólera me dio porque dice que su papá le había dado 5 soles o 6 soles, creo, pero le había dado dinero falso. Ella no sabía ni cómo regresar. Y que como siempre no le daba, ella se estaba gastando la plata que tenía de la mensualidad también, en ese viaje. Le dije «Te voy a denunciar y ahí sí que te pongo…». Así me regresé. Después dije «He venido perder el tiempo, discutir con este miserable de hombre. Pero en fin, ya le dije que le voy a denunciar». Entonces así me he venido. Regresé, ya en eso ya seguimos ahí, a Sandra le pasé a un colegio estatal —ese colegio se llama San Francisco de Asís—, ahí con la psicóloga seguía yendo porque a la psicóloga también nos engañó, como le digo. Ahí seguía yendo, y le hablé a Sandra, le dije llorando «Mira Sandra, pasé esto, esto, esto —le dije ahí—. Pasé muchas cosas feas —le dije—. No quiero que pases tú lo que a mí me tocó vivir. No es que yo te he dejado porque yo quiero. O sea, tú sabes muy bien cómo han sido las cosas. Sé que he cometido errores, no soy la perfecta, de repente hay cosas que te hacen sentir mal, pero lo único que quiero es que tú estudies, que seas una persona con… Que seas una persona preparada —le digo—. Yo ya mi vida está ya destrozada, como se dice, pero yo quiero que seas algo. No quiero que repitas lo que yo he vivido —le digo—, porque en este camino, si tú no estudias, qué va a ser de tu vida —le digo—. Vas a tener que ser empleada, donde te pagarán una miseria; no vas a cobrar siquiera un sueldo razonable de acuerdo a tu educación. Y a la señorita, a la psicóloga, también le dije «Por favor ayúdame a orientarla». Y ella tenía tic, su ojito, paraba palpitando. Igual, así era su papá. «Será hereditario». Pero de ahí le llevé también, este, a una terapia a un hospital, haciendo terapia se le pasó eso. Y de ahí Sandra como que entendió, me dijo «Mamá voy a vender esto, lo otro»… En esos, ya estaba como dos meses, creo, después que nació el bebe. Así estaba. Y digo «Oy, mi hija, pobrecita —digo—. Ay…». Justo para entonces mi sobrina también había venido. Mi sobrina menor, un año menor que Sandra es. Me dice «Tía, quiero ir a vender chupete con Sandra», me dice. «¿Sí?», le digo. «Qué raro, por qué ha venido. Ella nunca viene, pues, ¿no?». «Sí», me dice. «Ah, ya, está bien. Ya pues», le digo. Como está ahí, «Vayan, domingo», estaba así. Entonces, este…, mi hermana vino a la casa y yo le había mandado con… «Ya, pues, si quieren ir, que trabajen» [risa].
¿En qué estaba? Ya Sandra ya… (me distraje).
Tamia
(Ya te distraje). Que había ido tu sobrina a trabajar…
Justa
Mhhh, vino mi sobrina. Luego mi hermana viene, me dice «Estoy buscando a Erika». Yo le digo «¿Cómo? Erika ha venido, dice que tú sabías», le digo. Lo que pasa es que mi hermana también era una mujer bien maltratadora. Le había pegado, ella se había escapado de la casa.
Tamia
Mmmmh.
Justa
Y lo más gracioso, me dice, ese día que iban a salir vender su chupete, yo pensé que iban a vender por Manchay, por ahí… se habían venido hasta el óvalo, hasta su negocio de mi hermano, y mi hermana dice está buscando a mi sobrina, estaba donde mi hermano, dice que ellas atrás del carro que está estacionado por ahí, acá en Frutales no más, y habían aparecido las dos con su caja de chupetes, dice estaban yendo a vender a su tío, donde su tío ha visto a su mamá. Erika le ha dicho «Sandra, no, vamos, vamos» [risas]. Y mi hermana ha visto, dice, a Erika. Erika se retrocedió, dice, desapareció, dice, atrás del carro. Y mi hermana dice que «Ahora qué hago, mi hija se perdió, se escapó otra vez» [risas]. Y me cuenta, gracioso, que era como zorro, «Me ha aguaitado y después desapareció».
Tamia
Pobrecita, ay qué pena, pobre sobrina, y encima trabajaba.
Justa
Se había ido a trabajar porque la mamá le pegaba. Ay, bien gracioso las chicas. Así pues, empezó esos trabajos. De ahí ya estaba dos meses en casa, aburrida, sin proyecto, sin nada.
Tamia
Tú, con tu bebé chiquito.
Justa
Con mi bebé chiquito. Pero esos días mi papá estaba también con nosotros, pues. Entonces le dije a mi papá… Como él paraba tosiendo, le llevé al médico. Con él estamos andando llevando al médico a su control a mi bebé y también con mi papá le llevé al médico. Como está tosiendo, le dije «Papá te voy a llevar al médico». Le llevé, le hicimos su… Me dio orden para que le haga su radiografía, todo. Ahí sale que mi papá tenía una costilla rota. Entonces le dije «Papá, tienes una costilla rota». El doctor también dijo. Y mi papá le cuenta, pues, que le habían torturado, esa vez que le habían torturado, que él dice que todo de acá le habían pisoteado, todo de acá se le había hinchado, hasta él no podía ni caminar ni respirar bien, que estaba casi tres meses así. Cuando me dice eso, que por esa tortura… y luego cuenta que también a muchos hombres hasta le colgaban, desnudo les terminaba a latigazos, les ahogaba en el agua, diciendo «Habla, habla». Y a mi papá dice que constantemente le apuntaba con su arma en su frente, le decía «Habla, terrorista, quiénes son, quiénes son». Mi padre dice que decía «Como voy a hablar si algo que no sé», ¿no? Pero dice en eso, cuando a él lo llevaron cuenta que cuando lo llevaron estaba en Huamanga así, todo así dice que estaban como maltratado, golpeado, pisoteado, en eso había entrado, dice, un señor, pero era… a él le había acusado de robo de ganados, entonces él dice que le ha dicho «¿De qué están ustedes presos?». «Nos han traído acusados de terrorista injustamente», dice. «Pero ustedes habrán sido, pues». Y dicen «No, señor, nosotros no, ni siquiera sabemos qué cosa es ‘terrorista’, pero así nos están pisoteando, pegándonos, no podemos ni comunicarnos con nuestra familia, estamos hasta sin comer», diciendo. Entonces este hombre dice ha estado ahí dos días nomás, el hombre ese, y le había dicho «¿Están seguros que no son terroristas?». Yo pienso, no sé, ¿habrá sido terrorista? Habrá sido eso o habrá sido servicio de inteligencia, qué será.
Tamia
Claro, que entraba a preguntar como para indagar…
Justa
Claro. Entonces dice que mi papá dice que «No, señor, nosotros no somos, ni sabemos quién es, es injusto, del pueblo habían traído varias personas». El problema es que mi papá, dice, supuestamente en su investigación de los militares era Clemente Chuchón Medina, apellido completo, y los restos eran apellido incompleto. «Ahí figura tu nombre, tu nombre en lista de buscados», dice. Entonces, este, algunos… ese hombre salió así, «Me trajeron de abigeo, que el otro». Tanto que mi papá le había rogado que «Si sales por ahí de repente mi señora, María Gamboa se llama, si está dígale que estamos acá, que alguien venga sacarnos, que nosotros no somos terrorista, no somos». Así es que ese hombre dos días nomás salió y le había dicho «No te preocupes, vamos a ver». «Estamos sin comer también», diciendo. Total, estaban dice. Había un hombre que le daba comida, dice, en un plato, todo parece que era su plato de perro, su sobra, huesos nomás y todo un caos, y eso también era un caos y… Por suerte me parece que ese señor que ha salido dice les ha avisado a unas monjitas, y las monjitas dice que… —ahí andarían, pues, como voluntarias, qué trabajos harían—, habían ido averiguar por sus nombres y les llevaban, dice, desayuno, una sola vez al día. Eso comían. Otro no había, otra comida. Así estaban. Igual. Algunos dice que a un hombre se lo han llevado hasta no poder caminar. Habrá muerto, qué habrá sido, seguramente de otro pueblo. A algunos del pueblo les han soltado, y a mi papá se lo ha llevado, dice, hasta Ayacucho, lo ha traído. En Ayacucho igual, en interrogación les ha torturado hasta ya no hablar, yo no sé cómo mi papá ha sobrevivido eso, yo creo que [llanto] todas las veces que he pensado en él no me había equivocado, porque en mi mente estaba todo. Yo me acordaba todo lo que a mí me han torturado, y «A mi papá estarán haciendo lo mismo». Eso estaba en mi mente cuando a mi papá me enteré que se había llevado preso. Y cuenta todo eso y yo en ese rato me recordé todo lo que me pasó, y dije «Mi papá cómo ha sobrevivido, y por… no sé en qué momento, qué ha pasado, por qué…». Porque a otros han matado, han hecho desaparecer, ¿no? Hay varios, del pueblo hay un desaparecido, que les ha llevado, hay otro también, una pareja. Mi papá cuenta todo y….
Tamia
¿Y estaban ahí en el doctor o te cuenta a ti después?
Justa
Después me cuenta eso. Pero ya cuando dijo el doctor yo le pregunté todo eso, entonces me dijo… Y el doctor… Y a mi papá cuando le llevé al doctor le dije, pues, «Papá, tú tomas mucho. Así yo te voy a llevar al doctor». Con todas esa pruebas le llevé al doctor, mi papá dijo «No, no hables», me dice. «No, papá. Tiene que saberlo». Que mi mente estaba también ese señor que se ha muerto, ¿no?, el padre de mi pareja. Me daba pena porque él, cómo se ha muerto. Era buena persona. Todos sus pies se hinchó, todo sus… Hinchado todo su cuerpo, total un caos, y orinando, creo, sangre, ha muerto el señor. En mi mente estaba eso, «Eso va a pasar con mi papá», porque si él está tomando alcohol, dice que era ese alcohol industrial dice que era siquiera lo que tomaba. Entonces le digo al doctor, mi papá le dice «No le digas, no le digas». «¡Le voy a decir, papá, quieras o no quieras!». Le dije, pues, al doctor. Entramos, el doctor ya con otros resultados, análisis, radiografías, con todo, entonces al doctor le digo «Doctor, yo quisiera que usted le explique a mi papá, de acuerdo a su estudio, de acuerdo a su conocimiento, este… Mi papá toma alcohol», le dije. «Y usted yo quisiera que explique porque ya nosotros hemos hablado, hemos hablado tantas veces, que él no nos entiende». Y mi papá está sentadito ahí, con vergüenza mirándome [risa]. Y le digo «Papá, tenemos que decir la verdad, tú no entiendes porque yo soy tu hija, pero tienes que entender un especialista, un profesional, que ha estudiado, qué es lo que estás consumiendo». Así que mi papá está avergonzado, el doctor también le mandó a hacer del hígado, todo. De ahí el doctor dijo que el alcohol industrial lo que consumía no era consumo humano, eso iba a terminar pudriendo su hígado, poco a poco iba a morir, ni siquiera esa muerte va a ser bonito porque es un dolor insoportable. «Depende de usted, su vida está en sus manos», dijo. Y a mi papá… ya salimos, de que no tenía nada en el pulmón, estaba bien, solamente que ese entonces, no sé, creo que es algo alérgico y algunas… me recetó unas ampollas para que se ponga una vez al mes, creo, o dos veces al mes, creo que era, unas ampollas para proteger su hígado. Le pusimos eso, le hemos hecho poner, y a mi papá le dije «Papá, no tomes más. Es tu vida —le digo—. El día que tú estás con dolor, tu cuerpo va a sentir dolor, no va a ser nosotros. Así como dices ‘no es tu plata’ —porque una vez nos dijo eso—, tú dices que… Ya sé que no gastas mi plata tomando, pero tu salud es primero, tienes que entender sí o sí. No te estoy diciendo, yo —le dije—. Mira, el doctor te ha dicho, el médico te ha dicho. Ellos no creo que han estudiado por las puras». Y así, pues. Y mi papá me cuenta, le pregunto más, «¿Qué más pasó, papá?». «Con tanta gente de ahí, algunos se los han llevado, dijeron que se iban a llevar a otra sala de interrogación, pero ya no podían ni caminar». De ahí le llevaron, pues, a mi papá preso, ¿no? Lo detenieron un año ahí, estaba preso. Por suerte ha sobrevivido ahí, con mi hermanito chiquito; mi mamá a veces dejaba, iba a lavar, dice, su ropa de gente, porque ella estaba en Huamanga, pues, en Ayacucho mismo, entonces nosotros, mis hermanos estaban en Accomarca, que había puesto mi mamá, mi papá su negocio de lo que… ha puesto una tienda, todo están saqueando los militares han terminado. Mis hermanos menores que estaban allá, Abelardo y Darío, también estaban en abandono, pues, porque militares dice que entraban a la casa, se llevaban, se llevaban víveres. Les pegaba a ellos, se llevaban. Y la casa estaba así. Se quedaron sin comida, sin nada, mientras que mamá estaba en Ayacucho, trabajando para poder pagar un abogado, a sacar a mi papá. Pero el abogado no le ha defendido, nada más a mi mamá le ha… le ha prácticamente quitado su plata. El abogado ni siquiera había visto el caso. Después ya un año, dice mi mamá, tanto andar con mis dos hermanas menores cargada, dice, había un policía, dice, que hablaba quechua, le había dicho «Mamita, qué tanto buscas acá, yo te veo ya tiempos, siempre estás por acá». En la corte le había dicho. «Mi esposo está preso injustamente, ya un año ya, el abogado ya también nos saca… Quiero saber cuándo es la audiencia, de repente han publicado ahí, por favor puedes darme una leída… Clemente Chuchón Medina es», diciendo.
Tamia
¿Y ella podía verlo?
Justa
Ella no lee, pues.
Tamia
No, ¿pero ella podía verlo a…?
Justa
¿A mi papá?
Tamia
Sí. ¿Había visitas?
Justa
Sí había visitas, dice, pero era controlado, no, no, no… Era un ratito nomás, no podían ni hablar, pues. Y más que confiaba en el abogado. Ella pagaba al abogado. Lo poco que ganaba, a pesar que faltaba comida para sus hijos, otros hijos están abandonados allá y nosotros estamos acá, yo y mi hermana, entonces… Total estábamos abandonados, pues, ¿no? Y mi mamá ese le ha contado eso, pues, al policía, entonces
Tamia
Tu mami no sabía…
Justa
No sabe leer. Entonces dice que le había hecho entrar policía hasta el fondo y el que… el juez superior, creo, le había presentado y le ha dicho «Cuéntalo las cosas tal como es, a ver qué te dice». Entonces mi mamá había ingresado hasta el fondo y se ha presentado, dice, al juez, le había dicho para que vea. De ahí ha contado, pues, que «Mis hijos están por acá por allá, abandonado. Yo aquí estoy… No tengo ni casa, nada, acá estoy andando juntando plata para pagar al abogado. Quiero saber cuándo va a ser audiencia de mi esposo. Mi esposo está preso injustamente, él no ha matado a nadie, no ha hecho nada». Todo su mano también, dice, con la llaga todo esto de acá, porque ella lavaba ropa, para quién sea lavaban ropa con tal que le paguen algo, con tal que le den algo de comer para sus hijos que está con ella y para llevar algo a mi papá. Entonces dice cuando revisa su expediente de mi papá, estaba tal como está en el archivo. ¡Nadie ha revisado, ni el abogado no lo ha revisado! Mi papá está encerrado ahí, torturado. Total un caos. De ahí, como le había entendido este juez, ya a mi papá le han soltado, le han absuelto. Porque ahí habrá llegado sentimentalmente, y lo han absuelto. Que no hay pruebas, ¡es inocente! Lo han soltado… ¡y de un año! De ahí saliendo mi papá, mi mamá saliendo, dice vuelve al… vuelve al pueblo, entonces ella dice que había ido, no sé, un baño público dice que había ido, había entrado a orinar, entonces había encontrado así un saco de coca. Y ahí dice «De quién será eso», le había dicho a la dueña del esto, a la que controla el baño «Ese saco de quién es, señora». «Llévate, no sé quién habrá dejado», Y mi mamá dice se había llevado, pues, ¿no? Y se había ido llevando esa coca al pueblo. Cuando llega al pueblo no estaban ya mis hermanos menores. Mi hermano, porque él, como los militares del base militar les pegaba, robaba, la casa estaba sin nada, vacía, todo desmantelado, no había qué comer, y mi otro hermanito menor este… este… también… ¿cuántos años tendría él?, ¿cuatro tres?, ¿cuántos años tendría? Niño, lloraba de hambre. Llega al pueblo, dice que mi mamá no tenía qué comer, no están sus hijos, no están sus víveres, todo. Y mi mamá dice que por suerte esa coca que había llevado le había… Tenía que hacer truque con los vecinos, para que dé maíz, con eso otra vez tratar de sobrevivir. A veces iba… en la sierra, mi pueblo mismo tenía que…, a cambio de algunos víveres iba a pastear ganado de los vecinos, para dar de comer a sus hijos. Entonces ahí en esos semanas dice mi hermano había comido veneno, de hambre habrá comido, qué será, pues. Tenía ese veneno dice de… para curar plantas. De ahí mi hermano, cuando regresa, ya está botando espuma ya, ya muerto, ¿no? en la chacra… No sabía cómo hacer, qué… a dónde…
Tamia
Murió tu hermano…
Justa
Murió mi hermano. Ya mi mamá, pues, casi se ha vuelto loca también, porque no tenía qué comer, de todo lo que había pasado. Mi papá después de salir dice que se volvió alcohólico, dedicaba a tomar, la gente del pueblo casi también la mayoría eran borrachos, se habían vuelto alcohólicos… Como era músico también le llamaban, tocaba y así completamente loco. Tomaba, tocaba. Mi mamá sobrevivía cómo sea con mis hermanos. Mi hermano murió… (suspiro). Ay, mi mamá sabe dios qué cosa no habrá pasado. De ahí a mi mamá le habían agarrado también ese de ataque, desmayos sufría, sufría de desmayos también, de tanto llorar… Y todo eso mi mamá cuenta recién, porque ella no contaba, tampoco, a nosotros, cuando «¿De qué murió?», «Murió», nada más, no cuenta. Después ya cuenta, ¿no? Entonces, mi papá estaba en así. Y yo acá esperando que mi papá de esa promesa, decir que nos vamos a volver a juntar toda la familia, nada. A veces dije «Si mi papá ya salió por qué no me busca, por qué no volvemos». También le tenía odio, rencor. «Cómo, si está libre, por qué no nos junta. Será que se ha cansado de mantenernos. Seguro que ya no nos quiere» [llanto]. Así.
Tamia
Todo lo que estaba pasando, no sabías, ¿no?
Justa
Todo eso. Y… Así después del médico mi papá estaba ya como dos meses y medio, de ahí se fue, de ahí le compré sus medicamentos, sus vitaminas, quería que volvería allá y mi papá me dice «Qué vas a hacer, hija, no estás trabajando». «No, papá —le dije—. No te preocupes, ya voy a trabajar en algo». Y seguro mi papá también se daría cuenta, pues, no, que… Como está mi pareja, no es, pues, un hombre tan responsable que digamos, ¿no? Se daría cuenta esos días, ¿no? Y así, pues. Yo sacaba, sacaba mi plata. Me decía «No gastes tu plata, tienes que juntar, porque cómo vas a sobrevivir, ahora tienes dos hijas. A Sandra tampoco no dejes que se vaya con su papá, ya no le dejes ya». Le dije a mi papá «No te preocupes, papá. Yo le voy a denunciar —le dije—. Él no tiene ni siquiera derecho a tener —le dije—, porque yo prácticamente mantengo, todo este tiempo he estado manteniendo y ni siquiera mi hija ha tenido sus derechos, lo urgentes». Así. De ahí me encuentro… Vine a donde mi hermano, acá en Frutales que trabajaba, y me dice como… le digo, este, «Cómo estás», le digo. «Acá, pues, ¿y tú?». Como yéndome trabajar, «Sí, voy a trabajar, ese trabajo no es solvente, qué voy a trabajar con mi bebé —le digo—. Más bien quiero alquilar un local en algún lado, ¿no conoces?», le digo. Mi hermano me dice «Sí, sí tengo un amigo que quiere alquilar aquí —me dice—, frente al banco de… en banco de Santa Anita (creo que en ese tiempo no había bancos todavía, no me acuerdo). «¿Qué local?», le digo. Era una pared grande, grande, casi una cuadra. Dice «Ahí», me dice. Entonces yo le dije… como tenía plata, algo tenía, pues, ¿no?, entonces le dije «Entonces podemos abrir», le digo… Como era para vender herramientas, para hacer… Entonces «Para abrir negocio», me dice. «Ah, ya, pues», le digo. Y le digo «Entonces hay que asociarnos —le dije a mi hermano—. Hay que asociarnos —le digo—. Tú puedes trabajar en… o me ayudas en el negocio, yo voy a poner mercadería», le digo. Como era su amigo, su amigo también quería alquilar a él nada más, ese sitio. Pero era pared nada más, ni siquiera era local, pero así le digo, «Nosotros lo ponemos, como sea vamos a mejorar, pues —le digo—. Ahí que todo entre en su cuenta del señor y ya cuando nos vamos, ya si algún día nos vamos, ya que nos recompense, de ahí nomás que nos devuelva el gasto», le digo. «Ya —me dice—. Pero yo no tengo plata, hermana», me dice. «¿Ahora?», le digo. «Pero me puedes hacer un favor», me dice. «Sí», le digo. Como había comprado ese terrenito con título ya, «Me estoy solicitando préstamo en el banco y me dice que debo tener algunos bienes, siquiera una casa y yo no tengo, pues. Tengo, pero no tiene título —me dice—. Tú tienes… tú has comprado con título, ¿no?», me dice. «Sí», le digo. «No sé si me puedes avalar, me dice. «Ya». «Para que ponga capital para abrir ese negocio los dos». «Ya», le digo, pues. Hemos hecho ese trámite y compré herramientas, empezamos a… Hemos… Cuando Silvia tenía tres mesecitos, pues, nos dio ese terreno para abrir, abrir el muro, y abajo… era así profundo. «Ahora, ¡es hueco eso!» yo dije…, y mi hermano «Ahora, cómo vamos a hacer». «Vamos a comprar tierra, pues, hay que rellenar eso», le digo… Así que trajo tres camiones de tierra. Nos vendió cien soles cada camión creo, tierra. Compramos. Ahí hemos hecho el contrato de alquiler. Y mi hermana había regresado ya para entonces al Perú, pues, ¿no? Ella también estaba en Buenos Aires, pues. Ella vino después de mí. Había regresado ya, me dice «Ay, no sé qué voy a hacer». Le digo «¿Tú a qué has regresado, si tú estás bien allá? —le digo—. Mejor te hubieras llevado, pues, a tus hijos, a tu esposo, a tus hijos y a tu esposo, pues», le digo. Pero su esposo también estaba en otra cosa, andando tomando, no sé, en perdición. «Ah, yo que tú no regreso, mejor te hubieras llevado a tus hijos —le digo—. No sé a qué has regresado». Y así. De ahí le digo a mi hermano, pues, «A Feli también hay que decir que lo alquile, pues». Hemos alquilado los tres [risa] ya ahí. Yo asociado con mi hermano, y mi hermana aparte, pues. Entonces ya «Mi bebe… cómo hago con ella —haciendo andar con su cochecito—. Y ahora esa tierra, quién va a llevar». Buscaba alguien que me lo llene, pues, que haga pampa eso, ¿no? Para estar al borde de la vereda, para abrir ya de una vez y poner su puerta, todo. No se podía. Entonces dije… le dije a mi marido, le digo «¿Puedes ayudarme?», «Nooo, yo estoy ocupado en mi trabajo», me dijo. Otra más. Cólera me daba a mí. «Qué, este cabro no quiere ni ayudar, siquiera domingo debe ayudar». «Bueno, no sé». Agarré, como habíamos comprado ya herramientas algunos de ahí, le dije… a mi hermano le dije «Anda, tráete esas carretillas, tres». Montón de camiones de tierra. Agarré, me cargué mi bebe en la espalda, empecé lampear.
Tamia
A rellenar…
Justa
A rellenar. Cargado mi bebe de tres meses, cesareada, no sé, creo que… Lo rellené eso y hemos abierto. Mi hermano también, mi hermano, mi hermana empezaron a abrir, pues, y hemos puesto puerta enrollable, solamente parte de atrás hemos cercado con maderas, así grande. Y mi hermana también con el señor hemos hecho contrato de alquiler y empezamos, pues, vender. Venta estaba bajo, seguíamos gastando lo poco que teníamos y de ahí mi bebe se enfermó y yo le digo a mi hermana «Feli, tú puedes vender comida», le digo. «Pero sola no puedo». Y su cuñada, pues, Lucía, ella trabajaba en restaurantes, cocina, en casa también trabajó cocina. «Con ella —le digo—, ella también no está trabajando». «¿Sí, no?». «Con ella trabaja —le digo—. Ahora yo no puedo trabajar, ahora mi bebe se ha enfermado». Entonces estaba ya toda la mercadería ahí. Le dije a mi hermano… «¿Sabes qué…?». Le dejé todo contabilizado. Y como su ayudante venía a chancar fierro, también hacía, pues, puntas, esas cosas. De ahí le dije «¿Sabes qué? De la venta de eso vas a pagar al ayudante. Ya tú vaya vendiendo. Te dejo todas mis herramientas; mi hija se enfermó». Y así con mi hija enferma me fui descansar como tres meses, creo. Vengo a ver el negocio, habían vendido algunas cosas vendido, pero plata no había. Le digo a mi hermano «¿Y la venta? ¿Y la plata?». «He pagado al muchacho, he pagado al alquiler…».
Tamia
Todo se iba en gastos…
Justa
Todo se iba ahí. Mi hermana su herramienta una parte estaba; ellos empezaron vender comida, pues, con su cuñada. Y todo de la cuadra que había volanteros, o sea de imprentas, varias gentes jóvenes que venían a hacer sus cachuelos, comían gratis, y ella les daban gratis, dice, y esos se iban sin pagar [risas]. Ay, era un caos. Me acuerdo que «Está bajo la venta», dice, pues ¿no? «No me pagan», dice. Le digo a mi hermana «Vende caldo de gallina en la noche. Pasa gente bastante», le digo. «De verdad, ¿no?». Entonces una tarde han preparado su caldo, pues. «Y ahora cómo vamos a vender», dice. Yo le digo «Ya pues —a las chicas les digo—, vayan a la puerta a llamar gente», le digo a mi sobrina —la Erika, que se había escapado—, a Sandra, y después a sus otras sobrinas, pues. Todas diciendo «Caldo, caldo de gallina —las chicas salían—. Caldo, caldo de gallina, cinco soles, caldo barato, caldo barato», gritando las niñas en la puerta [risas]. Y nosotros adentro; yo también le he ayudado, vine a ayudar a mi hermana, pues. Y así empezaron vender. Era gracioso. Era pérdida y pérdida, nada más.
Tamia
¿Pero les empezó a ir bien?
Justa
De ahí hemos, este… Ya mi plata, mi inversión estaba cero ahí, bajo, no me daba nada, más bien era para pagar al muchacho, era para… este… para pagar alquiler, para pagar luz, así. Entonces, este, un día mi hijita Sandra me dice «Mami, no podemos estar así», me dice. «Sí, hijita. No sé, pues. La bebe que se mejore, ya veremos otra cosa que vamos a hacer». Y mi hija me dice «Mamá, sabes que pasa bastante gente en la mañana», me dice. «Sí, ¿no?». «Sí, mamá. Por qué no vendemos jugo, mejor», me dice.
Tamia
Pasaron al desayuno [risas].
Justa
Sí… Y Sandra… y le digo «¿Ahora? Pero la bebe aún no se mejora. Ya, hacemos una cosa», le digo. Y le dije: «Vamos a comprar una carreta de jugo, vamos a poner en la puerta», le digo. «Ya». «Pero quién va a vender», le digo, pues. Y Sandra me dice «Yo voy a vender en las mañanas…». Fui a comprar su naranja, y le compré su naranja una cajita; ahí Sandra estaba vendiendo: «Jugo de naranja, jugo de naranja», gracioso. Pobre mi bebe, chiquita, pero empezó a vender. De ahí me dice «Mamá, los clientes piden queque», me dice [risas]. «Hay que comprar queque». Ella seguía vendiendo. Entonces yo venía haciendo esas compras, le ayudaba a mi hermana, a la vez le iba a ayudar; porque, pobre, necesitaba, pues, ayuda también. Su esposo de Lucía estaba trabajando en una obra y necesitaba… Querían comer, llevaba ahí. Estaban llevando ya. Y entonces venía a ayudar a mi hermana: «Feli, yo te voy a ayudar, pero no sé, nos das almuerzo nada más. Porque Sandra está con su negocio —le digo—. Y esos herramientas no se venden —le digo—. Porque el chico que nos ayudaba, ayudante de herrería, también ya se ha ido». Y mi inversión no se veía nada. Y después mi hermano me dice «Hermana, el banco me está pidiendo plata y estoy sin plata». «Pero la plata, ¿qué has hecho?». «He invertido, pero no se vende bien». Ay… Y luego, del banco vinieron un día. Me dice «Señora, queremos ir a ver a su casa». «¿Sí? ¿Por qué, pues?», le digo. «El deudor no está pagando, usted es aval». «Ooooy. ¡Vamos, pues!», le digo. Entonces le llevé a la casa; para ver si la casa seguía a mi nombre, verificar si ahí están los artefactos… Con todo, había valor [risa].
Tamia
Claro.
Justa
Entonces nos estaban presionando, pues. Entonces toda esa mercadería que tenía todavía de las herramientas le dije… a mi… a Sandra le digo «Sandrita, esa mercadería no está saliendo, por qué no damos mejor a tu tío que lo venda allá y después nos dará. Vendiendo nos dará, pero también dice que está debiendo al banco, la deuda tiene que pagar». «Ya mamá, dale pues. Si no se vende, por las puras se va a oxidar también todo esa herramienta. Igual mi tío cuánto ya habrá vendido, no nos ha entregado ni un centavo». Entonces ya, pues, para salvar la casa, el terreno, le digo… a mi hermano le dije «Sabes qué, Abelardo, llévate toda esa mercadería, véndelos y págalo esa deuda, pero yo no quiero que venga a mi casa a pedirme».
Tamia
No puede arriesgar la casa.
Justa
Le digo «Ya me devolverás cuando tengas», le digo. Mi hermano se cargó todo, se fue. Nosotros nos quedamos con la carreta. Así que de ahí mi hijita vendía en la mañana, se iba a estudiar de ahí. De ahí llegamos en verano… Teníamos que mejorar también el local, pues estaba todo así no más. Como sea hemos abierto, pues. Entonces ya llegaba verano, mi hija me dice «Mamá, tú te has dado cuenta que ahí en las esquinas venden bastante desayuno», me dice. «Sandra, siempre tú ves… Sí», le digo. «Hay que madrugar», me dice. «Sí, ¿no? ¿Cómo hacemos?», le digo. «Tenemos que madrugar». «Sí», le digo. Empezamos. Como en la casa teníamos refri y también teníamos cocina grande, empezamos a hacer hervir chicha. «Vamos a vender chicha helada también». Empezamos vender. Pero nos levantábamos a las tres de la mañana, en Manchay. Y yo cargada mi chicha, mis baldes de chicha, congelado, porque la chicha lo congelaba, preparaba ella misma, lo congelaba, así congelado cargaba, a esa hora venía; y Sandra venía cargado a Silvia. Tres de la mañana. A las cinco ya estábamos abriendo ya, y hacíamos chicha en botellitas… De ahí le digo a Sandra: «Sandra, no podemos estar así». Porque, pobre mi hija, se levanta tres de la mañana, vende, de ahí se va a estudiar, su tarea haciendo solita nomás; una hora, a veces ni podía hacer, porque ya empezamos tener clientela, pues. Entonces le digo «Sandra, voy a preparar desayuno». No sabía preparar desayuno. Veía lo que vendían desayuno, tomaba quinua, ahí cómo prepara, qué pone, estaba viendo todo eso. «Ah, esto pone, habas…», cada vez que compraba… Antes tomaba por tomar, no me fijaba qué cosas llevaba [risa], pasaba nomás. Veía que no era como decir «quinua», porque había unos cuantos quinuas flotando en ese desayuno de quinua. Empecé… Como de ahí, dije «Voy a vender jugo, jugo en la mañana», pero jugo vendían, jugo venden, pues, por jarra, cinco soles, seis soles. Como pasa gente bastante, entonces dije… Primer día vendemos, cuando pusimos desayuno, vendemos siete pancitos, creo, así. De ahí dije «Voy a vender jugo». Me fui comprar al mercado [nse]. Dije «Sandra, ¿sabes qué? Atrás vamos a hacer espacio». Porque era quince metros de…, atrás largo era. Ahí hemos dividido un cuarto y otra cocinita también hemos hecho [risa] y otra parte, una partecita nomás para vender hemos puesto mayólica para negocio de juguería. «Y ahora cómo hago». Veía a los clientes que eran todos clientes de un sol nomás [risas]. Entonces le digo «Sabes qué, Sandra, vamos a hacer una cosa. Tú has visto que sale bastante jugo. Juguería hay gente llena, ¿no? Pero nosotros vamos a hacer jugo, vamos a vender pero a un sol nomás el vaso». Y Sandra me dice «Pero mamá, no es rentable, pues. Jugo se vende seis soles, y fruta cuánto estará». «Voy a ver al mercado», digo. Fui al mercado, así con mi bebe cargado. Y preguntar los precios de las frutas. Después empecé vender jugo de papaya. Ya tenía naranja, ya vendía papaya, pero compré esos vasos chicos nada más; ahí vendía a un sol. Y ponía la jarra ahí. Entonces yo licuaba, pues, al momento licuaba, vaciaba la jarra y de ahí servía: «Un sol el vaso, un sol». Gente tomaba jugo con su pancito, y pan también de ahora, pan con huevo, pan con queso, pan con palta. Eso no más había. Camote… De ahí dije «No, tengo que hacer otra cosa, qué hago». Verduras. Pero fui a comer tortilla de verduras, pero había unos cuantos de cebolla, más harina era. «Así no puede ser. Voy a hacer tortilla de espinaca, pero voy a hacer bastante verdura». Y empecé a preparar tortilla de verdura. Después vi que… Fui a comer… Me copiaba del otro lado, vi, hacia lomo, hacía de carne, pero dura, fea, grasosa. «Ah, no, yo voy a comprar lomo bueno» [risa]. Compraba carne tierna, hacía lomo. Su lomo era feo, desagradable, no era tan rico ni comestible. Entonces ponía bastante ajito, un poquito de orégano, de ahí agregaba pimienta y cominos, y una pizca de Aji No Moto y «Qué falta», digo. Al lomo le puse una pizca de azúcar. Así que «Pan con lomo, pan con lomo», salía como pan caliente. De ahí, no vendían pan con pollo, tampoco. Yo veía en la sanguchería hay pan con pollo, ¿no? «¿Cómo venden pan con pollo?». Fui a comer ahí. «Ah, ya más o menos así». Entonces yo: «¡También voy a poner pan con pollo!» [risa]. Estaba en ese proceso de planificación de todo. Vendía… inventé ya mi propio pan con pollo, mi lomo, mi tortilla de espinaca. Y vendíamos, pues, haciendo chistes: «Tortilla de espinaca, casero, para que esté como Popeye». «Como Olivia», a las señoritas les decíamos [risas]. Todas compraban. De ahí, este, de ahí dije «Haré jugo… Fresa, fresa con leche, cómo me gustaría vender fresa con leche».
Tamia
Pero ya tenías qué, una carretilla gigante…
Justa
Sí, en esa carretilla.
Tamia
Fue creciendo.
Justa
Ajá, en esa carretilla digo «Fresa con leche voy a vender. Cómo. Pero fresa con leche hasta siete, ocho soles venden. Pero ¡voy a vender! Igual voy a vender haciendo un vaso, voy a vender con su yapita dos soles». Y pan con huevo. Y pan con huevo yo veía que vendían todo grasoso, la gente… Yo veía, cuando freían en la calle lo metían al aceite bastante y todo el huevo chorreaba de grasa. Yo me compré sartén teflón. Una pizca no más de aceite, lo freía así. De ahí huevos grandes, grandes no más encontraba. Era difícil de conseguir huevo chiquito, porque mayormente comercial es ese huevo. Entonces me inventé una cosa. Dije «No, pues, ya… Un huevo voy a convertir en dos» [risa]. Así que huevo grandazo lo ponía un poco de blanco, la yema lo retiraba con cucharita, lo ponía su yema y convertía dos huevos un huevo, entonces parecía que eran dos huevos fritos. Así lo ponía y vendía. Gente se llenaaaba. Empezó venta, plata, ya teníamos a full…
Tamia
Qué bueno.
Justa
Vendíamos bien, a mi hija… Pero más trabajo era para mi hija, porque… A veces se quedaba dormida, la pobre. Igual le despertaba. Ella se ocupaba en la mañana de atender a Silvia, dar su desayuno…
Tamia
Pero ha aprendido un montón, ¿no?
Justa
Sí… y yo a la pobre le despertaba, a veces que se quedaba dormida. Estando ahí ya me levantaba… Igual me levantaba tres de la mañana, le dejaba que se duerma una hora más mi hija, preparaba mi… mi desayuno ahí. Hacía mi quinua… A la quinua también me inventé, dije «Quinua de allá es feo. Yo voy a hacer otra cosa. Voy a poner piña y durazno». Y le hacía hervir con bastante. «Y no voy a poner azúcar quemada», porque es negro los quinua que venden, ya se siente que es azúcar quemada. Entonces las dos frutas le ponía, blanco mi desayuno, esa quinua, pero bastante quinua, no era unos como unos cuantos flotando…
Tamia
Aguada.
Justa
Ajá. Entonces era bien frutado…
Tamia
Qué rico. Y ya los clientes sabían que tú vendías de mejor calidad.
Justa
Sí, los clientes sabían. Después, un día me acuerdo que había hecho guiso de quinua, yo. Y no comieron. En sí no cocinaba, pues, ¿no? Yo más o menos así tipo de la sierra, yo hice mi guiso con queso, con sus hierbitas… Las chicas no comieron. La puse en la refri. «Y ahora, cómo esto. ¿Lo voy a botar? No, si…». Ese día se acabó todo mi sánguches y todo, pues, ¿no? eso. «¿Ahora qué pongo?». No había huevo, no había esto… Agarré, como estaba en la refri, agarré, lo metí huevo, batí bien batido: tortilla. Entonces guiso de quinua, tortilla lo sacaba; y la gente me decía, comía y… «¿Qué, cómo se llama esos tortillas, señora? Está rico, dame más». «Tortilla andina, joven» [risas].
Tamia
Novoandina, novoandina.
Justa
¡Tortilla andina! [risas]
Tamia
Más nutritiva, todavía.
Justa
Sí, así pues. La gente me pedía «tortilla andina», «tortilla de Olivia» [risas]. Espinaca, le llamábamos «tortilla de Olivia». Y la gente riéndose nos compraba, compraba; entonces teníamos venta bastante. A mi hijita la despertaba a las cuatro, cuando estaba todo listo, «Sandra despierta, te voy a comprar fruta», decía. Le dejaba todo listo ya. «Y vaya sacando —le digo—. Vaya sacando todo ya porque ya está listo todo, vaya sacando, yo ahorita regreso». Al Mercado de Frutas me iba. Una hora nomás. Le llamaba por teléfono a mis clientes que allá me daban fruta, «Dame tal, tal, tal, por favor, y sácame la cuenta, que estoy yendo. Y de ahí, al cargador vaya entregando ya», le decía. Cuando yo llegaba, «Ya está, señora, ya el cargador ya la está esperando ya». Pagaba, con el cargador ya al taxi. Taxi llegaba y descargaba todo. Y cuando llegaba, ya mi hija ya estaba atendiendo gente, lleno estaba. Ya un caos ya total, ya. Empecé a atender, a ayudar… A veces lloraba Silvia, Sandra entraba a cuidar, a dar de comer. Así. A veces lo dejaba ya así en bolsas, en bolsa lo ponía —algunos diciendo lo que es «para llevar»—, en un balde embolsaba bastante quinua, maca, avena, lo dejaba en bolsas. Entonces a veces los clientes «¡Señora!» (están apurados, pues). «Joven, por favor, ahí está, ponga ahí, deja la plata ahí» [risas].
Tamia
Autoservicio.
Justa
Sí, a veces «No, como me voy a atender».
Tamia
[nse]
Justa
Sí, y los clientes decían, «No, señora, cómo me voy a atender solo», «¡Cómo! ¡Usted está lleno de fuerza…!».
Tamia
«Tiene manitos».
Justa
«¡Usted puede! —le digo—. Ahí está, todo es tuyo», le digo [risas]. Entonces los clientes estaban feliz, consumiendo.
Tamia
Y cuánto tiempo has estado haciendo eso.
Justa
Ahí hemos estado doce años
Tamia
¿Doce? ¡Wuau! ¡O sea, toda la infancia de Silvia!
Justa
De Silvia, toda la infancia. Y para Silvia, cuando empezó a entrar al inicial, ahí era un caos. Mi Silvia no quería ir a estudiar, lloraba…
Tamia
Chiquita…
Justa
Sí, pues. Y para entonces también a veces tenía discusiones con mi pareja, pues. Yo le decía «Yo me voy a ir, así que a mí no me hagas renegar —le dije—. Yo me voy, yo no estoy para aguantar a nadie. Además, tú no me estás manteniendo ni nada. ¡Ni hables!», le digo. Porque ahí yo pagaba colegio de… Cuando Silvia ha entrado, empecé pagar este su… O sea, Silvia iba con movilidad al colegio. Una señora me venía recoger, Silvia no quería ir, se me pegaba como chicle. «¡Mamá!», y la señora lo jalaba, la bebe se agarraba. Ha habido que… Un momento le llevé, este… De ahí… Había un señor que me traía sánguches triples para vender, entonces le digo a ese señor «Ay, mi hijita no quiere ir al inicial, no sé qué voy a hacer», le digo. Y me dice «Señora, vaya, llévela al centro CAPS. Ahí trabaja mi hija, es un lugar bueeeno, hay un psicólogos especialistas para niños», me dice. «Ah, ya, bueno, gracias», le digo, pues. Estaba en eso.
Tamia
¿Pero ya cuántos años tenía Silvia?
Justa
Tres añitos, pues, Silvia. Entonces… Y de ahí a Silvia yo «Por qué no quieres ir, hijita», le digo. «No, mamá, un niño me ha tirado una piedra en mi cabeza», me dice. Era niño, Abraham, morenito. «Ese negro le odio, me ha tirado con piedra», dice. No quería. Y también ella no quería ir porque había escuchado que yo dice que me iba a ir. Entonces…
Tamia
Se asustó.
Justa
No… Se habrá asustado, pobre. Entonces… En eso también a veces le pedía ayuda a mi marido, pues, porque decía, a veces le decía «Ayuda a sacar la carreta, ayuda a limpiar la vitrina, a ordenar». Me acuerdo que una vez… En vez de ayudarme más me estresaba, porque tenía que sacar todo. Una vez me dice «Ay, ¡dónde está las cosas! ¿Dónde está esto, dónde está el otro! ¡Qué voy a exhibir acá, que ya está limpio todo!», me dice. Yo estoy renegando: «¿Cómo me pide todo…? ¿Yo tengo que entregar a la mano? ‘¡Aunque sea exhibe tu trasero, no me jodas!'» [risas].
Tamia
¿Él ya trabajaba contigo, entonces?
Justa
No.
Tamia
Ah, ayudaba, estaba un rato contigo y después se iba a hacer cosas…
Justa
Ajá. Se iba a su trabajo. Le pedía que me ayude, pues. Cuando le pedí eso, me dice. Y me da risa porque justo mi hermana está al otro lado, dice que ellos también habían escuchado, se reían. [nse] [risas]. Peleando.
Tamia
Y el centro CAPS ¿era el CAPS, el…?
Justa
Era el CAPS. Y no sabía yo que existía eso. Entonces…
Tamia
¿Y la llevaste?
Justa
Todavía no llevaba. De ahí, este… «¿Cómo hago?», estaba en eso…
Tamia
¿Y justo de ahí empieza lo del activismo?
Justa
Ahí empieza el activismo. Entonces, este… De ahí dije «Bueno, dónde llevo a mi hija ahí». En ese tiempo dije «Me voy a ir, me voy a ir». «Ya», dije, pues. Como mi pareja estaba así, tampoco no la quería, «Para qué voy a estar así», dije. Si él no quería ni a su hija, si él quiere hombre, y yo soy la que estoy trabajando, pues, ¿no? Porque trabajando pagaba esto, pagaba el otro y hasta me había olvidado de lo que gano. Empecé tener plata, a mis hijas no les faltaba, porque cuando terminábamos hacer nuestro trabajo nos íbamos al cine, nos íbamos a comer McDonalds, nos íbamos… Nos dábamos nuestros gustitos. Pero a veces bien… Mi marido me decía «¡Qué hacen andando, gastando plata!». Y yo decía «¿Qué? ¿Tu plata? No me hagas renegar, tú. Deber ni siquiera estás cumpliendo, y ¿a mí me vas a venir ‘gastando plata’?».
Tamia
Además trabajaban tanto, ¿no? Tú y tu hija.
Justa
Claro. Y a mi hija le daba diario sus 10 soles para su propina, para cualquier cosa. Ella iba siempre con sus diez soles. «Mamá mis amigas no tienen plata, a veces tengo que prestarles para el trabajo, para el esto…». Y yo dije «¿Tú estás prestamista o qué cosa? Te he dado para que te compres algo, algo que te agrade». Así. Entonces, este, de ahí mi hijita no quería ir y ya era… se me ha puesto difícil ya. Silvia estaba como que no quería ir, yo decía… Yo también con él no, era diferente, él dormía en otra cama, yo con mis hijas, era… No había pues… cómo digo, como que tener esa relación de pareja, nunca hubo. Hasta hoy tampoco.
Entonces mi mamá viene, me dice «Hemos declarado en Comisión de la Verdad que de tu tío lo que pasó, tus primos». En ese tiempo estaba Comisión de la Verdad investigando de todo, de la violación a derechos humanos. «Ah, ya —le dije—. Está bien, mamá. Le mataron, pues, a mi tío. Tiene que irse». De ahí me acordé… cuando yo estaba en Buenos Aires veía en la prensa, en televisión, la noticia de caso Cantuta. Estaban en el Congreso de la República, les había indemnizado creo dos mil soles y le… A Fujimori le estaban sancionando por el tema de violación de derechos humanos, estaban demandando. Creo que iba a pasar a Interamericana, algo así. Entonces yo dije «Caso Barrios Altos…», me acordé del caso Barrios Altos. En esa casa yo me salvé la vida.
Tamia
Sí, me contaste.
Justa
«Y caso Cantuta…». ¡Y me acordé de Accomarca! «Y si ellos pueden denunciar, ¿por qué caso Accomarca no se puede denunciar? En Accomarca mató, violó…». Me pasó por mi mente. «Si yo también he sido víctima…». Todo lo que viví, toda la película se me viene a mi mente. Justo estaba viendo eso, estaba ahí por ahí mi pareja —pero nunca le dije lo que pasó, ¿no? No, nunca…—. Y eso me acordé, en Argentina. En Argentina dije «Por qué no se le… Yo puedo hablar. Si ellos pueden hablar. Se puede denunciar. Por qué no, pues, si esa gente eran inocente, ¿no? Y Barrios Altos igual, porque esa gentes estaban haciendo pollada, y de repente ahí hubiera muerto yo, si asistía a esa pollada, era invitada también. Y a mi mamá le dije «Mamá, está bien» y me dice «Tu tío Celestino está haciendo, está de directiva», me dice. «Ya, mamá», le digo, pues. En eso le digo a mi mamá «Mamá, te ayudo a… o si no te acompaño, pues. Dónde será la dirección, dame su número de mi tío para llamar», le digo. Le llamé a mi tío, me… Ahí recién conozco a mi tío Celestino, porque yo a él no le conocía. Él ha vivido acá en Lima. Así que a su mamá —mi abuelita— conocía, pero a él no le conocía. Él vive por… cerca al local. Entonces le digo, este, a mi tío le digo «Tío, soy su hija de María, dice que mi mamá para que se declare, cómo van a hacer. Están haciendo una asociación de familiares…, ya habían avanzado ya algunas cosas. Inclusive había ido ya Medicina Legal, creo, habían hecho exhumaciones. Ya estaban buscando a Telmo Hurtado y a Rivera Rondón, que estaban fuera del país. Y de ahí nomás vino Carmela —la señora que estaba conmigo en el Lugar de la Memoria, ¿usted se acuerda?—. Ella me dice «Participa en eso —me dice—, están…». «Sí, seguro, de repente…». Yo no quería ir, en sí, porque también se me venía a mi mente todo lo que he vivido, como que no quería tener ni contactos con los familiares que… con mis paisanos y con mis familiares; es más, como que también yo rechazaba hasta las músicas de allá, no quería saber nada.
Tamia
Mmmmh.
Justa
Entonces estaba en eso, ¿no? Pero yo no me he dado cuenta todo eso, ¿no? Después a mi mamá la tenía que llevar al Registro Único de Víctimas. Mi tío nos da la dirección y… Para inscribirle a mi tío fallecido, pues, ¿no? Entonces, como estoy en el negocio, le digo «Ay, mamá, cómo hago». Mis hermanos, nadie quería apoyar. Mi hermana, tampoco. Ella está ocupado con su negocio, no le interesa nada. Yo veía a mi mamá triste, estaba ahí preocupada. Y le dije «Mamá, yo te voy a llevar, no te preocupes», le digo. Entonces le digo a mi mamá «Ya, ya… Dejamos a Sandra así en el negocio, que vaya atendiendo ella con Érica». Más le pedí apoyo a Érica, para que le apoye. Le llevé con taxi y en la entrevista la señorita le pregunta a mi mamá, mi mamá cuenta, pues, cómo había pasado. Luego mi mamá, después de haber recordado todo eso, regresó acá ya total deshecha, llorando. Mal, se puso mal, le bajó la presión, decaída, no se sentía bien.
Tamia
¿Y también declaró sobre su vida, tu mamá? ¿También sobre su esposo y todo, o solamente de tu tío?
Justa
No, solamente mi tío.
Tamia
Asu, y eso ya la conmovió.
Justa
Sí, de lo que pasó mi papá no declaró. Eso de… Solamente de mi tío, que perdió a mi tío, mis primos menores. Entonces, esto le puso mal a mamá y cuando regresé, al día siguiente, ya normal estaba en el negocio otra vez atendiendo y recibo la llamada, porque dejé mi número ahí a la encargada, a la señorita. Me llama, me dice «Señora, hemos tenido una… este, tiene que volver, traiga su ficha, van a…», creo que el código ha puesto mal o creo que ha puesto código de otro, no sé cómo ha sido.
Tamia
Ajá.
Justa
Entonces le digo «Señorita…» y a mi mamá le dije, pues, «Mamá, si no quieres recordar no te recuerdes, ya este…». Y cuando llamaron le dije a mi mamá, mi mamá ya no quería ni hablar. Le dije «Mi mamá se siente mal, a ella le hace mal recordar lo que pasó. ¿Le puedo llevar yo el documento, señorita? Con su DNI de mi mamá más», le digo. «Ya, está bien, señora», me dice. Fui llevando, pues, el documento, su DNI de mi mamá, y de vuelta yo narro también, pues, ¿no? Ahí sí me tocó hablar, y hablé… y luego me dice «¿Y tú dónde estabas en ese tiempo, qué estabas haciendo?». Y me pregunta así, y cómo es que me he salvado. Creo que ahí fue la persona indicada a quien, no sé, ese me llegó… directo a la herida, creo, a esos sentimientos asquerosos que había vivido. Le dije «Señorita, yo fui violada tal fecha, tal fecha». Un mar de lágrimas, no podía ni contenerme, lloraba, lloraba, lloraba y la señorita me abrazó, me dijo «No fue tu culpa —me dijo—. A ti te han dañado. Pero no es tu culpa», me dijo. Creo que ahí me sentí como que había una persona que me entendía. Me sentí como liberada. Me dijo «Hay un centro CAPS, anda, haz terapia. ¿Quieres que te inscriba?» me dijo. «Sí», le dije. Yo no he ido a inscribirme, pero dije «sí», pensando que me iba a inscribir en el Centro CAPS para atenderme. Luego me preguntó mi nombre, todo; le dije mi apellido, todo, y le conté, pues, lo que había pasado. De ahí creo que salí como desmayándome ya, con un decaimiento total. Y después ahí afuera me fui al baño, lloré desconsoladamente. Era esa niña que no ha llorado, esa niña… creo que volví a ser esa niña de doce años. Así. Y llegando a la casa, volviendo, creo que… luego le conté a mis hijas. Esto les dañó a mis hijas.
Tamia
Que no les habías contado nada.
Justa
No, no les había contado. Les dañó a mis hijas.
Tamia
¿Dañó a tus hijas, dices?
Justa
Sí, sentimental… O sea, ellas también habrá… ¿cómo habrá percibido eso, no? Les dije… y mi hija Silvia, de ahí aún más no quería ir al colegio. [nse] No quería soltarse de mí ningún momento, porque… Me decía «Mamá, yo no quiero ir». Le dije a Silvia, pues, «Por esto, por esto no he estudiado. Porque pasó esto, pasó lo otro, y no fui a estudiar, porque no estaba con mamá, mi papá no estaba conmigo, tal, tal, tal» y al final sin darme cuenta mis hijas, esto de contar nomás les había hecho [nse], ¿no? Y luego mi hija no quería. Así que Silvia me llevaba al jardín, me decía «Mamá, acompáñame». Me fui creo que dos semanas al jardín. Íbamos, a las dos nos llevaba la movilidad [risa]. Silvia, cuando la profesora cantaba, me decía «Mamá levántate, canta. Mamá, estudia» [risas]. Pobre, mi niña.
Tamia
Quería que seas su compañerita de clases.
Justa
«Canta, mamá, ¿estás aprendiendo?». Sí. ¡Ay, tanta pena me habrá tenido! También ¡cómo le habré contado en ese momento! Y me dice así, entonces. Y Silvia no se desprendía de mí, ya era un caos, que Silvia estaba que no quería estudiar.
Tamia
Y una pregunta: y Sandra ¿cómo tomó lo que le contaste?
Justa
Sandra estaba tranquila, pero también esto le había dañado. Después voy al esto… después vamos al psicólogo, pues. De ahí a Silvia le llevé al centro CAPS al psicólogo, pues, que lo que me había dicho el señor y la señorita. La llevo. Entonces Silvia le había contado que yo quería irme, quería dejar todo, no… A pesar que tenía todo, tenía plata, tenía… no sé, tenía trabajo, pero quería dejar todo, porque otra vez me había revivido mi historia, mi vida, ya no estaba otra vez soportar una discusión, una mala mirada, nada. Entonces a mi hija también… Ella lo que estaba pensando es que yo me iba a ir abandonando a ella. Y me llama, pues, este… del centro CAPS la psicóloga, muy buena, me dice «Señora, usted también tiene que hacer terapia», me dice. Entonces Silvia con su psicóloga especialista en niñas, después yo. Saqué una cita, una evaluación que me hicieron, creo que duró dos horas, estaba en psiquiatra, psicóloga, psiquiatra, psicóloga. He estado después de haber ahí con la psiquiatra hablar, contar lo que pasó, salía destrozada y lloraba mar de lágrimas. Era un caos. Lloraba hasta vomitar. Eso. Así semanal iba una vez a la psicóloga, a la psicóloga y al psiquiatra. De ahí me tenía que ir de acá del negocio, llevaba a Silvia… Dos veces a la semana iba. A Silvia llevaba otro día, otro día me tocaba a mí. Porque mi espacio estaba… no había otro, estaba ocupado espacio. Así que trabajaba ahí, de acá tomaba un taxi al jardín, recogía con el taxi a Silvia, de ahí iba con taxi al centro CAPS. Hacía su terapia, de ahí llevaba comer algo, regresaba otra vez con taxi porque tenía que hacer compras, tenía que hacer… En ese plan estaba. Y el taxi, pues, me costaba 25, 30 soles ida, de regreso. Por suerte mi negocio daba para movilizarme. Trabajar y movilizarme.
– Inicio de su activismo
– Vínculo con ser víctima del CAI: recuerdo de Argentina
– Reencuentro con su memoria, su cultura y sus paisanos
– Ser parte de la Asociación de Víctimas de Accomarca
– Ser parte de la directiva de la asociación de víctimas
– Viaje a Putis (entierro de víctimas de la masacre)
– Decir lo que piensa y lo que siente sobre sus experiencias
– Viaje a Accomarca como testigo con periodistas de Univisión
– Extradición de Telmo Hurtado
– Violación de su hermana menor y su relación con su propia violación
– Múltiples juicios
Entonces ahí la psicóloga le trataba a ella. Ella, además, pensaba que Sandra, prácticamente como Sandra era su mamá. Ella le daba de comer mientras yo afuera atendía. A la hora de tomar desayuno ella ayudaba, hacía tomar rápido… Pero hasta ahora Silvia me dice «Yo a ti te considero como mi hermana. A Sandra yo tengo miedo, a ella sí le veo como a mi madre», dice [risas]. Porque Sandra, una sola mirada… ya tiene que comer frejoles, todo [risas]. Pero conmigo no. Entonces siempre Sandra, Silvia me dice eso. Y de ahí, pues, he ido al psicólogo. Constante he ido, no ha habido… De ahí empecé darme cuenta que Silvia también era calladita, no hablaba. Entonces le digo, este… «Por qué no hablas, por qué no puedes conversar con otras personas, no puedes conversar». «Yo no tengo nada que conversar con otra persona», me dice. Y ella a veces no se defendía en el jardín, algunos niñitos le jalaba el pelo, el otro morenito que le tiraba tierra… Ella era muy delicada. Como que también que he sido una mamá muy sobreprotectora. A raíz de eso. Porque «Que no te toque esto, que no te pase eso. No, mi hija no, mi hija no». Era que… esa niña que no ha sido protegida, protegiendo a esa niña, ¿no? Como que yo hubiera querido que sea protegida, ¿no? Era… A la vez, no me dejaba vivir mi, mi… A pesar que estaba tratando de hacer mi vida, en mi mente siempre veía niña violada, y a mi marido le odiaba, decía «Este no le vaya a tocar a mis hijas», eso. Y había una duda total. A veces cuando le abrazaba también no quería ni que le toque, a veces le odiaba, detestaba. A veces me decía, este… Cuando a veces él quería dormir conmigo, «No —le digo—. No. Voy a dormir con mis hijas». Me abrazaba a las dos. A veces yo rogaba que se largue… Hasta ahora me pasa lo mismo. Los sábados me hago la dormida, digo «Ojalá que se vaya, que se vaya. Cuándo se va [risas]. No lo quiero ver», digo. Entonces, eso. Y de ahí, este, a mi hijita le hacían jugar con unos animalitos, para descubrir por qué ella sentía así. Entonces ella veía que ahí ella… La psicóloga me cuenta que ella, dice, jugaba con su… a los animalitos bebés les hacía jugar más entre hermanos, la hermana mayor siempre se encargaba de la cabrita, a veces supuestamente dice que hacía lluvia, llovía demasiado, entonces la hermana mayor la llevaba en su cochecito al corral a la hermana menor [risa] y ella le hacía comer. Mamá siempre estaba en la chacra o ahí trabajando [risa], entonces la psicóloga me dice, pues, este, «Acá Silvia a ti no ve como la madre responsable; la hermana es la responsable», me dice. Claro, en sentido de que ella me ayudaba, pues, dar comer, cambiar pañal… Y yo más estoy con Sandra en el trabajo, pues, apoyando. Pero igual Sandra también me ayudaba, pues, en el trabajo, pero yo era eje principal: comprar esto, comprar lo otro. Eso. Entonces… Y aparte, «Eres una mamá muy sobreprotectora», porque cuando algo pasaba, ya la mamá ahí intervenía: «No, no, no, que esto no, que esto no». Papá… ni aparecía. Entonces todo eso. Y, como para que no le dejara en el abandono, qué se yo, ¿no?, cuando yo le decía que me voy a ir, seguro se podría mal. En sí también por eso Silvia me dice «Mamá, yo no estaba loca, loca estabas tú —me dice [risas]—. Si no fuera por mí, seguirías andando por ahí por acá, ahí viajando. Menos mal que nos hemos dado cuenta a tiempo. Yo, yo tengo… —me dice, pues—, yo soy la que me he dado cuenta. Sandra ni siquiera se ha dado cuenta que tú estabas loca», me dice.
Tamia
Se había enraizado… Y Silvia se da cuenta de eso.
Justa
Sí, ella me dice eso. Entonces me dice «Yo no estaba loca, loca estabas tú. Tú eres la que necesitaba psicóloga», me dice [risas]. Pero igual Silvia, en el psicólogo, pues, este… Yo le digo «Doctora, mi hijita no habla mucho, no tiene mucha comunicación, a veces tengo miedo por eso», le digo. Me dice «De repente hay taller de teatro, algo». Entonces empecé… busqué un taller de teatro. Acá en Santa Anita era los sábados, en la municipalidad, le llevaba ahí. Los sábados yo sí tenía que llevar al taller de teatro, de lectura, estaba ahí. Entonces empezó a leer y ya empezaba, este… Había una buena… había unos profesores de teatro también le enseñó bastante, han hecho cortometraje. Me acuerdo que era, este… Ay su nombre… Hada Madrina, creo que Silvia presentaba [nse] De ahí estaba en taller de lectura, creación literaria.
[…]
Tamia
Estabas yendo al CAPS, porque me acuerdo que habías logrado tener un buen este […], o sea que como que tenías cierta estabilidad económica
Justa
Ajá
Tamia
Y podías irte hasta el otro lado, a llevar a Sandra
Justa
Silvia, y Sandra, iba, sí Sandra, allá; yo iba a parte Silvia llevaba, a parte llevaba a Sandra iba a parte, así era, era un […]. Yo ahorita me estoy recordando eso y digo «oh dios mío, cómo he podido andar así, es algo»
Tamia
Increíble
Justa
Es algo que, […] que hasta ahora no me entiendo, de verdad. Pero también mi trabajo ha sido duro ahí, porque cuando empezamos, empezó a aumentar más clientes, empezamos a aumentar más mercadería, más trabajo. Me acuerdo que a las de la mañana me levantaba, tenía sueño a veces, y agarraba balde agua helada, me echaba, un baño frío, una buena secada y a cocinar pues en la mañanita, a las de la mañana empezar a cocinar, todo lo que tenía que preparar para atender a los clientes. Entonces acá ya estaba fortaleciéndome como para entrar en la directiva, pero no había pensado para ir a la directiva [ríe]
Tamia
¿Pero cómo te habías enterado de que había una directiva?
Justa
No, del, del, mi mamá pues cuando vino de la sierra, tenía que hacer registrar a mi tío, a mis primos, a mi tía lo que han fallecido en ese acto. Entonces mi mamá viene para acompañarle, ayudarle a hacer registrar, ahí empieza. Y luego ya había sido formado la Asociación familiares de víctimas, ya estaban formados por algunos sobrevivientes, hijos, y, ahí estaba ya mi tío Celestino, mi tío Florián, mi tío Pompeyo, Teófila, Cirila, Carmela, no sé quiénes más eran la directiva que era parte de esa junta directiva. Entonces, este, ahí lo que exigían los familiares, todos los que han perdido, tenían que participar en las asambleas, tenían que dar aporte económico para poder hacer el viaje de investigación, el viaje para exhumación también que ya habían hecho ya, entonces, eso habrá sido dos mil […] ay, no me acuerdo, 2006, 2007, 2008, no sé la fecha exacto, que […], habrá sido, o 2009, habrá sido, no sé. La cosa es que, en eso, a mi tío, mi mamá le había avisado que estábamos trabajando por ahí, por los bancos, entonces un día viene a hablar mi tío con nosotros pues, porque de cada familiar que han perdido, que han fallecido en el lugar tenía que participar su familiar, juntar a los familiares, estaba en eso.
Y mi mamá como también la veía que estaba mal de eso que se recordó, es más, hasta sufría de ataque, de desmayo, y no sabíamos por qué era eso, no era por discusiones que tenía con mi papá, sino que era eso. Entonces, este […] al ver así a mi mamá, y a la vez que yo he vivido también como que me interesó, me acordé, cuando, como le decía, cuando estaba en Buenos Aires, vi en noticias a Gisela Ortiz, a Raida Cóndor, que estaban haciendo justicia por la muerte de sus familiares, de su hijo, de hermano de Gisela Ortiz; y creo que al ver eso, todo eso, me acordé, cuando estaba allá, lo qué pasó, y dije «Accomarca hizo eso, yo sufrí esto, y cómo no es que he podido denunciar, pero también no tenía opción, era niña, era esto».
Luego me acuerdo al ver que mi tío estaba en eso, dije a mi mamá, «yo te voy a ayudar mamá, voy a participar, no te sientas mal, yo voy», dar esas cuotas que se iba a dar para los viajes, los trámites. Entonces, aun dudaba, ahí vino Carmela, la que la vez pasada nos encontramos, y me dice «anda, vamos, que el otro», y bueno, empecé a participar en las reuniones de las víctimas.
Me acuerdo que cuando fui por primera vez, ahí, a mi tío Florián yo no lo conocía, pero yo conocía a su papá, con su papá hemos vivido en la sierra, así como familia, cerca, vivía en su casa, a veces vivíamos en su casa de él, porque mi quebrada tenía su chacra de fruta, entonces así nos íbamos a su casa; éramos una familia, no interesaba que seamos familia de sangre, sino éramos familia del pueblo, así nos sentíamos nosotros.
Entonces, este […] cuando yo voy, ahí yo veo a Teófila, a Teófila no la conocía, era del pueblo pero no la conocía porque ella estaba al otro lado, en la otra zona, entonces no la conocía. A Cirila, sí la conocía, porque con ella íbamos al colegio cuando estaba en Accomarca, entonces a Cirila la veo, todas señoras ya, todas temerosas, lloraban, hablaban del tema, y bueno, yo también ahí me sentí como en familia, porque éramos, ahí creo que nos hemos sentido como en familia que. Todos teníamos los mismos sentimientos, ¿no?, yo dije «no puede ser, cómo es posible», al ver a Cirila llorar, me puse en su lugar de ella, y dije «wow, pero ella perdió a su madre, qué hubiera sido de mí. Yo no he perdido a mi madre, a mi padre, pero yo perdí sí mi dignidad, arruinó mi vida, ¿no?», y no soy lo que soy, porque de un momento a otro, que tú no tengas tus proyectos, eres una niña feliz, estás dentro de una familia con tus padres, tus hermanos, siguiendo un camino, y de pronto alguien venga y te acuse de terrorista, te ultraje, te torture, por ejemplo, te quema tu casa, todo. Y luego tienes que emigrar a otro lugar donde no es tu lugar, pasar hambre, pasar esto, y todo eso se me vino a mi mente.
Y como yo ya estaba recibiendo mi terapia, tratada de entender a ella, porque a lo largo que estaba yendo al terapia, para mí era duro. Me acuerdo cuando iba al terapia, lloraba una barbaridad, no sabes cómo, yo no sé cómo es que lloraba hasta vomitar. Era un caos, hasta vomitar, luego me sentía como, como dopada, como, unos sentimientos raros a raíz de eso no. Y al ver a, a Teófila y a Cirila que estaban ahí tan endurecidos con ese dolor, seguía ahí, tan solo hablar que ellos ya empezaban llorar. Yo para no seguir llorando, tenía que medicarme, después de llorar tanto, tomando medicamentos para no tener esas pesadillas que toda mi vida he tenido, y nunca no he contado a nadie. Y yo no podía superar con mis problemas.
Y unas discusiones que yo tenía, creo que eso también dejó que yo me separara con mi segunda pareja. Entonces este era algo que me daba como un cuchillo en la herida, que me hacían, y yo quería escaparme, irme lejos. Era eso. Quería estar ahí, pero a la vez quería irme porque yo no podía superar el problema, no podía afrontar o tratar de sobrellevar a otra persona. Era difícil. Entonces Teófila y Cirila, creo que ahí lloramos en esa reunión, a mis tíos que estaban ahí, me presentaron a mi tío, ehm […] mi tío Celestino, creo que a él lo vi como un padre, hasta ahora lo veo como un padre. Porque a pesar de que él no estaba en el lugar, estaba ahí como nuestro protector, como nuestro salvador de ese dolor, para hacer justicia estos responsables, él era capaz, él era valiente de hablarlo.
Y dije, bueno, estamos acá para aportar, así pues este, conté. Yo conté lo que me pasó, ahí dije, entonces, lo que viví, dije que yo iba a participar a nombre de mi tío porque mi mamá no puede participar, ella se siente mal con tal solo recordar a mis tíos, a mis primos, ya se sentía mal, se sentía destrozada; yo la entendía a ella, porque yo también me sentía lo mismo.
Tamia
¿También contaste tú propio caso?
Justa
Sí, conté, porque yo ya estaba superando con terapias, psicólogo y psiquiatra, estaba yendo. Entonces, le dije también a Teófila y a Cirila, porque en ese tema, ellas eran testigo presencial porque en sí este, ya habían buscado testigos también ahí, quiénes, quiénes eran. Como más ellos eran familia directa de su mamá, las , entonces, eran niñas, estaban en el lugar ahí cerquita, han visto todo, entonces ellas podían hablar, estaban obligadas a hablar, porque ellas no querían ni hablar.
Entonces, la doctora Karim Mena Quispe, que ha estado siguiendo el caso ya estaba viendo ella, pero anteriormente había estado viendo el caso Aprodeh, la doctora Gloria Cano y el doctor Francisco Soberón. No sé por alguna razón con la doctora Karim se habían separado, y la Asociación de familiares se habían separado conjuntamente creo que era la señora Rosa Palqui que era, en ese tiempo hacía de […] también habían formado su ONG Ader, entonces estaba en eso.
Entonces, la doctora Karim era una buena abogada, nos habló también en esas reuniones, que reunión que hemos tenido. Ella veía cómo era, como nosotros llorábamos, y decía «tranquilícense, tienen que pedir […]», a veces había discusiones entre nosotros porque había una coordinación de «vamos a hacer esto», y algunos no querían. Teófila y Cirila siempre se oponían, decían «no, yo no quiero ir. No me obliguen a hablar», eso no
Tamia
Difícil no
Justa
Así, y discusión, entonces lloraba. Para entonces, Teófila y Cirila habían viajado ya Estados Unidos, habían viajado como testigo para extraditar a Rivera Rondón, a Telmo Hurtado, habían viajado para declarar allá. Entonces se quejaban «yo he ido a Estados Unidos, dejando a mis hijos, no quiero seguir», y a la vez lloraba por lo que habían matado a su madre. Y yo trataba de calmarle, yo no, «yo les entiendo a ustedes, pero no lloren», y a veces me decían «pero si tú no has perdido a nadie», «sí, no he perdido a nadie, pero yo he sido tocada, y eso, eso lo más grave», le digo. De repente perder a mi mamá, no sé cuál habría sido mi reacción. Quizás habría sido peor o no sé. Pero, yo he sentido lo que tu madre ha sentido, estoy yendo al terapia, le digo. Así.
Tamia
¿A su mamá le habían?
Justa
Matado
Tamia
Ah ya.
Justa
Pero en eso que le han hecho, les habían hecho formar una fila, les han separado a las mujeres aparte, a los hombres aparte. A los hombres les pegaba, les torturaba, pisoteaba; y a las mujeres les han llevado acá al donde está al pie del molle les ha violado, delante de sus esposos, delante de sus hijos. Arrancaba; algunas señoras que tenía su bebé, le ha sacado de sus brazos, le ha tirado, le ha llevado a la señora, le ha ultrajado, eso.
Y ellas han declarado, no habían hablado del tema de la violación sexual, no habían hablado. Entonces, yo hablé con la doctora Karim, cuando yo conté llorando también así, a mar de lágrimas, y le digo a la doctora Karim » esto a mí me pasó», y la doctora Karim me dice «pues, pero eso no hablaron», y le digo, pero doctora, y le digo «eso pasó doctora», y «Teófila y Cirila ustedes no hablaron», no querían hablar.
Mira, tan solo hablar de violación era de lo más feo y grave y sentirse mal, ¿no? Entonces, y así pues. Creo que fue […] Cuando hubo cambio de directiva, a pesar de que yo no era directiva, participaba con ellos, estaba ahí participando, «¿cómo están?», como que me sentía parte de esa familia y tenía que estar con ellos. Entonces cuando hubo cambio de directiva, me recibieron a mí como la directiva, me eligieron, y no me acuerdo de cargo creo que era tesorera, no sé, varios cargos, he dado vuelta [ríe]. Entonces, así, pero a lo largo de eso hemos tenido, en eso de ahí cuando entré a la directiva, creo que ha sido me acuerdo; había un evento en Putis, era la entrega de restos. Tenían que viajar alguien de la, porque, Cruz Roja Internacional había pedido que cada organización tiene que participar alguna directiva en representación de cada asociado de familia de víctima. Entonces, este, nadie quería ir, porque estaban ocupadas, Teófila y Cirila se rehusaba decía «yo no voy a ir, yo he ido a Estados Unidos, dejando a mi trabajando, dejando esto, hasta me he peleado con mi esposo, que el otro», así.
Entonces, este, y la doctora Karim me dice «mira tú has entrado recién, tú tienes que viajar», me dijo. «wow, yo digo, pero doctora qué voy a hacer», le digo, «mira va a viajar la señora Rosa Palqui que es de Ader, también van a viajar otras personalidades», a nivel mundial creo que venían periodistas, no sé, de todos lados, y también de diferentes organizaciones, venían de todos lados, pero yo no sabía tanto, tanto porque yo no sé cómo es, la primera vez, y le digo a la doctora, «pero doctora, ¿yo cómo hago y cómo me presento?».
Como yo estaba en los bancos de Santa Anita, yo veía que los volanteros, imprenta repartían volantes ¿no?, yo digo, a la doctora le digo «doctora, ¿podemos hacer una volante? lo que ha sucedido en Accomarca», porque como dijo que va a haber bastante gente, van a viajar. Entonces yo a todos no voy a llegar a presentarme porque eran varios, ni siquiera me conocen, voy primera vez. Con un poco de temor, le digo a la doctora, y me dice «ya está bien, porque eso hace tiempo también ya les he dicho a la Asociación que hagamos eso, pero a veces ellos no quieren».
Ahí vi a mi tío Celestino, él quería alcanzar la justicia, pero no quería hacer publicidad, tenía miedo, miedo de que los militares venga a buscar, a matar, qué sé yo, y a la vez también tenía miedo que el caso también se vaya, que quede en nada, que esto no se puede hacer público. Pero yo le dije a mi tío «tío, tenemos que hacer algo, si nosotros no vamos a hacer ni volante, nada, ¿cómo le vamos hacer entender a las demás personas?», le digo.
Entonces, la doctora mandó a hacer un volante, donde dice de la masacre que ocurrió, tal, tal. Entonces, ese documento preparó.
Yo luego digo,” ¿qué digo en mi casa?», porque como había vivido con mi ex pareja que era muy, este, que no dejaba que vaya a ningún lado porque tenía que decir para salir a algún lado, ya bueno mi segunda pareja, pero a él nunca le he dicho a dónde voy a ir, pero había un poco de duda, dije «¿pero qué digo en mi casa?». Y la doctora Karim creo que me vio esa, ese valor, me dijo «tu simplemente dile, de la directiva te han, este, comisionado, vas a viajar», así que yo, encontré una abogada que sabe los derechos de […] Regreso, a mis hijas les digo «voy a viajar, hija», le digo, este […] bueno, estaba mi pareja «voy a viajar», no me dijo nada, «¿cómo así nada más?», «sí, voy a viajar» le digo [ríe]. Yo ya estaba adquiriendo todo eso de rebeldía, tan rápido.
Entonces, y me dice «bueno, coordinamos el pasaje, el viaje», Cruz Roja Internacional pagó mi pasaje para viajar como representante de caso Accomarca. Viajé, me encontré con la señora Rosa Palqui, porque también ella viajaba, y con ella ya me sentía más segura, ahí la conozco a la señora Rosa Palqui también. Entonces, ahí con mis volantes y en Ayacucho llegamos, ahí viajó doctor Rafael Barrantes que era jovencito aquella vez, ahí le conocía al doctor Barrantes, y después otra, de Cruz Roja, no me acuerdo su nombre, la doctora Anny, Fanny creo que era, Fanny creo que era, a ella. Todo amables, en Ayacucho nos encontramos, nos hemos alojado en un hotel.
De ahí este, íbamos a hacer, no sé, iba a haber un foro de todos los representantes que habían venido de Colombia, creo que de Chile, después han venido de Argentina, las abuelas de Plaza de Mayo, esta señora, su nombre me he olvidado, Estela; así que en ese foro, entonces ella cuenta, también ella de lo que en Argentina había pasado. Que allá había, también los militares habían llevado sus hijos, algunas mujeres embarazadas, que también han esperado que nazcan sus hijos, y esos hijos les han regalado, les han vendido, no sé, creo que a los que no tienen hijos, no sé qué negocio han hecho pero, la cosa que a los hijos de ellas, los habían ejecutado, los han hecho desparecer. Y cuenta ella que se habían armado de valor contra todo eso, y han hecho protestas, y habían logrado ya varios derechos, inclusive habían creado banco genético de sangre, para poder, estaban en la búsqueda de nietos ya.
Creo que ahí empecé a analizar las cosas pues no. Yo veía todo lo que se presentaba, algunos, en ese tiempo, estaba la señora Doris Caqui, como asociación de familiares a nivel nacional. Entonces, también ella estaba allá, viajado, ella en representación de Perú, habló. Y también de Putis, me he olvidado, este señor que era […]
Tamia
¿El señor Gerardo?
Justa
Creo que era, su nombre me he olvidado, habló, bueno, lo que pasó. Y así es que, cuentan pues que ellos, cuando les han entregado los restos, no sabían ni cómo enterrar los restos de sus familiares, dice no. Entonces ellos recibieron de medicina legal dice, habían dejado ahí, en la Plaza los habían tendido así con sus cuerpitos, los restos; vinieron la gente, vinieron la prensa, y empezó la gente a apoyar económicamente. Luego, el alcalde de Ayacucho, creo que le había mandado ya a construir los nichos, también estaba fresco los nichos (se oye el sonido de una explosión), así que, ese día, después en la noche que hubo ese foro, después conversamos, conversamos varios, incluso gente nacional que han llegado.
Ahí, para entonces, nosotros ahí, le conozco a la señora que era congresista Juana Huancahuari, que estaba apoyando también a las víctimas, que era del Congreso de la República, había viajado, a ella la conozco.
Luego, en plaza de armas, han hecho este […] velorio, al día siguiente, iban a hacer izamiento de bandera a media asta, me parece que el Ministro de defensa era Rafael, Rafael Rey, y no ha querido, se ponía en contra. Ahí toda la gente estábamos renegando «cómo es posible», no sé, era también una pelea. Pero ahí vi que habían ido varias prensas de todo lado, periodistas estaban ahí, entonces ahí mi volante empecé a repartir a todos las organizaciones que habían ahí, a los periodistas les empecé a repartir a los que me encontraba, les saludaba
Tamia
Te presentabas
Justa
Repartía el caso Accomarca
Tamia
No hay que ser tímido para nada ¿no?
Justa
Sí pues
Tamia
Hay que ser entrador
Justa
Entonces empecé a repartir. Ya ellos habrán visto todos los datos, ¿no?, ya todo lo que hemos relatado, porque también no le iba a contar a cada uno todo ¿no? Entonces así empecé a repartir, en eso, así que […], hemos hecho, todavía hemos hecho misa, luego, de todas las organizaciones partimos hacia Putis, pero ha habido varias, no sé cuántas camionadas de gente, hemos ido Cruz Roja Internacional, nos ha llevado un montón de organizaciones, periodistas, hemos hecho una caravana, con nuestras banderitas blancas.
Para entonces, yo había viajado con Silvia, y Silvia sufrió, le chocó el viaje, y no sabía qué hacer. Para entonces estaba en Huamanga, estaba estudiando, este, su sobrina de mi pareja, estaba estudiando derecho, una señorita, jovencita pues, le llamé y le dije «estoy acá en Huamanga, ¿te puedo dejar a Silvia?», le digo; y me dice «sí tía, ven déjame, yo me quedo Silvia», «no puedo llevar porque dice que es altura Putis», le digo, » le ha chocado, y está así, mal, le digo»; «ya», me dice. Entonces a Silvia le dejé con ellos.
Me fui con la señora Rosa Palqui, con ella hemos dormido en el hotel, ahí conozco Raida Cóndor también en persona, que en Argentina vi en televisión, y acá en Perú compartimos la habitación las . Y a Raida Cóndor, le pregunto, le digo «¿señora usted del caso Cantuta? Le digo, señora yo vi a usted, estaba en el Congreso, que esto, que esto», «sí, esto ha pasado», ella me cuenta llorando «esto ha pasado a mi hijo» todo no, «yo sufrí esto señora», y empezamos a contarnos, y la señora Rosa Palqui cuenta de su esposo periodista, ahí le han hecho desaparecer en Huanta. Así que empezamos a contarnos nuestras historias. Ahí agarré, creo que mi segunda familia, que empecé a agarrar más confianza. Estábamos entre esas personas que habíamos sufrido, de alguna manera, uno que otro, algunos que perdieron su hijo, otro su esposo, y también conocí a la señora Leonor Saire que es actualmente presidente de Conavip, creo que me he olvidado su nombre.
Y, después ahí le conocí al señor Arones, mmm […] ¿de ahí a quién más lo conozco? ahí varias personalidades, algunas ya no me acuerdo tanto. Y ellos también. Cuando les tocaron hablar en la Plaza pública, hablaron pues llorando, todo lo que habían vivido a lo largo de este […] y trataba de nutrirme de lo que ellos hablaban, » yo también tengo que hablar, porque no me puedo callar», ahí empecé mi aprendizaje así a la directiva
Tamia
Hablar en público
Justa
Hablar en público
Tamia
Sobre temas tan delicados ¿no?, porque ya tú tenías ya manejo escénico con tu negocio, con tantas cosas que has hecho
Justa
Ahí eso también [ríe], ayuda un poco. Entonces, ahí pues viajamos, fuimos hacía, llegamos a Huanta así en caravana todos, la Cruz Roja Internacional puso las camionetas para movilizarnos, ahí pues fueron todos los féretros les pusieron en camiones para llevar, adelante y todos detrás, algunos adelante, así fuimos la caminata. Llegamos a Huanta, ahí nos recibieron las autoridades en Huanta, todavía hemos hecho, pasear ahí los féretros, y habló las autoridades en Huanta, habló la señora congresista Juana Huancahuari, ahí. Ahí me presenté, ella es Juana Huancahuari, le digo «señora congresista soy del caso Accomarca – le entrego mi papel- en Accomarca pasó», así es que, ya estábamos en contacto, ya, cualquier cosa ya estábamos haciendo amistades.
Cuando llegamos ahí, todavía creo que sobrevoló helicópteros por encima de nosotros, y yo «ay no», otra vez me vino todo ese terror que me daba escalofríos, «de repente nos van a bombardear o nos van a meter bala», todavía esa sensación horrorosa tenía en mi mente. Pero igual decía «estoy acá, entre toda esta gente, no creo que se atreva»
Tamia
Pero igual da miedo
Justa
Ajá, pero daba miedo porque, como se llama, este ministro de defensa se ha rehusado «que no hablen nada», «qué, por qué la bandera iba a hacer a media asta», no quería. También ha habido pelea de eso. En eso. Entonces, de ahí continuamos, me acuerdo, llegamos a un pueblito, no me acuerdo este pueblo, creo que era, ay, su nombre (duda)
Tamia
¿A San José de Secce?
Justa
San José (duda), San José, creo que sí. Dormimos ahí, porque nos agarró la noche, ya no podíamos continuar hasta Putis. Esa noche en frio, cenamos con el doctor Rafael, nos, como ellos estaban viendo nuestros gastos económicos, hemos cenado. También ahí hubo un evento en la noche, luego nos fuimos a dormir, al día siguiente partimos hacia Putis. Así que el pueblo Putis no conozco, porque a la altura de Putis era el lugar que habían hecho los nichos para los muertitos.
Ahí en esa caravana todos íbamos llorando, nosotros éramos prácticamente familiar de eso, porque ahí habían matado algo de 122 personas, a los que habían, les habían llamado los militares diciendo «los vamos a proteger, vengan a vivir acá», al final les habían mandado a hacer una fosa diciendo que iba a ser pisci-granja, a toda esa gente la habían asesinado, no era que iban a hacer pisci-granja, nada. Y dos personas que se habían escapado, niños. Ellos son los que relatan eso no.
Entonces, en ese camino, en ese viaje, no sé, yo iba llorando, éramos nosotros los familiares de los muertitos.
Pero también habían gentes amables y humildes, habían niños que nos pasaban ramo de flores, cuando pasábamos, era, muy fuerte, así llegamos. Llegamos al lugar, antes de llegar, todos hemos bajado, creo que faltaba como, 3, 4 cuadras, o cuadras que se yo. Bajamos, era una curva, de ahí bajaron todos los féretros y cargamos (sonido de celular) el, el ataúd, todos los que habíamos ido, toda la comitiva que hemos ido, 2 de en 2 , o sea yo llevaba 2, yo y otra señora, y cargábamos, así llegamos a la zona. Y así en una ladera habían construido las nichitos estaban frescos, entonces ahí lo hemos enterrado, le hemos puesto, a algunos les faltaba hacer todavía su puerta, todo fue rápido porque teníamos que volver también, tantísima gente.
Y también, total ya estaba, por suerte, a pesar de eso, había una casa, tipo campamento, habían hecho pachamanca con papas nativas (sonido de celular)
Tamia
¡Cómo te acuerdas, todo!
Justa
Entonces, era así, porque era de papitas chiquitas de diferentes colores: morado, medio rojito, larguitos; riquísimo pachamanca. Entonces, de ahí, ha habido entrega, todo, el acto de reconocimiento de las víctimas, han viajado, también han viajado varios personal, ya no me acuerdo, de estos autoridades, hicieron acto de reconocimiento, y luego, nos dijeron pues, que vayamos a pasar al frente, porque era al frente, donde que habíamos hecho, al frente, estaban ahí, «ahí les van a dar almuerzo». Fuimos pues, todos fuimos. Me acuerdo que ya no tenían ni plato en que servirnos, el periodista también recibían en su gorrito [ríe], todos a comer su pachamanca, después de eso.
Y luego, volver a tomar nuestro carro para volver.
Me acuerdo que ahí conocí al periodista de La República, el señor Virgilio, su nombre, su otro apellido ya no me acuerdo, ya viejito, el más paraba con la señora Raida Cóndor, seguro entre ellos se conocen como periodista ¿no?, estaban en eso que se conversaban, que el otro.
Me acuerdo que cuando estábamos antes de llegar a Putis, en donde dormimos en San José, San José, no sé cómo se llama este pueblito, me invitó este, picante de yuyo, había comprado, estaba comiendo, luego pidió, me invitó, le dije «gracias, señor, qué amable», le digo, yo pensé que era su esposo de repente, de la señora Raida Cóndor, qué sé yo, porque paraban juntos; pero no durmieron juntos [ríe], nosotras dormimos entre mujeres, porque de comisionadas que estamos yendo, y los varones dormirán aparte, pues ¿no? Ya, también no le iba a decir «¿su esposo?».
Pero de ahí le digo «señor, usted ha perdido su hijo», estaba con su cámara tomando fotos, «no, yo soy periodista de la República», me dice, «ah ya, le digo, mucho gusto señor», le doy mi volante todo, pero él ya sabía las cosas [ríe], él ya sabía pero igual le he dado. Y me dice, bueno pues, ahí me dio su número, «coordinamos, y cualquier cosa me llamas», le digo «sí señor, estamos, estamos tratando de extraditar al responsable del crimen», así, él se sabía la historia desde antes [ríe]
Tamia
Es un caso bien importante, seguro ya por algo se acercó, quería conocerte
Justa
Ajá, sí pues. Entonces, ya, más creo que ya me sentía, como familia, eran como las familias que realmente yo lo quería, porque era un periodista humanitario que me ha dado picante de yuyo, y a mí que me agrada el picante de yuyo, he crecido a base de picante de yuyo creo [ríe], volver a probar mis comidas de allá.
Y así pues, regresamos hacia Huamanga, allá con todo, la comitiva. Había dormido, no sé, en Huamanga, coordinamos con el doctor Rafael Barrantes, me acuerdo que nos invitó un almuerzo, conversamos, y estábamos ahí con la señora Rosa Palqui, no sé con quién más; nos trató de lo más mejor que se podía, y hablamos de todas estas cosas, lo que pasó, porque Cruz Roja Internacional está como para ayudarlos, pero hasta ese momento yo no sabía que eran tan amables. Así es que habló, «esto pasó, esto pasó», y yo, en eso ya yo me presento pues del caso Accomarca- algunas víctimas ya le conocía, pero a mí no me conocía-entonces, “soy tal, me pasó esto», creo que otra vez se me salió lágrimas como mar, y empecé a llorar como en la psicóloga. Lo más fuerte fue lo que dijo el señor, el joven Rafael, hasta ahora lo considero joven -pero ultimo ya lo vi canoso, todos estamos canosos- me dijo: «ese hijo de puta, no debió dañarte», me ha dicho, «¡cuánto lo detesto!», creo que ahí vi como un defensor mío que podía gritar por mí, bueno y así, bueno me calmé; seguimos conversando de los avances que el único nuestro objetivo era alcanzar justicia porque, hay tantos familiares, en Accomarca la mayoría son ancianos, algunos ni siquiera pueden hablar lo que les tocó vivir, y están con esa pena y dolor, el doctor pues entiendo porque cuántos cosas habrá visto, qué cosas no habrá visto «sí, estamos en eso, apoyarlos, todo».
En Huamanga dormimos, y al día siguiente, ya cada uno regresas a Lima. Llegué a Lima, convoqué a una asamblea de la directiva, regresando, todos los eventos que se ha hecho, como habían construido exclusivamente para los familiares, o sea para los muertitos de las víctimas.
Bueno recogí a mi hija que seguía en Ayacucho, me había olvidado de ella [ríe]
Tamia
No se te había olvidado [ríe]
Justa
Ya le llamé a mi sobrina, le digo «estoy en tal hotel, tal, tal,”, me dice «¿tía ya vas a ir?», «sí, voy, pero todavía vamos a coordinar, voy a dormir acá. Puedes traer a Silvia», «no, está bien conmigo, viendo tele, no te preocupes, a la hora que vas, voy a llevar». Entonces, ya al día siguiente me trajo a mi hijita, con ella de vuelta regresé a Lima.
En la asamblea de la directiva estaba la doctora Karim, la asamblea. En cada asamblea que teníamos de la directiva, la doctora Karim estaba con nosotros. Llegué, conté todo lo que habíamos hecho, lo que había visto allá, cómo habían hecho, cómo ha sido el entierro que era exclusivamente para personas víctimas, no se ha enterrado en un cementerio donde que han tenido muerte natural, entonces les dije eso, así se ha enterrado.
Y nosotros en ese tiempo, estábamos pensando, con qué plata, estamos sacando plata de por acá, por allá, tratando para poder movilizarlos, y la preocupación también de los mayores que nos decían «¿cómo vamos a hacer ahora cuando haya entrega de restos, hasta ahora no nos entregan creo que es por falta por plata?», y le digo
Tamia
¿Cómo es, cómo ha sido, han hecho exhumaciones también?
Justa
Sí, habían hecho exhumaciones ellos, ya estaba en, en este […] ya le estaban haciendo análisis de ADN, entonces
Tamia
Porque la gente debe haber enterrado ahí en el momento, ¿o cómo habrá sido?
Justa
Sí, cuando lo han matado, todas las personas, algunas que habían escapado los familiares, los este, habían regresado al segundo día, y al tercer día habían enterrado los restos por ahí no más, haciendo hueco pues, los restos, ya no eran pues, lo que se encontraba en; lo que sí habían enterrado así cuerpo completo era la señora Juliana Baldeón, la abuelita Juliana Baldeón García. Porque ella cuando habían matado a todos, al ver la casa de su hija estaba incendiándose, quemando, de todo, había ido, sino no hubiera muerto, pero ella había ido llevando agua, entre tantas de esas balaceras, y los militares ya se habían ido, ya se estaban retirando ya, pero le han visto a ella de lejos, dice, y ha regresado el militar a dispararle, no le alcanzaba, bajó hasta casi cerca de ella, ha disparado y la ha matado. Entonces ella su cuerpo, sus restos estaban completo cuando lo han enterrado.
Entonces cuando han hecho exhumación también ha encontrado cuerpo ya, sus óseos, todo completo, ya sabían dónde han enterrado.
En cambio a mi tío tengo entendido que él se había quemado una parte de su cuerpo, pero una parte no se había quemado, pero hasta la fecha nosotros, mi tía, mi mamá se hizo ADN, mi papá; perdón mi tía se hizo ADN y no, no ha salido resultado de ADN
Tamia
Ya, todavía no se puede reconocer el resto
Justa
No, también, cómo lo habrán enterrado, o no se sabe dónde lo han enterrado, pero con algún resto de su ropa dice que cuando han enterrado, había, ha conocido a mi tío ahí, entonces este no le han, hasta la fecha no encontramos su resultado de ADN; de mi mamá, mi tía, ya se hicieron ya análisis de ADN, eso. Entonces, no se he encontrado, pero sí, pocos ADN que han salido el resultado, los demás no. Porque se ha quemado total, hasta la olla se hizo como chicle, entonces imagine, primero le han disparado, han quemado la casa, luego le han metido granada, o bomba no sé; imagínese, ese cuerpo, un cuerpo no puede soportar toda esa quemadura, se habrá hecho tierra
Tamia
Es matar, sobre matar, sobre matar
Justa
Sí. Entonces, este […] se habrá hecho tierra eso. Entonces, esas exhumaciones ya habían hecho avances, solamente estaban con ADN, haciendo el ADN, ya esos resultados hasta la fecha no ha salido de todo
Tamia
Ustedes me han dicho, ¿tú me decías que ahora están haciendo no, en un cementerio?
Justa
Sí, pero ya nos ha dicho que creo que no se va a poder, no va a poder sacar el resultado de ADN en su totalidad, lo que hay no más, porque eso está viendo de EPAF, del encargado este de la señorita Gisela Ortiz, más, y […], ahí hay varios este […]
Tamia
Arqueólogos forenses
Justa
Ajá. Entonces este, pero no hay el resultado, en su totalidad los no sale, y así pues. Cuando regresé del esto, ya, como digo, hemos convocado a una asamblea, mi hija trabajando en el negocio. Pobre mi hija también, muchas veces la he dejado, no solo lidiar ero eso también, porque mi hijita cuando empezó ya entrar en adolescencia también era chocante. Era que tenía que cuidar también a ella, entre tantas mis andanzas de la directiva; de la directiva no, a veces hacíamos asamblea los días martes, a veces miércoles, porque a veces los otros no podían, entonces habían cambios, programábamos para tal fecha, tal fecha, así.
Pero sí, la doctora Karim, para qué, ella ha sido como nuestra familia, cuando llorábamos, llorábamos todos, contagiábamos nuestras penas a la doctora Karim. Igual ella nos decía «no lloren, no se peleen entre ustedes, el enemigo no está aquí, está al frente, son los militares, no son ustedes. Ustedes tienen que estar unidos».
Han habido momentos que mi tío Celestino era muy drástico con todo, y decía «dejen de llorar», o a veces nos decía «tienen que hacer esto, el otro», y él siempre se ha preocupado por mantener oculto prácticamente el caso. Siempre era muy a la defensiva, porque a veces él decía «cuando van a hablar en la prensa, tienen que prepararse», «yo no sé qué será prepararse, yo voy a decir lo que yo sé», decía entre mí, también seguía rebelde yo. Pero yo le decía «pero tío, las cosas se tienen que decir tal como es, por qué me voy a preparar, para qué me voy a preparar, si yo sé lo que ha pasado. Voy a decir tal como es tío», le digo.
Entonces, siempre mi tío me miraba como «esta no entiende» [ríe].
Y así pues. Luego, para hacer conmemoración, también no era fácil porque para que empiece el juicio hacíamos marcha, plantones, para eso tenía que convocar a los familiares, algunos familiares no querían participar, a veces mi tío les exigía, les decía, a veces les gritaba. Yo le decía a mi tío, «tío, no es necesario que les grites», «pero cómo si es su madre», le digo «tío, pero es que él no piensa igual que tú -le digo- yo no hubiera podido hablar sí, ahorita lo que yo he hablado de mi vida, no yo no hubiera podido hablar si no hubiera ido en terapia. Tal vez, a uno le hubiera contado, pero a más no hubiera contado, le digo, es fuerte tío, le digo, tú no has vivido, pero yo sé que tú has sentido la pérdida de tu mamá, pero no has vivido en carne propia, no has visto de cerquita, no has visto que los militares se paseaban en tus narices, te apuntaba en tu nariz, te chancaba, eso no sabes tío», le digo
Tamia
¿Y tú tío donde había estado, en Lima?
Justa
Él ya acá en Lima vivía, ya era padre de familia, tenía su familia. Yo no le conocí, en Accomarca a su mamá no más, a mi abuelita le conocí.
Tamia
¿Ese tío es el que era más grande, más grandote, que me presentaste en el parque o el flaquito?
Justa
No, es otro, el flaquito tampoco no es
Tamia
Ah no son esos
Justa
No, no, no. Ese mi tío ahorita está mal de salud también, está con diabetes, y no está participando mucho. No, el más grandote, él, él ha bailado de Telmo, también es otro caso.
Así que, nosotros íbamos a coordinar con Juana Huancahuari hemos ido a su oficina, le pedimos apoyo para hacer una marcha cuando teníamos que exigir que, primero este, a la justicia para que nos tomen en cuenta. Me acuerdo que cuando tenía que viajar a, también hubo un viaje, creo que era , no me acuerdo creo que habían venido periodistas este, de, de Univisión, la señorita Belisa Morillo, trabajaban conjuntamente con la señorita María Luisa Martínez, periodista de Atv, entonces ahí dijo para viajar, era una pelea porque
Tamia
¿Todos querían viajar o nadie quería?
Justa
Nadie quería viajar, porque yo dije «yo he viajado a tal sitio», yo también ya me estaba rehusando, uno porque a mi hija le dejaba, a mis hijas le dejaba, por suerte tenía apoyo porque como ya me había acomodado este; a Silvia podía mandar con movilidad, esa era una buena opción, le llevaba la movilidad al jardín. Y luego ella, me había contratado una profesora, donde antes yo había trabajado con la señora, de la que me explotaba, su hija es profesora, dictaba clase a niños; entonces a ella le dije para que me ayude a Silvia en las tardes pues, saliendo del jardín.
Tamia
Así ya no se quedaba sola
Justa
Entonces a la vez a la señora le daba su almuerzo, entonces también le pagaba adelantado la pensión y el almuerzo de la bebe, y la señora de la movilidad era la encargada de llevar, recoger, llevar donde la casa y en la tarde ya recogía a Silvia, entonces tenía esa facilidad también. Pero luego para viajar, a Silvia me tuve que llevar, ya cuando para viajar me tuve que llevar porque dije «es bebe, cómo voy a dejar»
Tamia
¿Volviste a viajar?
Justa
Sí, para viajar con estos periodistas, nadie quería viajar. Teófila no quería. Porque dijo, «tienen que viajar testigos presenciales», estaba entre Teófila, Cirila y yo; había otros familiares, pero no querían hablar, de la directiva «son ustedes no más, quién más va a viajar». Cirila se puso a llorar, «que yo no quiero viajar, yo he viajado a Estados Unidos, he sufrido bastante», igual Teófila «yo también he viajado en exhumaciones hasta lluvia nos ha mojado, no quiero ir, que viaje otro».
Entonces mi tío Celestino dijo «yo voy a viajar», pero periodista pide un testigo presencial, entonces me dice «Justa , tú vas a viajar», y la doctora me dice «Justa tú tienes que viajar» [ríe], la doctora Karim, yo le digo «pero doctora, ¿ahora cómo me organizo?», «sí, arregla, vas a viajar, viaja tú, tus volantes», me dice.
Ya me había liberado de todo ya, yo dije «ay, no voy a viajar. Ya bueno tío», dije. Y este viaje también teníamos que aprovechar llegar al pueblo, hacer asamblea con los familiares de Accomarca, hacer asamblea con los familiares e informar qué estamos avanzando, cómo estamos acá, qué nos falta, también económicamente nos falta, informar todo eso, los avances. Entonces este, «¿y ahora cómo hacemos?», le digo, «pues este […]», bueno otra vez solicitamos pasaje a Cruz Roja Internacional, dijimos que íbamos a viajar, nos facilitó el pasaje, ida y vuelta, y ya todo pagado.
Fuimos, en Ayacucho ya nos hemos encontrado con la, señorita esta periodista María Luisa Martínez y Belisa Morillo que venía de Univisión.
Entonces, la señorita María Luisa, era la periodista que había viajado aquella vez en el ´ cuando viajaron a comisión investigadora, ellos creo, esta señorita creo que le debemos un montón, habría que darle un trofeo como periodista porque la verdad; era jovencita aquella vez la señorita María Luisa, pero valientemente había subido al avión que estaba yendo de comisión investigadora del Congreso, ella la que había filmado todo lo que había pasado, todo el proceso, todo el panorama de la matanza. Si no hubiese sido esa investigación, si ella no hubiera llegado a la zona, el caso Accomarca hubiera quedado en nada, en el olvido, prácticamente, Mori Orzo o los otros criminales hubieran borrado todo, todas las evidencias no. Y también los familiares que sobrevivieron, los sobrevivientes que tuvieron valor de ir al lugar después de la matanza y enterrar los restos, porque en su declaración Telmo Hurtado dice que pues Mori Orzo le había orden de, todo una patrulla ha sido este, se han organizado, ha sido planificado, han ido a la zona, todo bien planificado a matar gente, y esa orden ha dado Mori Orzo. Y Mori Orzo, después de la matanza, cuando Telmo Hurtado viene a rendir cuentas acá a Lima, dice «ya, misión cumplido señor, hemos matado, a todos los terroristas», supuestamente
Tamia
¿Mori?
Justa
Mori Orzo
Tamia
Orzo
Justa
Ajá. Era, este, el […] comandante, político, comandante político de la región Ayacucho, ¿no? el que daba órdenes y todo. Entonces, cuenta Telmo Hurtado que le habían dicho que, «¿ya los restos dónde están?», «ahí lo hemos matado», » Entonces recojan las balas» ehm […] (Sonido de celular) «los cuerpos vayan a recoger y tíralos al mar». Él de vuela regresa a la zona y encuentra que no, los restos no estaban, es que los familiares los habían enterrado. Entonces regresa y le cuenta que no hay, pero al regresar, para tirar al mar los restos de los familiares, era que, también le dijo «mata a todos los sobrevivientes, a los testigos», ahí es lo que matan pues, en esto, en el cementerio en Accomarca, no sé cómo, a personas, a personas creo, no sé, no me acuerdo bien, le habían matado estos señores, estas personas como testigo. También hay un testigo que, que cuando esa vez que había viajado, habían ido a matar testigos, hay un testigo sobreviviente, ha atestiguado en el caso, cuenta todo eso.
Entonces, cuando viajamos, la señorita, nos encontramos con María Luisa, pues, ya mi tío Celestino se conocía con ella, así es que dijimos «mañana vamos a partir de Ayacucho, nos alojamos en hotel». Y así este, entonces, ya mi tío se conocía con la señorita María Luisa, y conversamos, le digo, «al día siguiente tenemos que partir hacía» yo viajé con Silvia, a Silvia le chocó el viaje, cuando llegamos a Ayacucho, estaba con vómitos otra vez, dije «¿qué voy a hacer con mi bebe?», Silvia, pobre Silvia también ha sufrido.
Así es que al día siguiente contrató una camioneta, la señorita, se encargaron los periodistas, entonces fuimos pues. Todo el viaje era, por poco nos vamos al abismo también, teníamos que llegar a tiempo a Accomarca, pero ya llegamos tarde, hicimos una asamblea entre las directivas de allá no más, porque los demás familiares no les habíamos convocado, ¿no?
Entonces, llegamos, por suerte estaba mi mamá, mi papá, nos alojaron en su casa, nos recibieron, dormimos ahí en la casa de mi papá. Al día siguiente con la misma hemos ido a la plaza, había llovido, estaba todo neblina, también ha ido el camarógrafo, este joven Roberto, creo que vive en Callao
Tamia
Qué bárbaro, tú memoria es increíble
Justa
Entonces, este como era bajada, era difícil llegar hasta la zona, ya, por la lluvia, también de repente de regreso, porque no hay acceso con carro, sino se tiene que ir a pie.
Tamia
Las bajadas son más difíciles que las subidas ¿no?
Justa
Para mí pareció subida más difícil
Tamia
¿Ah sí?, para mí las bajadas son […]
Justa
Yo la bajada la bajé volando
Tamia
Tienes que hacer equilibrio ahí
Justa
Pero de regreso vine con bastones, y así pues. Conversamos con la señorita María Luisa, bueno pues, le conté en el camino de Huamanga a Accomarca lo que había vivido, también ella estaba preguntándome, por qué, qué había pasado, porque ellos tienen que saber lo que pasó ¿no? Entonces, este […] de este […], ahí en la plaza conversamos, de ahí vimos por dónde era, dónde era la zona que habían quemado a todas las personas, le enseñé «por ese lado están», y luego con mi tío coordine, le dije «tío sabes qué, ¿y la reunión a qué hora vamos a hacer con la gente, cómo hacemos?», los teníamos que ponernos de acuerdo, le digo «tío voy a ir a la zona, pero no sé si bajaran las 2 señoritas, o no sé, vamos a ver», le digo.
Por suerte mi mamá, mi papito nos dieron desayuno.
Así es que mi tío dijo «sabes qué», algunos testigos que eran en Accomarca también habían, la señorita empezó a entrevistar, estaban entrevistando a algunos testigos ahí. Luego mi tío le digo «tío sabes […]», luego el joven, el joven Roberto, dice, coordinó con las 2 periodistas, dijo «yo voy a llegar a la zona, ¿quién nos acompaña?», yo le digo «yo voy a ir, yo voy», le digo; y también había otro señor, también él dice «yo voy a ir», y el dueño de la casa, mi tío César Gamboa, sobreviviente también, él también dice «ya, vamos conmigo», «ya vamos», fuimos los 3 que somos testigos, y el joven Roberto pues.
Bajamos, en la bajada el joven no podía bajar, y más cargó su cámara, todo; bajamos, llegamos hasta la zona en la pampa, le enseñé donde habían matado a la gente, donde habían ultrajado mujeres, cómo les había llevado hasta la casa, llegamos a la casa, y estaban todavía algunos restos de olla, de olla, digo unos restos huecos de tejas, la casa reventada, ahí todavía, donde había un montón de, donde habían enterrado también habían bastantes cruz de los muertitos.
Entonces ahí su cámara creo que no funcionaba, por suerte he ido con polo blanco, con mi chompa blanca, no sé qué haría, pero me decía «párate ahí», no sé su cámara lo estaba cargando, pero no sé qué hacía. Todo eso hemos hecho.
Y de ahí, había venido también su hermano de mi tío César, también había perdido a su esposa, nos había traído tuna. Era tanto que, no tenía ni ganas de comer tuna, trajo fruta, nos trajo durazno, tampoco no tenía ni ganas de comer, nos había traído un kilo, no había, nuestra mente estaba en eso de explicar, yo le dije «tal, tal, acá pasó», por donde han bajado los militares de Rivera Rondón, y de Telmo Hurtado por dónde han llegado, como ha sido, por esto, por esto, y dónde estaba yo como testigo también «estaba en tal sitio», todo.
Así es que, de ahí ya regresamos pues, el regreso después de esa toma, luego me entrevistaron todavía cuando ya llegué arriba, cuando llegamos ya Accomarca de la quebrada, pero la subida era un caos. Y el joven Roberto cargaba su cámara, todo, él se vino rápido. Dije, «¿como si no podía bajar? y ahora sí, no es justo»
Tamia
Para nosotros, no sé, para la gente de Lima debe ser más difícil bajar, porque hay que, yo me acuerdo, había que tener las piernas con fuerza para no irse hasta…
Justa
Sí, habíamos pasado por unas zonas que se había rajado la tierra, y hacía el abismo, y por ahí hemos pasado
Tamia
Claro, qué nervios, eso también me ha tocado
Justa
Por ahí hemos pasado
Tamia
Claro, te queda ahí un espacito y tienes que pasar por ahí
Justa
Sí hemos pasado, pero de regreso no podía, venía el joven esperándome, esperándome, yo «joven, siga no más. Ya va a llover, le va a mojar, siga no más, se va a mojar la cámara, todo. Yo no importa, voy a llegar», le digo. «Llegue a la casa, almuerce algo y nos esperas pues», le digo.
Y así el otro señor que había ido conmigo también, este señor Zacarías, se llama, él también esperándome, esperándome.
Y para entonces estaba también uno de la directiva estaba en Accomarca, él no participaba tanto pero era parte de la directiva, él también ha ido, su nombre me he olvidado. Él también había ido, entonces a la hora de subir pues él conseguía palos para mí, para seguir caminando. Pedro se llama. «Pedrito, le digo, consígueme un palo, porque no puedo caminar», le digo, me consiguió 2 palos, con ese palo venía así, llegué al lugar.
Entonces, este, la señorita María Luisa, subimos todavía a la base militar, ex base militar, le digo «señorita María Luisa, también estamos preocupados», bueno pues ahí, después de que habían entrevistado a todos los demás testigos, ya personas mayores, aquella vez, los que han perdido sus familiares, bueno, me entrevistó, y yo ya tenía entendido de que Telmo Hurtado no podía, o sea, él estaba desistiendo no quería venir al Perú, y que también faltaba la firma de […].de esta señorita, la señora Hillary Clinton, en esa vez era secretaria del presidente. No sé quién era el presidente aquella vez, no me acuerdo pero sé que Hillary, no es su esposo era el presidente, sino otro, […] ay, su nombre de este presidente de Estados Unidos, me olvidé
Tamia
Habrá sido, el, él […]
Justa
Porque Hillary Clinton era antes primera dama de la nación, y luego entró como secretaria del siguiente presidente
Tamia
¿Que era Bush?
Justa
Ah Bush creo que sí…
Tamia
Creo que sí…
Justa
Entonces ahí yo conté lo que nos tocó vivir, lo que yo viví, conté «esto, esto me pasó, y tantos familiares han matado los militares, y Telmo Hurtado el responsable del crimen y solamente falta la firma de la señorita Hillary Clinton para poder extraditar a Telmo Hurtado», le pedí pues que tenga compasión de nosotros porque «nosotros lo que queremos es alcanzar la justicia, que señorita Hillary Clinton que firme ese documento. Acá ya nosotros hemos declarado todo lo que pasó», y seguro también que habrá pasado las evidencias la señorita María Luisa desde primero que ha firmado, entonces así hice mi pedido allá en la zona.
Luego también entrevistó a mi papá de lo que le habían llevado preso, como le habían detenido (sonido de celular), y todavía mi papá les llevó donde había mi papá había preparado el calabozo, en el mismo calabozo que él ha preparado, ahí le ha torturado, de ahí lo han llevado preso a Huamanga, por todo lado le han hecho andar.
Mi papá también declaró como que lo que a él le han llevado preso. Y tomó, hizo unas tomas del ex base militar, el base militar que estaba ahí después que han matado a la gente, los que habían mandado a ser base militar. Ahí mi papá enseñó donde torturaban a la gente, todo. Luego llegamos a casa, ya mi tío había hecho ya la asamblea con la gente, ya le había dado un informe que habíamos venido a dar. Este, hemos venido con periodistas de UNIVISIÓN para extraditar a Telmo Hurtado. Hay avances. Y a los testigos que estaban en Accomarca, en personas mayores, les han dicho porque no tengan miedo, porque Justa que ella a veces era niña, pero ella también habla lo que ha pasado. Ustedes tienen que hablar tal cual cuando les toca, cuando les toca, este, para que vayan como testigo, no cuando les van a llamar para la audiencia. Así que cuando volví, Silvia seguía mal, porque desde Ayacucho Silvia ha ido sangrando, le sangraba la nariz, le chocó el viaje. Señorita María Luisa está preocupada también la señorita María Luisa, luego estaba con cólicos. Y esa tarde, ya después de la entrevista, todo, regresamos con la misma, dormimos en Vilcas. No puede ser, porque tu hija se va a empeorar de noche. Llegamos a Vilcas, buscamos un hotel para alojarnos, las señoritas se encargaron de buscar. Mañana ya vamos a partir hacia Ayacucho. Por suerte había conseguido unas pastillitas para Silvia, alcohol, agua caliente, ni podía tomar esa Silvia, esta Silvia con vómitos, malestar, pero así la pastilla le da igual. Tomó vomitó y así estaba Silvia.
Tamia
Llegó a ir hasta Accomarca esa vez.
Justa
Esa vez fuimos hasta Accomarca, pero así, porque este, era ya el segundo viaje con la periodista de Univision. Entonces, este me acuerdo que las señoritas al día siguiente tomamos desayuno saliendo del hotel, se habían comprado coca, se habían comprado caramelos, ya bueno, pues ya después de seguir nos dijimos ya vamos rumbo a Ayacucho, ya. Entonces, este… ahí en el camino, que todo era lluvia, lluvia. Entonces en el camino, este, también hacía pesar que estaba haciendo lluvia de villas más acá. Y acerca un huayco, se paró, le hizo parar al cambio, el que manejaba el camión, el chofer, se bajaron del carro, todos teníamos que bajarnos. Silvia nada más no se baja. Y sacó su coca la señorita María Luisa con Belicia. Y nos dieron a cada uno así como estilo en la Accomarca que comen coca. Yo me acuerdo que cuando daban coca, a veces se ponía así con su carita blanca, supuestamente dice que es mala suerte, y si es de verde es de buena suerte. Siempre decían en el Pueblo. Pero también María Luisa nos dio coca a mí, a mi tío, estamos así con la coca y las cocas que nos dieron a nosotros, todos estaban con la carita blanca, la espalda.
Tamia:
¿Y eso es mala suerte?
Justa:
Ajá. Y mi tío lo ha tenido igual. Y tío, digo tío, la coca está de su cara al revés, ¿no será que nos va a pasar algo? Le digo, porque siempre así es la creencia,¿ no? ¿Y luego yo me preguntaba señorita María Luisa, ¿cómo anda con su coca? Porque ella es de ciudad. Bueno, la otra señorita, Belissa Morillo también, no, pues ella había sido ayacuchana. Entonces a ella de niña le han llevado a EE.UU. ha vivido allá. Belissa Morillos, ella trabajaba aquella vez en Univisión, después ya creo que después último cuando hablé, trabajaba en Al Jaeda, Al Jaseda, no sé qué, en qué prensa que está en estados Unidos. Entonces este, la señorita nos dio pues coca, luego un puñado de coca y caramelo le dejó al cerro. también ese acto de pagar al cerro que hace. Y ya bueno, chacchamos un poco de coca, su gusto también le digo a mi tío, tío, tu coca, mi coca está total feo. No digo que nos pasara, porque siempre esa creencia no me acordé. Llegamos a Ayacucho, ya la señorita está ya pues de regreso, nuestro pasaje también está pagado. Y ellos pues ya de ahí me dijo este, “mira”, le digo a la señorita María Luisa, señorita, me puede facilitar todo lo que usted ha grabado? Me dijo este, sí te voy a facilitar, “pero esto va a ser bajo un juramento”, me dijo, no vayas a colgar el Internet, no vais a hacer nada. Pero Huamanga… en Lima nos encontramos a nosotros llegando, teníamos que dormir en hotel al día siguiente para venir a Lima. Entonces lluvia, una barbaridad, no se podía. Y yo al día siguiente con mi tío salimos ya del hotel y digo “tío, vamos ya pues, ahora si se resignó, no había pase en las alturas. Se cerró Rumichaca, creo que se llama por ahí dice que se había caído Huayco 1 km. Estaba afectado y que no había pase, esa era la mala suerte. Ahora ya estamos fuera del hotel, como hacemos día hoy, ahora nuestro pasaje, pasaje también está apagado. Para ese día ya teníamos algo de plata, pero ya no era de todo pues. Entonces le llamo, este pero entonces le llamo mi sobrina, mi sobrina estaba en VRAEN, pero su primo, prima hermana estaba tan este joven es estudiante de derecho. Le llamé tía, Aldo está en Huamanga, llámale. Le llamo, este, “Aldo, estamos aquí abandonado, le digo no tendrás un espacio? Porque dice que ahí derrumba y la altura y no vamos a poder pasar”, le digo, porque no, ya no podemos regresar. Entonces me dice “no te preocupes, venga mi casa” porque vivían un cuarto alquilado, si tenía espacio. Estamos coordinando con la directiva de acá de Lima, sabes que no hay pase y perdimos el pasaje también porque, dijo ,si quieren van a salir de noche, no quieren perder su pasaje, van a salir de noche porque de día están trabajando en 1 km se ha afectado la carretera en la altura hay derrumbe, pero de noche. Primero me preocupación, mi hija estaba mal. Segundo mi tío también es diabético, se pone mal. Y digo y aparte de noche cómo vamos a hacer? Si vamos por ahí, un huaico también nos va a llevar porque tenemos que caminar 1 km, dice, para hacer transbordo del otro lugar. Entonces le dije a mi sobrino, pues nos llevó. Y justo de mi sobrino, su hermana un tiempo venía a mi puesto, pues, no la conocía bien, pero de su media hermana de él, tiene 17 años creo. Un tiempo trabajó también acá en Lima y ella había abierto su negocio de ropas. Entonces me dice tía, vamos un rato a ayudar a… en lluvia. Bueno, entonces después que habíamos dejado ahí nuestras cosas, ayudar a Soledad está cerrando su negocio y sobre sus negocios está cerrando, qué raro, para ayudarle, había puesto un negocio de ropa de lujo y mi chica jovencita nomás, “tanto plata tendrá”, le hemos empezado y ella estaba cerrando su negocio, lo que ella estaba saliendo con sus cosas de ahí. Y entonces, ya pues, ¿qué vamos a hacer? Acometido, empezamos a ayudar, llevar su mano aquí, sacar, juntar. Luego ella llamó por teléfono, “ya vean rápido que tanto esperas, vean rápido, tengo que llevar de una vez mis cosas”, a quién llamara? A camionero, tantas cosas. Qué pasa que al final vino un carro de policía, un camión de policía, todo le asumió ahí y el policía estaba todo parecía un tonto que ella lo maltrataba, “apúrate, lleva eso, carga eso”. Y gritaba él, y él también cargaba maniquí, a mí me daba risa.
Tamia
Y el que era su pareja, su…
Justa
Pareja había sido pero con carro de policía ayudamos, estábamos de voluntarios, ya…
Tamia
¿Los periodistas ya se habían ido?
Justa
Ellos ya se fueron porque ya se habrán venido con vuelo por ahí nos separamos ya cada una, de noche, habrán volado no sé qué hora, o sea, estar en un hotel que se yo. Entonces así y al día siguiente ya iríamos diciendo, compré otro pasaje para el día siguiente, pensando que al día siguiente íbamos a salir. Al día siguiente igual dicen: van a salir de noche y hasta pagó el pasaje. No pues, nosotros queremos ir de día, “de día no señora, no hay pase”, perdimos dos pasajes. Entonces ese día en la mañana dice “no hay pase”. Entonces le digo a mi tío “qué vamos a hacer acá?”. Llamamos acá a la directiva, dice “Ay, no sé cómo sea, viajen pues, esperen”. Tampoco no nos mandó ni plata, nada.
Tamia
Con razón nadie quiere viajar [ríe]
Justa
[ríe] Como tenía plata, le digo Tío, vamos a comer con eso. Pero yo tengo plata, porque como trabajaba en negocio, tenía plata, me llevé como 600, creo, “ya comemos no más”. Y luego le hemos ayudado a llevar sus cosas a un cuarto alquilado que vivía la chica. Un día la chica me dice “tía me dice también vamos entonces a pasear a Quinua”, me dice, “si no vas a ir, ¿qué vas a hacer todo el día?” Ya pues. Entonces fuimos a Quinua con mi tío, mi sobrino, ella. Nos contratamos un carro para que nos lleve a pasear un rato. Ya veremos cómo vamos a ir. Estábamos casi una semana en Ayacucho, que en ese plan Sandra llamas llama… Le dije a Sandrita, sabes que hijita, no hay paz y así está de noche y no más están pasando. En esas andanzas nos hemos encontrado también con Jaime Antezana, que con mi tío se conocían ya nos preguntó cómo ellos también estaban andando con su mochilita, con su esposa, porque no había pase. Todavía hemos tomado desayuno con ellos. De ahí le digo a mi… mi hija, también estaba preocupada, me estaba llamando constante pues. Me dice “mamá, cómo te vas a quedar así no puede ser”, “Si hijita, porque de noche tampoco no puedo venir porque peligra la bebe, se pone mal, tío, igual él está mal, no puede qué tal nos lleva huayco también”. Entonces Sandra me dice “no te preocupes mamá, te voy a mandar pasaje en aviones”, “Bueno, mándame entonces esperé”. El día siguiente me mandó mi tío, llamó a su hermano, a mi tío que está en en Arequipa, contando pues que estamos así, hemos viajado con tal. Y luego pasó ya Cruz Roja Internacional también avisamos que estamos varados… querían sacar nuestro pasaje de vuelta en el esto, pero era imposible para nosotros, de noche, no queríamos arriesgarnos. Entonces mi hija nos mandó “saquemos pasaje en la noche”, sacamos pasaje para venir en avión al día siguiente “a las 7:00 a.m. van a estar en el aeropuerto, señora, porque al siete lo vayan a salir de avión”. Compramos el pasaje y luego este a mi tío le mandó su hermano su pasaje de Arequipa. Mi tío decía “cómo voy a gastar plata que el otro Y hubiéramos ido”, diciendo mi tío, “tío, primero es tu vida”. Le digo, “como si por ahí nos vamos a morir sin haber ganado el juicio” (se ríe) “primera muerte de esos directivas, ‘bravo’, dirán pues todos esos miserables de militares, tío”, le digo. Y mi tío pues “ya bueno”, con cargo de conciencia creo que recibió su plata que le ha mandado. Pasaje también en avión había subido 120, porque la mayoría se están movilizando en avión, y había demanda, porque anterior otros días estaba $60,70, no era mucho, ¿no? Y entonces pasajes aquí para Silvia, para mí, mi tío con la plata que le mandó, sacar. A las 7:00 a.m. mi sobrino nos llegó al aeropuerto y el avión no podía salir porque había hueste y tormenta, lluvia. Ahora todo el día en aeropuerto paseándonos, y mi tío renegando. Creo que se ha empeorado su enfermedad también. Silvia renegando cada hora. Vamos a salir a las 4:30 p.m. salimos de allá, comimos por ahí cerca nomás dando vuelta al aeropuerto. Así llegamos acá a Lima. Y metió renegando con los demás. Cómo es posible que ustedes me quieren viajar y cuando estamos en peligro ni siquiera se han ocurrido mandarnos plata, ni siquiera nos llama. Nosotros también tenemos que llamarles. ¿Yo le digo déjale ya tío, qué vas a hacer? ¿Mi tío decía pues me tiene y me van a devolver mi pasaje, que nos va a devolver si no tenemos de quién nos va a dar? Así pues llegamos.
Tamia
¿Y ese reportaje entonces ya lo editó María Luisa Martínez?
Justa
Sí, había, había ese reportaje. Después yo hace poco, no seguir viendo la parte dos, decía, creo, o parte dos, no sé qué he encontrado. Porque después cuando llegamos acá, hicimos asamblea de todo lo que habíamos hecho. También estábamos planeando para hacer marcha ya en este palacio de justicia. También cuando había marcha con otras organizaciones, nos teníamos que juntar con ellos, cómo vamos a hacer la marcha? Qué tal, tal Accomarca, tal organización? Era conjunto el trabajo, no? También había otra reunión. Eso porque de la directiva de Accomarca, de nos habíamos Luis a nivel nacional, de las directivas también tenemos que estar en coordinación. ¿Así que ese periodista, la señorita María Luisa, cuando llegué acá, creo que al tercer semana ya fue, le llamé, le dije “nos puedes facilitar el video, de lo que habíamos viajado?” Y también los vídeos, el primer vídeo que ella había filmado del 85, que ella había viajado.
Tamia
¿Entonces y eso está en Internet?
Justa
Sí, está en Internet. Viaje. Entonces la señorita me llamó, ya viene su oficina, creo que era en Miraflores, y no me acuerdo porque me fue con taxi, me hizo firmar bajo un juramento, me dice estos documentos nada más exclusivamente para ustedes, no van a colgar, porque esto va a ser este, publicado en otro país, esto va a ser eso era para también eso habrá publicado pues allá, que se habrá sido para presionar al estado americano, porque ahí estaba nuestra abogada en EE.UU. también apoyándonos a nuestra abogada, la doctora, me olvido su nombre, Bernabé, creo. Bernabé, no sé qué más se apoyaba una muy buena abogada española. Está bien. Allá apoyándonos para extraditar. Entonces, bajo esa comunicación. Así que ese documento, después que firme, nosotros tenemos, yo le entregué a mi tío, eso hemos visto, pero no ha pasado de todo, todo, pero hay partes importantes que se había pasado. Después vi este hace poco vi en Internet que está en que se había publicado, no sé qué fecha ha publicado, que está hablando de nuestro viaje, de ese caso para extraditar al tal [Telmo Hurtado] 17:41.
Tamia
Claro, y al final han extraditado
Justa
Claro, al final han extraditado. después para eso también nos teníamos que preparar, hacer asamblea, en asamblea, hablar a los familiares, porque algunos de eran como querían pegarlo y quisiera verlo ese maldito que mató a mi madre, chancar con piedra también. Eso también tenemos que trabajar con los familiares, hablar, decirle que recuerda que nosotros somos inocentes y tenemos que con la justicia que rinda las cuentas ahí. ¿Porque qué vamos a decir? ¿Imagínense uno que ha perdido su familia, su madre, su padre y cómo lo verías a un criminal de tu familia, no? Por entonces hemos coordinado con la señora Juana Huancahuari, con la que me acuerdo, para hacer conmemoración en el congreso antes que extraditen, nos han apoyado ahí también pasamos el vídeo de la primera vídeo del 85, hablamos los testigos, doctora Karim, nuestros abogados, nuestros aliados, doctora Gloria Cano de Aprodeh, así. Y el día que iba a extraer a Telmo Hurtado, no me acuerdo, fue en 2010,2011, no me acuerdo la fecha. Ahí también hemos tenido que trabajar duro con los familiares. Me acuerdo que cuando hemos ido a recibir la llegada de Telmo Hurtado, estaban lloraban, no sabían que se estaban enloqueciendo. Pero fuimos con nuestras banderolas y justo ahí cuando estábamos esperando, pues vino acá por San Luis, creo, requisitoriado, cuando llegó 7:00 p.m. o siete y media creo que llegó ahí con nuestros pancartas ahí gritando justicia, justicia. Y vino como nuestra madre, creo, con nuestra abogada, la única que es nuestra salvación. Y la doctora Esperanza, que era nuestra psicóloga también, que era psicóloga de familiares, estaba ahí con nosotros cuando llegó. Vino bien protegido, con todo su chaleco, ante bala, ni si tuviéramos bala. Todos gritaban, queríamos pegarle, masacrarle. Me acuerdo que ahí había traído la señora ingeniera Juana Huancahari, había traído dos bolsas, había traído dos bolsas de jugo de beterraga. Entonces estaba a mi lado, yo estaba más pegada, como en Ayacucho, habíamos coordinado, conversado, todo. Y estaba con uno de la autoridad a su lado, estaba ahí y ella empezó a tirar. ¿Entonces le digo qué es, qué es, doctora? Le digo, es jugo de betarraga, pásame uno, le digo. Ya está entre medio de las policías, se están metiendo ahí al fondo. Agarré, lo tiré así con fuerza, me veo yo veo que acá le llegó así. Los policías también nos tenían empujuando con todo eso nos interesaba. Todos gritando, hasta creo que algunos se han quedado [nse].
Tamia
Como sangre se veía.
Justa
Se reventó acá y se veía como sangre. Pero yo sabía que no era piedra, yo sabía que era jugo de beterraga. Y al día siguiente al Palacio de Justicia fuimos corriendo también todos. No éramos parecíamos actriz de la película porque después… después de eso también nos hemos reunido todavía un rato las directivas familiares. Ya se fue. Mañana vamos a ir todos. ¿Cómo vamos a ir? Un carro, movilidad. Ahora sí van a venir cada uno ya todos. En la primera hora yo me levanté 2:00 a.m. me trabajo del negocio que hago. Digo Sandra, levántate. Sandra estaba con sueño. Preparé todo de desayuno, preparé esto, esto, todo. Silvia, su ropa, listo para que vaya a su clase, todo listo. A Sandra le despierto. Me acuerdo que Sandra está roncando, pobre también todo el responsabilidad encima. Me acuerdo que agarré un poco de agua helada, le eché en la cara. Levántate, digo. Me voy. Le digo atiende el negocio. Todo. Dejé abierto todo como actriz, chapé mi ropa, me vestí creo que hasta sin… total era… Así agarré el taxi, me fui. Le llamo a la directiva Tío, dónde estás? ¿Tal otro, dónde estás? Acá está el otro, acá está. Me llama telefónica ya vengan rápido. No, que no puedo venir, estoy acá en la atracadera. Y tomó micro. Vengan con taxi. Así hemos quedado. Eso. Algunos familiares así han llegado también ahí con nuestro pancarta gritando Justicia, justicia. Otra vez a Telmo Hurtado. Ahí logré ver todo decaído total, con una cara de no sé qué cosa habrá pasado mal la noche, habrá llorado, no sé qué ha pasado, pero todo de acá manchado de rojo, su camisa manchada. Y yo decía entre mí al menos debes saber qué ha hecho con toda esa gente. Toda la sangre derramada. Algunos lloraban, Cirila, Teófila, creo que hasta se han desmayado. Tienes que ponerte fuerte. Y decía ese miserable ahora sí va a estar preso. Tengan fuerza, digo, no se pongan mal. Y también yo estaba médicada, tenía que continuamente tomar mi medicamento. Mi medicamento era gracias a la doctora, mi psiquiatra, que me dio mis medicamentos. Creo que eso me hacía ser fuerte, fuerte. Y también mi psicóloga, que era argentina también. Una parte de mi vida de Argentina. Pero había una persona de Argentina que me estaba apoyando. Todo eso se han complementado, no sé.
Tamia
Para que tengas fuerza.
Justa
Para tener fuerza. Y así que ahí ni tomamos desayuno, ni almorzamos. Pero estábamos llena de ira, de rabia. Creo que estábamos con la barriga así gritando de ahí exigiendo ya para que empiece las audiencias. otra vez volvimos a casa. Yo creo que después era esa mi andanza. Por suerte mis hijas Sandra se defendió bastante. Contraté una señora que era su ex empleada de mi hermana también era, también ha perdido su madre en la violencia de Accomarca. Este señora se había ido con mi hermana, también empezó a tener buen negocio, tenía siete, ocho chicas. Esta señora ha trabajado tiempo también estaba trabajando y se había ido. Cuando regreso otra vez necesita el trabajo. Mi hermana me dice ha venido Maritza, ahora ya tengo otra chica. Y ahí busca había otra chica en reemplazo de Marisa. Como yo me vea en ese dejar a Sandra sola y pobre como dinero, bueno, porque yo sé cómo es el negocio, para que me ayude. Así que ya Maritza empezó a trabajar con nosotros, ya era apoyo ya. Pero también cuando había esas marchas, ella también tenía que ir. También Maritza estaba de mi lado, ya que también era de víctima ella.
Tamia
Ya se enganchó también…
Justa
Sí estábamos así. Pobre mi Sandra. La verdad que me siento con cargo de conciencia de no haber educado como debe ser, porque prácticamente ella desde sus 12 años que me empezó a ayudar con ella creo que hemos logrado reponernos, tanto mis hijos que han hecho sus terapias, fue duro.
Tamia
¿Y Sandra, cómo se siente? ¿Qué piensa de todo lo que tú hacías?, ahora
Justa
Ahora sí con Sandra? Yo creo que cuando entramos al cuando Sandra ya estaba cumpliendo mayoría de edad, es otro caso que también a su padre le demandé por alimento, porque también ella iba a veces los domingos donde el padre iba por las puras, porque venía con otra actitud, con otra personalidad, como que se estaba poniendo rebelde, aprovechando ir allá y como que descuidando su estudio, descuidando. ¿Yo lo veía así, porque de repente normal, no? Para su edad. Pero mi mayor preocupación fue que todas mis vivencias que he tenido, yo no quería que mis hijas repitan esta historia. No llegará a ser torturada, porque cosa ya no existe, pero aquí caigan en manos de hombres irresponsables o un hombre pegalón a mi hija. Yo creo que a raíz de contactos que he tenido con personas preparadas, personas que realmente son profesionales, que son defensores de derechos humanos, son abogados, periodistas, estas personas vivían otro tipo de vida, no? Como que yo he vivido. ¿Tal vez si yo también hubiera tenido ese tipo de vida, si yo no hubiera sido dañada, no nos hubiera hecho este, matanza, todo, no? Entonces, pero siempre había miedo que Sandra me empezó a decir que estaba enamorado con chicos. Yo le decía hijita, no, por favor, ni tengas sexo, no tengas esto. Y me había vuelto muy controladora también. ¿Colegio, a qué hora sales? ¿Salgo tal hora, ya ve rápido se pasó la hora y hasta la hora dónde estás? ¿Cómo estás? Y esto también era una presión para ella. ¿Entonces, a lo largo que iba yéndome esto también volví a chocar, pues, no? ¿Porque después que los tres años de mi terapia ya me habían dado alta, la psicóloga me dio de alta después creo que tenía como después de dos meses, tres meses, me llamaron de vuelta y todas las terapias que tenía con psicólogo y psiquiatra, todo han sido grabadas y me dijo te podemos grabar? Si le dije no hay ningún problema, no sé por qué, pero dije que sí. Entonces este había venido, creo que justo me dicen una señorita tal Margaret, creo de había venido de Naciones Unidas para entrevistarme, que como me sentía, me llamaron de vuelta del centro CAPS, me dijo va, ven. ¿Bueno le dije fue pues entonces me entrevistó y él dije a la señorita para qué es? Y bueno, se presentó que era uno de Naciones Unidas, venía a ver cómo me sentía y entonces de repente pues el centro CAPS, habrá contado para lo que yo he contado, lo que he vivido en estos momentos, de lo que relataba, lo que vivía, lloraba, vomitaba, que no sé cómo habrá sido la cosa que le interesó a estas personas o es que han rendido cuentas, rendían cuentas a un Naciones Unidas. Regreso ahí y bueno, en esa entrevista cuento lo que pasó, creo que me sentía ya mejor, algo así. Después cuando Sandra empieza en eso de adolescencia, me chocó, dije no puede ser que pueda perder a mi hija, como que me chocó la segunda etapa de mi vida, de la segunda etapa de mi vida, de mi adolescencia, cómo entonces empiezo a ser una madre muy, muy controladora, quería que la cosa sea puntual, no estaba pensando de que cómo ella se sentía, si ella…
Tamia
Proyectabas tu vida en ella…
Justa
Claro, ajá, lo que yo vivía, yo no quiero que pase esto. Entonces era presión hacia ella. Así que después este ahí ya le hablaba, decía que no estoy, que el otro después me acuerdo a la vez otro este después volví otra vez en terapia, esto era otro dos segundito por otro tema, ese otro tema para poder sobrellevar, acompañarla a ella, para entenderla a ella y a la vez ahí también era otra terapia para mí, porque para entenderme yo, yo también en qué momento caía esto que ahora que era falta de esto, más aún a ella, porque había falta de cariño paterno, esa responsable de un padre, el padre era un mal ejemplo prácticamente era un padre que nunca le apoyaba en estado emocional ni económico, lo único que había un apoyo que apoyó nada, porque es más un apoyo hacia la perdición, un problema. Entonces ahí le demandé al padre también le denuncie esa vez que fue, le dije que le iba a denunciar, entonces pues le denuncie y este hombrecito también puso… primero su dirección exacta que le había devuelto la denuncia, que no vive ahí, no es su dirección exacta, tenía que vuelve a precisar la otra dirección exacta. Cuando ven de ahí, con su dirección exacta, había presentado varios partidas nacimiento de sus hijos, que no podía pasar mantención porque tenía muchos hijos, pero a ninguno los mantenía, porque esto también se había conseguido con su apoyo de su mamá, porque una de su hija la tenía su mamá, la criaba, la chiquita, la niñita, que la vi aquella vez, ni a ella le pasó mantención. Pero sin embargo, en la justicia él dice que pasó mantención. Y luego también yo, como siempre he querido, este, ser cosmetóloga, a Sandra le dije estudia. Le puse a estudiar cosmetología a la vez. Sandra estudió, estudió, porque estudió para mí terminó, luego no quería ejercer y seguía estudiando sus estudios en el colegio normal. Cuando terminó su colegio, le puse a estudiar gastronomía. Ha estudiado, terminó, no quiso ejercer, pero sí cocinaba rico, cocina rico, también sabe hacer todo lo que es de cosmetología, pero no quiere ejercer. Entonces ahí lidiando con Sandra. Y empezó también, no quería comer su comida, se cuidaba, quería estar light, infinidad de cosas. Me acuerdo que estaba con un muchachito que era igualito a su padre. Yo dije ay, este es el modelo de padre que se acaba. Sandra, ese joven no te conviene porque es igual que tu padre. Igual que… toda mi vida es igual que tu padre. Así pues. Entonces la demanda ya estaba avanzando. Para mi mala suerte, tenía dos demandas. En eso…
[En esta parte de su historia de vida, Justa cuenta que una persona muy cercana a ella, que tenía una discapacidad, fue víctima de violación por parte de un familiar, y que quedó embarazada por esa violación. Esta situación sensibilizó mucho a Justa, no solo porque le recordó lo que ella había vivido, sino porque algunas personas de su familia, a las que ella quiere mucho, culparon a la víctima, incluso diciendo que si hay un embarazo, ya no es una violación. En esos momentos Justa siente que todo los miedos que la hicieron silenciar haber sido víctima de violencia sexual, tenían sentido, pues ella también pudo haber sido culpabilizada por el daño que a ella le hicieron. Ella enfrentó a su familia y denunció al familiar que cometió la violación, que aceptó haber sido culpable porque estaba ebrio. Este familiar insultaba constantemente a Justa.]
Entonces ese juicio, juicio de mi papá, de Sandra… Y eran ya dos juicios…
Tamia
Y el juicio de Accomarca.
Justa
Tres juicios de… que tenía que corretear. Sí juicio de Accomarca es el otro y también y la otra parte. Así que constantemente teníamos reuniones, seguía en todo estaba no faltaba tampoco a la reunión, a sus actividades de Silvia. Cuando había asamblea de Sandra en su colegio de colegio estaba en….
Tamia
Eras un pulpo [risas] Porque estaban los juicios, que eran tres juicios, las dos hijas, tu hermana, tu sobrinita… el negocio… todo
Justa
El negocio… así estaba andando…
Tamia
Y tú misma, ¿no?, por suerte también…
Justa
Y mi terapia que hacía. Pero por eso yo digo, mi trabajo ha sido muy importante para mí. Porque imagínate si yo hubiera vivido a costa del marido, imagínense hasta ni un centavo ha dado. Entonces cómo hubiera respondido de todo esto, cómo hubiera sobrevivido de esto, ¿no?
Nombre o seudónimo | Justa Chuchón Gamboa |
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Formato | Archivo de audio |
Serie | Historia de vida |
Rol | Mujer |
Número | 6 |
Duración | 12 h 54 m |
Idioma | Español |
Perfil | Justa Chuchón Gamboa nació en Accomarca (Vilcashuamán/Ayacucho) en 1973. Es sobreviviente testigo de la masacre de su comunidad, perpetrada por el Ejército Peruano el 14 de agosto de 1985, y sobreviviente también de una violación sexual cometida por un soldado del ejército cuando tenía doce años. Ella da a conocer su trayectoria de vida porque quiere ayudar con ella a otras mujeres que han pasado por sucesos de violencia sexual. |
Ubicación Web | https://laoruga.pe/justa-chuchon-gamboa/ |
Fecha de Publicación | mayo 2025 |
Lugares | Accomarca, Argentina, Ayacucho, La Molina, Lima, Manchay |
Anonimato |
Autorización para nombre: SÍ Autorización para voz: SÍ Autorización para imagen: SÍ Autorización para detalles familiares: SÍ |
Fuentes | Testimonio de la protagonista - Archivo Digital de Memoria La Oruga |
Fecha/s de recojo del testimonio | 2018-2025 |
Acceso a fuente primaria | Pública |
Ubicación | Archivo Digital de Memoria La Oruga |
Soporte | Audio, texto |
Palabras clave | Accomarca, Activistas de DDHH, Adolescencia, Arte, Asesinato, Ayacucho, CMAN, Comunidades campesinas, Derechos Humanos, Desapariciones, Discriminación, Ejército, Ética, Etnicidad, Género, Hijos e hijas, Infancia, Justicia, Lima, Lucha contrasubversiva, Migración, Militares, Música, Organizaciones de DDHH, Registro Único de Víctimas-RUV, Salud mental, Sendero Luminoso, Violencia estructural, Violencia sexual |
El epidosio incluye |
Audio completoÁlbumLínea de tiempoTranscripciónFicha TécnicaCréditos
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Álbum | |
Vínculo con Currículo Nacional |
Areas: Comunicación, Personal Social y Ciencias Sociales |
Alerta de contenidos |
Lenguaje: No Violencia: Sí Contenido Sexual: Sí Uso de Drogas: Se menciona consumo de alcohol, alcoholismo |
Vínculos con otros episodios |
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Créditos |
Historia de vida de: Justa Chuchón Gamboa Investigación y producción: La Oruga – Tamia Portugal Edición y posproducción: Adrián Portugal Teillier Ilustración: Recorrido mediado “Aprender a recordar para sanar: El poder de las palabras”, con Justa Chuchón y el doctor Luis Herrera en el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social Cortina musical: Time To run de Dexter Britain
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Historia de vida de: Justa Chuchón Gamboa
Investigación y producción: La Oruga – Tamia Portugal
Edición y posproducción: Adrián Portugal Teillier
Ilustración: Recorrido mediado “Aprender a recordar para sanar: El poder de las palabras”, con Justa Chuchón y el doctor Luis Herrera en el Lugar de la Memoria, la Tolerancia y la Inclusión Social
Cortina musical: Time To run de Dexter Britain
Fecha de publicación: mayo 2025