[Canción de fondo: “I want the world stop”, de Belle and Sebastian]
TAMIA: Soy Tamia. Tengo 46 años. Trabajo sobre el pasado de violencia en el Perú, y siento que mi trabajo últimamente no tiene mucho sentido. Puede ser una crisis de la edad. En pleno siglo XXI es difícil sentir que la vida tenga algún significado. Despertamos, trabajamos, dormimos, finalmente morimos, y ojalá seamos el recuerdo de alguien.
[Continua la canción de fondo: “I want the world stop”, de Belle and Sebastian]
TAMIA: Voy hacia el centro de la ciudad. Hago malabares para que todo funcione, el colegio, el hijo, la casa, la familia. Escucho la radio en el bus. Siempre hay un político o un ex militar negando violaciones de derechos, justificando delitos, reescribiendo la historia sin pudor. Es lo normal.
[Sonido de calles]
TAMIA: Aunque trabajo en esto desde hace un par de décadas, reconozco que no sé cómo enfrentar la manipulación que los grupos de poder hacen del pasado. Y me frustro. O a veces, que es peor, no siento nada. Y creo que, como yo, andamos todos. Un poco cansados.
[Sonido de carpetas, papeles, archivos]
CECILIA: Tamia, este es el expediente de hoy…
TAMIA: Gracias Cecilia…
Ella es Cecilia. Trabaja en el Centro de Información para la Memoria Colectiva y los DDHH de la Defensoría del Pueblo. Allí están los archivos de lo que fue la Comisión de la Verdad. Más de 16 mil testimonios recogidos entre el 2001 y el 2003.
Casi nadie conoce este lugar. Solo investigadores, historiadores, peruanistas.
CECILIA: Mira, te recuerdo que en cada carpeta vas a encontrar, primero, la ficha con datos sobre dónde y quién recogió el testimonio, luego datos personales de quienes fueron entrevistados. Luego el las víctimas, la de los perpetradores, y el relato en sí mismo. Este es un resumen de la entrevista, con citas textuales. Muchos files contienen también otros documentos como de identidad, de trámites, recortes de periódico. Mnn, las víctimas de desaparición tienen además fichas antemorten, con información para identificarlas… bueno, si alguna vez son encontradas.
[Sonido de pasar páginas]
TAMIA: Cecilia es muy amable. He revisado ya mucho de estos files. Una fila silenciosa de horrores. No sé qué historia contar. Me da miedo decir algo valioso de la vida de alguien, en un momento donde no existe la verdad, donde parece que nadie la aprecia.
CUÑA: La Oruga, un podcast para pensar el presente desde nuestras memorias. [Canción de fondo: “I want the world stop”, de Belle and Sebastian]
JULIÁN: Era 1988, yo tenía 8 años. Vinieron como 6 personas, diciendo “venimos a organizar una política para el partido”, “vamos a combatir a todos los millonarios”. Mi papá no quería aceptar, temblaba, pero sintiéndose amenazado de que lo maten, aceptó. Ese día nos fuimos con Sendero como 20 familias.
Ahí estaban jóvenes de distintas edades, de entre mi edad y 30 años, hombres y mujeres, gente de la sierra, nativa, de todos sitios llegaron.
TAMIA: Leo a Julián, un niño ashaninka que tiene solo 8 años, un año menos que mi hijo. Así de pequeño lo reclutó Sendero Luminoso junto a toda su familia, y así de pequeño lo separaron de su padre, de su madre, sus hermanos, sus abuelos. Este expediente no tiene muchas páginas, unas 15…
JULIÁN: Me enviaron a Ayacucho, a la sierra. En Huanta hacía frío, yo sufría bastante, ya no aguantaba. Los senderistas me dijeron “vamos a cumplir tareas”. Entonces yo pensé “¿qué cosa será ‘tarea’?”; entonces nos fuimos a una comunidad, y ahí teníamos que robar: ropa, víveres.
TAMIA: Es la selva central, hace 40 años. Desde esas épocas, en el Perú hemos pasado por dos transiciones políticas, una dictadura, una comisión de la verdad, demasiados gobiernos… Parece tan lejano en el tiempo, y sin embargo nuevamente estamos en un gobierno autoritario en el que se han violado Derechos Humanos. ¿Qué me une a la selva? ¿Qué une a los peruanos con esa selva?
JULIÁN: A mí, como era chibolo, las primeras veces me dejaron para hacer contención, tenía que esperarles cuando iban los más grandes. Iban con armas, cuchillos. Cuando llegué, cuando mi vista encuentra que han matado, me desmayé.
TAMIA: Julián no es su nombre real. Lo llamaré así para asegurar que, si está vivo, no se perjudique de alguna manera. Este testimonio fue recogido hace 20 años, cuando lo contó era un jovencito de solo 22. Hoy tendría alrededor de 42, casi mi edad.
[Sonido de guardar cosas, cerrar cajas]
TAMIA: Regresaré mañana… Mnnn, ¿qué de la selva tenemos acá en Lima?, ¿algo que todos compartamos?… creo que esta canción…
[Canción: “Mujer Hilandera”, de Juaneco]
TAMIA: Inevitable no moverse un poco a su ritmo al escucharla. Junto a Julián, esa imagen alegre y tropical amazónica, me genera una disonancia incómoda.
JULIÁN: Cuando los senderistas mataban, a toda la gente del lugar la mataban. Después se hacía una reunión, y nos decía: “Nosotros hemos cumplido la tarea, ya hemos matado a todita la población, ahora tienen que seguir luchando. El partido nunca muere, aunque la paja vuela, el grano se queda”.
TAMIA: Para entender más el contexto, he fichado esto: Cifras de la CVR:
- Diez mil asháninkas desplazados
- Durante el conflicto armado desaparecieron entre 30 y 40 comunidades asháninkas.
- Seis mil asháninkas fallecieron
- Cinco mil personas estuvieron cautivas por el Partido Comunista Sendero Luminoso.
JULIÁN: Una época, me trasladaron a la zona de comunidades del distrito de Río Tambo, para vigilar y hacer trabajar a “las masas”. Todos estaban con anemia, y el camarada que organizaba todo, mataba a todos los que estaban anémicos.
[Sonido de disparos]
JULIÁN: Ahí en el cementerio, bastante los amontonaron, yo he visto que los han enterrado, en altura, en cantidad, a las personas anémicas, habrá como 50 personas. Yo he visto cuando han hecho esta fosa, ahí se encuentra toda esta gente muerta.
[Sonido del viento]
JULIÁN: Cuando mataban ellos decían “¡Viva!”, y alzaban sus manos. Las madres de los niños, cuando veían que mataba a sus hijos, se ponían a llorar, y los de la subversión les decía: “¡usted cállese, o quiere morir también!”.
[Sonido de palas y tierra]
TAMIA: Julián es muy gráfico en su descripción de la vida en el campamento de Sendero Luminoso. Parece que mientras lo va contando, lo está reviviendo. Me doy cuenta de que me falta información para calibrar la magnitud del control ejercido por sendero en este lugar. Tomo notas… Sé a quién puedo llamar.
[Sonido de marcado de teléfono]
TAMIA [voz a través del teléfono]: Hola Natalí, José Carlos Agüero me pasó tu número…
NATALÍ [voz a través del teléfono]: Hola Tamia, ¿qué tal? Tamia, sí, me contó que me llamarías, ¿cómo va todo?
TAMIA: Ella es Natalí Durand, le cuento sobre este podcast, sobre Julián… [voz a través del teléfono:] … y bueno, con todo lo que tú conoces a partir de tus investigaciones entre los asháninkas… mnn… quisiera que te puedan escuchar… sobre algunos temas, para que puedan contextualizar el relato de Julián…
NATALÍ [voz a través del teléfono]: Sí, claro, dime, ¿qué necesitas que cuente…?
TAMIA: Mnn, quisiera ir más atrás, pero no puedo contar toda la historia de la selva, de la colonización, retroceder cientos de años, no solo en el tiempo, sino en la mente de los peruanos… [voz a través del teléfono:] Primero quisiéramos saber, a partir de tus investigaciones, ¿cuáles piensas que son los principales hitos previos a la llegada de SL a la zona…?
NATALÍ: Antes de la aparición de Sendero Luminoso son dos hechos claves que marcan las transformaciones sociales en el territorio asháninka. El primero se da a inicios del S.XX con la llegada de las misiones franciscanas al territorio asháninka a través del río Ene. Ahí se fundan, en 1935, la misión de Puerto Ocopa, y en 1955 la misión de Cutivireni. La iglesia cambia, transforma la vida cotidiana de los asháninkas, pues comienzan a establecerse asentamientos alrededor de la iglesia.
Y un segundo hecho importante es la construcción de la carretera, la cual va a facilitar la migración de los asháninkas hacia ciudades grandes, como Huancayo, como Satipo, Lima. Pero también va a generar que gente de los andes venga hacia el territorio asháninka. Estos son algunos factores que también facilitan la llegada de Sendero al territorio asháninka… pues al migrar hacia las ciudades grandes comienzan a tener contacto con algunos mandos de Sendero Luminoso.
[Canto tradicional asháninka cantada por Yéssica Sánchez Comanti de fondo]
TAMIA: La voz de Natalí es clara, vibra. Se ve que le importa no solo el tema, sino la gente de la zona. Tengo que recoger al hijo ya. Le digo para seguir conversando después…
[Sonido de microbuses]
TAMIA: Escucho en las noticias que han asesinado a otro líder indígena, en una zona cercana a la que Julián caminó de niño, hace cuatro décadas. Me regresa esa sensación fastidiosa de para qué estaré haciendo esto.
AUDIO DE REPORTAJE: Sus demandas no fueron escuchadas. El último sábado, el histórico dirigente asháninka, Santiago Condoricón, fue asesinado de cinco balazos, frente a su familia, en su casa ubicada en el distrito de Río Tambo, en la provincia de Satipo, región Junín…
[Sonido de disparos y de pájaros]
JULIÁN: La subversión tenía su ley. Cuando tú agarras a la fuerza, cuando haces una violación, el partido te va a matar, pero puede perdonar tres veces que hayas violado. Si violabas te criticaban: “¿por qué haces estas cosas?, al partido no le gusta”, y segundo, tenías que contar tu vida, desde pequeño hasta la actualidad, lo hacías delante de todos. A la 4ta vez ya no te perdona, ya te enterraban.
NATALÍ: La “época de campaña”, como la denominan los ashánikas, se inicia aproximadamente en 1988 con la llegada de “Feliciano”, el “camarada Feliciano”, al territorio asháninka y su asentamiento en la base o cuartel de Vizcatán. En esta época se intensifican las quemas de comunidades y los reclutamientos forzosos de cientos de asháninkas a las filas de SL. La estrategia “felicianista” era iniciar una “guerra de guerrillas”, es por esto el reclutamiento masivo y las largas jornadas de entrenamiento militar, los enfrentamientos con los sinchis y con el ejército.
[Marchas cantadas por niños reclutados por Sendero Luminoso]
NATALÍ: La vida cotidiana en el campamento empezaba muy de madrugada, cantando el himno del “presidente Gonzalo”, aproximadamente a las 4 de la mañana. Seguían con entrenamientos físicos, y además el entrenamiento de armas, las cuales no tenían. Tenían poco armamento, así que les enseñaban a través de la imaginación cómo debían disparar para que cuando tengan un arma, pueda aplicar este entrenamiento. La comida cotidiana eran hojas de chalanga, que es la ortiga, estas hojas de chalanga con agua, mientras los mandos senderistas tenían otro tipo de comida, eso siempre lo señalaban. No podían dormir más de 4 horas y siempre debía haber dos personas despiertas para realizar la guardia.
TAMIA: Luego de cinco años, Julián fue enviado nuevamente a Río Tambo. Casi puedo escuchar a alguna gente dudando: “¿cinco años, y por qué no se escapó?”…
NATALÍ: Los y las asháninkas que viven en los campamentos de SL son sometidos a través de diferentes estrategias de control social para que vayan perdiendo esta capacidad que tenemos los humanos de resistir y así deberles obediencia absoluta. Entre estos mecanismos de control tenemos, por un lado, los asesinatos selectivos, de carácter aleccionador, estos se daban a quienes desobedecían las órdenes y cometían algún acto de indisciplina, como robar la comida de los mandos, desobedecerlos…
TAMIA: ¿Servirá de algo compartir la voz de Julián para responder esas preguntas?… suelen ser, más bien, cuestionamientos… sigo dudando… En Río Tambo, Julián se encontraría de nuevo con su familia…
JULIÁN: Me dicen los subversivos que tenía que regresar a la zona de mi comunidad, donde estaba mi familia, para hacer trabajar a la “masa” allá. Ya tenía 13 años. Cuando llego, mi mamá ya estaba muerta. Mi hermano Jesús me contó que ha muerto así nomás, agarrando su cólera, con cólico, “así ha muerto, con frío”, me contaba mi hermano. Me encuentro a mis hermanos ya sin padres, que dejaron seis hijos. A mis abuelos los mataron con cuchillo, la subversión, ellos fueron muertos.
NATALÍ: El asesinato debía realizarlo algún familiar de la persona que iba a ser asesinada, porque además era un acto, por el otro lado, de devoción al partido. Y se realizaba siempre con un cuchillo o con un machete, que muchas veces no estaba bien afilado, o que también estaba oxidado, porque las balas no se gastaban en un traidor, en un indisciplinado, sino solamente en combate.
Si lograbas escapar del campamento senderista, las personas responsables de tu huida serían otra vez tus familiares: hermanos, hijos, padres. Ellos serían los asesinados de manera aleccionadora frente a las “masas”. Esto hacía muy difícil los intentos de escape, porque una persona puede ser responsable de su propia vida, pero cargar con la muerte de un ser querido hace que sean muy pocos quienes consideren esta opción…
[Sonido de pasos acelerados, jadeo, plantas]
TAMIA: A pesar de todos los temores, de todas las consecuencias posibles, a los 14, luego de seis años de reclutamiento…
JULIÁN: Me escapé, ya no aguantaba más. Regresábamos un día de Vizcatán y yo les engañé a los de sendero diciéndoles: “Voy a ir a vigilar. Yo voy adelante”. Y cuando me adelanté, corrí, me escapé. Yo pensaba: “cuando escapas la ronda te va a matar”. Por eso no quería escaparme antes. Pero ya me salí, me enfrenté, y dije: “no importa lo que pase”. Yo me escapé, pero yo dejé a mis hermanos, que se quedaron con la subversión.
[Sonido de pasos corriendo y persona respirando rápido]
JULIÁN: Me he dirigido hasta la comunidad que estaba más cerca, ahí tenía un tío. Él llegó y me dijo: “¿quién eres?”, de frente yo le contesté: “yo he escapado de la subversión”, “¿tú solo?”, me pregunta, yo le contesté: “sí, solo”. Me dijo: “siéntate y cuéntame”. Pero antes me confesó que él estuvo también en la subversión, y que los de la ronda lo han rescatado. Me dijo: “Ellos no te matan, al contrario, te reciben. El soldado tampoco te va a matar, más bien te va a preguntar dónde se encuentra sendero y tú tienes que guiarlos”. En ese instante yo me he alegrado…
NATALÍ: Es partir del cambio en la estrategia antisubversiva cuando el ejército reemplaza a los sinchis y se incluye una estrategia que ya había funcionado en la sierra, como son las rondas, que la situación de los asháninkas en los campamentos cambia. Las rondas nativas entran como avanzada del ejército, reconociendo los caminos, infiltrándose en los campamentos, generando alianzas con los asháninkas que estaban dentro de los campamentos y también con los asháninkas que vivían en el monte, para comenzar con los «rescates»…
JULIÁN: Mi tío me llevó a la base del ejército, donde un oficial me entrevistó una hora y me dijo: “tú eres un niño de 14 años, no te preocupes, no te va a pasar nada”. Un señor de la comunidad me preguntó si quería vivir con él, y yo le contesté que sí. Él me recogió y me llevo a vivir a su casa. Me puso a estudiar. Ahí me quedé trabajando en su chacra de cacao, cada cierto tiempo me daba mis propinas, yo ya me sentía libre.
TAMIA: Ya sentía que llegaba el final del testimonio… pero…
JULIÁN: Después de un tiempo, cuando tenía 15 años, otro señor que formaba parte de la patrulla de la ronda, me ha obligado a salir para ir a hacer patrulla. Entonces hubo un enfrentamiento, en setiembre del 95, entre los subversivos y la patrulla de la ronda. Quedé herido, me llevaron a Satipo para que me curen, tuve el apoyo de la Cruz Roja Internacional. En este accidente que tuve, me quedé inválido, ya no he podido caminar. Cuando regresé, yo escuché: “están libres tus hermanos”. Y nos hemos vuelto a encontrar de nuevo, pero yo ya no llevo el apellido de mis padres, me cambié de nombre.
TAMIA: Natalí también reflexiona sobre este escapar hacia un nuevo tipo de violencia. Parece una historia sin fin. Aunque todo acaba, al menos un capítulo…
NATALÍ: Hay dos grupos de personas: los que regresan a las comunidades en las que vivían, y las personas que van a comunidades vecinas o a otras comunidades. ¿Por qué se da eso?, porque la gente que no regresa a su comunidad considera que su comunidad es “un lugar que bebe sangre», ¿qué implica ser un “lugar que bebe sangre”?, es un lugar donde se ha realizado alguna matanza, donde han matado a un familiar, donde, obviamente, ha corrido sangre, y por eso para ellos es un lugar maldito en el cual no pueden regresar a vivir…
JULIÁN: Mi hermano Jesús se ha muerto por tristeza, de mi papá, porque él hablaba: “nuestro papá lo han matado los subversivos, ¿por qué lo han matado? Yo algún día encontraré a los de la subversión y los mataré”…
[Sonido de río]
JULIÁN: Entonces mi hermano tomó la decisión de acabar con su vida, se suicida. Después de cinco días, su cuerpo fue encontrado, tirado en Río Alberta. Psicológicamente yo me siento más o menos, me quiero recuperar, tal vez ya estoy olvidando todo lo que ha pasado con mis padres y mi hermano Jesús. En estos momentos, más que nunca, yo quiero bastante a mis hermanos. Quiero apoyo, recién estoy recuperando mi salud. Necesito que me apoyen en mi situación que estoy, inválido, ya no puedo trabajar, no encuentro una profesión. Ya no queremos que regrese Sendero con su violencia, queremos vivir en paz. Debemos aprender que entre peruanos mismos, nos hemos hecho daño.
[Sonidos de la selva, sonido de niños en un parque]
TAMIA: Estoy aquí, con mi hijo en el parque. Lo veo jugar, en un lugar lleno de gente con sus propios asuntos. Lejos de el niño que fue Julián. Del hombre que ahora en algún lugar es.
[Canto tradicional asháninka interpretado por Yéssica Sánchez Comanti]
CRÉDITOS: Hemos escuchado “Julián”. Este episodio ha sido escrito por José Carlos Agüero. Tamia Portugal estuvo a cargo de la investigación del caso, Diego Garrido realizó la edición y producción del audio.
Bikut Toribio Sanchium Yampiag caracterizó la voz de “Julián”. Tamia Portugal hizo la narración en primera persona, y Carolina Teillier la lectura del texto de los pos créditos.
Le damos un especial agradecimiento a la antropóloga Natalí Durand Guevara, por su colaboración en este podcast.
Se emplearon fragmentos de: I want the world stop, de Belle and Sebastian; de Canción tradicional asháninka y Canción de una madre que pierde un hijo, interpretadas por Yéssica Sánchez Comanti, y de Mujer Hilandera, interpretada por Juaneco.
Se usó un fragmento del reportaje “Olvidados. Asháninkas anuncian bloqueo del Río Tambo”, reportaje de Kimberly Barrantes para Nativa.
El texto de los pos créditos fue recogido por Beatriz Fabián, se titula: Canción en las bases senderistas recordando a los hijos e hijas que sendero Luminoso se llevó a ser parte de la fuerza armada de SL, y fue publicada en 1995.
Esta historia está basada en un testimonio recogido por la CVR en el año 2002.
La Oruga es parte del proyecto de El Presente de la Memoria del Instituto de Estudios Peruanos, y puedes encontrar información adicional a este podcast en laoruga.pe
[Canción de una madre que pierde un hijo, interpretada por Yéssica Sánchez Comanti]
POS CRÉDITOS:
Estoy Triste
Hemos dejado a nuestra familia,
Tenemos pena,
Comenzamos a llorar de tristeza.
Nosotros nos ponemos tristes,
Nunca veremos a nuestros hijos
Padres, hermanos,
Qué vamos a ver ya.
Cómo estarán ellos allá,
Ellos también están tristes,
Por nosotros, y desesperados
Pensaran ellos que nosotros
estamos muertos o que vivimos.
También ellos comenzarán a cantar de tristeza,
¿dónde está?, mi padre, mi madre.